Aurora ( 2 )
Aurora. Encuentra docenas de aurora con fotos para copiar y compartir.
La Brisa
A mi querido amigo J.C. Fernández
Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo.
Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?
¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?
¿O vas anunciando acaso,
sopla del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?
Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.
Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.
Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro.
A mi querido amigo J.C. Fernández
Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo.
Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?
¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?
¿O vas anunciando acaso,
sopla del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?
Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.
Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.
Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro.
Manuel Acuña
Milonga
Sobre las mesas,
botellas decapitadas de «champagne» con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de «cocottes»
El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso,
contradice el pelo rojo de la alfombra,
imana los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros,
la jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas,
un poquito de espuma en las axilas y los ojos demasiado aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales.
Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire.
Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro;
mientras en un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas,
como una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.
Sobre las mesas,
botellas decapitadas de «champagne» con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de «cocottes»
El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso,
contradice el pelo rojo de la alfombra,
imana los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros,
la jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas,
un poquito de espuma en las axilas y los ojos demasiado aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales.
Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire.
Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro;
mientras en un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas,
como una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.
Oliverio Girondo
Tigres En El Jardín
Como un ascua de odio te hemos visto en la aurora,
como un trigal de cielo derramado en la vega,
y hemos sorbido el agua que tu contacto dora
y ese aroma de rosas que nos cerca y anega.
En este huerto el lirio es feliz. Solo implora
libertad nuestra sangre, mientras la nube llega,
se riza y, leve, pasa. Da el chamariz la hora,
y el gozo de la sombra, como un rencor, nos niega.
Solos entre las dalias, entre cedros y fuentes,
tanto nos asediamos que nos cala hasta el hueso
este amor sin futuro y esta luz de los dientes.
Tigres somos de un fuego siempre vivo e ileso,
y te odiamos por libre, recio sol, mientras puentes
de plata ha levantado la muerte a nuestro beso.
Como un ascua de odio te hemos visto en la aurora,
como un trigal de cielo derramado en la vega,
y hemos sorbido el agua que tu contacto dora
y ese aroma de rosas que nos cerca y anega.
En este huerto el lirio es feliz. Solo implora
libertad nuestra sangre, mientras la nube llega,
se riza y, leve, pasa. Da el chamariz la hora,
y el gozo de la sombra, como un rencor, nos niega.
Solos entre las dalias, entre cedros y fuentes,
tanto nos asediamos que nos cala hasta el hueso
este amor sin futuro y esta luz de los dientes.
Tigres somos de un fuego siempre vivo e ileso,
y te odiamos por libre, recio sol, mientras puentes
de plata ha levantado la muerte a nuestro beso.
Antonio Carvajal
Los Reyes Rojos
Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.
Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.
Por verde bosque
y en los purpurinos cerros
vibra su ceño.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Por la luz cadmio
airadas se ven pequeñas
sus formas negras.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
los reyes rojos.
José MarÃa Eguren
Dame, Dame La Noche Del Desnudo...
Dame, dame la noche del desnudo
para hundir mi mejilla en ese valle,
para que el corazón no salte, y calle:
hazme entregado, reposado y mudo.
Dame, dame la aurora, rompe el nudo
con que ligué mis rosas a tu talle,
para que el corazón salte y estalle:
hazme violento, bullidor y rudo.
Dame, dame la siesta de tu boca,
dame la tarde de tu piel, tu pelo:
sé lecho, sé volcán, sé desvarío.
Que toda plenitud me sepa a poca,
como a la estrella es poco todo el cielo,
como la mar es poca para el río.
Dame, dame la noche del desnudo
para hundir mi mejilla en ese valle,
para que el corazón no salte, y calle:
hazme entregado, reposado y mudo.
Dame, dame la aurora, rompe el nudo
con que ligué mis rosas a tu talle,
para que el corazón salte y estalle:
hazme violento, bullidor y rudo.
Dame, dame la siesta de tu boca,
dame la tarde de tu piel, tu pelo:
sé lecho, sé volcán, sé desvarío.
Que toda plenitud me sepa a poca,
como a la estrella es poco todo el cielo,
como la mar es poca para el río.
Antonio Carvajal
La guitarra con toda su luz, con todas las penas y los caminos, y las dudas. ¡La guitarra con su llanto y su aurora, hermana de mi sangre y mi desvelo, para siempre!.
Atahualpa Yupanqui
Jardín
La sonrisa apagada y el jardín en la sombra.
Un mundo entre los labios que se aprietan en lucha.
Bajo mi boca seca que la tuya aprisiona
siento los dientes fuertes de tu fiel calavera.
Hay un rumor de alas por el jardín. Ya lejos,
canta el cuco y otoño oscurece la tarde.
En el cielo, una luna menos blanca que el seno
adolescente y frágil que cautivo en mis brazos.
Mis manos, que no saben, moldean asombradas
el mármol desmayado de tu cintura esquiva;
donde naufraga el lirio, y las suaves plumas
tiemblan estremecidas a la amante caricia.
Sopla un viento amoroso el agua de la fuente...
Balbuceo palabras y rozo con mis labios
el caracol marino de tu pequeño oído,
húmedo como rosa que la aurora regase.
Cerca ya de la reja donde el jardín acaba
me vuelvo para verte última y silenciosa,
y de nuevo mi boca adivina en la niebla
el panal de tus labios que enamora sin verlo,
mientras tus manos buscan amapolas de mayo
en el prado enlutado de mi corbata negra.
La sonrisa apagada y el jardín en la sombra.
Un mundo entre los labios que se aprietan en lucha.
Bajo mi boca seca que la tuya aprisiona
siento los dientes fuertes de tu fiel calavera.
Hay un rumor de alas por el jardín. Ya lejos,
canta el cuco y otoño oscurece la tarde.
En el cielo, una luna menos blanca que el seno
adolescente y frágil que cautivo en mis brazos.
Mis manos, que no saben, moldean asombradas
el mármol desmayado de tu cintura esquiva;
donde naufraga el lirio, y las suaves plumas
tiemblan estremecidas a la amante caricia.
Sopla un viento amoroso el agua de la fuente...
Balbuceo palabras y rozo con mis labios
el caracol marino de tu pequeño oído,
húmedo como rosa que la aurora regase.
