No necesito dinero. Solo la gente que paga sus facturas lo necesita, y yo jamás pago las mías.
Cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno.
No hay influencia buena; toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico. Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma.
Vivimos en una época que lee demasiado para ser sabia y piensa demasiado para ser hermosa.
En Inglaterra, un hombre que no puede hablar de moral dos veces por semana a un gran auditorio popular e inmoral no tiene nada que hacer como político serio.
Es difícil no ser injusto con lo que se ama.
Tiraríamos muchas cosas, si no tuviéramos miedo de que otros las recogieran.
Vivimos en una época en la cual las cosas innecesarias son nuestra única necesidad.
La única diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho dura algo más.
La vida es una cosa demasiado importante para hablar de ella seriamente.
Es la confesión, no el sacerdate, quien da la absolución.
Si no podéis disfrutar leyendo un libro repetidas veces, de nada sirve leerlo ni una sola vez.
El paraíso es una tiranía; allí me sentiré como en casa.
A veces pienso que Dios sobrevaloró su talento al crear al hombre.
Una máscara nos dice más que una cara.
Con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería perfectamente feliz?.
Pronto irás por ahí como el converso y el predicador: reprendiendo a la gente por los pecados de los que tú ya te has cansado.
La comunidad se embrutece infinitamente más por el uso habitual del castigo que por la ocurrencia ocasional del delito.
Ser puritano, mojigato o predicador es malo. Ser las tres cosas a la vez me recuerda los peores excesos de la Revolución Francesa.
Los que ven alguna diferencia entre el cuerpo y el alma es que carecen de ambos.