Besos robados ( 3 )
Besos robados. Encuentra docenas de besos robados con fotos para copiar y compartir.
Patria, Mujer
Digo patria, y a veces me parece
que mujer digo y que su cuerpo beso,
digo mujer y siento que me mece
una cuna de tierra desde el hueso.
Se me viene a la boca un nombre como
un sabor de tristeza y de esperanza.
A la ventana de un amor me asomo
y hacia él el corazón se me abalanza
Me parece que sois la misma cosa,
la misma luz astral, la misma pena,
la misma soledad, la misma rosa
cortada, y esa música que suena
-patria, mujer- entre la oscura brinda
que el viento herido de la tarde mueve,
y esa nube que vagamente ronda
y por los campos y los ojos llueve.
Pequeño campo de batalla, mira
guerra civil y rastro de amargura
y un muerto no del todo que respira,
que aun en tus besos su esperanza apura.
Digo patria, y a veces me parece
que mujer digo y que su cuerpo beso,
digo mujer y siento que me mece
una cuna de tierra desde el hueso.
Se me viene a la boca un nombre como
un sabor de tristeza y de esperanza.
A la ventana de un amor me asomo
y hacia él el corazón se me abalanza
Me parece que sois la misma cosa,
la misma luz astral, la misma pena,
la misma soledad, la misma rosa
cortada, y esa música que suena
-patria, mujer- entre la oscura brinda
que el viento herido de la tarde mueve,
y esa nube que vagamente ronda
y por los campos y los ojos llueve.
Pequeño campo de batalla, mira
guerra civil y rastro de amargura
y un muerto no del todo que respira,
que aun en tus besos su esperanza apura.
Leopoldo de Luis
Galope Súbito
A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos,
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que solo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...
A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.
A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos,
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que solo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...
A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.
Eduardo Carranza
Abandono
¿De qué remota lengua desasida
proviene este resabio de abandono?
En cavilosa soledad corono
una imagen de niña estremecida.
¿De qué lejano olvido, que se anida
en las letales naves del encono,
desembarca esta queja con su tono
de brisa a la intemperie amanecida?
¿De qué brazos amantes del despego
zarpó el velamen de mi tierna mano,
la brújula extraviada en el abrazo
confinado a la orilla? ¿Qué hay del riego
de besos en que, cándida, me ufano,
si hurté la dirección de su regazo.
Noviembre de 1993
¿De qué remota lengua desasida
proviene este resabio de abandono?
En cavilosa soledad corono
una imagen de niña estremecida.
¿De qué lejano olvido, que se anida
en las letales naves del encono,
desembarca esta queja con su tono
de brisa a la intemperie amanecida?
¿De qué brazos amantes del despego
zarpó el velamen de mi tierna mano,
la brújula extraviada en el abrazo
confinado a la orilla? ¿Qué hay del riego
de besos en que, cándida, me ufano,
si hurté la dirección de su regazo.
Noviembre de 1993
Renée Ferrer
Parecía la amapola que ayer vi en el cementerio, sus rojos labios que ansiaban darme los últimos besos.
Salvador Rueda
Canción de La Hora Feliz
Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgías un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.
Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonía,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesía...
¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún día",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"
Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el día del adiós a todo cuanto amamos!
Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgías un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.
Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonía,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesía...
¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún día",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"
Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el día del adiós a todo cuanto amamos!
Porfirio Barba Jacob
Desde entonces los caminos que conducen a tu alma no quieres que estén desiertos. ¡Cuántas flechas, peces, pájaros, cuántas caricias y besos!.
Manuel Altolaguirre
El hombre no ha nacido para tener las manos amarradas al poste de los rezos. Dios no quiere rodillas humilladas en los templos sino piernas de fuego galopando, manos acariciando las entrañas del hierro, mentes pariendo brasas, labios haciendo besos. Digo que yo trabajo, vivo, pienso y que esto que yo hago es un buen rezo, que a dios le gusta mucho y respondo por ello. Y digo que el amor es el mejor sacramento, que os amo, que amo y que no tengo sitio en el infierno.
Jorge Debravo
En Mi Jardín
Sobre el césped los árboles me hablan
del divino poema del silencio.
La noche me sorprende sin sonrisas,
revolviendo en mi alma los recuerdos.
