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Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece

Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. Encuentra docenas de cada pueblo tiene los gobernantes que se merece con fotos para copiar y compartir.


Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.




Cada pueblo tiene la televisión que merece.


Gustavo Bueno




Eso de que cada pueblo tiene el Gobierno que se merece es un error, porque no existe el pueblo como tal, sino sólo individuos sueltos que se reunen y suman a la hora de votar, pero eso no significa que todos piensen igual o que la opinión mayoritaria sea la siempre aceptada siguiendo la famosa regla de dónde va Vicente.


Federico Jiménez Losantos


La ley es la seguridad del pueblo, la seguridad de cada uno de los gobernados y la seguridad de cada uno de los gobernantes.


Edmund Burke


Cada pueblo tiene la ingenua convicción de ser la mejor ocurrencia de dios.


Theodor Heuss


Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el descernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.


Alexander Hamilton




Opino que a los cincuenta, cada uno tiene la cara que se merece.


George Orwell


Cada sociedad tiene el tipo de criminal que se merece


Robert Kennedy


Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta


John Lennon




Tienen altas pretensiones de genio, de gloria. Distinguidos, elegantes, sensuales, codiciosos, vanidosos, ávidos de elogios y recompensas, pertenecen a quien los halaga y les paga y son más los auxiliares de la corrupción que de la regeneración[?] a pesar de la riqueza de su imaginación y el lujo de su facundia, a pesar de su colosal vanidad, no están en condiciones de responder por sí mismos y de justificar sus obras[?] El artista está aislado, su pensamiento es solitario[?] no tiene fe ni principios; está librado al ateísmo de sus sentimientos y a la anarquía de sus ideas. No sabe por dónde ganarse al público; es una confusión en la que nadie se conoce y donde cada uno tira para su lado ¿Cómo podrían producir obras populares, ellos que nada saben del alma del pueblo?.


Pierre Joseph Proudhon


Cada cual tiene el diablo que se merece.


Arturo Pérez-Reverte


Este mismo acto de asociación convierte al instante la persona particular de cada contratante en un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como voces tiene la asamblea; cuyo cuerpo recibe del mismo acto su unidad, su ser común, su vida y su voluntad. Esta persona pública, que se constituye como producto de la unión de todas las otras, recibía antiguamente el nombre de Civitas (4), y ahora el de República o de Cuerpo Político, denominándosela Estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo, y potencia cuando es comparada con sus semejantes. En cuanto a los asociados, éstos toman colectivamente el nombre de pueblo y en particular se llaman ciudadanos, como partícipes de la autoridad soberana, y súbditos, por estar sometidos a las leyes del Estado. Pero estos términos se confunden a menudo y se toma el uno por el otro. Basta que sepamos distinguirlos cuando se usan en toda su precisión." El Contrato Social - Capítulo V


Jean-Jacques Rousseau


La revolución, señores, era inevitable desde que todos los resortes constitucionales, todos los medios de reparación, que constituyen los derechos y las libertades del pueblo, habían sido aniquilados y desconocidos por sus gobernantes.


Leandro Alem




El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo


V De Vendetta


Un pueblo solo podría ser libre si los gobernados fuesen todos sabios y los gobernantes todos dioses


Marlene Dietrich


Lograr un cambio de actitud, tanto dentro como fuera del país, de la imagen de los dominicanos, algo por lo que he luchado toda mi vida. Y que nuestros representantes no sean políticos mafiosos que cada cierto tiempo se confabulan para engañar al pueblo.


Luis Días


Llevo días tratando de averiguar qué soy. Es decir, la mayoría de las veces, sé quien soy, de donde vengo y voy, no como Juanga; no obstante, descubrí que en el diccionario no existe un adjetivo que englobe a las mujeres o a los hombres que llevan un estilo de vida similar al mío: el del caballero que dejó el cuento de “se casaron y fueron felices para siempre”, y se cambió a la película de “y se divorció y fue feliz día a día”. Llevo años ejerciendo ese lifestyle ante el escándalo de mi madre, mis tías y mis vecinas, que cada vez que me ven les apetece agarrarme a zapes con una Biblia.

