Angel y los astros ( 2 )
Angel y los astros. Encuentra docenas de angel y los astros con fotos para copiar y compartir.
Oigo pegando mis oídos al mapa vivo de tu suelo que llevo aquí, aquí en las manos, repicar todas tus campanas, parpadear todas tus estrellas.
Miguel Ãngel Asturias
Dos Mujeres
Agua amarga de un mar cuya ribera
era el párpado azul. Qué cielo ido
de ese mar a otro mar, entristecido
de lágrimas también y azul ojera.
Yo las amé a las dos. La una era
triste y frágil y pálida de olvido.
Y la otra... ¿la otra?... hubiera sido
-si sido hubiese- igual a la primera.
¿Qué misterio de amor será este vano
ambicionar el fruto no caído,
cuando se tiene el fruto entre la mano?
Y soñar en un cielo descendido,
soñándolo lejano, y tan cercano
de una mar a otra mar el cielo ido.
Agua amarga de un mar cuya ribera
era el párpado azul. Qué cielo ido
de ese mar a otro mar, entristecido
de lágrimas también y azul ojera.
Yo las amé a las dos. La una era
triste y frágil y pálida de olvido.
Y la otra... ¿la otra?... hubiera sido
-si sido hubiese- igual a la primera.
¿Qué misterio de amor será este vano
ambicionar el fruto no caído,
cuando se tiene el fruto entre la mano?
Y soñar en un cielo descendido,
soñándolo lejano, y tan cercano
de una mar a otra mar el cielo ido.
Alberto Angel Montoya
Quise
A Susana Rivera
Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.
A Susana Rivera
Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.
Ãngel González
Tu Pie
Nardo y rosa, tu pie guarda una clave
de voluptuosidad que me estremece,
cuando en la alfombra silenciosa y suave,
bajo tu bata, al caminar, florece.
Si en las manos lo tomo, me parece,
transido al roce de mi tacto, un ave
que al sentirse cautiva, desfallece:
tan pequeño es que entre mi mano cabe.
Ni en la húmeda curva de tu labio,
ni en tu seno rotundo, ni en el sabio
giro sensual mi esclavitud persiste.
Ese pie, nardo y rosa, diminuto,
en el espasmo breve de un minuto
tornó mi beso eternamente triste.
Nardo y rosa, tu pie guarda una clave
de voluptuosidad que me estremece,
cuando en la alfombra silenciosa y suave,
bajo tu bata, al caminar, florece.
Si en las manos lo tomo, me parece,
transido al roce de mi tacto, un ave
que al sentirse cautiva, desfallece:
tan pequeño es que entre mi mano cabe.
Ni en la húmeda curva de tu labio,
ni en tu seno rotundo, ni en el sabio
giro sensual mi esclavitud persiste.
Ese pie, nardo y rosa, diminuto,
en el espasmo breve de un minuto
tornó mi beso eternamente triste.
Alberto Angel Montoya
El Día Se Ha Ido
Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
-ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.
(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría, y
se bebió la última taza.)
Sí;
definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.
Pero no será igual. Será otro día.
Será otro perro de la misma raza.
Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
-ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.
(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría, y
se bebió la última taza.)
Sí;
definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.
Pero no será igual. Será otro día.
Será otro perro de la misma raza.
Ãngel González
Rouge
De un solo beso desteñir provoca
tu boca en corazón recién pintada.
Fruta y flor a la vez; copa colmada
de vino y miel para la sed más loca.
Ella en sus vivos múrices evoca
el símbolo sensual de la granada,
y pienso al verla sonreír, que nada
en el mundo es más rojo que tu boca.
Cuando presos, al fin, por mis arrojos,
ceden tus labios y después me ofrecen
aún más amor que el que al besar me dieron,
tan húmedos están y son tan rojos,
que solo las palabras que dijeron
más rojas que tus labios me parecen.
De un solo beso desteñir provoca
tu boca en corazón recién pintada.
Fruta y flor a la vez; copa colmada
de vino y miel para la sed más loca.
Ella en sus vivos múrices evoca
el símbolo sensual de la granada,
y pienso al verla sonreír, que nada
en el mundo es más rojo que tu boca.
