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Barba

Barba. Encuentra docenas de barba con fotos para copiar y compartir.


Si mi barba se quema, los otros vienen a encender su pipa en ella.


Proverbio Turco


El Hijo de Mi Amor

El hijo de mi amor, mi único hijo,
lo engendré sin mujer y es hijo mío;
me escribe a la distancia: estoy tan triste;
me faltas tú. Te miro en el esfuerzo
por mí, por ti, por el retorno
del polluelo a su sombra familiar,
no tengo un pan ni un techo que me cubra;
hoy habito en los muros de la mar...


Porfirio Barba Jacob




Canción de La Hora Feliz

Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.

Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.

Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgías un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.

Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonía,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesía...

¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún día",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"

Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el día del adiós a todo cuanto amamos!


Porfirio Barba Jacob


Elegía Platónica

Amo a un joven de insólita pureza,
todo de lumbre cándida investido:
la vida en él un nuevo dios empieza,
y ella en él cobra número y sentido.

Él, en su cotidiano movimiento
por ámbitos de bruma y gnomo y hada,
circunscribe las flámulas del viento
y el oro ufano en la espiga enarcada.

Ora fulgen los lagos por la estría...
Él es paz en el alba nemorosa.
Es canción en lo cóncavo del día.
Es lucero en el agua tenebrosa...


Porfirio Barba Jacob


Los viejos y los cometas han sido venerados por las mismas razones: por su larga barba y por la pretensión de procedir los acontecimientos.


Jonathan Swift


Hazme la barba, hacerte he el copete.


Refrán




Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.


Georg Christoph Lichtenberg


Mi barba significa muchas cosas para mi país. Cuando hayamos cumplido nuestra promesa de un buen gobierno, me afeitaré la barba


Fidel Castro


Cabeza de barba que parecerá santa mas no lo será y encenderá las Antillas


Benjamín Solari Parravicini




Cuánto agradezco a las bondades del destino, el que nos haya dado a los mexicanos de verdad, en estos momentos difíciles, un presidente feo, al que le quedan mal los fracs, que no luce bigote, al que la barba no le acaba de salir del todo, que no sabe montar a caballo y a duras penas en mula y al que le gusta el chocolate sopeado. Esta es la patria que me agrada y por la que suspiro.


Paco Ignacio Taibo II


Cuando gane ese campeonato voy a ponerme mis jeans viejos y un sombrero viejo y me dejaré la barba y caminaré por un viejo camino de campo donde nadie me conozca hasta encontrar una linda chica cuyo nombre no conozca que simplemente me quiera por lo que soy. Y después la llevaré a mi casa de doscientos cincuenta mil dólares en mi complejo de viviendas de un millón de dólares y le mostraré todos mis Cadillac y la pileta bajo techo por si llueve y le diré: ?Esto es tuyo, querida, porque me quieres por lo que soy?.


Jack Canfield


Ellos inventan todo, ellos mienten, no quieren dar crédito de nada. Una vez, que me dejé crecer un poco la barba, y un periódico dijo que cada vello que tenía en la cara había sido transferido con un láser... ¿Cuanta ignorancia hay ahí? ¿Es que ahora no puedo dejarme crecer la barba? Un idiota ignorante fue el que escribió eso.


Michael Jackson


Desamparo de Los Crepúsculos

Huyo de aquel dolor que me hizo un día
bajo el misterio incógnito del cielo
sangrar el alma silenciosamente...
¿A qué desde las áridas riberas
tender la vista al horizonte? -El claro
beso de luz en la extensión naufraga-
y antes de que la sombra me circuya,
apagaré mi espíritu intranquilo
en el fulgor violeta de la tarde...

Ya sobre el mar en gira tumultuosa
no veré más la convulsión enorme
que templó mi vigor, ni en la propicia
madurez halagüeña de los trigos
espaciaré los moribundos ojos;
ya no he de uncir las manos temblorosas
al tronco de los robles, cual solía
para trepar hasta el follaje ameno,
ni más sobre el fervor de la pradera
repicará la esquila de mis cantos;
no veré más el rayo de la luna
que se quebraba en los azules montes...
¡no veré más los ojos de los niños!

Tú, perfume y rumor del campo umbrío,
hacecillo de rosas ideales,
ánfora de virtud enaltecida
-tú- la maga de veinte primaveras,
lánguida novia de pupilas hondas
que cruzas bajo el árbol del ensueño,
¡perdóname! -la lumbre que redime
sobre los montes del confín no viene,
la fe desmaya, la ilusión desmaya,
la fuerza languidece y se desmaya...
y antes de que las sombras me circunden,
¡apagaré mi espíritu intranquilo
en el fulgor violeta de la tarde!


