Que ninguna bandera o compañía es perfecta; e incluso en la de Cristo, que fue como él mismo se la quiso reclutar, hubo uno que lo vendió, otro que lo negó y otro que no lo creyó.
Arturo Pérez-Reverte
Podía hablar de los bosques en invierno, y del siniestro muro de un castillo. ¿Pero cómo hablar de sentimientos?
... soy sumamente sensible a la discontinuidad vertiginosa de la existencia.
Callan: es alabanza suficiente.
Eramos muy niños cuando allí te conocí... te veo jugar, y en silencio hablar... como me gustaba tu carita al bostezar