Barro
Barro. Encuentra docenas de barro con fotos para copiar y compartir.
Los hombres intentan purificarse manchándose de sangre. Es como si, después de haberse manchado con barro, quisieran limpiarse con barro.
Heráclito
Lo actual es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será.
Arturo Jauretche
¿dices que nada se crea? no te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que beba tu hermano.
Antonio Machado
Teme que el barro crezca en un momento, teme que crezca y suba y cubra tierna, tierna y celosamente tu tobillo de junco, mi tormento, teme que inunde el nardo de tu pierna y crezca más y ascienda hasta tu frente
Miguel Hernández
Disfruta vigilando, cuida tu propia mente, sácate a ti mismo del camino de la miseria, como se hace con el elefante que se ha metido en el barro
Buda
Mi cerebro es para mí la más inexplicable de las máquinas - siempre zumbando, zumbando, el alza de buceo rugiente, y luego enterrados en el barro. ¿Y por qué? ¿Cuál es esta pasión por la?
Virginia Woolf
EMBOSCADA
De todas las que llegaron a tu boca
sé que yo, no fui la más callada.
Sin embargo, mis arterias
treparon silenciosamente osadas
emboscando tu corazón sin orquesta.
Y ahí me quedé, me soldé profundo
muy dentro de tu alma.
Entonces…
Tú crees que yo dejaría ir
al aire donde me pierdo completa….
Y donde en paz descanso?
No!, ninguna estúpida quimera
me hará abandonar el fresco bulevar de tus labios .
Ahora…
Será que yo solo, soy un sueño por ti inventado?
¡Oh no! ¡No quiero ser un sueño!
¡yo existo aquí, esperando, esperándote!
a veces confundida ,muy inquieta
otras con los pies metida en los naranjos
desventuràndome, muchas veces
en playas infectas de barro,
pero prometo amor , que en este siglo
tú morirás a mi lado.
De todas las que llegaron a tu boca
sé que yo, no fui la más callada.
Sin embargo, mis arterias
treparon silenciosamente osadas
emboscando tu corazón sin orquesta.
Y ahí me quedé, me soldé profundo
muy dentro de tu alma.
Entonces…
Tú crees que yo dejaría ir
al aire donde me pierdo completa….
Y donde en paz descanso?
No!, ninguna estúpida quimera
me hará abandonar el fresco bulevar de tus labios .
Ahora…
Será que yo solo, soy un sueño por ti inventado?
¡Oh no! ¡No quiero ser un sueño!
¡yo existo aquí, esperando, esperándote!
a veces confundida ,muy inquieta
otras con los pies metida en los naranjos
desventuràndome, muchas veces
en playas infectas de barro,
pero prometo amor , que en este siglo
tú morirás a mi lado.
Azul Strauss Markuart
Si nosotros hubiéramos sido de barro, si nosotros hubiésemos sido elaborados con clara de huevo, si nosotros hubiésemos sido blandos, ¿qué quedaría de este país?, ¿qué quedaría de esta Revolución?
Fidel Castro
¡Éstas son, dioses, nuestras obras; éstas son las egregias manufacturas nuestras con que nos ensalzamos a los ojos del cielo! ¡Mirad qué hermosas construcciones, apenas diferentes de las que suelen hacer los niños cuando manejan el barro, la masa, las mezlas, las ramitas y pajitas, tratando de imitar las obras de los mayores!
Giordano Bruno
Barro, sangre y mierda. Eso era la guerra, eso era todo, Santo Dios. Eso era todo.
Arturo Pérez-Reverte
Creo en la bisectibilidad del hombre, y siempre recordé una lección hermosa de Cristo: El espíritu está pronto pero la carne es débil; y una sentencia de Voltaire: El hombre es átomo atormentado sobre un montón de barro...
Luis Alberto Costales
De la ceniza que cabe en cada muerte nace el pájaro, y la voz surge con su desobediencia plena de las leyes. Y esta mortalidad que se acuna en la mano nos ahonda en el barro mientras nos resucita.
Beatriz Villacañas
Y si después de pasar por una época tan tenebrosa ves que queda un atisbo de felicidad en tu interior, no te queda más remedio que agarrar esa felicidad aunque acabes con la cara entera manchada de barro.
Elizabeth Gilbert
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".
Gabriel GarcÃa Márquez
¡Disuélvase Roma en el Tíber y caiga el ancho arco del imperio! Mi sitio es éste.
Los reinos son barro, y la tierra con su estiércol mantiene a bestias y a hombres. Lo grandioso de la vida es hacer esto, cuando una pareja tan unida puede hacerlo. Por lo cual, ¡bajo castigo reconozca el mundo entero que somos inigualables!