Cerca ya de la reja donde el jardín acaba
me vuelvo para verte última y silenciosa,
y de nuevo mi boca adivina en la niebla
el panal de tus labios que enamora sin verlo,
mientras tus manos buscan amapolas de mayo
en el prado enlutado de mi corbata negra.
Pablo GarcÃa Baena
Nace la aurora resplandeciente, clara mañana, bello rosal, brilla la estrella, canta la fuente, ríe la vida, porque tú estás.
Alfredo Le Pera
Letanía Del Ciego
Soy como un ciego...
Rubén Darío
Y tú que tanto amas, tanto ríes,
tanto adivinas y conoces tanto,
¿dónde el escudo para que te fíes,
dónde el pañuelo de enjugar tu llanto?
¿Dónde el camino que no veo ahora?
Dímelo o llora y el mirar suprime.
¿Es ya la noche que no tiene aurora?
Dímelo, dime.
Y sin embargo tu vivir empaña
mi vivir con un vaho que es ternura,
que es caliente rumor que me acompaña
la noche oscura.
Y sin embargo con tu mano guías
y a tientas toco lo que apenas veo
y digo acaso para que sonrías
lo que no creo.
Y toco apenas y tu bulto aprendo
y torpe sigo lo que tú me indicas.
Lo que no miro, lo que no comprendo,
tú multiplicas.
Tú multiplicas, o quizás es tu invento
porque lo vea aunque quizá no exista.
Entre la noche de mi pensamiento
dulce es tu vista.
Dulce es tu vista, tu mirar risueño
que mira un llano donde estaba un monte
y que a mi alma de temblor pequeño
llamó horizonte.
Dulce es tu vista que miró aquel lago
y lo llamaba alegre mar bravío.
Tu generoso corazón es mago.
¡Lo fuese el mío!
De "Noche del sentido" 1957
Soy como un ciego...
Rubén Darío
Y tú que tanto amas, tanto ríes,
tanto adivinas y conoces tanto,
¿dónde el escudo para que te fíes,
dónde el pañuelo de enjugar tu llanto?
¿Dónde el camino que no veo ahora?
Dímelo o llora y el mirar suprime.
¿Es ya la noche que no tiene aurora?
Dímelo, dime.
Y sin embargo tu vivir empaña
mi vivir con un vaho que es ternura,
que es caliente rumor que me acompaña
la noche oscura.
Y sin embargo con tu mano guías
y a tientas toco lo que apenas veo
y digo acaso para que sonrías
lo que no creo.
Y toco apenas y tu bulto aprendo
y torpe sigo lo que tú me indicas.
Lo que no miro, lo que no comprendo,
tú multiplicas.
Tú multiplicas, o quizás es tu invento
porque lo vea aunque quizá no exista.
Entre la noche de mi pensamiento
dulce es tu vista.
Dulce es tu vista, tu mirar risueño
que mira un llano donde estaba un monte
y que a mi alma de temblor pequeño
llamó horizonte.
Dulce es tu vista que miró aquel lago
y lo llamaba alegre mar bravío.
Tu generoso corazón es mago.
¡Lo fuese el mío!
De "Noche del sentido" 1957
Carlos Bousoño
Mujeres
A Ciro Méndez
De mi ciudad sonora
viene al pueblo de tibia somnolencia,
donde saben a sal los labios de la aurora.
Y traje una dolencia
de mis valles,
ansiosos de marina transparencia.
Cruzaban las angostas cintas de las calles
mujeres de aguzados senos
y agilidad de música en los talles.
Había sol en los rostros morenos;
dos ágatas de luz en sus pupilas,
y en sus labios melifluos los venenos.
en onduladas filas,
eran como de cálidas palomas
Por el limpio tejado de las montañas lilas.
Y soñaban en pomas
paradisíacas de filtrado jugo,
y en un idilio de los vientos con los aromas.
Al Señor Nuestro plugo
darles líneas de copas transparentes,
como se reza en Hugo.
Y secaron mis fuentes
por esa gota lánguida de un beso
en las finas copas de labios adolescentes.
Córdoba, cofre de mujeres, dulce embeleso:
Les prometí la luz de un arrebol
por esa gota lánguida de un beso...
¡Y me dieron el sol!
A Ciro Méndez
De mi ciudad sonora
viene al pueblo de tibia somnolencia,
donde saben a sal los labios de la aurora.
Y traje una dolencia
de mis valles,
ansiosos de marina transparencia.
Cruzaban las angostas cintas de las calles
mujeres de aguzados senos
y agilidad de música en los talles.
Había sol en los rostros morenos;
dos ágatas de luz en sus pupilas,
y en sus labios melifluos los venenos.
en onduladas filas,
eran como de cálidas palomas
Por el limpio tejado de las montañas lilas.
Y soñaban en pomas
paradisíacas de filtrado jugo,
y en un idilio de los vientos con los aromas.
Al Señor Nuestro plugo
darles líneas de copas transparentes,
como se reza en Hugo.
Y secaron mis fuentes
por esa gota lánguida de un beso
en las finas copas de labios adolescentes.
Córdoba, cofre de mujeres, dulce embeleso:
Les prometí la luz de un arrebol
por esa gota lánguida de un beso...
¡Y me dieron el sol!
José Gorostiza
Primer Amor
¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado, sin que nunca
un ligero esperar prometiera la dicha.
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
que te empuja de espaldas,
te derriba a un abismo
que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte!
¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días,
y tiemblan y se cierran en torno de tu cuerpo.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
de cosas que tú ignoras,
de mundos que lo mueven...
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
que un vaho lo pone turbio
y un beso lo traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,
que toda cuanta eres cayeras como lumbre
en un grito sin cifra,
desde una cordillera gritada por la aurora?
¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
para quemar el cielo subiéndole la tierra.
¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado, sin que nunca
un ligero esperar prometiera la dicha.
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
que te empuja de espaldas,
te derriba a un abismo
que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte!
¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días,
y tiemblan y se cierran en torno de tu cuerpo.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
de cosas que tú ignoras,
de mundos que lo mueven...
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
que un vaho lo pone turbio
y un beso lo traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,
que toda cuanta eres cayeras como lumbre
en un grito sin cifra,
desde una cordillera gritada por la aurora?
¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
para quemar el cielo subiéndole la tierra.
Carmen Conde
No Es El Amor Quien Muere...
No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.
Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desaparecéis un día?
Solo vive quien mira
Siempre ante sí los ojos de su aurora,
Solo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.
Fantasmas de la pena,
A lo lejos, los otros,
Los que ese amor perdieron,
Como un recuerdo en sueños,
Recorriendo las tumbas
Otro vacío estrechan.
Por allá van y gimen,
Muertos en pie, vidas tras de la piedra,
Golpeando la impotencia,
Arañando la sombra
Con inútil ternura.
No, no es el amor quien muere.
No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.
Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desaparecéis un día?
Solo vive quien mira
Siempre ante sí los ojos de su aurora,
Solo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.
Fantasmas de la pena,
A lo lejos, los otros,
Los que ese amor perdieron,
Como un recuerdo en sueños,
Recorriendo las tumbas
Otro vacío estrechan.
Por allá van y gimen,
Muertos en pie, vidas tras de la piedra,
Golpeando la impotencia,
Arañando la sombra
Con inútil ternura.
No, no es el amor quien muere.
Luis Cernuda
Anda Un Amigo
Anda un amigo en medio de la noche.
Han cerrado los bares. Las persianas
de acero bajaron con estrépito. Los gatos
deslizan apetitos. Anda la luna
por ahí, velada. Pasan coches y luces;
sobreviene, después, un silencio
que mueve la plantita en la cornisa;
silencio que hace un chambelán
de un grillo -del canto de ese grillo-.
Anda un amigo en medio de la noche.
No lo conozco. Y él no me conoce.
Andamos cerca o lejos, nos cruzamos
-acaso- en una calle. Compartimos
un ómnibus, un cine, un banco de una plaza.
Anda un amigo y ando yo que soy amigo
de ese hombre. En órbitas distintas
-nunca ajenas-. Pero vamos a hallarnos.
En medio de la noche o con la aurora
de rosados dedos, vamos a hallarnos.
Y tenemos que estar preparados a ese encuentro.
Por ahora, susurra el viento oscuro,
graznan letreros viejos y el grillo mete lima.
Ya no pasan los coches. Pasan restos de diarios
y un cartel liberado zapateando en el polvo.
Estoy seguro. Nos encontraremos.
De "Murciélagos" 1981
Anda un amigo en medio de la noche.
Han cerrado los bares. Las persianas
de acero bajaron con estrépito. Los gatos
deslizan apetitos. Anda la luna
por ahí, velada. Pasan coches y luces;
sobreviene, después, un silencio
que mueve la plantita en la cornisa;
silencio que hace un chambelán
de un grillo -del canto de ese grillo-.
Anda un amigo en medio de la noche.
No lo conozco. Y él no me conoce.
Andamos cerca o lejos, nos cruzamos
-acaso- en una calle. Compartimos
un ómnibus, un cine, un banco de una plaza.
Anda un amigo y ando yo que soy amigo
de ese hombre. En órbitas distintas
-nunca ajenas-. Pero vamos a hallarnos.
En medio de la noche o con la aurora
de rosados dedos, vamos a hallarnos.
Y tenemos que estar preparados a ese encuentro.
Por ahora, susurra el viento oscuro,
graznan letreros viejos y el grillo mete lima.
Ya no pasan los coches. Pasan restos de diarios
y un cartel liberado zapateando en el polvo.
Estoy seguro. Nos encontraremos.
De "Murciélagos" 1981
Washington Benavides
Galán
Aquí está ya el amor.
La luna crece en el espacio virgen.
Desnudo, el desvelado hacia la aurora siente
resbalar por su cuerpo un agua de sonrisas.
Los álamos palpitan de finos corazones
y lento va el cortejo de los enamorados suspirante
en la noche,
deshojando el jazmín de las vihuelas.
Una mano enjoyada de anillos y serpientes
hunde sus uñas sabias de placer en los durmientes núbiles
y fría en su belleza la alta madrugada respira
en las glicinas.
Él piensa:
"Ah, caminar a solas bebiendo tu embeleso
por el vientre sombrío de la playa
donde el mar, a nuestros pies descalzos,
rompe en astros su voz amarga y su desdén.
Un rumor de guitarras perezosas
en los puertos azules donde la palma florecida mece,
ebria, su danza lánguida
nos dirá que el amor es tan solo un sorbo de verano.
Viviremos bajo un dolmen de yedras y de lluvias
en las suaves colinas enrojecidas de frutos
y la dicha fugaz apartará sumisa para vernos
los pámpanos silvestres dorados por el ala de
los abejarucos.
Ah, morir, quiero morir con tu nombre en mis labios."
La noche unge con sus sacros óleos los ojos del amante.
Juglares y doncellas
que ofrecían manzanas de amor entre columnas
duermen bajo una brisa de besos que deshace sus
cabellos floridos
y solo el ruiseñor, el príncipe nocturno,
asciende por las altas graderías de la luna
y en su pluma suave
una rosa de láudano crece esparciendo olvido.
El piensa entre los sueños:
"Quiero morir cantando junto al mar".
Aquí está ya el amor.
La luna crece en el espacio virgen.
Desnudo, el desvelado hacia la aurora siente
resbalar por su cuerpo un agua de sonrisas.
Los álamos palpitan de finos corazones
y lento va el cortejo de los enamorados suspirante
en la noche,
deshojando el jazmín de las vihuelas.
Una mano enjoyada de anillos y serpientes
hunde sus uñas sabias de placer en los durmientes núbiles
y fría en su belleza la alta madrugada respira
en las glicinas.
Él piensa:
"Ah, caminar a solas bebiendo tu embeleso
por el vientre sombrío de la playa
donde el mar, a nuestros pies descalzos,
rompe en astros su voz amarga y su desdén.
Un rumor de guitarras perezosas
en los puertos azules donde la palma florecida mece,
ebria, su danza lánguida
nos dirá que el amor es tan solo un sorbo de verano.
Viviremos bajo un dolmen de yedras y de lluvias
en las suaves colinas enrojecidas de frutos
y la dicha fugaz apartará sumisa para vernos
los pámpanos silvestres dorados por el ala de
los abejarucos.
