Cuando se tienen muchas cosas que meter en él, el día tiene cien bolsillos.
El remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra: una tontería.
La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Lo que hacemos no es nunca comprendido, y siempre es acogido solo por los elogios o por la crítica.
En algunos la castidad es una virtud, en muchos es casi un vicio.
Mucho tienen que hacer los padres para compensar el hecho de tener hijos.
No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.
La sencillez y naturalidad son el supremo y último fin de la cultura.
Lo absurdo de una cosa no prueba nada contra su existencia, es, más bien, condición de ella.
El pensador sabe considerar las cosas más sencillas de lo que son.
En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón.
El matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez.
El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.
Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que esperar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad.
No cometas la cobardía de dejar tus hechos en la estacada.
Cuando me encuentro con una criatura, encuentro la voluntad del poder.
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa.
El hombre se define como ser que evalúa, como ser que ama por excelencia.
Todas las cosas derechas mienten,
murmuró con desprecio el enano.
Toda verdad es curva,
el tiempo mismo es un círculo"
Y así habló Zaratustra