Caida
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La moda es un paradójico fenómeno social: su éxito anuncia ya su caÃda; su consagración, sus funerales.
Lofficier
Son santos los que luchan hasta el final de su vida: los que siempre se saben levantar después de cada tropiezo, de cada caÃda, para proseguir valientemente el camino con humildad, con amor, con esperanza.
JosemarÃÂa Escrivá de Balaguer
La caÃda de un gran hombre está siempre en relación con la altura a la que ha llegado
Honoré de Balzac
Y que desde entonces no habÃa hecho otra cosa sino caer, una de esas caÃdas interminables y mexicanas, es decir una caÃda pespunteada de tanto en tanto por una risa en sordina, por un disparo en sordina, por un quejido en sordina. ¿Una caÃda mexicana? En realidad, una caÃda latinoamericana.
Roberto Bolaño
Cuando la hoja del bosque cae sobre los prados, cuando el viento nocturno la arrebata a los valles, yo quisiera también ser esa hoja caÃda: ¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!
Alphonse de Lamartine
El vértigo es algo diferente del miedo a la caÃda. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.
Milan Kundera
¡Qué prodigiosa memoria! -No diga usted memoria; diga usted años. Cuando uno va de capa caÃda, se entretiene en ajustar estas tristes cuentas, en comparar vejeces...
Benito Pérez Galdós
Hay muchÃsimas mujeres que piensan que con tal de no llegar hasta el fin con un amante, pueden al menos permitirse, sin ofender a su esposo, un cierto comercio de galanterÃa, y a menudo esta forma de ver las cosas tiene consecuencias más peligrosas que si su caÃda hubiera sido completa.
Marqués de Sade
No se puede entrar en pánico cuando se mira la caÃda del mercado de valores o se congelarán como un ciervo delante de unos faros. Lo único que puedes hacer es todo lo que puedes hacer
Larry Ellison
Cuando Newton vio caer una manzana encontró asombro en su contemplación. Esto, dijo, es un modo de demostrar que la Tierra gira en redondo en una trayectoria de lo más natural, llamada gravitación. Fue el único mortal que pudo aprender, desde Adán, con la caÃda de una manzana
Lord Byron
Cuanto más alta se alza la estatua, tanto más duro y peligroso es después el golpe en la caÃda.
JosemarÃÂa Escrivá de Balaguer
Quién pudiera ostentar, como una brida, el arco iris sin par de tu mirada desde tu luz a mi negror caÃda
Antonio Gala
Al dÃa siguiente no se veÃan. Las parejas se encerraban en casa, haciendo dietas, mareados, abusando de cafés y pastillas efervescentes. No salÃan hasta caÃda la noche, iban a comer a un snack bar caro un steak sin guarnición. Tomaban decisiones drásticas: no fumarÃan más, no beberÃan más, no derrocharÃan más dinero. Se sentÃan vacÃos y estúpidos y, en el recuerdo que conservaban de su memorable borrachera, se mezclaba siempre cierta nostalgia, un nerviosismo incierto, un sentimiento ambiguo, como si el impulso mismo que los habÃa llevado a beber no hubiese hecho más que avivar su incomprensión más fundamental, una irritación más insistente, una contradicción más cerrada a la que no podÃan sustraerse
Georges Perec
¿Qué quiere decir felices por siempre jamás, después de todo, sino una caÃda en lo ordinario, en la debilidad humana, acumulando desesperación, una caÃda de muerte?
Robert Coover
Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caÃda. Su mano se abrió y las fotografÃas se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Florencia Bonelli
-Yo hallé siempre más bella la majestad caÃda que sentada en el trono.
Ramón MarÃÂa del Valle-Inclán
La zorra y el espino Una zorra saltaba sobre unos montÃculos, y estuvo de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caÃda, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producÃan, le dijo al espino -- ¡ Acudà a ti por tu ayuda, y más bien me has herido.! A lo que respondió el espino: -- ¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mÃ, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción! Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.
Esopo
«Eramos dos navÃos mal iluminados en la noche?» ?cité.
?? «que pasaban al lado sin verse el uno al otro» ?terminó Denna.
?La caÃda de Felward ?dije con algo que rayaba el respeto?. No hay mucha gente que conozca esa obra.
?Yo no soy mucha gente ?replicó ella.