Ah, morir, quiero morir con tu nombre en mis labios."
La noche unge con sus sacros óleos los ojos del amante.
Juglares y doncellas
que ofrecían manzanas de amor entre columnas
duermen bajo una brisa de besos que deshace sus
cabellos floridos
y solo el ruiseñor, el príncipe nocturno,
asciende por las altas graderías de la luna
y en su pluma suave
una rosa de láudano crece esparciendo olvido.
El piensa entre los sueños:
"Quiero morir cantando junto al mar".
Pablo GarcÃa Baena
Versos
Como no sabes lo que pasa
te parece la noche más oscura
dentro del vaso de cristal
y ya no tienes miedo
a que salgan los sueños a morderte,
que están seguros en su puesto.
Como no sabes lo que pasa
no quieres ver lo que te ronda
sobre el giro del día
y ya no temes ni la flecha,
ni el color, ni la llaga
de la luz que nos pesa.
Y como pues no sabes
ni lo que pasa ni lo que se queda
no te angustia la flor
que allí en su rama temblorosa
lejos de ti, puesto que no la miras,
se está quedando de ti sola.
No sabes lo que pasa
porque de ti no sabe nada nada.
Como no se sabe qué color tiene Dios
-¿será blanco y azul como este libro,
o rojo y púrpura como el ocaso,
o amarillo y rosado de la aurora,
verde tal vez como este mar,
como la cinta, como son las hojas?-
Ay, que Dios sin color se me desliza
y se me queda gris como ceniza.
Ceniza gris, Dios gris me gusta:
gris de pensar lo permanente,
gris de llover, de transitar palabras,
gris de pasar la rueda,
gris de torcer el hilo de las tardes
y de mirar lo que nos queda.
Y como no se saben los colores
que aquí y allí nos dejan en la mano
temblorosos de fines los adioses.
Pero es que ni tú, ni yo, ni aquél,
ni nadie, ni cualquiera
sabemos lo que pasa o lo que queda.
Como no sabes lo que pasa
te parece la noche más oscura
dentro del vaso de cristal
y ya no tienes miedo
a que salgan los sueños a morderte,
que están seguros en su puesto.
Como no sabes lo que pasa
no quieres ver lo que te ronda
sobre el giro del día
y ya no temes ni la flecha,
ni el color, ni la llaga
de la luz que nos pesa.
Y como pues no sabes
ni lo que pasa ni lo que se queda
no te angustia la flor
que allí en su rama temblorosa
lejos de ti, puesto que no la miras,
se está quedando de ti sola.
No sabes lo que pasa
porque de ti no sabe nada nada.
Como no se sabe qué color tiene Dios
-¿será blanco y azul como este libro,
o rojo y púrpura como el ocaso,
o amarillo y rosado de la aurora,
verde tal vez como este mar,
como la cinta, como son las hojas?-
Ay, que Dios sin color se me desliza
y se me queda gris como ceniza.
Ceniza gris, Dios gris me gusta:
gris de pensar lo permanente,
gris de llover, de transitar palabras,
gris de pasar la rueda,
gris de torcer el hilo de las tardes
y de mirar lo que nos queda.
Y como no se saben los colores
que aquí y allí nos dejan en la mano
temblorosos de fines los adioses.
Pero es que ni tú, ni yo, ni aquél,
ni nadie, ni cualquiera
sabemos lo que pasa o lo que queda.
Eugenio Florit
Mi Cuerpo
Vivo olvidada
de mi cuerpo.
Cuando miro la aurora,
confusamente lo recuerdo bello,
cual si estuviera
fuera de mí y muy lejos.
Mas cuando tú me coges
me lo siento
todo,
duro, suave, dibujado, lleno,
y gozo de él en ti y en mí,
contigo, descubierto, en su secreto.
Vivo olvidada
de mi cuerpo.
Cuando miro la aurora,
confusamente lo recuerdo bello,
cual si estuviera
fuera de mí y muy lejos.
Mas cuando tú me coges
me lo siento
todo,
duro, suave, dibujado, lleno,
y gozo de él en ti y en mí,
contigo, descubierto, en su secreto.
Juan Ramón Jiménez
Leda
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
Rubén DarÃo
El Bote Viejo
Bajo brillante niebla,
de saladas actinias cubierto,
amaneció en la playa,
un bote viejo.
Con arena, se mira
la banda de sus bateleros,
y en la quilla verdosos
calafateos.
Bote triste, yacente,
por los moluscos horadado;
ha venido de ignotos
muelles amargos.
Apareció en la bruma
y en la armonía de la aurora;
trajo de los rompientes
doradas conchas.
A sus bancos remeros,
a sus amarillentas sogas,
vienen los cormoranes
y las gaviotas.
Los pintorescos niños,
cuando dormita la marea
lo llenan de cordajes
y de banderas.
Los novios, en la tarde,
en su alta quilla se recuestan;
y a los vientos marinos,
de amor se besan.
Mas el bote ruinoso
de las arenas del estuario,
ansía los distantes
muelles dorados.
Y en la profunda noche,
en fino tumbo abrillantado,
partió el bote muriente
a los puertos lejanos.
Bajo brillante niebla,
de saladas actinias cubierto,
amaneció en la playa,
un bote viejo.
Con arena, se mira
la banda de sus bateleros,
y en la quilla verdosos
calafateos.
Bote triste, yacente,
por los moluscos horadado;
ha venido de ignotos
muelles amargos.
Apareció en la bruma
y en la armonía de la aurora;
trajo de los rompientes
doradas conchas.
A sus bancos remeros,
a sus amarillentas sogas,
vienen los cormoranes
y las gaviotas.
Los pintorescos niños,
cuando dormita la marea
lo llenan de cordajes
y de banderas.
Los novios, en la tarde,
en su alta quilla se recuestan;
y a los vientos marinos,
de amor se besan.
Mas el bote ruinoso
de las arenas del estuario,
ansía los distantes
muelles dorados.
Y en la profunda noche,
en fino tumbo abrillantado,
partió el bote muriente
a los puertos lejanos.
