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Adolfo becquer por un beso de tu boca

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Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo; / por un beso... yo no sé /qué te diera por un beso.


Gustavo Adolfo Bécquer


Xc

¿No has sentido en la noche,
cuando reina la sombra
una voz apagada que canta
y una inmensa tristeza que llora?

¿No sentiste en tu oído de virgen
las silentes y trágicas notas
que mis dedos de muerto arrancaban
a la lira rota?

¿No sentiste una lágrima mía
deslizarse en tu boca,
ni sentiste mi mano de nieve
estrechar a la tuya de rosa?

¿No viste entre sueños
por el aire vagar una sombra,
ni sintieron tus labios un beso
que estalló misterioso en la alcoba?

Pues yo juro por ti, vida mía,
que te vi entre mis brazos, miedosa;
que sentí tu aliento de jazmín y nardo
y tu boca pegada a mi boca.


Gustavo Adolfo Becquer




¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire!.


Gustavo Adolfo Bécquer


Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran; Mientras responda el labio suspirando al labio que suspira; Mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; Mientras exista una mujer hermosa,¡Habrá poesía!


Gustavo Adolfo Bécquer


Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas; Mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista; Mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías. Mientras haya en el mundo primavera,¡Habrá poesía!


Gustavo Adolfo Bécquer


Liii

Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos ambos
hondo silencio.

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Solo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Solo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!


Gustavo Adolfo Becquer




Xviii

¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste Otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume aspirar hasta saciarse!

¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!

¡Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien... y roncar como un sochantre...
y comer... y engordar... ¡y qué fortuna
que esto solo no baste!


Gustavo Adolfo Becquer


Lxxix

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hurís del Profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera.
Entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta.
Las esmeraldas son verdes,
verde el color del que espera
y las ondas del Océano
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
Y sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.

Que parecen sus pupilas,
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.
Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.
Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.
Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.

Que, entre las rubias pestañas,
junto a las sienes, semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás si negros o azules
se tornasen lo sintieras.


Gustavo Adolfo Becquer


Mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, ¡habrá poesía!.


Gustavo Adolfo Bécquer




Por los tenebrosos rincones de mi cerebro acurrucados y desnudos duermen los extravagantes hijos de mi fantasía esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra para poder presentarse decentes en la escena del mundo.
Fecunda, como el lecho de amor de la Miseria y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi Musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.
Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir con una vida oscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse al beso del sol en flores y frutos.


Gustavo Adolfo Bécquer


Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.


Gustavo Adolfo Bécquer


La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.

Él la da su misterio y poesía,
él su aroma balsámico le presta;
¡ay de la flor si de la luz al beso
se evapora esa perla!



Gustavo Adolfo Bécquer


Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!.


Gustavo Adolfo Bécquer




Y el pensamiento es necesario ejercitarlo, se debe cada día y de nuevo y de nuevo pensar, para conservar la vida del pensamiento.


Gustavo Adolfo Bécquer


La soledad es el imperio de la conciencia.


Gustavo Adolfo Bécquer


Despierta ríes y al reír tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve.


Gustavo Adolfo Bécquer


Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!.


Gustavo Adolfo Bécquer


La brilladora lumbre es la alegría; la temerosa sombra es el pesar: ¡Ay!, en la oscura noche de mi alma,


Gustavo Adolfo Bécquer


Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía!.


Gustavo Adolfo Bécquer


Todo es mentira: la gloria, el oro. Lo que yo adoro solo es verdad: ¡la Libertad!.


Gustavo Adolfo Bécquer


¡Llora!, no te avergüences de confesar que me has querido un poco.


Gustavo Adolfo Bécquer


El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo.


Gustavo Adolfo Bécquer


Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual!, un cielo gris, un horizonte eterno y andar..., andar.


Gustavo Adolfo Bécquer


En el majestuoso conjunto de la creacion, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasia como la luz apacible y desmayada de la luna.


Gustavo Adolfo Bécquer


Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar, dime mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes a donde va?.


Gustavo Adolfo Bécquer


El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.


Gustavo Adolfo Bécquer




La mujer es embellecida por el beso que ponéis sobre su boca.


Anatole France


Ya lo sabes sin tropos ni bengalas la traducción mejor es boca a boca en el beso bilingüe van circulando dulces noticias


Mario Benedetti


Tengo un beso olvidado en una boca que no lo merecía. Me di cuenta ayer me faltaba un beso, el que mató tu cobardía. Frases sueltas.


Roque Valero


He dormido contigo y al despertar tu boca salida de tu sueño me dio el sabor de tierra, de agua marina, de algas, del fondo de tu vida, y recibí tu beso mojado por la aurora como si me llegara del mar que nos rodea.


Pablo Neruda


El tiempo se puede enfermar cuando viene el aburrimiento en la pareja. Si enfermase el tiempo entre los dos, el beso no sería lo mismo, el beso no sabría que hacer, a que boca fresca mi beso besaría si enfermase el tiempo


Jorge Luis Borges


... el beso pierde todo su valor y significación. Es lo que acontece con el beso de uso doméstico, cambiado entre cónyuges, que sirve a marido y mujer para limpiar la boca a modo de servilleta, y suena como un buen provecho al levantarse de la mesa.


Soren Kierkegaard


1- No des tu apellido, número telefónico o dirección electrónica.
2-Deja que Chloe sepa dónde te reunirás con él y envíale un mensaje cuando estés de camino a casa, así ella sabrá que no has sido drogada con Roofie y secuestrada.
3- No hables de dietas, pérdida de peso o tu loco régimen de gimnasia.
4- Has muchas preguntas e intenta parecer interesada cuando él responda, incluso si es más aburrido que el lodo.
5- Ofrece compartir la cuenta, pero no lo fuerces demasiado.
6- No te entregues. Un beso en la boca es aceptable pero solo usa lengua si una segunda cita ya ha sido acordada.
7-Comprueba todas las salidas en tu entrada, así podrás hacer una rápida escapada mientras él está haciendo pipi.
8-Intenta divertirte un poco.


Sarra Manning


El ardor de ese beso no los abandonó en muchos días y llenó de fantasmas delicados sus noches, dejando su recuerdo en la piel, como una quemadura. La alegría de ese encuentro los transportaba levitando por la calle, los impulsaba a reír sin causa aparente, los despertaba sobresaltados en la mitad de un sueño. Se tocaban los labios con las puntas de los dedos y evocaban exactamente la forma de la boca del otro.


Isabel Allende


¿Quieres que conservemos una dulce memoria de este amor?, pues amémonos hoy mucho y mañana ¡digámonos, adiós!.


Gustavo Adolfo Bécquer


El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo.


Gustavo Adolfo Bécquer


X

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.


Gustavo Adolfo Becquer


Xliv

Dices que tienes corazón, y solo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.


Gustavo Adolfo Becquer


Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados una a arrollar, el otro a no ceder; la senda estrecha, inevitable el choque.


Gustavo Adolfo Bécquer


Xxxviii

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
nadie así te amará.


Gustavo Adolfo Becquer