Esta inquietud me surgió durante una reunión en la que mi amigo Arnoldo Jiménez Cazares y yo tuvimos una charla a calzón quitado –metafóricamente hablando– con nuestro amigo Javier Herrera. Bárbara Berenice - Raúl Pimentel Maldonado- ¡es una gran mujer!, y aunque nos conocimos en un contexto patético –las dos casadas con miembros honorarios del sitio soydehueva.com– nuestras similitudes sobrevivieron a las respectivas rupturas, y a cambio obtuvimos nuestra amistad mutua y la de Javier, quien también formaba parte del club pero por suerte se emancipó. Bárbara y yo siempre pensamos que, no obstante que Arnoldo es un tipazo, en el fondo de su corazón reina Pepe el Toro. Y aquel sábado, entre trago y trago nos sinceramos con Arnoldo.

¡Uy!, el muchacho ofendióse que no vean. “¿Cómo se les ocurre que yo puedo juzgar a mujeres como ustedes?, no soy tan mocho, ni tan macho como creen”. Bárbara y yo intercambiamos sospechosas miradas. “Rey, lo dices porque nos quieres, pero a ver, en mi caso (porque Bárbara tiene novio y no anda como yo, recorriendo la ruta de la soltería), si no existiera entre nosotros este lazo amistoso, opinarías que no soy más que una cuatro-letras porque salgo con quien quiero”, argumenté. Al Mike se le desorbitaron los ojos. “No digas eso, mi Violet. Primero porque sé que te sabes dar a respetar y que ha crecido con méritos propios. Tú no eres ni remotamente una cuatro-letras”.
Bárbara dio un trago de tequila y opinó: “Es muy bueno el cebollazo y tienes razón, Mike pero entonces ¿Qué es Violetta en este momento de su vida?, ¿cómo la definirías? ¿Golfa, casquivana, mujer fácil, de moral relajada?”.

“¡Gracias, comadre!, no me ayudes…”, repliqué casiofendida. Pero entonces, Bárbara nos dijo una teoría muy cierta: así como hay un término Casanova o Playboy para el género masculino, no existe una palabra para las mujeres que disfrutan de las relaciones furtivas sin esperar después de cada noche un anillo de compromiso, casa, coche y membresía del Costco. Qué curioso, ¿no? Pensar que habrá quien me tache de una mujer que vende medias horas de placer, cuando en realidad, he tenido horas completas y jamás he cobrado un centavo (¡qué tonta!, ya hubiera liquidado al centurión).

Miguel nos dijo que de acuerdo con su criterio, una mujer merece ser respetada por muchas cosas más que por el número de hombres con los que ha estado. Así se oye muy lindo, pero lo cierto es que no existe el concepto.
Tampoco es que me preocupe mucho lo que digan de mí. Es decir: me valgo por mí misma, me proveo de lo que quiero y eso sí, me divierto de vez en cuando con uno que otro caballero sin esperar nada a cambio y mucho menos pensando en ponerme en papel de víctima o pero, enamorarme (aunque se ha dado el caso, of course). Soy yo quien decide cuándo y con quién estar. ¿Eso me hace una casquivana? Avísenme, para ir al sindicato a cobrar las regalías.

Ojo: no tengo nada en contra de aquellas personas que viven de vender su cuerpo. Pero a título personal, no acostumbro mezclar negocios con placer. Por lo tanto, pensaré en una palabra que defina mi modus operandi. Así, si mis vecinas me moquetean con una Biblia, yo las moqueteo con el Diccionario y les aclaro que, cuatro-letras, no soy.


RAFAEL MICHEL


" mi amiga"
14/03/09
ME ESCONDO DETRAS DE LAS VENTANAS ABIERTAS,
TE GUIÑO EL OJO
MIENTRAS ME MIRAS CON DESPRECIO
TE ADORO MIENTRAS BALBUCEAS TU MIEDO

SI SOY ESA TU AMIGA DE MEDIO TIEMPO
LA QUE SOLO MIRAS CUANDO
NADIE TE VE
O CUANDO TODOS TE OLVIDAN
SOY LA QUE ESPERA
SOY LA QUE OLVIDA

SI SOY ESA QUE NO TE NECESITA
NI AUN CUANDO EL MIEDO Y LA ANGUSTIA LA DESTRUYA
SOY LA QUE NO MERECE LLORAR
SOY LA QUE TIENE LA CULPA

SI SOY TU AMIGA ESA DE ESCONDIDAS
LA QUE NO MERECE QUE LA SALUDES POR LAS MAÑANAS
ESA QUE IGNORAS
A ESA QUE LE HECHAS TIERRA CUANDO
LAS DEMAS LA MADURAN