* * *
¡Viento! ¡oye!
¡espera! ¡no te vayas!
¿De parte de quién es? ¿Quién dijo eso?
Besos que yo esperé, tú me has dejado
en el ala dorada de mi pelo.
¡No te vayas! ¡alegra más mis flores!
Y sé, tú, viento amigo mensajero;
contéstale diciendo que me viste,
con el libro de siempre entre los dedos.
Al marcharte, enciende las estrellas,
se han llevado la luz, y apenas veo,
y sé, viento, enfermo de mi alma;
y llévale esta «cita» en raudo vuelo.
...Y el viento me acaricia dulcemente,
y se marcha insensible a mi deseo...
Sobre el césped los árboles me hablan
del divino poema del silencio.
La noche me sorprende sin sonrisas,
revolviendo en mi alma los recuerdos.
* * *
¡Viento! ¡oye!
¡espera! ¡no te vayas!
¿De parte de quién es? ¿Quién dijo eso?
Besos que yo esperé, tú me has dejado
en el ala dorada de mi pelo.
¡No te vayas! ¡alegra más mis flores!
Y sé, tú, viento amigo mensajero;
contéstale diciendo que me viste,
con el libro de siempre entre los dedos.
Al marcharte, enciende las estrellas,
se han llevado la luz, y apenas veo,
y sé, viento, enfermo de mi alma;
y llévale esta «cita» en raudo vuelo.
...Y el viento me acaricia dulcemente,
y se marcha insensible a mi deseo...
Gloria Fuertes
Perdiéndome En Tu Cuerpo
Mi boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.
Mi boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.
Orietta Lozano
Madrigales
I
Déjame ya ocultarme en tu recuerdo inmenso,
que me toca y me ciñe como una niebla amante;
y que la tibia tierra de tu carne me añore,
oh isla de alas rosadas, plegadas dulcemente.
Y estos versos fugaces que tal vez fueron besos,
y polen de florestas en futuros sin tiempo,
ya son como reflejos de lunas y de olvidos,
estos versos que digo, sin decir, a tu oído.
II
Llámame en la hondonada de tus sueños más dulces,
llámame con tus cielos, con tus nocturnos firmamentos,
llámame con tus noches desgarradas al fondo
por esa ala inmensa de imposible blancura.
Llámame en el collado, llámame en la llanura
y en el viento y la nieve, la aurora y el poniente,
llámame con tu voz, que es esa flor que sube
mientras a tierra caen llorándola sus pétalos.
III
No es para ti que, al fin, estas líneas escribo
en la página azul de este cielo nostálgico
como el viejo lamento del viento en el postigo
del día más floral entre los días idos.
Una palabra vuelve, pero no es tu palabra,
aunque fuera tu aliento que repite mi nombre,
sino mi boca húmeda de tus besos perdidos,
sino tus labios vivos en los míos, furtivos.
Y vuelve, cada siempre, entre el follaje alterno
de días y de noches, de soles y sombrías
estrellas repetidas, vuelve como el celaje
y su bandada quieta, veloz y sin fatiga.
No es para ti este canto que fulge de tus lágrimas,
no para ti este verso de melodías oscuras,
sino que entre mis manos tu temblor aún persiste
y en él, el fuego eterno de nuestras horas
I
Déjame ya ocultarme en tu recuerdo inmenso,
que me toca y me ciñe como una niebla amante;
y que la tibia tierra de tu carne me añore,
oh isla de alas rosadas, plegadas dulcemente.
Y estos versos fugaces que tal vez fueron besos,
y polen de florestas en futuros sin tiempo,
ya son como reflejos de lunas y de olvidos,
estos versos que digo, sin decir, a tu oído.
II
Llámame en la hondonada de tus sueños más dulces,
llámame con tus cielos, con tus nocturnos firmamentos,
llámame con tus noches desgarradas al fondo
por esa ala inmensa de imposible blancura.
Llámame en el collado, llámame en la llanura
y en el viento y la nieve, la aurora y el poniente,
llámame con tu voz, que es esa flor que sube
mientras a tierra caen llorándola sus pétalos.