José MarÃa Eguren
Manos
¡Ay tus manos cargadas de rosas! Son más puras
tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas,
surgen lo mismo que pedazos de luceros,
que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.
¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon
en una primavera celeste? ¿son del alma?
Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo;
deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan.
Mi frente se serena, como un cielo de tarde,
cuando tú con tus manos entre sus nubes andas;
si las beso, la púrpura de brasa de mi boca
empalidece de su blancor de piedra de agua.
¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas
de fuego blanco, por mis pesadillas malas,
y, a la aurora me abren, como con luz de ti,
la claridad suave del oriente de plata.
¡Ay tus manos cargadas de rosas! Son más puras
tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas,
surgen lo mismo que pedazos de luceros,
que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.
¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon
en una primavera celeste? ¿son del alma?
Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo;
deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan.
Mi frente se serena, como un cielo de tarde,
cuando tú con tus manos entre sus nubes andas;
si las beso, la púrpura de brasa de mi boca
empalidece de su blancor de piedra de agua.
¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas
de fuego blanco, por mis pesadillas malas,
y, a la aurora me abren, como con luz de ti,
la claridad suave del oriente de plata.
Juan Ramón Jiménez
¡oh Triste Coche Viejo...!
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando en la colina, sobre los campos verdes!
Verde el cielo profundo, despertaba el camino,
fresco y fragante del encanto de la hora;
cantaba un ruiseñor despierto, y el molino
rumiaba un son eterno, rosa frente a la aurora.
-Y en el alma, un recuerdo, una lágrima, una
mano alzando un visillo blanco al pasar un coche...
la calle de la víspera, azul bajo la luna
solitaria, los besos de la última noche
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando, en la colina, sobre los campos verdes!
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando en la colina, sobre los campos verdes!
Verde el cielo profundo, despertaba el camino,
fresco y fragante del encanto de la hora;
cantaba un ruiseñor despierto, y el molino
rumiaba un son eterno, rosa frente a la aurora.
-Y en el alma, un recuerdo, una lágrima, una
mano alzando un visillo blanco al pasar un coche...
la calle de la víspera, azul bajo la luna
solitaria, los besos de la última noche
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando, en la colina, sobre los campos verdes!
Juan Ramón Jiménez
Para Ti que hoy lees esto,recuerda que cada parte de ti esta monitoreada por tus decisiones, y que la vida e solamente el espacio especifico donde tu puedes desenvolverte y brillar dentro de tus anhelos cual paloma que alza el vuelo regocijando su alegre acento en una aurora fresca de invierno que su trinar alegra el canto de los amigos por allá lejos que con entusiasmo vienen sonriendo hacia un encuentro lleno de dicha a el encuentro de un ave fenix que renaciente trae esperanza de compartir lo importante de la vida...........
Lalita
Nocturno Herido
Mientras las nubes pasan sobre el tapiz antiguo
del tiempo herido
yo olvido el suave musgo y los pies vivos
porque tu ser tendido
yacente en mis rodillas
me atrae como la sed. Hacia tu muerte
como hacia el mar me inclino
y me busco en tu faz como en espejo
hasta que el día declina.
Duermo entre tus imágenes
redobladas y vivas
y la aurora sorprende un raro sueño:
Yo voy corriendo mi veloz carrera
sobre mármoles fríos.
Pasan las nubes... son veloces... miran
un ser yacente, un templo entre cipreses
por el agua del mar humedecidos.
Miran una gran fuente
plantada como un árbol
en medio de la tarde y el olvido...
Sola imagen tranquila
de tu muerte tendida en mis rodillas.
En fuente y ser de muertes yo me miro
y pasan nubes
sobre tu ser tendido,
sobre mi ser que el Tiempo no atraviesa,
sobre un tapiz de tiempo
que fuga y permanece;
sobre un césped de tiempo
donde la cruz de Amor se planta cada día
y mis pies silenciosos y desnudos caminan!
Mientras las nubes pasan sobre el tapiz antiguo
del tiempo herido
yo olvido el suave musgo y los pies vivos
porque tu ser tendido
yacente en mis rodillas
me atrae como la sed. Hacia tu muerte
como hacia el mar me inclino
y me busco en tu faz como en espejo
hasta que el día declina.
Duermo entre tus imágenes
redobladas y vivas
y la aurora sorprende un raro sueño:
Yo voy corriendo mi veloz carrera
sobre mármoles fríos.
Pasan las nubes... son veloces... miran
un ser yacente, un templo entre cipreses
por el agua del mar humedecidos.
Miran una gran fuente
plantada como un árbol
en medio de la tarde y el olvido...
Sola imagen tranquila
de tu muerte tendida en mis rodillas.
En fuente y ser de muertes yo me miro
y pasan nubes
sobre tu ser tendido,
sobre mi ser que el Tiempo no atraviesa,
sobre un tapiz de tiempo
que fuga y permanece;
sobre un césped de tiempo
donde la cruz de Amor se planta cada día
y mis pies silenciosos y desnudos caminan!
Esther de Cáceres
EL SENTIR DE DOS ALMAS.
Yo seré para ti cuando me vaya
el mar, la luz, la música y la aurora.
Tu serás para mi cuando te vayas
el mar, la obscuridad, la muerte y las tinieblas.
Mar en tus ojos hay, musgo en los míos
ansia de vivir habrá en tus ojos
ansia de morir habrá en los míos
Habrá luz en tus ojos, música y aurora
habrá amor en tu alma, alegría seductora
pero en la mía tan solo, tinieblas segadoras.
Milagros Villegas Orozco.
Enero 25 de 1950.
Yo seré para ti cuando me vaya
el mar, la luz, la música y la aurora.
Tu serás para mi cuando te vayas
el mar, la obscuridad, la muerte y las tinieblas.
Mar en tus ojos hay, musgo en los míos
ansia de vivir habrá en tus ojos
ansia de morir habrá en los míos
Habrá luz en tus ojos, música y aurora
habrá amor en tu alma, alegría seductora
pero en la mía tan solo, tinieblas segadoras.
Milagros Villegas Orozco.
Enero 25 de 1950.
Ignacio Rivas Castro
Despertar
Mi niña, al despertar, desaliñada,
casi como las rosas, o más breve,
duda entre niña y pájaro, se atreve
a inaugurar la aurora de la almohada.