SOY LA QUE CADA DIA TE OLVIDA
POR QUE HA ENCONTRADO LA AMISTAD
EN OTRO LADO
SOY LA QUE AHORA TE DEJA A UN LADO


fyaal


Hago un llamado respetuoso a mi querido presidente, EVO MORALES, para que con prudencia inicie un acercamiento verdadero hacia los países de habla inglesa; que tome asesores en ese idioma para que le ayuden, ya que el IMPERIO INGLÉS ha sido siempre mejor y más civilizado que el IMPERIO ESPAÑOL. Toda la historia es testigo del pernicioso e inmoral carácter español; razón por la que al presente me encuentro en una lucha para que sean abolidas las engañosas y perversas prácticas taurinas. MUERA LA TAUROMAQUIA. Falsos valores españoles defienden una corrupta tradición, que únicamente enseña más maldad, engaño, crueldad y tortura hacia los animales, etc; por lo que no es una cultura sana, correcta, ni recta, que nos pudiera llevar hacia el buen entendimiento entre las criaturas de la Tierra y encima hasta la fecha, ese lastre moral nos es transmitido a la fuerza por ellos; en un afán por convertirnos y pervertirnos a su “supuesta y honesta integridad”, la cual no existe en lo absoluto, especialmente si no cambian sus costumbres perversas.
Es por eso que escribo, para que no nos perdamos en la iniquidad y combatamos juntos a favor de las enseñanzas sagradas de nuestro Señor Jesucristo, bendito salvador, que con su palabra claramente nos enseña las buenas costumbres, maneras de gobernar y con justicia.
Las personas de habla inglesa, que no se han contaminado con la falsa “cultura taurina”, tienen la integridad necesaria para que estrechemos lazos de amistad con ellos; la historia nos demuestra sus buenos valores, que son al igual que los nuestros, y nos enseña a través de inteligente literatura, que no tiene discriminación de razas, como se comportan los verdaderos caballeros que no necesitan ir en contra de los animales, que Dios en su infinita bondad nos ha entregado a nuestro cuidado.
Defendamos, pues, siempre la VERDAD y, rechacemos todo lo malo, incluso de los que nos enseñaron el idioma que hoy hablamos hacia el mundo. No vaya a ser que por ellos nos perdamos nosotros, que somos mejores que ellos.
Seamos verdaderos cristianos unidos en contra de las indulgencias y complacencias de un Rey corrupto, que no entiende ni respeta nada, por lo que inclusive ahora nos ha quitado la transmisión de los canales de cable ESPN, injustamente y para impedirnos disfrutar del Campeonato de Tenis Internacional de Australia, uno de los cuatro Gran Slam. Verdadero deporte inglés, el cual yo personalmente disfruto mucho de ver y que ahora no podemos, por culpa de ignorantes saboteadores españoles que nos siguen dominando sobre qué podemos o no podemos ver en televisión; incansables por confudir al mundo en su mandato a difundir su inmoralidad, la horrorosa TAUROMAQUIA (que solo quiere decir una indigna manera de matar toros, por engaño de perversos y ocasionándoles toda clase de crueldad, dolor y tortura, MIENTRAS LOS TAURINOS DICEN OLÉ AL VER ESE MARTIRIO, SACANDO FOTOS DE LA TORTURA Y DE ESA TRADICIÓN ANTICRISTIANA, que demuestra las bajas pasiones de esos hombres incultos y la perversión de supuestas cabezas de Estado. Además de ser un CRIMEN CONTRA LA DIGNIDAD DE LOS TOROS, DE TODOS LOS ANIMALES Y DE LA HUMANIDAD EN SU CONJUNTO, por si acaso).
No vaya a ser que no podamos demostrarles a las autoridades españolas taurinas, que nosotros somos mucho mejores que ellos y que, entre nosotros existen verdaderos cristianos, TEMEROSOS DE DIOS. Es por eso muy importante que, debamos tratar de confraternizar con toda la gente buena e inteligente del mundo, de una manera más amplia, puesto que ellos odian también a los ignorantes y malvados mentirosos que, por más que tengan todo el poder y el dinero actualmente, no demuestran tener la capacidad necesaria para gobernar y por tanto, ellos también como nosotros quieren otro tipo de gobierno sobre la tierra, un gobierno de Dios, justo y verde, que respete siempre su Palabra y también, como el que usted predica, un universo defendiendo a la PACHAMAMA. Hago este llamado para defender nuestra integridad hacia el mundo.
Dios lo ilumine siempre señor Presidente Evo Morales y lo bendiga, yo le deseo todo lo mejor, especialmente en cuanto a las relaciones internacionales que son tan importantes, puesto que hay muchos que pueden ayudarnos pero que hablan un idioma diferente, pero que, insisto eso no es inconveniente alguno ni las hace diferentes en su corazón cristiano, ya que debemos salvar este mundo de su inminente extinción y sobretodo, para poder salvar también nuestras almas ante el Divino.
El día que yo vi a Sevilla por Internet me dije a mi misma: He aquí la tierra de Satanás, llena de hombres vanos y necios, no tiene vegetación alguna y encima, está teñida de rojo por la sangre derramada de animales inocentes, solo para complacer la perfidia de gobernantes que han demostrado ser incompetentes e ineptos para guiar a su pueblo.
El honor verdadero es muy preciado entre los hombres, puesto que no está a la venta para los poderosos, ni se alquila, ni se vende, tampoco se lo puede lavar.
El verdadero socialismo no es exclusivo de Rusia y el comunismo, ya que ha sido también implementada con éxito en los grandes países de habla inglesa, como el Reino Unido, que también tiene verdadera cultura que edifica a los seres humanos. Gracias.
xoxo