III
No es para ti que, al fin, estas líneas escribo
en la página azul de este cielo nostálgico
como el viejo lamento del viento en el postigo
del día más floral entre los días idos.
Una palabra vuelve, pero no es tu palabra,
aunque fuera tu aliento que repite mi nombre,
sino mi boca húmeda de tus besos perdidos,
sino tus labios vivos en los míos, furtivos.
Y vuelve, cada siempre, entre el follaje alterno
de días y de noches, de soles y sombrías
estrellas repetidas, vuelve como el celaje
y su bandada quieta, veloz y sin fatiga.
No es para ti este canto que fulge de tus lágrimas,
no para ti este verso de melodías oscuras,
sino que entre mis manos tu temblor aún persiste
y en él, el fuego eterno de nuestras horas
Aurelio Arturo
Hora
Me acordaré de ti
todas las noches a las once!...
En la plaza sin luna de tu ausencia
pronunciaré tu nombre
con el mismo temblor del primer día
todas las noches, a las once!...
Y aunque esté en un café, o en un teatro
o en un duelo, sin que nadie me importe,
te llamaré -subasta de mi pena-
todas las noches a las once...
Y si la gente -¡qué importa la gente!-
no sabe, no comprende, no conoce
lo que es el amor, que aprenda de mis labios
todas las noches a las once...
Que cariño que no es nube, ni melindre,
sino sangre, canción, olvido y monte...
Se quiere así, gritándolo a los vientos,
todas las noches a las once...
Y un día llegará -que Dios me oiga!-
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
tú estés bajo la lluvia de mis besos
a las diez, a las once y a las doce.
Me acordaré de ti
todas las noches a las once!...
En la plaza sin luna de tu ausencia
pronunciaré tu nombre
con el mismo temblor del primer día
todas las noches, a las once!...
Y aunque esté en un café, o en un teatro
o en un duelo, sin que nadie me importe,
te llamaré -subasta de mi pena-
todas las noches a las once...
Y si la gente -¡qué importa la gente!-
no sabe, no comprende, no conoce
lo que es el amor, que aprenda de mis labios
todas las noches a las once...
Que cariño que no es nube, ni melindre,
sino sangre, canción, olvido y monte...
Se quiere así, gritándolo a los vientos,
todas las noches a las once...
Y un día llegará -que Dios me oiga!-
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
tú estés bajo la lluvia de mis besos
a las diez, a las once y a las doce.
Rafael de León
Cañaveral
Entre las cañas tendida;
sola y perdida en las cañas.
¿Quién me cerraba los ojos,
que, solos, se me cerraban?
¿Quién me sorbía en los labios
zumo de miel sin palabras?
¿Quién me derribó y me tuvo
sola y perdida en las cañas?
¿Quién me apuñaló con besos
el ave de la garganta?
¿Quién me estremeció los senos
con tacto de tierra y ascua?
¿Qué toro embistió en el ruedo
de mi cintura cerrada?
¿Quién me esponjó las caderas
con levadura de ansias?
¿Qué piedra de eternidad
me hincaron en las entrañas?
¿Quién me desató la sangre
que así se me derramaba?
...Aquella tarde de Julio,
sola y perdida en las cañas.
Entre las cañas tendida;
sola y perdida en las cañas.
¿Quién me cerraba los ojos,
que, solos, se me cerraban?
¿Quién me sorbía en los labios
zumo de miel sin palabras?
¿Quién me derribó y me tuvo
sola y perdida en las cañas?
¿Quién me apuñaló con besos
el ave de la garganta?
¿Quién me estremeció los senos
con tacto de tierra y ascua?
¿Qué toro embistió en el ruedo
de mi cintura cerrada?
¿Quién me esponjó las caderas
con levadura de ansias?
¿Qué piedra de eternidad
me hincaron en las entrañas?
¿Quién me desató la sangre
que así se me derramaba?
...Aquella tarde de Julio,
sola y perdida en las cañas.
Ãngela Figuera Aymerich
Epitafio
Dos perfiles, son dos, en el inerte
yacer del afilado caballero,
pero un solo perfil, el verdadero,
haciendo la moneda de su muerte.
Moneda del vivir -azar y suerte-
ya jugó su caer triste y austero,
y ahí está el amante más sincero
esperando un amor que lo despierte.
