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Amapola

Amapola. Encuentra docenas de amapola con fotos para copiar y compartir.


Parecía la amapola que ayer vi en el cementerio, sus rojos labios que ansiaban darme los últimos besos.


Salvador Rueda


La amapola florece y por la brisa del día desparramada.


Shiki Masaoka




Abriéndose paso entre la multitud, una amapola en su mano.


Kobayashi Issa


No dudes de disfrutar del vino y de las mujeres, pues tarde que temprano tendrás que dormir bajo la tierra, y no le cuentes esto a nadie. La amapola marchita no vuelve a florecer


Omar Jayam


Hay una estrella mas abierta
que la palabra 'amapola'?


Pablo Neruda


A una amapola deja sus alas la mariposa como recuerdo.


Matsuo Basho




¿mi Amor?

¿Mi amor?...¿Recuerdas, dime,
aquellos juncos tiernos
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce seco?...

¿Recuerdas la amapola
que calcinó el verano,
la amapola marchita,
negro crespón del campo?...

¿Te acuerdas del sol yerto
y humilde en la mañana,
que brilla y tiembla roto
sobre una fuente helada?...


Antonio Machado


Pasión Y Muerte de La Luz

VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.

La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.

Tiendo la mano para recogerla
y el lento cáliz de una llaga fría
estanca el iris de tu simple perla.

Me ciño a su enlutada melodía
quemándome sin fin por retenerla
en el doble rumor de mi agonía.

X
El verano se agota en el racimo.
Ni avena, ni cigarra, ni amapola.
Ni el alga haciendo venas en la ola,
ni las tímidas ranas en el limo.

Ni la corteza que hasta el llanto oprimo
entre la tierna muchedumbre, sola,
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corroboro y me lastimo.

Ni la centella que la liebre rubia
mueve entre los primores del rocío,
ni la humilde fragancia de la alubia.

Ni el caballo de sal que adiestra el río;
ni la múltiple espada de la lluvia,
dirán tu arisca huella, idioma frío.


Sara de Ibáñez


Oh amapolas, solo soledad brota en mi cabello.


Takako Hashimoto




Los crisantemos se incorporan etéreos tras el chubasco.


Matsuo Basho


Más Mojado Que El Rostro de Mi Llanto

Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,

de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído

en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,

barro en vano te muerdo los talones,
dándole a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.


Miguel Hernández


Alumbramiento

vino de mí
salió del fondo
el médico aplaudía
yo vine con el mar en la barriga
como un intenso parasol
un mapamundi

yo era la esfera que rodó en la madrugada
de corazón latí como un caballo
lo digo así

es que la crin
me perfumó

el vientre se movía
como suelen moverse los rebaños
venía con mi molusco mi amapola
mi potranco
con mi gorrión redondo

yo no podré faltar jamásme dije
a nuestra cita
así que estoy aquí
con esta fiesta
brincando por el talle

hice mi baile de rosas
mi aleteo
mugí como los barcos
el vientre daba vueltas

me esperaba
oculta en el carmín
donde el médico buscaba con su ceño

yo empujaba
el ventarrón del orbe en mi testuz
soplaba como un faro
Como los dioses marinos de los cuentos
una granada real a punto de volar

recuerdo que por suerte
César me retuvo del cabello
estaba emocionado
sin saber si tintinear o si envidiarme
de entero dedicado a mis pulmones
expirando inspirando y expirando
me miraba de adentro de sus ojos
como solo una vez me mirará
en toda la vida de su vida
y a mi vientre que cambia de paisaje

y así
vino de mí
salió del fondo
nos bendijo de un golpe con su grito
se puso a beber sol como una fiera
de lana o amaranto

yo estaba enamorada y me reía
de loca de centella de rodillas
quería besar el sxo el vellocino
de César que lloraba
tomar a mi criatura
correr a derrocharla por las calles

qué llovizna de leche que cabalga
toda la luz del mundo en el pezón

De "Verbo madre" 1995


Ana Istarú


Luz de Llanto

"Para cumplir imaginaria cita "
he de escribir en lágrimas.
Talvez los lentos monosílabos
cálidamente, mudamente digan
lo que ayer no supieron las palabras.

Temblorosa, desnuda,
el alma iba al cuenco de tus manos
pidiendo el pan de la ternura
y el sorbo de una diáfana alegría.

¡Oh silencio aromante!
¡Oh fuego sosegante!
¡Oh rosario de instantes sin mancilla,
labrado en los metales de la tarde!

En macilenta soledad,
más pálida, más lenta,
se extenúa la tarde sin tu forma.
Tu ademán era el nardo
y eran tu voz la brisa y la amapola.
Para el último vuelo
se azulaban rozándote las horas,
y al llegar los luceros sorprendían
la tarde iluminada por tu sombra.

Vuelvo mis ojos a la noche
que te guarda dispersa:
blancuras errabundas, azul profundidad
palpitación tranquila de la tierra.

Como no puede ser
la tarde sin tu forma, hoyes la noche
recinto de mi sueño y de tu sombra.

Con luz de llanto -enjambre de luciérnagas-
otra vez he de hallarte,
¡oh dulce sombra de las tardes muertas!