Mi niña de la nube o de la nada
debe venir cuando despierta. O debe
de los vientos venir, de los que bebe
mi vida a sus rosales limitada.
Beber vientos, atarse a una camisa
que duda entre las alas y la brisa,
diminuta extensión que el mar quisiera.
¿Qué rey me compra el despertar? ¿Quien sabe
porque es tan breve el mundo y por qué cabe
en una habitación, la primavera?
Mi niña, al despertar, desaliñada,
casi como las rosas, o más breve,
duda entre niña y pájaro, se atreve
a inaugurar la aurora de la almohada.
Mi niña de la nube o de la nada
debe venir cuando despierta. O debe
de los vientos venir, de los que bebe
mi vida a sus rosales limitada.
Beber vientos, atarse a una camisa
que duda entre las alas y la brisa,
diminuta extensión que el mar quisiera.
¿Qué rey me compra el despertar? ¿Quien sabe
porque es tan breve el mundo y por qué cabe
en una habitación, la primavera?
Luis López Anglada
~El Tiempo De Los Besos Invisibles~
No mas sin sabores de amor, el mar esta en calma,
la luna crecida esta. Aunque me cueste la vida toda
mi conciencia se golpeara entre las tinieblas del
tiempo, deje por tu amor todo lo mio y casi consigo
olvidar hasta mi nombre . Ya cosa de un triste ayer.
La luna va saliendo el Sol se va acostando, sin saber
a donde te has ido. Oh! mi soledad, murió el día, llego
la noche, un triste sentir llena mi alma con palabras
de hielo perdidas en el desierto se suicidan queriendo
olvidar que un día te conocí, que todo fue imaginario.
Te sentirás acorralado, no queras haber nacido,
entonces te acordara que eres como el polvo y
nada. Eres como la sombra que van y vienen por
solo un momento a dar alivio, que como ladrón
en la noche se lleva todo aunque no sea nada suyo.
Con tus palabras falsas me desengañaste, suspiros
que se van perdiendo en la risa de la golondrina, bajo
el cielo vuela, para perderse en el viento bajando su
vuelo en el alba mas brillante, en la aurora dibuja toda
angustiada sus falsedades, con el deseo de olvidarte.
Presiento todas tus amarguras infinitas en tu mente,
el frió del sepulcro avisándote la muerte de un amor
que fue sincero, a verte solo en el frió de una noche
de lluvia candente, sin el chillido del coqui y el cantar
del gallo anunciando. Esta listo el nuevo dia y el café.
Todo lo andado entre nosotros, junto a los sueños
soñados en nuestras almas, perdurara en tu memoria
eternamente, recordaras mi amor entre el cosmo en
nuestros cuerpos, mas solo te quedara la tristeza de
tu fría traición, mis besos invisible que jamas besaste.
No mas sin sabores de amor, el mar esta en calma,
la luna crecida esta. Aunque me cueste la vida toda
mi conciencia se golpeara entre las tinieblas del
tiempo, deje por tu amor todo lo mio y casi consigo
olvidar hasta mi nombre . Ya cosa de un triste ayer.
La luna va saliendo el Sol se va acostando, sin saber
a donde te has ido. Oh! mi soledad, murió el día, llego
la noche, un triste sentir llena mi alma con palabras
de hielo perdidas en el desierto se suicidan queriendo
olvidar que un día te conocí, que todo fue imaginario.
Te sentirás acorralado, no queras haber nacido,
entonces te acordara que eres como el polvo y
nada. Eres como la sombra que van y vienen por
solo un momento a dar alivio, que como ladrón
en la noche se lleva todo aunque no sea nada suyo.
Con tus palabras falsas me desengañaste, suspiros
que se van perdiendo en la risa de la golondrina, bajo
el cielo vuela, para perderse en el viento bajando su
vuelo en el alba mas brillante, en la aurora dibuja toda
angustiada sus falsedades, con el deseo de olvidarte.
Presiento todas tus amarguras infinitas en tu mente,
el frió del sepulcro avisándote la muerte de un amor
que fue sincero, a verte solo en el frió de una noche
de lluvia candente, sin el chillido del coqui y el cantar
del gallo anunciando. Esta listo el nuevo dia y el café.
Todo lo andado entre nosotros, junto a los sueños
soñados en nuestras almas, perdurara en tu memoria
eternamente, recordaras mi amor entre el cosmo en
nuestros cuerpos, mas solo te quedara la tristeza de
tu fría traición, mis besos invisible que jamas besaste.
Isabel Gaviota
Quisiera
Son mi alas tan libre como la naturaleza
a sola voy buscando donde descansarlas.
Solo deseo unos brazos sinceros que solo en mi sienta quimera al abrazarme.
Mas siento que mi alma escapa día a día sin besar unos labios que quieran vivir dentro de mi ser.
Tan solo quiero amar y ser correspondida como la orilla del mar que las olas van y vienen pero siempre regresan a su costa.
A Donde se escapa la aurora? que siempre regresa tan hermosa? Quisiera ser dueña de cada amanecer ya que por el espera todas las mañanas, quisiera ser el aire por que sin él no hay vida, quisiera ser la orilla ya que siempre tiene las caricias de las olas, quisiera ser el sol que siempre tiene quien lo busque, quisiera ser la luna ya que siempre por ella espera la noche.
Quisiera ser amada como yo ame un día.
Son mi alas tan libre como la naturaleza
a sola voy buscando donde descansarlas.
Solo deseo unos brazos sinceros que solo en mi sienta quimera al abrazarme.
Mas siento que mi alma escapa día a día sin besar unos labios que quieran vivir dentro de mi ser.
Tan solo quiero amar y ser correspondida como la orilla del mar que las olas van y vienen pero siempre regresan a su costa.
A Donde se escapa la aurora? que siempre regresa tan hermosa? Quisiera ser dueña de cada amanecer ya que por el espera todas las mañanas, quisiera ser el aire por que sin él no hay vida, quisiera ser la orilla ya que siempre tiene las caricias de las olas, quisiera ser el sol que siempre tiene quien lo busque, quisiera ser la luna ya que siempre por ella espera la noche.
Quisiera ser amada como yo ame un día.
