Un acto de bondad es en sí mismo un acto de felicidad. Ninguna recompensa viene después del evento se puede comparar con la dulce recompensa que iba con él.
El primero de nuestros deberes es poner en claro cuál es nuestra idea del deber.
La felicidad es raramente ausente, sino que somos nosotros los que no saben de su presencia.
Los grandes hombres y mujeres tienen confianza en el destino, conocen parte de su porvenir, porque son parte de su porvenir ellos mismos.
El Amor Materno: No, esta de hecho de besos, de miradas, de caricias. Cada beso que se da añade en él un fulgor de luna o de sol.
Cada vez que perdemos el ánimo, perdemos muchos días de nuestra vida
El dolor es el principal alimento del amor, y todo amor que no se alimenta con un poco de dolor, muere
Cada una de tus sonrisas me quita el peso de un año.
Recuerde que la felicidad es tan contagiosa como la oscuridad. Debe ser el primer deber de los que están dispuestos a dejar que los demás sepan de su alegría.
No hay que preguntar si los que lloran tienen o no tienen razón, sino sencillamente hacer lo que se pueda para que no lloren
Las abejas solo trabajan en la oscuridad; el pensamiento solo trabaja en el silencio; y la virtud, en el secreto
Una verdad que desanima porque es verdad es de más valor que el más estimulante de falsedades.
No podemos tener una idea exacta del que jamás se calla
No es por la razón de que la justicia resortes, pero la bondad nace de la sabiduría.
Existe más de un sueño en cada vida. Tal vez existan tantos como años. Para mí el último es: Saber. Creo que es el más largo y el menos realizable
Es verdad, y este es el consuelo del justo, del héroe y del sabio; el destino solo tiene imperio en ellos por el bien que ellos hacen. Los demás hombres son ciudades de cien puertas abiertas por las...
Todo nuestro conocimiento más que nos ayuda a tener una muerte más dolorosa que los animales que no saben nada.
Qué manera tan extraña tenemos de empequeñecer las cosas tan pronto como tratamos de expresarlas en palabras
Jamás, ni por un instante, he visto claro dentro de mí mismo. ¿Cómo pretendes, entonces, que juzgue las acciones de los demás?
¡Lo terrible no es la llegada de la muerte, sino el adiós a la vida!