Ya en línea y trazos fieles se resume
su enérgico morir tan delicado,
de amante que en olvidos se consume.
Qué fragancia de besos que no ha dado.
Oh valeroso y único perfume.
Oh, el morir en olor de enamorado.
Dos perfiles, son dos, en el inerte
yacer del afilado caballero,
pero un solo perfil, el verdadero,
haciendo la moneda de su muerte.
Moneda del vivir -azar y suerte-
ya jugó su caer triste y austero,
y ahí está el amante más sincero
esperando un amor que lo despierte.
Ya en línea y trazos fieles se resume
su enérgico morir tan delicado,
de amante que en olvidos se consume.
Qué fragancia de besos que no ha dado.
Oh valeroso y único perfume.
Oh, el morir en olor de enamorado.
Javier de Bengoechea
Por Eso
Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.
Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.
Porque eres toda una esencia
de castidad y consuelo,
porque tu alma es todo un cielo
de ternura y de inocencia.
Porque al sol de tus virtudes
se mira en ti realizado
el ideal vago y soñado
de todas las juventudes;
por eso, niña hechicera,
te adoro en mi loco exceso;
por eso te amo, y por eso
te he dado mi vida entera.
Por eso a tu luz se inspira
la fe de mi amor sublime;
¡por eso solloza y gime
como un corazón mi lira!
Por eso cuando te evoca
mi afán en tus embelesos,
siento que un mundo de besos
palpita sobre mi boca.
Y por eso entre la calma
de mi existencia sombría,
mi amor no anhela más día
que el que una mi alma con tu alma.
Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.
Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.
Porque eres toda una esencia
de castidad y consuelo,
porque tu alma es todo un cielo
de ternura y de inocencia.
Porque al sol de tus virtudes
se mira en ti realizado
el ideal vago y soñado
de todas las juventudes;
por eso, niña hechicera,
te adoro en mi loco exceso;
por eso te amo, y por eso
te he dado mi vida entera.
Por eso a tu luz se inspira
la fe de mi amor sublime;
¡por eso solloza y gime
como un corazón mi lira!
Por eso cuando te evoca
mi afán en tus embelesos,
siento que un mundo de besos
palpita sobre mi boca.
Y por eso entre la calma
de mi existencia sombría,
mi amor no anhela más día
que el que una mi alma con tu alma.
Manuel Acuña
Bajo Continuo
Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, solo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
"No vuelvas tarde".
Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.
Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa. ¿La aguardabas? Huele
como la adolescencia y sus deseos.
Pero en medio se abrieron las cidonias,
los ciruelos, manzanos y perales,
tantos y tantos, rojos, rosas, blancos,
y apenas los mirabas: Como el gozo
de unos brazos constantes de certeza
te acogieron, te acogen, y recuerdas
sólo el primer calor, solo la boca
que te ha dicho, al partir esta mañana:
"No vuelvas tarde".
Pasas por los campos:
Entre las hojas con su verde intenso,
aún canta la blancura de los pétalos.
Es la felicidad que da sus trinos,
sus trémolos, su leve melodía,
sobre un bajo continuo de sosiego,
de paz, de vuelta al labio no sabido
en la forma, en la flor que te formule.
Antonio Carvajal
Auto de Fe
Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
Mi corazón ardía
en medio de las llamas,
rodeado de fechas,
¡cenizas de mi alma!
Los abrazos crujían,
los besos se quejaban,
y los dulces "¡te quiero!"
de tinta y de esperanza,
en una pirueta
de fuego, se rizaban.
Como una serpentina,
tu nombre se alargaba,
y era un puente la firma
sobre un río de brasas
que, silenciosamente,
sin voz, se desplomaba.
Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
Mi corazón ardía
en medio de las llamas,
rodeado de fechas,
¡cenizas de mi alma!
Los abrazos crujían,
los besos se quejaban,
y los dulces "¡te quiero!"
de tinta y de esperanza,
en una pirueta
de fuego, se rizaban.
Como una serpentina,
tu nombre se alargaba,
y era un puente la firma
sobre un río de brasas
que, silenciosamente,
sin voz, se desplomaba.
Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
Rafael de León
Para una mujer, el primer beso es el final del principio; para un hombre, el comienzo del final.