Isabel Gaviota
Y No Temblé Al Mirarla
¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había
su tez apenas marchitado; hacía
tanto... que ni de lejos la veía...
Vago tinte de aurora su semblante
inundó de repente, en el instante
en que me vio tan cerca... y tan distante!...
Las luchas interiores, no los años,
revelaban también sus desengaños,
que absortos tuvo a todos los extraños.
Llevaba en el regazo un pobre niño,
trémulo y silencioso y sin aliño,
pero bello, y más blanco que un armiño.
¡Todo lo adiviné!... y aquella hermosa
que fue hasta ayer inmaculada rosa,
única a quien llamado hubiera esposa...
pero que nunca a mi reclamo vino,
que me odió y en mi lóbrego camino
del desprecio glacial sembró el espino;
aquella esquiva flor que en una grieta
de mis ruinas nació, cual la violeta,
y a un tiempo me hizo pérfido y poeta,
en el momento en que los rayos rojos
del triste sol de ocaso, los despojos
de la tarde alumbraban, de sus ojos
vertió al bajar del tren, como rocío,
un diluvio de lágrimas... ¡Dios mío!
Pero yo estaba como el mármol... ¡frío!
¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había
su tez apenas marchitado; hacía
tanto... que ni de lejos la veía...
Vago tinte de aurora su semblante
inundó de repente, en el instante
en que me vio tan cerca... y tan distante!...
Las luchas interiores, no los años,
revelaban también sus desengaños,
que absortos tuvo a todos los extraños.
Llevaba en el regazo un pobre niño,
trémulo y silencioso y sin aliño,
pero bello, y más blanco que un armiño.
¡Todo lo adiviné!... y aquella hermosa
que fue hasta ayer inmaculada rosa,
única a quien llamado hubiera esposa...
pero que nunca a mi reclamo vino,
que me odió y en mi lóbrego camino
del desprecio glacial sembró el espino;
aquella esquiva flor que en una grieta
de mis ruinas nació, cual la violeta,
y a un tiempo me hizo pérfido y poeta,
en el momento en que los rayos rojos
del triste sol de ocaso, los despojos
de la tarde alumbraban, de sus ojos
vertió al bajar del tren, como rocío,
un diluvio de lágrimas... ¡Dios mío!
Pero yo estaba como el mármol... ¡frío!
Julio Florez
El brillo de tu mirada
Cuando contemplo la luz del sol
entre las rendijas de mi ventana,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando contemplo la espuma blanca
de un mar agitado y lleno de olas,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando una luna llena
o las estrellas ponen su luz
en el firmamento,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando agonizo ante la inmensidad,
cuando el respiro rompre el silencio
y cuando la aurora abre el universo,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando contemplo la luz del sol
entre las rendijas de mi ventana,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando contemplo la espuma blanca
de un mar agitado y lleno de olas,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando una luna llena
o las estrellas ponen su luz
en el firmamento,
veo el brillo de tu mirada...
Cuando agonizo ante la inmensidad,
cuando el respiro rompre el silencio
y cuando la aurora abre el universo,
veo el brillo de tu mirada...
Rodolfo Alfonso
Esa Mujer
La noche junto a mí. La compañera
del alcohol, los besos y el desvío.
La noche en el espacio y en el frío.
La noche en fin. Y una mujer cualquiera.
Una mujer cualquiera en el desvío
de la hora que ríe placentera.
Una cualquier mujer que no supiera
más que pasar la noche bajo el frío.
Pasar la noche y esperar la aurora.
Y al vino devolver su primitiva
forma de uva, la boca tentadora.
Esa mujer eterna y fugitiva.
Esa mujer de siempre y de una hora:
Mariela, Esther, Emperatriz, Oliva.
La noche junto a mí. La compañera
del alcohol, los besos y el desvío.
La noche en el espacio y en el frío.
La noche en fin. Y una mujer cualquiera.
Una mujer cualquiera en el desvío
de la hora que ríe placentera.
Una cualquier mujer que no supiera
más que pasar la noche bajo el frío.
Pasar la noche y esperar la aurora.
Y al vino devolver su primitiva
forma de uva, la boca tentadora.
Esa mujer eterna y fugitiva.
Esa mujer de siempre y de una hora:
Mariela, Esther, Emperatriz, Oliva.
Alberto Angel Montoya
Poema Del Desencanto
Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
No valías la pena.
Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.
Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
No valías la pena.
Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una cadena.
Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:
No valías la pena.
Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
no valías la pena.
Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
No valías la pena.
Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
No valías la pena.
Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.
Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
No valías la pena.
Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una cadena.
Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:
No valías la pena.
Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
no valías la pena.
Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
No valías la pena.
José Angel Buesa
Te espero; hace más de un año que te fuiste, dejandome el recuerdo del sabor desabrido de un rancio limón. Y yo queriendote querer, quedarme contigo, los dos, y tu no... Pero ya no estabas aquí, solo quedaba aquel recuerdo amargo, entonces, te supuse olvidada. Ahora te consiento en mis sueños y lloro tu ausencia. Quiero volver, aunque me fui. Quiero acabar lo poco que quedo y olvidar tu recuerdo, para poder mirarte a los ojos, por los que aún veo... borroso. Intento buscar y largarme con cualquiera que se parezca a ti, pero estoy más triste que nunca y te siento más cerca aunque no estes aquí.
Ya no tomo en los bares, no hago nada en exceso, ya no lloro como antes, y empero el dolor de tu ausencia en mi alma insiste en no largarse como tu lo hiciste. Tu, la que querias quedarte a mi lado, cuando nos la jugo la vida, tu me la jugaste a mi, sin mirarme a los ojos y explicare por qué, el fin; y si supieras como te echo de menos cuando aprieta el frio, cuando nada es mio.
Hace más de un año que te fuiste y hoy que estoy más triste que nunca, por fin comprendí, que los días en que podia tomar decisiones en nombre de mi corazón eran días idos y que por gritar al filo de la aurora no se me olvida que no puedo olvidarte y me sentí abandonado a una suerte, que a pesar de mis errores, no creía merecer, y sabiendo que jamás nos vamos a perdonar lo que pasó te espero. Mientras tanto,me cuentan que el olvido no te sienta tan mal.