Los reinos son barro, y la tierra con su estiércol mantiene a bestias y a hombres. Lo grandioso de la vida es hacer esto, cuando una pareja tan unida puede hacerlo. Por lo cual, ¡bajo castigo reconozca el mundo entero que somos inigualables!
William Shakespeare
Dame cuatro mil Extremoduros y quítame gigantes yanquis de pies de barro, que me da la risa.
Kutxi Romero
Estando allí, me encaminé hasta donde una vendedora de ollas de barro, sentada en el piso y rodeada de sus objetos en arcilla cocida.
Jesús RodrÃguez
Nada
También en los supuestos de la nada,
el amor se presiente en la querella
de una futura creación: doncella
sabiéndose fecunda, recreada.
Antes de ser mi vida inaugurada,
fui barro enamorado de una huella,
de un talle vegetal, de alguna estrella...
Yo estoy hecho de tierra enamorada.
Y enamorado estoy de ti, y sustento
este amor enraizado y presentido
más allá de la vida y el momento.
Enamorado sin haber nacido,
y ahora tan muerto y nada, que presiento
la tierra enamorada que ya he sido.
También en los supuestos de la nada,
el amor se presiente en la querella
de una futura creación: doncella
sabiéndose fecunda, recreada.
Antes de ser mi vida inaugurada,
fui barro enamorado de una huella,
de un talle vegetal, de alguna estrella...
Yo estoy hecho de tierra enamorada.
Y enamorado estoy de ti, y sustento
este amor enraizado y presentido
más allá de la vida y el momento.
Enamorado sin haber nacido,
y ahora tan muerto y nada, que presiento
la tierra enamorada que ya he sido.
Javier de Bengoechea
Bowery Street
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
Mi placer te creó. Cuando naciste
te destiné ya un hombre. El apropiado
para que él y tú fuerais muy felices.
Modelé tu figura como un barro
precioso, tiernamente, con esmero.
Y forjé tus costumbres con cuidado
artesanal, aislándote del medio.
Vigilé cada día tu sonrisa.
Te enseñé a sonreírme dulcemente.
Y aprendiste muy bien. Te felicito.
Nos hemos merecido ambos el premio.
El premio es este goce tuyo y mío.
El placer que me das, yo lo sentía
cuando estaba, en tu madre, elaborándote.
José MarÃa Fonollosa
Encinta de sol, colmada de tu barro limpio y firme vas trasmutando mi cuerpo en viva flor que destila rocío tras tu ruta.
Delia Quiñonez
Beso el barro, amo el estuco delicado, me inclino ante los sabios estelares, ante el pueblo que contaba los luceros y escribió sobre basalto la única historia verdadera que se ha escrito en esta tierra.
Luis Alfredo Arango
La Primera Mujer Que Recorrió Mi Cuerpo...
La primera mujer que recorrió mi cuerpo
tenía labios de maga: labios verdes y azules,
con sabor a fruto silvestre,
con señales indescifrables como la miel o el aire.
Muchas veces incendió mis cabellos con siete granos y
siete aguas, con ensalmos que sonaban a campanillas
de barro, con nubes de copal que se mezclaban al embrión
que recorría mi frente coronada por ramos de albahaca.
Toda la noche ardía la pócima bajo mi cama.
Al día siguiente, un niño nacido después de mellizos
la arrojaba al río, de espaldas, para no ver el sitio
donde caía ni el vuelo repentino de los zopilotes.
Entre tanto, mi madre me contaba
lo que Colmillo Blanco no sabía de la nieve
y el recuerdo del mar era un espejismo bajo la sábanas.
La primera mujer que recorrió mi cuerpo
tenía labios de maga: labios verdes y azules,
con sabor a fruto silvestre,
con señales indescifrables como la miel o el aire.
Muchas veces incendió mis cabellos con siete granos y
siete aguas, con ensalmos que sonaban a campanillas
de barro, con nubes de copal que se mezclaban al embrión
que recorría mi frente coronada por ramos de albahaca.
Toda la noche ardía la pócima bajo mi cama.
Al día siguiente, un niño nacido después de mellizos
la arrojaba al río, de espaldas, para no ver el sitio
donde caía ni el vuelo repentino de los zopilotes.
Entre tanto, mi madre me contaba
lo que Colmillo Blanco no sabía de la nieve
y el recuerdo del mar era un espejismo bajo la sábanas.
Francisco Hernández
Más Mojado Que El Rostro de Mi Llanto
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,
barro en vano te muerdo los talones,
dándole a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,
barro en vano te muerdo los talones,
dándole a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.
Miguel Hernández
A Tu Orilla
A tu orilla he venido. Tengo un otoño, un pájaro
y una voz desusada. Tú me esperas: un río,
una pasión y un fruto. Y tiene nuestro encuentro
el vuelo, la corriente, seguros, proclamados.
