Asombro ( 3 )
Asombro. Encuentra docenas de asombro con fotos para copiar y compartir.
Para estar siempre en un estado de asombro es un tipo de sensibilidad que a veces puede ser una bendición extraordinaria ya veces un dolor real.
Holly Near
Sinceramente, sentà envidia o el resentimiento, solo asombro por la cantidad de un mundo que habÃa por ahà y cuánto de lo que otros ya lo sabÃa. El programa de auto-cultivo que habÃa sido para mis compañeros de clase por sus maestros y padres de famÃlia era algo que tengo me desarrollar por mà mismo.
Sonia Sotomayor
Wonder, conectado con un principio por curiosidad racional, es la fuente de todo conocimiento y descubrir, y es un principio incluso de piedad, pero me pregunto que termina en maravilla, y se satisfaga con asombro, es la calidad de un idiota.
Samuel Horsley
Por alguna razón que no puedo explicar, artista y músicos tienden a parecer más joven que nuestra edad. Estar en la música, lo que necesita este sentido juvenil de descubrimiento y asombro por lo que estás haciendo y mantener su imaginación abierta. Esa es una forma juvenil de ver la vida y creo que eso se refleja en la forma en que envejece.
Joshua Bell
Navidad renueva nuestra juventud agitando nuestro asombro. La capacidad de asombro se ha llamado nuestra facultad humana más embarazada, ya que en ella nacen nuestro arte, nuestra ciencia, nuestra religión.
Ralph W. Sockman
Yo sostengo que gracias son la forma más elevada del pensamiento, y que la gratitud es la felicidad se duplicó por el asombro.
Gilbert Keith Chesterton
AntropologÃa exige la apertura de espÃritu con la que hay que mirar y escuchar, grabar en el asombro y la maravilla que la que no habrÃa sido capaz de adivinar.
Margaret Mead
Las palabras y las ideas de trabajo en el corto plazo para obtener a través de la escuela y de impresionar a los educadores y empresarios. Pero ellos no funcionan en el largo plazo o en la gran actuación. Pronto nos encontramos separados y sin asombro.
Richard Rohr
La tierra incita el asombro y la admiración de los hombres a pesar de que es imperfecto y su comprensión muy limitada.
Joseph Franklin Rutherford
Una gran cantidad de niños que crecen en la pobreza con los padres imperfectos, pero su mundo interior es todavÃa tan intrÃnsecamente lleno de asombro y la inocencia que los niños que se mantienen lejos del bajo vientre de la ciudad.
Heather O'Neill
No hay grandes lÃmites al crecimiento debido a que no hay lÃmites de la inteligencia humana, la imaginación y el asombro.
Ronald Reagan
Porque la filosofÃa surge del temor, un filósofo está obligado en su camino a ser un amante de los mitos y fábulas poéticas. Los poetas y los filósofos se parecen en ser grande con asombro.
Tomás de Aquino
Las personas inteligentes no parecen sentir el placer natural de asombro, y siempre respondiendo a las preguntas que el jefe de condimento de la vida es ir a preguntarles.
Frank Moore Colby
Cuando Newton vio caer una manzana encontró asombro en su contemplación. Esto, dijo, es un modo de demostrar que la Tierra gira en redondo en una trayectoria de lo más natural, llamada gravitación. Fue el único mortal que pudo aprender, desde Adán, con la caÃda de una manzana
Lord Byron
Cuando yo era un niño y me vine con mis mayores a Galway por su pesca de salmón en el rÃo que corre más allá de la cárcel, yo solÃa mirar con asombro a la ventana donde se colgaban los hombres, y la, puerta cerrada oscuridad.
Lady Gregory
El tiempo ha sido transformado, y hemos cambiado, ha avanzado y nos puso en marcha, se ha dado a conocer su rostro, inspirándonos con asombro y alegrÃa.
Khalil Gibran
Solo creo que el sentimiento de asombro es increÃble. Estoy empujando a mà mismo por lo que yo puedo humanamente esforzarme... Solo puedo esperar lo mejor y esperar lo peor.
David Blaine
¿Quién de nosotros no ha mirado hacia el cielo en una noche estrellada, perdido en el asombro ante la inmensidad del espacio y la belleza de las estrellas?
Jeb Bush
Creo que la curiosidad, el asombro y la pasión están definiendo las cualidades de mentes imaginativas y grandes maestros, que la inquietud y el descontento son cosas vitales, y que la intensa experiencia y el sufrimiento nos instruyen de manera que las emociones menos intensas no pueden hacer.