Helen Rowland
El más bello instante del amor, el único que verdaderamente nos embriaga, es este preludio: el beso.
Paul Geraldy
Odio de amor
amarte asi me llevo a odiar muchas cosas de ti
1. Odio que no me quieras como yo ati te quiero
2.Odio que no quieras estar en mis sueños
3.Odio que vivas por otro, cuando yo muero porti
4.Odio tus besos por no ser mios
Odio mi corazon porque te pertenece
amarte asi me llevo a odiar muchas cosas de ti
1. Odio que no me quieras como yo ati te quiero
2.Odio que no quieras estar en mis sueños
3.Odio que vivas por otro, cuando yo muero porti
4.Odio tus besos por no ser mios
Odio mi corazon porque te pertenece
Denny rafael Polanco Damas
estoy en uno de esos días en uno de momentos en los cuales necesito tus besos sabor a alcohol para olvidarte
calmar el dolor y marearme con Tu amor un buen recuerdo a la ves
emborracharme feliz compartiendo contigo
aunk mi corazon fracturado en cada trago se va consumiendo porq me es necesario tu olvido
calmar el dolor y marearme con Tu amor un buen recuerdo a la ves
emborracharme feliz compartiendo contigo
aunk mi corazon fracturado en cada trago se va consumiendo porq me es necesario tu olvido
cesar obregone
receta medica para el Amor:
besos 1000gr
abazos 1000gr
caricias 1500gr
confianza 2000gr
pasion 2000gr
locura 2000gr
razon 100gr
perdon 1000gr
tentacion 1500gr
sinseridad 2000gr
comunicacion 2000gr
esta receta esta bajo el cargo de la sociedad anonima del corazon. Para que todos nuestros pacientes puedan convivir en perfecta salud y sin problemas.
besos 1000gr
abazos 1000gr
caricias 1500gr
confianza 2000gr
pasion 2000gr
locura 2000gr
razon 100gr
perdon 1000gr
tentacion 1500gr
sinseridad 2000gr
comunicacion 2000gr
esta receta esta bajo el cargo de la sociedad anonima del corazon. Para que todos nuestros pacientes puedan convivir en perfecta salud y sin problemas.
Andrea Donoso
Amor Prohibido.
Amor de amantes que prejuzgan por prohibido,
aquel que late de un instante, que vive de un suspiro.
Amor que desafía a la vida por no tener su destino,
amor que en el silencio te extraña, al no tenerte al lado mío.
Amor que fluye en la sangre, que vibra con solo verte,
sabe que tus ojos no me engañan son tus labios los que mienten.
Amor que dilata al presente y consume el futuro inerte,
solo vive porque te ama y muere porque te siente.
Si la vida me regala solo segundos de tus besos,
solo un corto tiempo del destino,
bastara una mirada cómplice del alma,
para unir nuestros cuerpos, en este huracán prohibido.
Cuerpos que sin culpa se sienten libres, sin culpa te siento mía...
sentimiento que nace cuando estas a mi lado,
que vive al fundirte conmigo.
Perdóname por hoy, mi dulce amante,
debo vagar en este mundo a mar abierto,
lejos de tu vida, lejos de tus besos,
solo por amarte y no morir en el deseo.
Prométeme mi fiel amante, que me llevarás en secreto,
me sentirás en tu piel, en tu sangre,
me mantendrás vivo en tu cuerpo.
Solo en la distancia intentaré olvidarte,
por no tenerte por completo,
por no aceptar compartirte,
por desearte a cada momento.
Pero no creas esta mentira,
que solo finge un simple y corto tiempo,
porque tu sabes que te llevo en corazón y alma,
sellada a mi vida, fundida a mi cuerpo.
Amor de amantes que prejuzgan por prohibido,
aquel que late de un instante, que vive de un suspiro.
Amor que desafía a la vida por no tener su destino,
amor que en el silencio te extraña, al no tenerte al lado mío.
Amor que fluye en la sangre, que vibra con solo verte,
sabe que tus ojos no me engañan son tus labios los que mienten.
Amor que dilata al presente y consume el futuro inerte,
solo vive porque te ama y muere porque te siente.