Mariela7


El pueblo y cada ser humano es aparte de impresindible, incomprensible! Si es porque no le das, es xq eres egoista , y si le das!, no se conforma y exige aun mas!! Existira alguna balanza para que el humano este conforme ? Si! Apreciar y valorar siendo feliz con lo que se tiene !


Jose Bernardo La Greca


PARA ARISTÓTELES la amistad era "lo más necesario para la vida", y nosotros, cuando oímos decir que "un amigo es un tesoro" o que "donde está tu amigo está tu tesoro", nos damos cuenta de que esas palabras resuenan como un aldabonazo en nuestro interior. No nos dejan indiferentes, porque todos sabemos o intuimos qué clase de tesoro puede llegar a ser una amistad.

A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida, experiencias, tiempo, conversación... Nos gustan los amigos y nos parecen muy importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un valor muy especial. Junto con la família y el trabajo, es algo que nos parece que merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos en la vida: para no estar solos -a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente-, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad. Como escribió Aristóteles, "sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes".

Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o solo algo "satisfactorio". Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un modo de vivir.

LA AMISTAD COMO REGALO
Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: estas no van a ser solo para nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo: lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es solo lo que cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso "es tuyo", "eres tú".

Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante los momentos meramente descriptivos de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de lo que había ocurrido en el verano. Los momentos verdaderos son aquellos en las que los acontecimientos del lunes o del viernes se describen como cosas que me pasan y no solo como cosas que van pasando a mi lado. Lo interesante y lo que me hace disfrutar era ver cómo esas cosas se viven desde dentro de mis amigos.
El grado de amistad con los amigos puede distinguirse precisamente por eso. Por si los momentos estaban llenos de preguntas convencionales y frases que se repetían del mismo modo en todas los demás momentos o si e ellos te dejas llevar, trayendo a colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti mismo, pero bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos es descubrir el mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.

La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena.

La amistad es un don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe.

Esa comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese vivir y ser sin dar explicaciones porque estas no son necesarias para nuestro mutuo entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la calificaran como regalo de los dioses.

Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero, en el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a "merecer". Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene).

Pero no se puede decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo, todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si fueras tú quien lo hiciera; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.

MIRAR A LAS PERSONAS
Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y aportarse mutuo. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se ha creado.

Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico, a un "alma gemela"; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad y su alteridad. Y por eso hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo distinto siempre nos enriquece.

Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: "A través de él, los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan.

Se podría decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse" (Marias). La acción de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para que pueda surgir amistad entre dos personas para tener amigos hay que saber mirar.

En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que "había encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (...) era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas". En mi respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso: la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a lo más hondo de la realidad.

La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable, y es que exige por nuestra parte contemplación. Ante las cosas bellas no basta pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con detenimiento, con miramiento. Con ellas hay que andarse con contemplaciones. Y contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas tal como son, "dejando" que sean así.

La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que "el mundo está lleno de tesoros sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes". Yo he pensado muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.
Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí. Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.

A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona de acceso prohibido o de "reservado".

Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo cerrar un buen trato con este cliente...). Para mirar hay que perder el miedo a "pasar tiempo" sin haber sido ""eficaces"".

