Gobierna mejor quien gobierna menos.
Poca fe se otorga a los que tienen poca fe.
El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido.
Lo débil y lo tierno vencen lo duro y lo fuerte.
Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres durante una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda su vida.
Un buen caminante no deja huellas.
Si no puedes avanzar una pulgada, retrocede un pie.
Las armas son instrumentos de desgracia, no son instrumentos para el rey.
El buen general vence, y allí se queda. Vence y no se jacta, vence porque es su deber.
Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras.
No vayas contra lo que es justo para conseguir el elogio de los demás.
El que todo lo juzga fácil encontrará la vida difícil.
El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla.
Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe.
El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso.
Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte.
La excelencia de un gobierno no se juzga por su orden.
El que está satisfecho con su parte es rico.
La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.
El valor de un acto se juzga por su oportunidad.