Si la vida me regala solo segundos de tus besos,
solo un corto tiempo del destino,
bastara una mirada cómplice del alma,
para unir nuestros cuerpos, en este huracán prohibido.
Cuerpos que sin culpa se sienten libres, sin culpa te siento mía...
sentimiento que nace cuando estas a mi lado,
que vive al fundirte conmigo.
Perdóname por hoy, mi dulce amante,
debo vagar en este mundo a mar abierto,
lejos de tu vida, lejos de tus besos,
solo por amarte y no morir en el deseo.
Prométeme mi fiel amante, que me llevarás en secreto,
me sentirás en tu piel, en tu sangre,
me mantendrás vivo en tu cuerpo.
Solo en la distancia intentaré olvidarte,
por no tenerte por completo,
por no aceptar compartirte,
por desearte a cada momento.
Pero no creas esta mentira,
que solo finge un simple y corto tiempo,
porque tu sabes que te llevo en corazón y alma,
sellada a mi vida, fundida a mi cuerpo.
Lenad
Una despedida
Tarde que socavó nuestro adiós.
Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un ángel oscuro.
Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda intimidad de los besos.
El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos pasión juntamente, no para nosotros sino para la soledad ya inmediata.
Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia.
Fuimos hasta la verja en esa gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.
Como quien vuelve de un perdido prado yo volví de tu abrazo.
Como quien vuelve de un país de espadas yo volví de tus lágrimas.
Tarde que dura vívida como un sueño
entre las otras tardes.
Después yo fui alcanzando y rebasando
noches y singladuras.
Tarde que socavó nuestro adiós.
Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un ángel oscuro.
Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda intimidad de los besos.
El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos pasión juntamente, no para nosotros sino para la soledad ya inmediata.
Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia.
Fuimos hasta la verja en esa gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.
Como quien vuelve de un perdido prado yo volví de tu abrazo.
Como quien vuelve de un país de espadas yo volví de tus lágrimas.
Tarde que dura vívida como un sueño
entre las otras tardes.
Después yo fui alcanzando y rebasando
noches y singladuras.
Jorge Luis Borges
El amor no es solo besos y abrazos, porque alguien puede amar con todo el corazón sin tocar ni ser tocado
EdgarMx
¿beso? un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superflúas.
Ingrid Bergman
El ruido de un beso no es tan retumbante como el de un cañón, pero su eco dura mucho más.
Oliver Wendell Holmes
Apasionadamente
¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
Gabriel Celaya
TENGO MIEDO...
Tengo miedo, de Quererte, de tenerte, de perderte, de sentir en mi la muerte cuando pasas junto ami...
Tengo miedo, y estoy triste por el beso que me distes, porque mi alma confundistes con tu forma de querer.
Tengo miedo de que seas un sueño que se queme como un leño y en el fuego de mi empeño leño y fuego se pudieran confundir.
Tengo miedo por tu duda, me fatiga estar buscando la palabra que te diga que te quiero, y me obligues tantas veces a llorar.
Tengo miedo, te confieso, y me pierdo en el abismo de tus ojos, tus besos, en ese instante que yo anhelo en el fondo mas sublime de mi triste corazon...
Tengo miedo, de Quererte, de tenerte, de perderte, de sentir en mi la muerte cuando pasas junto ami...
Tengo miedo, y estoy triste por el beso que me distes, porque mi alma confundistes con tu forma de querer.
Tengo miedo de que seas un sueño que se queme como un leño y en el fuego de mi empeño leño y fuego se pudieran confundir.
Tengo miedo por tu duda, me fatiga estar buscando la palabra que te diga que te quiero, y me obligues tantas veces a llorar.
Tengo miedo, te confieso, y me pierdo en el abismo de tus ojos, tus besos, en ese instante que yo anhelo en el fondo mas sublime de mi triste corazon...
Pablo Neruda
Insinuación
Oh, ven, ven, ¿a qué esperas?
Los árboles te llaman
agitando sus miembros infinitos.
La tierra abre sedienta
la boca, y modifica
la incómoda postura de sus muslos.
Sus párpados entoldan los tejados.
Alborotan los niños de la escuela.
Se hace más tersa y suave
la mejilla frutal de las mujeres.
Y acarician mi frente anubarrada,
barriéndola de duros pensamientos
los plumeros de seda de la brisa.