Todos hemos conocido a personas que provocan que los que están a su lado den lo mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran -parafraseando a Salinas- "sacar de sí su mejor yo". Es así porque son personas que saben mirar, y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las personas. Esa llave de la confianza que uno entrega solo cuando va a saberse visto, aceptado y querido por sí mismo.

LA MORADA DEL YO
Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o solo rozar su periferia, exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y activa, mirada abierta y receptiva. Solo cuando una persona percibe ese clima de confianza a su alrededor es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a través de esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda persona esconde. La intimidad, la interioridad, es siempre luminosa en el sentido de iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos y que hace que quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.

Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio indiferente o superficial.

Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones, miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal forma, que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de piruetas su salón, compuesto una melodía o garabateado un poema, historia o carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía más apoyos para ser sostenido, para ser vivido).

Sin embargo, no dejaban de ser nuestros: los demás solo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final y solo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello. Pero, de repente, hemos encontrado a alguien que ha provocado que primero quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra... Luego le hemos pasado al interior de la casa y -poco a poco- le hemos encendido todas las luces que había en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar o habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el rincón de los miedos, ese sí, está a oscuras porque nos parece que la luz acabará por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de pensamientos, de párrafos incluso, y hasta de alguna página escrita. Pero sobre todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur... Hay también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento, si es de noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.

Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es más: deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella. No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos; no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas porque . también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas.

Esas personas son los amigos, el amigo aquel con quien me atrevo a ser yo misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira, con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para arrancarme de mi lugar. Y sabiendo que -como escribió alguien- "comprende esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal". Eso es un amigo.


Diego Torrente


Toda sociedad tiene el tipo de criminal que merece. Lo que es igualmente cierto es que cada comunidad tiene el tipo de aplicación de la ley insiste en.


Robert Kennedy


Creo que el pueblo estadounidense tiene un miedo real y justificado de la intrusión del gobierno en lo que ellos saben por instinto va a ser un mundo cada vez más intrusivos.


Joe Biden


Ser vegano es bastante fácil en estos días, ya que casi cada pueblo y ciudad tiene tiendas naturistas y restaurantes para vegetarianos.


Moby


No importa dónde se encuentran y cómo se dibujan las fronteras de un país. Nadie consigue una ganancia material especial para expandir el territorio del estado en que vive; nadie sufre pérdidas si una parte de esta área se separada del Estado. También es irrelevante si todas las partes del territorio de un Estado están relacionadas o si están geográficamente separadas por un pedazo de tierra que pertenece a otro estado. No hay ninguna importancia económica si un país tiene, o no, costa marítima. En un mundo así, la gente de cada pueblo o distrito podrían decidir por plebiscito a qué Estado quieren pertenecer.



Ludwig von Mises


Colombia, la gente decente, que somos más, no se merece el Congreso que tiene, no se merece los dirigentes que tiene, no se merece el Presidente que tiene, para quienes su principal objetivo era fortalecer un proyecto económico y político, excluyente, criminal, mafioso, solapado en una estrategia antisubversiva, que generó apoyo popular, pero que cada día se devela la realidad de una clase política que permitió la toma del poder por parte de la mafia.


Piedad Córdoba




Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.


Gabriel García Márquez


A cada cual lo que se merece.


Ulpiano


La libertad solo reside en los estados en los que el pueblo tiene el poder supremo.


Cicerón


Cada hombre tiene que inventar su camino.


Tomás de Aquino


Cada hombre tiene su precio.


Robert Louis Stevenson


Cuando transcurre el tiempo cada cosa tiene su momento. Nuevas cosas acontecen mientras las cosas anteriores envejecen.


Robert Fripp


Pueden reconocer un millón de veces al llamado Consejo Nacional de Transición, eso no tiene alcance alguno para el pueblo libio que va a pisotear vuestras decisiones.


Muamar el Gadafi


El pueblo que no lucha por su Derecho, no merece tenerlo (1874).


Rudolf von Jhering


Dios ha dado a cada pueblo un profeta en su propia lengua


Marco Aurelio


Cada quien es como es, y ya bastante desgracia tiene


José Luis Coll


A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de rojos porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada. (Declaraciones tras su vuelta de Europa).


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La deslealtad lo marca a uno como siendo menos que el polvo de la tierra, y trae además el desprecio que se merece. La falta de lealtad es una de las mayores causas del fracaso de cada camino de la vida.


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El poder tiene espinas, pero para algunos gobernantes es sabroso, con todo y ellas, como las sardinas


Ignacio Manuel Altamirano