Dios se desnuda en la lluvia como una caricia innumerable.
Juan Ortíz
Se marchó bajo la lluvia. Sin decir palabra. Sin mirarme. Y me cubrí la cara con las manos. Y lloré.
En los días de lluvia el sol es un intruso imperdonable.
¿Cómo será posible que nada te conmueva, que no haya lluvia que te estruje ni sol que rinda tu fatiga?
Qué hago mirando la lluvia, si no llueve.