Carlos López Narváez




Niño Hermoso

Niño hermoso, qué tienes en las manos. Que rico
presente, voz silbante
de junco, das.

Mi puma más inocente, arroyo
de arrogancia, divino bien.

A qué callar. Te amo.
Dispones de la llave
del corazón. En esta tarde roja que hierve
cuando miras. Si muerdes la gran manzana en flor
que va cantando bajo tu bozo. Mientras músicas
arden en cada sílaba precoz. Como gacelas
nerviosas, ya atraídas al bosque de tu labio
virginal.

Niño hermoso que fuiste, excelso pájaro,
un trino en el jardín. Ramo de mirto. Brazo
de luna entre lo oscuro.

Quién, mirado, enamora
como tú. Qué así vive sobre el alma, conforma
esferas de ilusión, deja su nombre en sábanas
de hierba, pulsa la miel.

Oh, hijo mío, regato
de mis fuentes. Seguro yo. Gran copia. Caricia
de mi espejo.

Te amo, oh, sí, te amo. No llegue
rubor a mis mejillas al confesar que tuve
tu cáliz, tu amapola
finísima. El murmullo de tu lengua de mar
entre la playa. El mismo yo naciendo. La gloria
difícil de tus años, tu carne atroz.

Bien mío,
recuerdo sólo, hoy humo flotando en la ciudad.
Qué trajo aquí tu estatua de doncel.

Oh, criatura
color de pan. Milagro de piel espesa y grata.
Caballo torpe. Mozo
mollar. Tigre feliz. Arte menor. Hermoso
joven. Luz en la niebla
de la memoria.

Y beso, vez repetida, aquella
superficie. El vaso de licor. -Ah memento,
así arañado-. Rama
que fui. Narciso mío, reflejado en el lago
de la niñez y el Sur. Libro mortal de ejemplos.


Ángel García López


Antrim Road

Para Lola del Estal

Vienes con el amanecer
o ya estás, estás sentado aún con las estrellas
en el duro escalón del arriate
donde encañados crecen los guisantes de olor
y el botón estallante de la amapola india,
el pequeño dominio urbano de tu siembra.
¿Alguna vez pensaste que te ornarían los brotes,
los tanteantes pámpanos prensiles,
en caligrafía de dibujo sobre la fúnebre pizarra?
Inmóvil no suspiras,
pensativo y doméstico dios menor y guardián,
sólo atento a la losa que tu nombre proclama
y tu derecho:
Abraham Higgins, proprietor. 1876.
Vendido el predio,
la actual dueña intrusa a sabiendas te ignora
tal no repara en el caracol de zurrón deslizante,
vulnerando tu espacio de armonía
tendaleras con prietos calcetines de lana
de su amante galés, beodo y rojo.
En el prerrafaelista clarear de la luz
la malvarrosa yergue sus ásperos papeles
y solo yo te veo, accidental huésped de semana,
de bed and breakfast.
Cuando regrese al fuego suicida de mi patria
definitivamente tú habrás muerto.


Pablo García Baena


Alegria es un hermoso dia
Como también son la amapola
Limpia y pura se conserva la amapola
La primavera la sangre altera


ruben


En realidad, si pudiera deliberadamente sentarse y escribir un hit pop, todas mis canciones serían éxitos pop! Vamos a ponerlo de esta manera. Toco lo que me gusta escuchar. Y a veces me gustaría escuchar algo de amapola, y otras veces no.


Eddie Van Halen


Que nos encontramos con un cristal o un hermoso medio de la amapola que estamos menos solos, que somos más profundamente insertado en la existencia que el curso de una sola vida nos llevaría a creer.


John Berger


¡Toma, mujer, mi flor: la amapola!

Las rosas son las flores de los otros.

¡Toma, mujer! Como mi sangre, roja:

se la bebió en tu ausencia poco a poco.



¡Toma, mujer, la reina de los campos!

No conoció rosal que la quisiera.

No sé por qué se me parece tanto.

Sí que lo sé: es, como yo, de tierra.


Rafa Dedi


La tierra es rocosa y llena de raíces, sino de arcilla, y parece condenada al fracaso y contaminada, pero cavar pequeños agujeros para los bulbos arrugados feas, tirar un puñado de semillas de amapola, y se cubre todo el cuerpo, y usted sabe que va a nunca ver otra vez - es la muerte y la arcilla y se arrugan, y sus manos están mellados de las rocas, las uñas negras con tierra.


Anne Lamott


Desde que empecé en el negocio del tráfico de drogas hasta ahora se produjo una gran diferencia. Hoy en día hay un montón de drogas, pero en aquel entonces, las únicas que conocíamos eran la marihuana y la amapola.


Chapo Guzmán



Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.


Pablo Neruda


Cuando ya no quedaban amapolas, no podía recogerlas de los campos. No podía recogerlas y formar con ellas un ramillete. Cuando ya no había más amapolas en los campos de Villa Ramiro, no podía reunir unas cuantas en un ramillete. Un ramillete de amapolas al que unía un poco de verde para que hiciera más bonito. Pero en invierno ya no había amapolas en los campos de Villa Ramiro. Ya no había amapolas rojas sobre los campos amarillos de trigo o sobre las praderas verdes de hierba.


Fernando Arrabal