Cuando presos, al fin, por mis arrojos,
ceden tus labios y después me ofrecen
aún más amor que el que al besar me dieron,
tan húmedos están y son tan rojos,
que solo las palabras que dijeron
más rojas que tus labios me parecen.
Alberto Angel Montoya
Esperanza
Esperanza,
araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.
Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.
Esperanza,
araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.
Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.
Ãngel González
Momento Melodioso
Eres sobre mi vida
una suave canción de ojos azules.
Nunca sabrás que soy como una llama
que besa agudamente tus cabellos.
En mi silencio quedarás dormida,
clara y azul como un jazmín de oro.
Aquietaré todo rumor del mundo
para que tengas el perfil sereno
sobre el espejo turbio de mi vida.
¡Pasarás como un canto
que va en puntillas para no morir!
Eres sobre mi vida
una suave canción de ojos azules.
Nunca sabrás que soy como una llama
que besa agudamente tus cabellos.
En mi silencio quedarás dormida,
clara y azul como un jazmín de oro.
Aquietaré todo rumor del mundo
para que tengas el perfil sereno
sobre el espejo turbio de mi vida.
¡Pasarás como un canto
que va en puntillas para no morir!
Ãngel Cruchaga
El Alba Inútil
A los labios del hombre taciturno, la aurora
trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares.
El alba en las pupilas noctámbulas había
sorprendido la angustia de las viejas saudades.
En los círculos hondos de las mustias ojeras
se azulaba un exceso de veladas sensuales.
Vertió el vino de Francia
en la copa vibrante.
-La noche prolongaban
los grises cortinajes-.
Miró la flor marchita
de su frac un instante,
y evocó vagamente:
Casi estaba desnuda
en la fiebre del baile.
El breve seno apenas
velaban los encajes.
Oprimía la espalda
la caricia insinuante
que vagaba furtiva
de deseos. El talle
cedía entre su brazo
como un junco ondulante.
Después... aun más desnuda
la tuvo que en el vals,
y pensó vagamente:
Flor y mujer, vosotras
sólo duráis un baile.
-En la mano brillaba la heráldica sortija
herencia antigua y noble de un tiempo inmemorable.
Trémula entre los dedos fatigados, la copa
despertó una añoranza de mujeres fugaces-.
* * *
Las lámparas habían develado la alcoba.
El alba subrayaba de luz los ventanales.
Las severas efigies de los antepasados
miraban desde el fondo de remotas edades.
Con un grito argentado de dagas, la panoplia
al nieto recordaba las glorias ancestrales.
Dejó la copa exhausta
sobre la mesa grave.
Descorrió silencioso
los grises cortinajes,
y pensó vagamente:
¿Y de todo qué resta
tras el sensual alarde?
Solo una flor marchita
en la seda del traje.
-En las manos del hombre taciturno, la aurora
palideció una huella de victorias cobardes-.
A los labios del hombre taciturno, la aurora
trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares.
El alba en las pupilas noctámbulas había
sorprendido la angustia de las viejas saudades.
En los círculos hondos de las mustias ojeras
se azulaba un exceso de veladas sensuales.
Vertió el vino de Francia
en la copa vibrante.
-La noche prolongaban
los grises cortinajes-.
Miró la flor marchita
de su frac un instante,
y evocó vagamente:
Casi estaba desnuda
en la fiebre del baile.
El breve seno apenas
velaban los encajes.
Oprimía la espalda
la caricia insinuante
que vagaba furtiva
de deseos. El talle
cedía entre su brazo
como un junco ondulante.
Después... aun más desnuda
la tuvo que en el vals,
y pensó vagamente:
Flor y mujer, vosotras
sólo duráis un baile.
-En la mano brillaba la heráldica sortija
herencia antigua y noble de un tiempo inmemorable.
Trémula entre los dedos fatigados, la copa
despertó una añoranza de mujeres fugaces-.
* * *
Las lámparas habían develado la alcoba.
El alba subrayaba de luz los ventanales.
Las severas efigies de los antepasados
miraban desde el fondo de remotas edades.