Porfirio Barba Jacob




Elegía Del Marino Ilusorio

Pensando estoy... Mi pensamiento tiene
ya el ritmo, ya el color, ya el ardimiento
de un mar que alumbran fuegos ponentinos.
A la borda del buque van danzando,
ebrios del mar, los jóvenes marinos.

Pensando estoy... Yo, cómo ceñiría
la cabeza encrespada y voluptuosa
de un joven, en la playa deleitosa,
cual besa el mar con sus lenguas el día.
Y cómo de él cautivo, temblando, suspirando,
contra la Muerte
su juventud indómita, tierno, protegería.
Contra la Muerte,
su silueta ilusoria vaga en mi poesía.

Morir... ¿Conque esta carne cerúlea, macerada
en los jugos del mar, suave y ardiente,
será por el dolor acongojada?
Y el ser bello en la tierra encantada,
y el soñar en la noche iluminada,
y la ilusión, de soles diademada,
y el vigor... y el amor... ¿fue nada, nada?

¡Dame tu miel, oh niño de boca perfumada!


Porfirio Barba Jacob


Momento

Yo fuerte, yo exaltado, yo anhelante,
opreso en la urna del día,
engreído en mi corazón,
ebrio de mi fantasía,
y la Eternidad adelante...
adelante...
adelante...


Porfirio Barba Jacob


Hay que saber sacrificar la barba para salvar la cabeza.


Proverbio Turco


Un filósofo que no podía caminar porque pisaba su barba, se cortó los pies.


Alejandro Jodorowsky


Es casi imposible llevar la antorcha de la verdad a través de una multitud sin chamuscarle la barba a alguien.


Georg Christoph Lichtenberg


Quemé La Luz, Fui Miel En La Dulzura...

Quemé la luz, fui miel en la dulzura,
gota en la lluvia y llama con el fuego,
aroma en cada rosa, instante ciego,
y nardo que dio envidia a la blancura.

Fui sombra en la profunda noche oscura,
silencio en la raíz, raudo despego,
y al fin a tu distante orilla llego:
roto el timón, la brújula insegura.

Al borde de tu barba se me queda
detenida la voz, mudo el acento
como el viajero exhausto en la vereda.

La caricia que tejo y que alimento
se apaga en una suavidad de seda
hasta morir hilada por el viento.


Carmen González Huguet


Alegato Inútil

Cada día tenemos más salobre la saliva.
La migaja se crispa
ante la entornada puerta del perdón.
Cada día se saltan a las uñas
los dos niños morenos de los ojos
que fueron ángeles despiertos
a celestes honduras.

¿Con qué habrá de rematar el alegato
que está y en el tope del sollozo?
Cada hora se ha hecho voraz
como engranaje de colmillos;
los pasos se han desacostumbrado
a la caricia de la grama húmeda;
el aire avanza granizado de saetas.

Conduélete, Señor, a ti clamamos.
¡Así tu mundo tambalea!
No somos Job, oh Padre; ¡no te tornes padrastro!

¿Acaso estás enfermo, o te pudres
con este vaho que te sube desde nos?
No te tornes padrastro, buen Dios.

Sonríe una vez sobre tu Hechura.
Regresa a tu niñez de Primer Día
cuando soplabas burbujas de color
y te brotaba de las sienes
boscaje y pleamar.
Eras entonces sin arrugas,
y era tu barba de cristal
lira entre los dedos de la luz.

Sonríe, Padre, sobre el Libro mancillado,
y todos en Tu nombre
escribiremos PAZ.

La simple trinidad de una palabra:
bandera universal para soñar;
hostia de comunión para construir;
extramaunción para vivir.

Perdona, Dios, esta mi turbia arena...


Yolanda Bedregal


Me he dejado barba porque en mis trabajos con Tom Ford la llevo y me apetecía que me vieran en España con esta imagen que no es habitual en mí. Pero bueno, afortunadamente es de quita y pon


Jon Kortajarena


Afortunadamente había comprado uno de esos abrigos de pelo de camello llamados machlah que cubren a un hombre desde la espalda hasta los pies; con mi barba ya larga y un pañuelo enrollado alrededor de la cabeza, el disfraz estaba completo.


Gérard de Nerval


Las vecinas y los amigos no esperaron a que les llamasen para ir a casa de la recién casada, pues grandes eran sus deseos de verlo todo, que no se atrevieron a realizar estando el marido, porque su barba azul les espantaba.


Charles Perrault


Toda la cuestión de Dios y lo que Dios es, y si es un chico rubio con barba, no sé... No lo sé. ¿Creo que hay algo más en el trabajo que la suma de la humanidad? Sí, creo que sí.