Kay Redfield Jamison
«¿De veras ha pasado tanto tiempo? Aun cuando sé que sÃ, sólo de pensarlo me asombro. A fin de cuentas, algunas cosas no han cambiado. Por la mañana, por ejemplo, mis primeros pensamientos nada más despertar siguen siendo y siempre han sido para ti. A menudo, me quedo tumbado de lado y te miro; veo tu cabello extendido sobre la almohada, te veo con un brazo por encima de la cabeza, veo el suave subir y bajar de tu pecho al respirar. A veces, cuando sueñas, me arrimo más a ti con la esperanza de que, de algún modo, tal vez pueda entrar en tus sueños. Al fin y al cabo, eso es lo que siempre he sentido por ti. A lo largo de los años que ha durado nuestro matrimonio tú has sido mi sueño, y jamás olvidaré lo afortunado que me he sentido desde aquel dÃa en que caminamos juntos bajo la lluvia».
Nicholas Sparks
Ann Deveriá la miró -pero con una mirada para la que mirar es ya una palabra demasiado fuerte ?mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada, ver y basta ?algo como dos cosas que se tocan? los ojos y la imagen ?una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podrÃa salvarnos ?virgen de cualquier pregunta, aún no desfigurada por el vicio de saber ?única inocencia que podrÃa prevenir las heridas de las cosas cuando desde fuera penetran en el cÃrculo de nuestro sentir ?ver ?sentir ?porque no serÃa más que un maravillosos estar delante, nosotros y las cosas, y en los ojos recibir el mundo entero ?recibir ?sin preguntas, incluso sin asombro ?recibir ?sólo ?recibir ?en los ojos? el mundo.
Alessandro Baricco
Sucede con frecuencia que las tragedias reales de la vida ocurren de una manera tan poco artÃstica que nos hieren por lo crudo de su violencia, por su absoluta incoherencia, su absurda ausencia de significado, su completa falta de estilo. Nos afectan como lo hace la vulgaridad. Solo nos producen una impresión de fuerza bruta, y nos rebelamos contra eso. A veces, sin embargo, cruza nuestras vidas una tragedia que posee elementos de belleza artÃstica. Si esos elementos de belleza son reales, todo el conjunto apela a nuestro sentido del efecto dramático. De pronto descubrimos que ya no somos los actores, sino los espectadores de la obra. O que somos más bien las dos cosas. Nos observamos, y el mero asombro del espectáculo nos seduce.
Oscar Wilde
Ann Deveriá la miró -pero con una mirada para la que mirar es ya una palabra demasiado fuerte ?mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada, ver y basta ?algo como dos cosas que se tocan? los ojos y la imagen ?una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podrÃa salvarnos ?virgen de cualquier pregunta, aún no desfigurada por el vicio de saber ?única inocencia que podrÃa prevenir las heridas de las cosas cuando desde fuera penetran en el cÃrculo de nuestro sentir ?ver ?sentir ?porque no serÃa más que un maravillosos estar delante, nosotros y las cosas, y en los ojos recibir el mundo entero ?recibir ?sin preguntas, incluso sin asombro ?recibir ?sólo ?recibir ?en los ojos? el mundo.
Alessandro Baricco
Querido hermano: Recibo atónito tu carta y me asombro de los sanos consejos que en ella me das.
Tienes formado muy mal concepto de las fuerzas republicanas y excesivamente bueno de las monárquicas y de lo que representa el trono.
Siguiendo la monarquÃa en España, ya conoces el rumbo de la nación. La nobleza, que se considera casta superior, en su mayorÃa descendientes bastardos de otros nobles, viviendo a costa del paÃs al amparo de la monarquÃa, con delegaciones regias, negocios dudosos, puestos polÃticos influyentes, y escarneciendo a las clases inferiores -más morales cuanto más inferiores- con sus desenfrenos de todos conocidos.
El alto clero y las congregaciones, que tienen su principal apoyo en la dinastÃa reinante, asfixiando las libertades públicas con sus demandas y desafueros, llevándose en forma directa o indirecta un buen trozo del presupuesto, mientras el paÃs languidece y la incultura perdura por falta de escuelas y elementos de enseñanza, pues en los presupuestos no queda dinero para tan perentorias atenciones.
Los prÃncipes, infantes y demás parientes más o menos cercanos al trono, hacen truculentos negocios con el amparo que les presta el poder.
El ejército, que debiera ser servidor de la nación, hoy sólo sirve al trono y, para proteger a éste, se atreve a ametrallar al pueblo ansioso de recuperar su soberanÃa, atropellada y escarnecida por la dictadura borbónica.
