El cambio es la única cosa inmutable.
Un genio es el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.
En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.
Quien no tiene nada individual de qué envanecerse se envanece de haber nacido aquí o allí.
Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.
Las relaciones cotidianas son tales que con la mayor parte de nuestros conocidos no volveríamos a intercambiar una sola palabra si oyéramos lo que dicen de nosotros en nuestra ausencia.
El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel. Lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización.
La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.
La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.
Al que todo lo pierde, le queda Dios todavía.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.
A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.
La personalidad del hombre determina por anticipado la medida de su posible fortuna.
No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige.
Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.
La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.
Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.
Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.