Anthony LaPaglia


La tradición lleva una barba de nieve, el romance es siempre joven.


John Greenleaf Whittier


Usted puede tener una idea de la lucha libre, pero es necesario tener estos movimientos impulso-cambiantes. Teníamos el movimiento Hulkamania, entonces cambió al bebedor de cerveza, Piedra Fría, hemos reinventado el negocio con el crecimiento de la barba de negro y convertirse en el malo de la película, ¿cuál es el siguiente nivel.


Hulk Hogan




Como Comandante de los Creyentes, que está fuera de la cuestión que lucho Islam. Tenemos que luchar contra la violencia y la ignorancia. Es cierto, cuando uno pasea a cabo, uno ve las mujeres con pañuelos y los hombres con barba. Esto siempre ha sido el caso de Marruecos. Marruecos se basa en la tolerancia.


Mohammed VI of Morocco


Tengo la terrible sensación de que, porque yo estoy usando una barba blanca y estoy sentado en la parte trasera del teatro, que espera que le diga la verdad sobre algo. Estos son los asientos más baratos, y no el monte Sinaí.


Orson Welles


Ni por un momento, viejo hermoso Walt Whitman, he dejado de ver tu barba llena de mariposas.


Federico Garcia Lorca


Cuando yo era niño, tuve la idea de que tendría una barba cuando me hice mayor. Pensé que sería bueno para frotar la barbilla.


Rosario Dawson


Barba de tres colores no la traen sino traidores.




La idea de que Dios es un hombre blanco más grande de lo normal con una barba flameante que se sienta en el cielo y cuenta la caída de cada gorrión es ridícula. Pero si por Dios uno quiere decir el conjunto de leyes físicas que gobiernan el Universo, entonces claramente hay un Dios así. Este Dios es emocionalmente insatisfactorio... no tiene mucho sentido rezarle a la ley de gravedad.


Carl Sagan


A menos que se me pruebe ?a mí tal como soy ahora, con mi corazón y mi barba y mi putrefacción? que, en términos de eternidad, importa un comino que una niña norteamericana llamada Dolores Haze fuera privada de su niñez por un maníaco, a menos que se me pruebe eso (y, si tal cosa es posible, la vida es una broma), no concibo para mi miseria otro tratamiento que el melancólico y muy local paliativo del arte expresado con claridad y concisión.


Vladimir Nabokov


Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. ?Es posible ?dice el guardián?, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: ?Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo ?hasta lo más valioso? en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: ?Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. ?¿Qué quieres saber ahora? ?pregunta el guardián?. Eres insaciable. ?Todos buscan la Ley ?dice el hombre?. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. ?Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.


Franz Kafka


La idea de la muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de
culebra, como todas las peores imaginaciones. Nunca de repente llegan
las ideas que nos trastornan; lo repentino ahoga unos momentos, pero
nos deja, al marchar, largos años de vida por delante. Los pensamientos
que nos enloquecen con la peor de las locuras, la de la tristeza, siempre
llegan poco a poco y como sin sentir, como sin sentir invade la niebla los
campos, o la tisis los pechos. Avanza, fatal, incansable, pero lenta,
despaciosa, regular como el pulso. Hoy no la notamos; a lo mejor
mañana tampoco, ni pasado mañana, ni en un mes entero. Pero pasa ese
mes y empezamos a sentir amarga la comida, como doloroso el
recordar, ya estamos picados. Al correr de los días y las noches nos
vamos volviendo huraños, solitarios; en nuestra cabeza se cuecen las
ideas, las ideas que han de ocasionar el que nos corten la cabeza donde
se cocieron, quién sabe si para que no siga trabajando tan atrozmente.
Pasamos a lo mejor hasta semanas enteras sin variar; los que nos
rodean se acostumbraron ya a nuestra adustez y ya ni extrañan siquiera
nuestro extraño ser. Pero un día el mal crece, como los árboles, y
engorda, y ya no saludamos a la gente; y vuelven a sentirnos como raros
y como enamorados. Vamos enflaqueciendo, enflaqueciendo, y nuestra
barba hirsuta es cada vez más lacia. Empezamos a sentir el odio que nos
mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero ¡no
importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de
agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo,
pero está confiado; el instinto no miente. (...) Cuando huimos como las
corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados
por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a
caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar de vida. Quizás
para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta
el infierno... Mala cosa.


Camilo José Cela


En los individuos es rara la locura - pero es la regla en los grupos, partidos, pueblos, épocas y por ello los historiadores no han hablado hasta ahora de locura. Pero alguna vez la historia la escribirán los médicos.


Friedrich Nietzsche