He venido a tu orilla con los brazos tendidos
y ahora ya soy la hierba que no termina nunca,
el barro donde el agua sujeta sus mensajes
y la cuna del cauce para mecer tu sueño.
Dime si estoy pendiente de mi diario trabajo,
si basta a tus oídos mi tristísimo verso
o si a mi sombra vive mejor mayo tu carne.
De tu orilla me iría si ahora me dijeras
que te amo solamente como los hombres aman
o que mi voz te suena como todas las voces.
A tu orilla he venido. Tengo un otoño, un pájaro
y una voz desusada. Tú me esperas: un río,
una pasión y un fruto. Y tiene nuestro encuentro
el vuelo, la corriente, seguros, proclamados.
He venido a tu orilla con los brazos tendidos
y ahora ya soy la hierba que no termina nunca,
el barro donde el agua sujeta sus mensajes
y la cuna del cauce para mecer tu sueño.
Dime si estoy pendiente de mi diario trabajo,
si basta a tus oídos mi tristísimo verso
o si a mi sombra vive mejor mayo tu carne.
De tu orilla me iría si ahora me dijeras
que te amo solamente como los hombres aman
o que mi voz te suena como todas las voces.
José GarcÃa Nieto
En El Cansancio de La Noche
En el cansancio de la noche,
penetrando la más oscura música,
he recobrado tras mis ojos ciegos
el frágil testimonio de una escena remota.
Olía el mar, y el alba era ladrona
de los cielos; tornaba fantasmales
las luces de la casa.
Los comensales eran jóvenes, y ahítos
y sin sed, en el naufragio del banquete,
buscaban la ebriedad
y el pintado cortejo de alegría. El vino
desbordaba las copas, sonrosaba
la acalorada piel, enrojecía el suelo.
En generoso amor sus pechos desataron
a la furiosa luz, la carne, la palabra,
y no les importaba después no recordar.
Algún puñal fallido buscaba un corazón.
Yo alcé también mi copa, la más leve,
hasta los bordes llena de cenizas:
huesos conjuntos de halcón y ballestero,
y allí bebí, sin sed, dos experiencias muertas.
Mi corazón se serenó, y un inocente niño
me cubrió la cabeza con gorro de demente.
Fijé mis ojos lúcidos
en quien supo escoger con tino más certero:
aquel que en un rincón, dando a todo la espalda,
llevó a sus frescos labios
una taza de barro con veneno.
Y brindando a la nada
se apresuró en las sombras.
En el cansancio de la noche,
penetrando la más oscura música,
he recobrado tras mis ojos ciegos
el frágil testimonio de una escena remota.
Olía el mar, y el alba era ladrona
de los cielos; tornaba fantasmales
las luces de la casa.
Los comensales eran jóvenes, y ahítos
y sin sed, en el naufragio del banquete,
buscaban la ebriedad
y el pintado cortejo de alegría. El vino
desbordaba las copas, sonrosaba
la acalorada piel, enrojecía el suelo.
En generoso amor sus pechos desataron
a la furiosa luz, la carne, la palabra,
y no les importaba después no recordar.
Algún puñal fallido buscaba un corazón.
Yo alcé también mi copa, la más leve,
hasta los bordes llena de cenizas:
huesos conjuntos de halcón y ballestero,
y allí bebí, sin sed, dos experiencias muertas.
Mi corazón se serenó, y un inocente niño
me cubrió la cabeza con gorro de demente.
Fijé mis ojos lúcidos
en quien supo escoger con tino más certero:
aquel que en un rincón, dando a todo la espalda,
llevó a sus frescos labios
una taza de barro con veneno.
Y brindando a la nada
se apresuró en las sombras.
Francisco Brines
Ceniza
Solo aguas en tregua
nacidas para ser ceniza múltiple del viento.
Ya ves qué paradoja
amor, qué despropósito,
quería ser ave fénix,
amor, qué engaño,
qué fraude sustentaba mi proyecto,
quería volver como un corcel glorioso,
como un crepúsculo de llama
recurrente
y amanecer contigo en lo absoluto.
Me he muerto tan despacio como el humo
y mis alas de barro no sabían volar.
De "Un lugar para el fuego"
Solo aguas en tregua
nacidas para ser ceniza múltiple del viento.
Ya ves qué paradoja
amor, qué despropósito,
quería ser ave fénix,
amor, qué engaño,
qué fraude sustentaba mi proyecto,
quería volver como un corcel glorioso,
como un crepúsculo de llama
recurrente
y amanecer contigo en lo absoluto.
Me he muerto tan despacio como el humo
y mis alas de barro no sabían volar.
De "Un lugar para el fuego"
Amalia Iglesias