Con un grito argentado de dagas, la panoplia
al nieto recordaba las glorias ancestrales.
Dejó la copa exhausta
sobre la mesa grave.
Descorrió silencioso
los grises cortinajes,
y pensó vagamente:
¿Y de todo qué resta
tras el sensual alarde?
Solo una flor marchita
en la seda del traje.
-En las manos del hombre taciturno, la aurora
palideció una huella de victorias cobardes-.
Alberto Angel Montoya
Ansiedad
Esta flor mía, viva luz sin reflejo,
ahogada en ella misma,
bebiéndose a mi sombra su más íntima savia,
su perfume más puro,
sintiendo en cada pétalo, la clausura del aire
y el secuestro del agua, de la nube, del árbol...
Esta flor mía, encendida, consumiéndose sola,
muerta en su propia música,
apretada en su tallo, quebrado ya de angustia;
quemándose a sí misma,
en tanto que la tierra desnuda su ternura
y es más ancha la vida,
y el canto,
y la mañana...
Esta flor mía, viva luz sin reflejo,
ahogada en ella misma,
bebiéndose a mi sombra su más íntima savia,
su perfume más puro,
sintiendo en cada pétalo, la clausura del aire
y el secuestro del agua, de la nube, del árbol...
Esta flor mía, encendida, consumiéndose sola,
muerta en su propia música,
apretada en su tallo, quebrado ya de angustia;
quemándose a sí misma,
en tanto que la tierra desnuda su ternura
y es más ancha la vida,
y el canto,
y la mañana...
Ãngel Augier
Iban Mirándome Al Pasar
En una cueva de un monte lejano
me refugié. Y era de día
y cantaba el agua en el agua
y el aire soñaba en el aire.
Me refugié para no huirme
y no encontrarme. Era de noche
y el monte aquel era de luz.
Nunca supe de procesiones
como aquéllas: vestían clámides
transparentes, sin fibrias, iban
mirándome al pasar.
Lo que no tiene fin no se posee
ni nos posee: las miradas,
suyas y mías, eran formas
de otra forma de amor.
No hay dioses muertos si son dioses,
ni aquella cueva, ni aquel monte,
ni aquella luz, ni clámides
sin fimbrias, pues abrí
los ojos, y hasta el pecho
surgió el río del río.
En una cueva de un monte lejano
me refugié. Y era de día
y cantaba el agua en el agua
y el aire soñaba en el aire.
Me refugié para no huirme
y no encontrarme. Era de noche
y el monte aquel era de luz.
Nunca supe de procesiones
como aquéllas: vestían clámides
transparentes, sin fibrias, iban
mirándome al pasar.
Lo que no tiene fin no se posee
ni nos posee: las miradas,
suyas y mías, eran formas
de otra forma de amor.
No hay dioses muertos si son dioses,
ni aquella cueva, ni aquel monte,
ni aquella luz, ni clámides
sin fimbrias, pues abrí
los ojos, y hasta el pecho
surgió el río del río.
Ãngel Crespo
Cuando Te Quedas Solo
Cuando te quedas solo, eres espejo
de lo que fuiste:
una mañana
contemplada desde el balcón
entornado; unos pasos
armoniosos que no has seguido
para no derramar tu gozo;
unas cuantas palabras
que te cambiaron más que el tiempo;
una mirada que se ahogó
como luz en tus venas;
un viaje que nunca querías
terminar; tu alma ausente
de lo que te esperaba
al quedarte tan solo.
Cuando te quedas solo, eres espejo
de lo que fuiste:
una mañana
contemplada desde el balcón
entornado; unos pasos
armoniosos que no has seguido
para no derramar tu gozo;
unas cuantas palabras
que te cambiaron más que el tiempo;
una mirada que se ahogó
como luz en tus venas;
un viaje que nunca querías
terminar; tu alma ausente
de lo que te esperaba
al quedarte tan solo.
Ãngel Crespo
La Vida En Juego
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
Ãngel González
Amé tu pasado, pero tú cambiaste tu presente y ya no me encuentro en tu futuro…
AnGel HeeRnaandeez Hueerthaa
Mejor es la esperanza; pues produce paciencia, arma fuerte contra la decepción temprana.
