El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco.
Todo el mundo desea saber, pero pocos están dispuestos a pagar el precio.
Si no cortas tus ataduras durante la vida, ¿qué esperanza de liberación tendrás durante la muerte?
La censura perdona a los cuervos y se ensaña con las palomas.
Enhorabuena porque habeis dado un ciudadano a la patria; pero advierte que es con la precisa condición de que con vuestra educación le hagais útil a la república, en la guerra y en la paz.
Debes estimar como cosa torpísima el anteponer la vida al honor, y por salvar la vida perder la razón de vivir
Todos quieren poseer conocimientos; pero pocos están dispuestos a pagar su precio.
El niño es acreedor al máximo respeto.
A un niño se le debe el máximo respeto, y si alguna vez ha tener algo vergonzoso en mente, no lo ignore tierna edad de tu hijo.
Ojalá, yo lo ordeno. Que mi voluntad tomar el lugar de una razón.
¿Quién guardará a los guardianes?
Todos desean poseer conocimientos, pero pocos, comparativamente hablando, están dispuestos a pagar el precio.
Por las lágrimas de las mujeres no son más que el sudor de los ojos.
No es fácil para los hombres que suben cuyas cualidades se ven frustrados por la pobreza.
El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia.
Una sarna incurable por escribir toma posesión de muchos, y crece en forma empedernida en el corazón de los insanos.
La honestidad es alabada y se queda fría.
La censura es indulgente con los cuervos, pero no da cuartel a las palomas.
Rara es la unión de la belleza y la pureza.
¿Quién vigilará a los vigilantes?