?No lo olvidaré. ?Incliné la cabeza con exagerada deferencia, y Denna dio un bufido burlón. [... ]
?? «que pasaban al lado sin verse el uno al otro» ?terminó Denna.
?La caÃda de Felward ?dije con algo que rayaba el respeto?. No hay mucha gente que conozca esa obra.
?Yo no soy mucha gente ?replicó ella.
?No lo olvidaré. ?Incliné la cabeza con exagerada deferencia, y Denna dio un bufido burlón. [... ]
Patrick Rothfuss
Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenÃa que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caÃda interminable en la inmovilidad
Julio Cortázar
Cuando sostenemos el cuerpo de un amigo que cuelga sobre el abismo y que amenaza con arrastrarnos con su caÃda, ¿es accidente o es traición el momento en que flaquea nuestra fuerza?
William Ospina
En este momento histórico decisivo, en el que la sociedad capitalista llega a su punto máximo de inflexión e inicia su vertiginosa e irreversible decadencia, la nueva clase ascedente, las clases trabajadoras, aún habiendo triunfado en el plano polÃtico deben tener el poder suficiente para disuadir o persuadir a la clase social que pierde el control del poder polÃtico o del poder económico, que la ruptura por su parte de las reglas del juego democrático, intentando la involución, sólo conducirÃa a precipitar su caÃda.
Felipe González
Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caÃda. Su mano se abrió y las fotografÃas se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Florencia Bonelli
Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caÃda. Su mano se abrió y las fotografÃas se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mÃ...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mÃ, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.
Florencia Bonelli
Absoluto Amor
Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caÃda y amanecer perfecto.
Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.
Gota de anÃs en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.
Te miro asÃ
como mirarÃan las violetas una mañana
ahogada en un rocÃo de recuerdos.
Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.
Asà lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caÃda y amanecer perfecto.
Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.
Gota de anÃs en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.
Te miro asÃ
como mirarÃan las violetas una mañana
ahogada en un rocÃo de recuerdos.
Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.
Asà lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
EfraÃÂn Huerta
El verdadero amigo está en tu caÃda antes de que tu toques el suelo: siempre.
Pedro Pantoja Santiago
Mujer En Camisa
Te amo asÃ, sentada,
con los senos cortados y clavados en el filo,
como una transparencia,
del espaldar de la butaca rosa,
con media cara en ángulo,
el cabello entubado de colores,
la camisa caÃda
bajo el atornillado botón saliente del ombligo,
y las piernas,
las piernas confundidas con las patas
que sostienen tu cuerpo
en apariencia dislocado,
adherido al journal que espera la lectura.
Divinamente ancha, precisa, aunque dispersa,
la belleza real
que uno quisiera componer cada noche.
Te amo asÃ, sentada,
con los senos cortados y clavados en el filo,
como una transparencia,
del espaldar de la butaca rosa,
con media cara en ángulo,
el cabello entubado de colores,
la camisa caÃda
bajo el atornillado botón saliente del ombligo,
y las piernas,
las piernas confundidas con las patas
que sostienen tu cuerpo
en apariencia dislocado,
adherido al journal que espera la lectura.
Divinamente ancha, precisa, aunque dispersa,
la belleza real
que uno quisiera componer cada noche.
Rafael Alberti
Pañuelos
En un golpe de aire los papeles
han salido volando, y esparcen por el suelo
su forma de blancura.
Campo seco, sembrado
de rectángulos tersos,
limpias lenguas de sombra.
-Mis pañuelos son otros. De batista y de lino,
descansan sobre el pasto -sus vainicas aladas-
y a mis manos reciben
su perfección de agua.
Escritura caÃda.
Pañuelos
y pañuelos,
vida mÃa, palabra.
De Del color de los rÃos, EsquÃo, El Ferrol 2000
En un golpe de aire los papeles
han salido volando, y esparcen por el suelo
su forma de blancura.
Campo seco, sembrado
de rectángulos tersos,
limpias lenguas de sombra.
-Mis pañuelos son otros. De batista y de lino,
descansan sobre el pasto -sus vainicas aladas-
y a mis manos reciben
su perfección de agua.
Escritura caÃda.
Pañuelos
y pañuelos,
vida mÃa, palabra.
De Del color de los rÃos, EsquÃo, El Ferrol 2000
Juana Castro