Miguel Ãngel Retana Zamora
Y los amantes saben, que sin querer siquiera hay un amor que crece como una enredadera
José Angel Buesa
Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo, la noche entera es corta para soñar contigo y todo el día es poco para pensar en ti
José Angel Buesa
Los hombres son como los astros, que unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben.
José MartÃ
No digas que te falta tiempo, tienes exactamente el mismo numero de horas al día que las que recibieron helen keller , pasteur, miguel Ángel, la madre teresa de calcuta, leonardo da vinci y albert einstein.
H. Jackson Brown
El ángel que presidió mi nacimiento dijo: Pequeña criatura, fruto de la dicha y de la risa, ve y esparce amor.
William Blake
Los astros rigen el destino de los hombres, pero Dios rige el destino de los astros.
Andrés Cellarius Palatinus
Un día mas... de tristezas, afanes, amor o desamor...
y nostalgias de horas que el tiempo con su paso inclemente,
ya crucifico! pero que cargo conmigo cual escapulario invisible en mi corazón, por eso te reconocí en mis noches...
cuando tu mano tomo la mía, recuperando así, mis sueños,
mi vida, mi fe y mis alegrías...
He de darte nombre; mi mar de emociones...
Yo te llamare...
Ángel Terrenal...!!
y nostalgias de horas que el tiempo con su paso inclemente,
ya crucifico! pero que cargo conmigo cual escapulario invisible en mi corazón, por eso te reconocí en mis noches...
cuando tu mano tomo la mía, recuperando así, mis sueños,
mi vida, mi fe y mis alegrías...
He de darte nombre; mi mar de emociones...
Yo te llamare...
Ángel Terrenal...!!
Jackselins Arteaga
ÁNGEL TERRENAL...
Cuando decidí amarte, el amor, la pasión, el deseo, la ternura y un sin fin; de sentimientos tan fascinantes y tentadores llegaron y se instalaron, en mi corazón!
Haciéndolo cautivo de avasallantes emociones que juntas forman un cóctel, el cual he mezclado para saborear en el... La pócima del amor que siento por ti...!!
Cuando decidí amarte, el amor, la pasión, el deseo, la ternura y un sin fin; de sentimientos tan fascinantes y tentadores llegaron y se instalaron, en mi corazón!
Haciéndolo cautivo de avasallantes emociones que juntas forman un cóctel, el cual he mezclado para saborear en el... La pócima del amor que siento por ti...!!
Jackselins Arteaga
Anoche le pedí a un Ángel que fuera a protegerte mientras dormías, al rato volvió y le pregunté ¿Por que volviste? y me contestó; que un Ángel no necesita que otro Ángel le proteja.
Amaury RodrÃguez
La ilusión surge de la ternura de un ángel triste, no volviéndola felicidad.....
The fairy of the rain
El café debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como el ángel y dulce como el amor.
Charles Maurice de Talleyrand
Quien gobierna a un pueblo dando buen ejemplo se parece a la estrella polar, que permanece inmutable mientras los astros dan vueltas a su alrededor.
Confucio
Se lo veía tan dulce, como un ángel...Si lo hubiera visto lo habría besado, tan dulce.
Arthur Miller
Para aguantar todo lo que precisas, ángel mío, hazte una coraza secreta compuesta de poesía y orgullo.
Gustave Flaubert
La Niña a quien dijo el Ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios madre le trujo tan altas nuevas
Félix Lope de Vega
¿Eres un ángel? No - respondió -¿Acaso un santo? No - respondió -¿Entonces qué eres? Respondió el Buda - Estoy despierto -
Buda
Ya me imagino a la Virgen María y el ángel: Soy la santa trinidad! ¡Sí, pero eres una paloma! ¡Tienes la gripe aviar!.
Andreu Buenafuente
El hombre es libre, y recibe de los astros, solo inclinaciones y tendencias. La preordenación, predestinación, elección, son inventos de Simón Mago.
Miguel Servet
El hombre volará los espacios siderales, vencerá el sonido, conocerá los astros y sabrá que el mundo es inferior planeta y de castigo
BenjamÃn Solari Parravicini