Oh, ven pronto
a adormecer -silencio- nuestros sueños,
contándoles tu historia sin sentido,
tan casta y voluptuosa,
toda de besos mudos
y calladas sorpresas.
Oh, ven, ven, ¿a qué esperas?
Los árboles te llaman
agitando sus miembros infinitos.
La tierra abre sedienta
la boca, y modifica
la incómoda postura de sus muslos.
Sus párpados entoldan los tejados.
Alborotan los niños de la escuela.
Se hace más tersa y suave
la mejilla frutal de las mujeres.
Y acarician mi frente anubarrada,
barriéndola de duros pensamientos
los plumeros de seda de la brisa.
Oh, ven pronto
a adormecer -silencio- nuestros sueños,
contándoles tu historia sin sentido,
tan casta y voluptuosa,
toda de besos mudos
y calladas sorpresas.
Gerardo Diego
ÉL........
Tanto he padecido el crudo frio de mi decepción,
que al no tenerte, mi mente inventa la imagen vana de mis sueños, siluetas de un hombre, que sin duda alguna se convierte en el ser ideal de mis pensamientos,
lo describo tan real, tan atractivo, que trato de tocarlo, acariciarlo y desquitar en él, todo lo que mi cuerpo y mi alma ha guardado anciosamente.
Es mas que simples caricias, besos, abrazos,
Es mas que un simple cariño .... Es entregarle todos mis sentimientos .... MI VIDA....
Al intertar tocarlo se desvanece como en mis sueños, primero algo muy real y después nada...
Despierto y una vez mas procuro buscar aquello que me hace suspirar, lo busco a ÉL ....
Es el hombre que sin duda ha hecho brincar, gritar, llorar, reir, cantar a mi corazón.
No me importa lo que tenga que vivir, ó por lo que tenga que pasar, y si este es el costo de lo bien vivido, lo pagare con resignación al saber que te he perdido...
Este es mi rosario de nostalgia y sin duda alguna: de que ÉL... espero se acuerde de MÍ
Tanto he padecido el crudo frio de mi decepción,
que al no tenerte, mi mente inventa la imagen vana de mis sueños, siluetas de un hombre, que sin duda alguna se convierte en el ser ideal de mis pensamientos,
lo describo tan real, tan atractivo, que trato de tocarlo, acariciarlo y desquitar en él, todo lo que mi cuerpo y mi alma ha guardado anciosamente.
Es mas que simples caricias, besos, abrazos,
Es mas que un simple cariño .... Es entregarle todos mis sentimientos .... MI VIDA....
Al intertar tocarlo se desvanece como en mis sueños, primero algo muy real y después nada...
Despierto y una vez mas procuro buscar aquello que me hace suspirar, lo busco a ÉL ....
Es el hombre que sin duda ha hecho brincar, gritar, llorar, reir, cantar a mi corazón.
No me importa lo que tenga que vivir, ó por lo que tenga que pasar, y si este es el costo de lo bien vivido, lo pagare con resignación al saber que te he perdido...
Este es mi rosario de nostalgia y sin duda alguna: de que ÉL... espero se acuerde de MÍ
SONIA RIVERA SUAREZ
Deseo
Solo tu corazón caliente,
y nada más.
Mi paraíso un campo
sin ruiseñor
ni liras,
con un río discreto
y una fuentecilla.
Sin la espuela del viento
sobre la fronda,
ni la estrella que quiere
ser hoja.
Una enorme luz
que fuera
luciérnaga
de otra,
en un campo
de miradas rotas.
Un reposo claro
y allí nuestros besos,
lunares sonoros
del eco,
se abrirían muy lejos.
Y tu corazón caliente,
nada más.
Solo tu corazón caliente,
y nada más.
Mi paraíso un campo
sin ruiseñor
ni liras,
con un río discreto
y una fuentecilla.
Sin la espuela del viento
sobre la fronda,
ni la estrella que quiere
ser hoja.
Una enorme luz
que fuera
luciérnaga
de otra,
en un campo
de miradas rotas.
Un reposo claro
y allí nuestros besos,
lunares sonoros
del eco,
se abrirían muy lejos.
Y tu corazón caliente,
nada más.
Federico GarcÃa Lorca