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¿Cuántas veces no se ha emigrado de un sitio a otro?
Nadie ignora que todas las cosas humanas, como los Silenos de Alcibiades, tienen dos caras, totalmente diferentes.
...si lo que dices ni es necesario, ni provechoso, ni apacible, ¿para qué lo dices?
¿Cuántas veces no se ha trasladado un reino aquí o allí por azar o como consecuencia de un tratado?
...,con la cara más dura que una piedra, hemos depuesto todo pudor, abandonado todo sentido de la vergüenza e imitamos, igualamos, dejamos atrás a los paganos en avaricia, ambición, lujo, fasto, t...
Si prescindes del nombre y de la señal de la cruz, peleamos turcos contra turcos.
¿Qué sentido tiene, expuestos como estamos a tan gran número de males, echarse encima voluntariamente otro más, como si no tuviéramos bastante?
Julio. Que cada uno piense lo que quiera con tal de que hable bien o al menos guarde silencio. Ahora bien, el romano pontífice no puede ser censurado, ni siquiera por un concilio general.
Los hijos de los personajes más notables y renombrados suelen resultar calamitosos para la comunidad.
Julio. Algunos empezaban ya a estar asqueados de la curia romana. Iban pregonando que todo estaba manchado por doquier con ganancias vergonzosas, con placeres desorbitados y nefandos, con envenenamien...
Para quienes no la han experimentado es buena la guerra.
Julio. ¿Qué pasa aquí? ¿No se abre la puerta? Supongo que han cambiado la cerradura o está estropeada.
... cuando el lenguaje era uno, éramos todos un cuerpo;...
Vale más tener envidiosos que inspirar piedad
El murmurador a todos los cuerdos es aborrecible, porque cada uno se teme dél, y piensa que otro tanto dirá dél en ausencia, como dice de los otros.
Hace uno bien en alabarse a sí mismo, cuando no encuentra otro apologista.
La locura es el origen de las hazañas de todos los héroes.
El vino no daña, pero el que bebe sin moderación se daña a sí mismo.
Finalmente se llegó al extremo de introducir todo Aristóteles en el corazón de la teología y de forma tal que su autoridad es casi más venerable que la de Cristo.
No existe posesión de mayor precio que un amigo de veras.
Julio. Mi primer afán fue conocer perfectamente el ingenio, costumbres, afectos, riquezas e inclinaciones de todas las gentes y sobre todo de los príncipes: quién convenía con quién, quién tení...
Julio. Tú quizá sueñas todavía con aquella antigua Iglesia en la que tú en compañía de algunos famélicos obispos hacías de ponttífice completamente inútil, sometido a la pobreza, al sudor, ...
..., y de la diferencia nace la discordia, y de la discordia viene el apartamiento de la unidad.
La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos transcurre amenamente.
Nosotros los revestimos con títulos espléndidos, aunque sean criminalísimos: a éste lo llamamos "católico", a aquél "serenisimo", a uno "ilustrisimo", a otro "...
La Guerra sólo es buena para aquellos que no la han experimentado.
No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice.
En la educación de los niños es más conveniente decir no en voz baja que decir si gritando.
Ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa.
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Cuando se sugieren muchos remedios para un solo mal, quiere decir que no se puede curar.
Los buenos escritores son aquellos que conservan la eficiencia del lenguaje. Es decir, lo mantienen preciso, lo mantienen claro.
El hecho que un creyente pueda ser más feliz que un escéptico es tan cierto como decir que el borracho es más feliz que el hombre sobrio.
En general, quienes no tienen nada que decir invierten el mayor tiempo posible en no decir nada.
Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.
Sin jactancias puedo decir que la vida es lo mejor que conozco.
El cinismo es una manera desagradable de decir la verdad.
Pensar es decir no. Reflexionar es negar aquello que creemos.
Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho.
Es mil veces más fácil no decir lo que pensamos en un momento de ira, que disculparnos después.