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Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos.
Cuando un hombre se casa por segunda vez, es porque adoraba a su primera mujer.
El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer.
Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento.
Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho.
Las preguntas no son nunca indiscretas. Las respuestas, a veces sí.
La única forma de vencer una tentación es dejarse arrastrar por ella.
Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.
La realidad es que los éxitos se los llevan los fuertes y el fracaso los débiles, y eso es todo.
Escojo a mis amigos por su buena apariencia, a mis conocidos por su carácter y a mis enemigos por su razón.
Los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan.
El Libro de la Vida comienza con un hombre y una mujer en un jardín; termina con el Apocalipsis.
El desacuerdo total con tres cuartas partes de los británicos es uno de los principales elementos de salud mental, lo que resulta una profunda fuente de consuelo en los momentos de duda espiritual.
No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea.
La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no puede explicarla. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres solo pueden ser amadas.
Los músicos son terriblemente irrazonables. Siempre quieren que uno sea totalmente mudo en el preciso momento que uno desea ser completamente sordo.
La rebeldía a los ojos de todo aquel que haya leído algo de historia, es la virtud original del hombre.
Cuanto más analizamos a la gente, más se desvanece la razón de todo análisis. Tarde o temprano se llega a esa espantosa cosa universal a la que llamamos naturaleza humana.
Hacer una buena ensalada es como ser un diplomático brillante; el problema es el mismo en ambos casos: saber con exactitud la cantidad de aceite que hay que mezclar con el vinagre.
Todo pensamiento es inmoral. La destrucción está en su propia naturaleza. Pensar en una cosa es matarla. Nada sobrevive cuando es objeto de pensamiento.
Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez.
Dicen que cuando los americanos buenos mueren van a París -dijo sir Thomas riendo...-¿En serio? ¿Y dónde van los americanos malos cuando mueren? -preguntó la duquesa. -Van a América -murmuró lo...
Hay tres clases de déspota: el que tiraniza el cuerpo, el que tiraniza el espíritu y el que tiraniza el cuerpo y el espíritu a la vez. Al primero se le llama Príncipe; al segundo, Papa y al tercer...
La verdad, en materia religiosa, es simplemente la opinión que ha sobrevivido.
En los asuntos triviales, el estilo y no la sinceridad es lo esencial. En los importantes, también el estilo es lo esencial.
No se puede hacer buena a la gente mediante una ley parlamentaria: eso ya es algo.
El optimismo empieza con una mueca explícita y el pesimismo termina con gafas de sol. Además, los dos son simples poses.
¡sepanlo todos! cada hombre mata lo que ama: unos, con mirada cruel; otros, con palabras amorosas; el cobarde, con un beso, y el valiente, con la espada.
La mismisima esencia de la aventura es la incertidumbre. Si alguna vez me caso, intentare, desde luego, olvidarlo.
La belleza y la fealdad son un espejismo porque los demás terminan viendo nuestro interior.
...apelando a la prudencia según ese libro de la cobardía cuyo autor se llama sentido común.
No tiene el mundo flor en la tierra alguna,ni el mar en ninguna bahía perla tal,como un niño en el regazo de su madre.
La mayoría de las personas son otras: sus pensamientos, las opiniones de otros; su vida, una imitación; sus pasiones, una cita.
Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal.
Siempre hay algo ridiculo en las emociones de la gente que uno ha dejado de amar.
Quien suele llorar profusamente,también es capaz de reír con intensidad al instante siguiente.
No hay influencia buena; toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico. Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma.
Vivimos en una época que lee demasiado para ser sabia y piensa demasiado para ser hermosa.
Tiraríamos muchas cosas, si no tuviéramos miedo de que otros las recogieran.
La vida es una cosa demasiado importante para hablar de ella seriamente.