Mientras, el ejército se apropia el oficio de verdugo de la nación, descuida su eficiencia guerrera y es tan sólo una caricatura de lo que debiera ser.
En cambio, se lleva la tercera parte de los presupuestos nacionales.
La vieja polÃtica, desacreditada, dando origen al golpe de Estado del año 23, llegó a aquel punto de descrédito, gobernando, o mejor dicho, desgobernando las clases monárquicas en cooperación con el poder moderador - por no llamarle absoluto - de ese trono que tanto defiendes.
En la monarquÃa no aparecen valores nuevos. Las mismas causas de antaño producirán los mismos efectos.
Tras una nueva etapa de desgobierno, funesta, desde luego, vendrá otra etapa de dictadura, que completará la labor de la dictadura anterior, terminando de ahogar todo espÃritu liberal y ciudadano y convirtiéndonos en lo que son hoy algunas repúblicas americanas.
Los pocos ciudadanos que pueden, para no morir a manos reaccionarias tendrán que emigrar, perdiéndose para España los valores que ellos representan.
Los generales -incapaces- que hoy se agrupan en torno del trono para defenderlo, no llevan otras miras que evitar la llegada de un orden nuevo, en el que por su incapacidad no tendrÃan puesto decoroso; y para salvar su actual posición privilegiada, defienden a su señor con instinto y dote de esclavos, tratando de poner una vez más el ejército enfrente del pueblo.
Esto, que sucedió otras veces, ya no lo conseguirán, y el soldado y el oficial se pondrán al lado de aquél para ayudarle a sacudir sus yugos legendarios y hacer justicia, su justicia, la verdadera justicia, la justicia popular.
El pueblo paga al ejército y al trono para que le sirvan y no para que lo tiranicen, y cuando se cansa de pagar servidores desleales, está en su legÃtimo derecho a prescindir de ellos.
El trono rompió la constitución, que es el pacto que tenÃa con el pueblo; roto el pacto, al pueblo, sólo al pueblo, corresponde rehacerlo o elegir el régimen de gobierno que le ofrezca más sólida garantÃa de progreso y bienestar.
Un régimen que por evoluciones parlamentarias y no por revoluciones sangrientas consiga que no sea un mito el significado de las tres palabras "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
Ese régimen no puede ser ya la monarquÃa, puesto que ha demostrado cumplidamente que sólo satisface sus egoÃsmos, sin importarle un ardite las necesidades del paÃs.
El mundo en pocos años ha evolucionado rápidamente. Casi todas las naciones de Europa están hoy constituidas en repúblicas, lo están todas las de América. Los que sentimos el culto de la patria, debemos quererla republicana, única forma de que progrese y se coloque al nivel del resto de Europa, respecto al cual vamos atrasados muchos años.
Una república moderada serÃa la solución al actual estado de cosas.
Ella atraerÃa a la gobernación del paÃs a las clases privilegiadas sin espantarlas ni ponerles enfrente, como sucederÃa con el establecimiento de una república radical.
Los elementos más radicales la respetarÃan, porque verÃan siempre en ella la posibilidad de evolucionar hacia sus ideales, tratando de ganar puestos en los comicios con su conducta, sus programas y una adecuada propaganda.
El paÃs se gobernarÃa en definitiva como quisiera y evitarÃamos la llegada de una revolución que camina con pasos de gigante y que cuanto más tarde más violenta ha de ser.
Dices en tu carta con un profundo desconocimiento que las izquierdas son averiada mercancÃa. ¡MercancÃa y bien averiada son las derechas! ¡Ya hemos visto cómo se vendÃan o alquilaban! Lo poco bueno que en ellas quedaban, se ha marchado a la república, por no convivir con tanto profesional de la indignidad y de la falta de decoro. Los partidos monárquicos ¡¡ésos sà que son averiada mercancÃa!!
Tienes formado muy mal concepto de las fuerzas republicanas y excesivamente bueno de las monárquicas y de lo que representa el trono.
Siguiendo la monarquÃa en España, ya conoces el rumbo de la nación. La nobleza, que se considera casta superior, en su mayorÃa descendientes bastardos de otros nobles, viviendo a costa del paÃs al amparo de la monarquÃa, con delegaciones regias, negocios dudosos, puestos polÃticos influyentes, y escarneciendo a las clases inferiores -más morales cuanto más inferiores- con sus desenfrenos de todos conocidos.