Y tu que no me querías cerca me ofreces quedarme contigo, y Yo, que deje de sufrir por lo inevitable supuse que acepte al prolongar mi silencio, ante tu propuesta. Que va!!!; es más maravilloso sentirte aunque no estés. Así, te recuerdo amorosa, por qué para que dormir contigo, si ya no estamos juntos, si no es lo mismo venir, que irse llorando.
Ya no tomo en los bares, no hago nada en exceso, ya no lloro como antes, y empero el dolor de tu ausencia en mi alma insiste en no largarse como tu lo hiciste. Tu, la que querias quedarte a mi lado, cuando nos la jugo la vida, tu me la jugaste a mi, sin mirarme a los ojos y explicare por qué, el fin; y si supieras como te echo de menos cuando aprieta el frio, cuando nada es mio.
Hace más de un año que te fuiste y hoy que estoy más triste que nunca, por fin comprendí, que los días en que podia tomar decisiones en nombre de mi corazón eran días idos y que por gritar al filo de la aurora no se me olvida que no puedo olvidarte y me sentí abandonado a una suerte, que a pesar de mis errores, no creía merecer, y sabiendo que jamás nos vamos a perdonar lo que pasó te espero. Mientras tanto,me cuentan que el olvido no te sienta tan mal.
Y tu que no me querías cerca me ofreces quedarme contigo, y Yo, que deje de sufrir por lo inevitable supuse que acepte al prolongar mi silencio, ante tu propuesta. Que va!!!; es más maravilloso sentirte aunque no estés. Así, te recuerdo amorosa, por qué para que dormir contigo, si ya no estamos juntos, si no es lo mismo venir, que irse llorando.
Carlos Ariel Garrido Mendoza
Cuando la suave brisa primaveral,traiga en el despertar de la aurora el perfume de las rosas, del clavel y las gardenias, de algún jardin florido, yo te estare esperando, mi amor, con ahinco...!
Jackselins
REALIDADES
El viento disipa soledades
llama a la vida en realidades,
sosegado el cuerpo vivifica
lo que queda del ayer pasajero
en la vereda,
coger al mensajero en ciudades
hoy irrealidades.
Soledad en ausencia de días
simplifica las realidades,
el cuerpo inerte yace
más de repente la sepultura ya no añora,
reune signos inequívocos
de una futura aurora.
Vida reunida en flores impares
de aromas y bellezas,
verdades que sellan
unos días de olvido,
olvido ahora en quietud,
tal vez mañana
en desesperación
sin comparación.
El viento disipa soledades
llama a la vida en realidades,
sosegado el cuerpo vivifica
lo que queda del ayer pasajero
en la vereda,
coger al mensajero en ciudades
hoy irrealidades.
Soledad en ausencia de días
simplifica las realidades,
el cuerpo inerte yace
más de repente la sepultura ya no añora,
reune signos inequívocos
de una futura aurora.
Vida reunida en flores impares
de aromas y bellezas,
verdades que sellan
unos días de olvido,
olvido ahora en quietud,
tal vez mañana
en desesperación
sin comparación.
Miguel Visurraga Sosa
Rostro bello,de ensueño.Rosa de primavera,esperanza de amor.Acariciando mañana tenerte en mis brazos estoy.Amor cerca al tuyo perenne será.Risueña la aurora con su encanto alumbrará.
Miguel Visurraga Sosa
La espera puede ser eterna; el camino puede ser interminable; la tormenta, incontenible; la noche, incansable. Pero tú eres mi esperanza de una nueva aurora, de un nuevo respiro, de sentir otra vez el calor de la vida, el ruego del viento, la forma de tu boca y el olor de tu piel. A tu lado... y nada más. esta tan buena esa frase que no pude resistirme a publicarla en su nombre
Josue Zarco
TU HUELLA
Con tus manos camino empieza abrir
Para que dejen su huella en el sendero
Para que avance quien te quiera seguir
Ampliando la brecha que abriste primero
Que otro sea quien tu huella pise ahora
Que a través de ella otros puedan avanzar
Tus pasos deben ser, la clareada aurora
Donde la luz del día otros puedan mirar
No te detengas a mirar te va siguiendo
Asia adelante sigue sin dificultar mirar
Con tu fuerza hoy camino sigue abriendo
Sin que te importe lo utilice hoy quien
debes seguir sin en quien te siga reparar
Tu huella impresa queda si sirve para bien
Con tus manos camino empieza abrir
Para que dejen su huella en el sendero
Para que avance quien te quiera seguir
Ampliando la brecha que abriste primero
Que otro sea quien tu huella pise ahora
Que a través de ella otros puedan avanzar
Tus pasos deben ser, la clareada aurora
Donde la luz del día otros puedan mirar
No te detengas a mirar te va siguiendo
Asia adelante sigue sin dificultar mirar
Con tu fuerza hoy camino sigue abriendo
Sin que te importe lo utilice hoy quien
debes seguir sin en quien te siga reparar
Tu huella impresa queda si sirve para bien
jureme
PRIMAVERA IDA
Aunque he tenido muchas vivencias
En mi no había preocupación alguna
Aunque llore no conocí pena alguna
Ya que por nada me sentía apurado
De mi adolescencia perdí las esencias
La aroma de esta no pude evitar saliera
Se volatizo sin que retenerla yo pudiera
en mis insomnios vienen reminiscencias
Que me hacen ver la aurora de mis días
Ha sido consumida por el ocaso entrado
El cual me va acercando las noches frías
Que absorben con el tiempo transcurrido
Las fragancias que el ayer me hubo dado
Donde quedó lo mas grato que he vivido
Aunque he tenido muchas vivencias
En mi no había preocupación alguna
Aunque llore no conocí pena alguna
Ya que por nada me sentía apurado
De mi adolescencia perdí las esencias
La aroma de esta no pude evitar saliera
Se volatizo sin que retenerla yo pudiera
en mis insomnios vienen reminiscencias
Que me hacen ver la aurora de mis días
Ha sido consumida por el ocaso entrado
El cual me va acercando las noches frías
Que absorben con el tiempo transcurrido
Las fragancias que el ayer me hubo dado
Donde quedó lo mas grato que he vivido
jureme