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¡Cuán grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre!
En lo que nos toque ser en la vida hay que tratar de ser el mejor, pero jamás creerse el mejor.
No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras.
La fuente de la vida es el corazón.
Es la muerte la falta de instrumentos del alma por los cuales se prolonga la vida.
No hay riqueza tan segura como un seguro amigo.
Si no me engaño me parece buena la siguiente proporción: cinco partes de lectura, cuatro de meditación, tres de escritura, que la lima reducirá a dos, y de estas dos sacar solo una a la luz públi...
Ninguno cree que hace mal si los demás no juzgan que lo hace
Si han de creer lo que dices, igualmente te creerán sin jurar que jurando, y si no han de creerte, cuanto más jures más se alejarán de ti.
Malo es que trabajen los hombres para morir ricos, no para vivir como tales hombres.
Si de los hombres esperamos el premio, nos quedaremos sin el divino, y las más veces también sin el humano
El que se hace amigo de un mal sujeto ha de esperar que esta amistad le reportará otras amistades peores.
Propio de todo hombre es el errar. Pero de nadie, sino del necio, el mantenerse en el error.
Nada hay más útil que aprender muchas cosas, ni más fácil que oírlas
El humanista relacionará unos estudios con otros, pues todos ellos tienen entre sí alguna coherencia y parentesco. Será afanoso de saber y jamás le pasará por la mente haber llegado a la cumbre y...
Salud es la disposición del cuerpo tal que el espíritu esté vigoroso.
No se debe tocar con ligereza lo que es peligroso dejar sin resolver.
Desgraciado aquel que no halle quien le avise cuando es menester.
La ociosidad es padre y madre de todos los vicios.
Jamás es nociva la reprensión aunque venga de tu enemigo.
La tiranía de la ignorancia es... la más dura y lóbrega de las esclavitudes.
Sé lento en adquirir amistades, pero sé constante en retenerlas una vez admitidas.
Esto quiere, esto manda Dios, que el hombre ame al hombre por el mismo hecho de ser hombre; que no atienda a su raza ni a su condición, sino a la humanidad y a Dios.
No es igual conocerse a sí mismo que juzgar de sí mismo.
¿A qué se reduce el orador, si habla en monólogo y nadie le pincha ni le excita? Forzosamente se entorpecerá y languidecerá.
No pienses que todos huelgan de oír lo que tú huelgas de decir
No hay cosa tan lejana de las letras como la codicia y preocupación por el dinero.
¿Quién podrá quejarse de que tiene pocos oyentes si el Creador del género humano se conformó con doce hombres?
Fatiga alguna vez el amor, mas nunca mata.
Nada más vergonzoso para nosotros que el hecho de que los ladrones y maleantes tengan entre si una convivencia más amistosa que los intelectuales.
¿Qué mayor desgracia le puede pasar a un hombre que tener una opinión equivocada?
Un solo día bien vivido de acuerdo a sus reglas, de la filosofía, bebería anteponerse a toda la inmortalidad.
La verdad, en cuyas filas debemos estar alineados, no pertenece a uno sino que es patrimonio de la colectividad.
El hombre perdona algunas veces el aborrecimiento, pero jamás el menosprecio
Mira bien que no hay cosa en todo el universo, grande ni pequeña, que si miras su principio, su naturaleza y propiedad y fuerza, no te ponga en camino para considerar las maravillas de Dios.
Maravillosa libertad la de Dios, que paga con largueza, si se lo devolvemos, aquello mismo que Él nos ha regalado.
La guerra es ocupación más propia de bestias que de hombres.
Es propio del varón sabio, luego de haber dispuesto lo que está en su mano con toda la posible industria y diligencia, de mostrarse resignado con lo que se le diere la fortuna.
Libre es aquel que apetece solamente lo que está en sus manos alcanzar; siervo, el que tiene otras ambiciones.
Las guerras no deberían narrase de manera diferente que los latrocinios, esto es, breve y escuetamente, sin alabanza alguna, antes bien, detestándolas.