El alto clero y las congregaciones, que tienen su principal apoyo en la dinastÃa reinante, asfixiando las libertades públicas con sus demandas y desafueros, llevándose en forma directa o indirecta un buen trozo del presupuesto, mientras el paÃs languidece y la incultura perdura por falta de escuelas y elementos de enseñanza, pues en los presupuestos no queda dinero para tan perentorias atenciones.
Los prÃncipes, infantes y demás parientes más o menos cercanos al trono, hacen truculentos negocios con el amparo que les presta el poder.
El ejército, que debiera ser servidor de la nación, hoy sólo sirve al trono y, para proteger a éste, se atreve a ametrallar al pueblo ansioso de recuperar su soberanÃa, atropellada y escarnecida por la dictadura borbónica.
Mientras, el ejército se apropia el oficio de verdugo de la nación, descuida su eficiencia guerrera y es tan sólo una caricatura de lo que debiera ser.
En cambio, se lleva la tercera parte de los presupuestos nacionales.
La vieja polÃtica, desacreditada, dando origen al golpe de Estado del año 23, llegó a aquel punto de descrédito, gobernando, o mejor dicho, desgobernando las clases monárquicas en cooperación con el poder moderador - por no llamarle absoluto - de ese trono que tanto defiendes.
En la monarquÃa no aparecen valores nuevos. Las mismas causas de antaño producirán los mismos efectos.
Tras una nueva etapa de desgobierno, funesta, desde luego, vendrá otra etapa de dictadura, que completará la labor de la dictadura anterior, terminando de ahogar todo espÃritu liberal y ciudadano y convirtiéndonos en lo que son hoy algunas repúblicas americanas.
Los pocos ciudadanos que pueden, para no morir a manos reaccionarias tendrán que emigrar, perdiéndose para España los valores que ellos representan.
Los generales -incapaces- que hoy se agrupan en torno del trono para defenderlo, no llevan otras miras que evitar la llegada de un orden nuevo, en el que por su incapacidad no tendrÃan puesto decoroso; y para salvar su actual posición privilegiada, defienden a su señor con instinto y dote de esclavos, tratando de poner una vez más el ejército enfrente del pueblo.
Esto, que sucedió otras veces, ya no lo conseguirán, y el soldado y el oficial se pondrán al lado de aquél para ayudarle a sacudir sus yugos legendarios y hacer justicia, su justicia, la verdadera justicia, la justicia popular.
El pueblo paga al ejército y al trono para que le sirvan y no para que lo tiranicen, y cuando se cansa de pagar servidores desleales, está en su legÃtimo derecho a prescindir de ellos.
El trono rompió la constitución, que es el pacto que tenÃa con el pueblo; roto el pacto, al pueblo, sólo al pueblo, corresponde rehacerlo o elegir el régimen de gobierno que le ofrezca más sólida garantÃa de progreso y bienestar.
Un régimen que por evoluciones parlamentarias y no por revoluciones sangrientas consiga que no sea un mito el significado de las tres palabras "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
Ese régimen no puede ser ya la monarquÃa, puesto que ha demostrado cumplidamente que sólo satisface sus egoÃsmos, sin importarle un ardite las necesidades del paÃs.
El mundo en pocos años ha evolucionado rápidamente. Casi todas las naciones de Europa están hoy constituidas en repúblicas, lo están todas las de América. Los que sentimos el culto de la patria, debemos quererla republicana, única forma de que progrese y se coloque al nivel del resto de Europa, respecto al cual vamos atrasados muchos años.
Una república moderada serÃa la solución al actual estado de cosas.
Ella atraerÃa a la gobernación del paÃs a las clases privilegiadas sin espantarlas ni ponerles enfrente, como sucederÃa con el establecimiento de una república radical.
Los elementos más radicales la respetarÃan, porque verÃan siempre en ella la posibilidad de evolucionar hacia sus ideales, tratando de ganar puestos en los comicios con su conducta, sus programas y una adecuada propaganda.
El paÃs se gobernarÃa en definitiva como quisiera y evitarÃamos la llegada de una revolución que camina con pasos de gigante y que cuanto más tarde más violenta ha de ser.
Dices en tu carta con un profundo desconocimiento que las izquierdas son averiada mercancÃa. ¡MercancÃa y bien averiada son las derechas! ¡Ya hemos visto cómo se vendÃan o alquilaban! Lo poco bueno que en ellas quedaban, se ha marchado a la república, por no convivir con tanto profesional de la indignidad y de la falta de decoro. Los partidos monárquicos ¡¡ésos sà que son averiada mercancÃa!!
Francisco Franco