Capitanes
Capitanes. Encuentra docenas de capitanes con fotos para copiar y compartir.
Ya no existe el mayor peligro de los viajes maritimos: Los capitanes ya no pueden celebrar matrimonios entre los pasajeros.
J Harrison
Solo habrá tranquilidad en Europa cuando haya un solo jefe, un solo emperador que tenga por oficiales a los reyes y distribuya los reinos a sus capitanes
Marlene Dietrich
No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta
Vincent van Gogh
Todos somos capitanes y la diferencia está solo en el barco en que vamos sobre las aguas del mar.
León Felipe
En los más ilustres y gloriosos capitanes y emperadores del mundo, el estudio y la guerra han conservado la vecindad, y la arte militar se ha confederado con la lección. No ha desdeñado en tales ánimos la espada a la pluma. Docto símbolo de esta verdad es la saeta: con la pluma vuela el hierro que ha de herir.
Francisco De Quevedo
Dormidos están tus pastores, ¡Oh rey de Asur! Duermen también tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y no hay quien los reúna. ¡No hay remedio para tu herida, tu llaga es incurable! Todos los que oyen aplaudan por tu ruina; pues, ¿sobre quién no pesó, constantemente tu crueldad?
Sagradas Escrituras
Creo que un capitán es alguien que capitanes en el campo de cricket, pero la mayor parte del liderazgo que sucede está fuera del campo de cricket. Es muy fácil para la gente del capitán en el campo de cricket, pero si usted puede comenzar a llevarlos fuera del campo de cricket, y mostrarles que la confianza, lo que tiene en ellos.
Gautam Gambhir
Pregunta: ¿Por qué somos dueños de nuestro destino, los capitanes de nuestras almas? Debido a que tenemos el poder de controlar nuestros pensamientos, nuestras actitudes. Es por eso que muchas personas viven en el mundo negativo fulminante. Es por eso que muchas personas viven en el mundo de la fe positiva.
Alfred A. Montapert
-Soy el capitán. Si este barco se hunde, me voy abajo con él. (Tyrion Lannister)
-Estoy seguro que muchos capitanes dijeron lo mismo cuando el barco estaba a flote. (Varys)
-Estoy seguro que muchos capitanes dijeron lo mismo cuando el barco estaba a flote. (Varys)
Juego de Tronos
La clase de gimnasia fue, por supuesto, donde los más fuertes, más guapos chicos se hicieron capitanes y escogieron nos spazzes pasado. Más importante aún, era el lugar donde las figuras de supuesta autoridad que les permitió hacerlo. Olvida el trabajo de nuestros padres hicieron moldear nuestras mentes y valores. Todo se vino abajo tan pronto como nos pusimos los trajes de gimnasia poliéster granate.
Ayelet Waldman
la admiración por el Padre, símbolo de lo cerrado y agresivo, capaz de chingar y abrir, se transparenta en una expresión que empleamos cuando queremos imponer a otro nuestra superioridad: "Yo soy tu padre" [?] No es el fundador de un pueblo; no es el patriarca que ejerce la patria protestad; no es rey, juez, jefe de clan. Es el poder, aislado en su misma potencia, sin relación ni compromiso con el mundo exterior. Es la incomunicación pura, la soledad que se devora a sí misma y devora lo que toca. No pertenece a nuestro mundo; no es de nuestra ciudad; no vive en nuestro barrio. Viene de lejos, está lejos siempre. Es el extraño. Es imposible no advertir la semejanza que guarda la figura del "macho" con la del conquistador español. Ése es el modelo ?más mítico que real? que rige las representaciones que el pueblo mexicano se ha hecho de los poderosos: caciques, señores feudales, hacendados, políticos, generales, capitanes de industria. Todos ellos son "machos, "chingones".
Octavio Paz
Vuestras reuniones han sido presididas por coroneles, capitanes, sargentos y demás, pero es la primera vez que vuestro chairman es un humilde soldado de segunda clase. Yo siempre fui humilde en el regimiento; jamás discutí una orden de un sargento o de un cabo; respecto a los oficiales, no recuerdo haber recibido nunca una orden directa de ellos.
La humildad acarreaba grandes ventajas. No era necesario pensar, bastaba obedecer. El oficial sí que estaba obligado a pensar, ya que la mayoría de las veces no sabía en absoluto lo que era necesario hacer y, sin embargo, tenía que hacer algo o descargar su responsabilidad en el sargento mayor. El sargento mayor tampoco lo sabía, pero como no podía responsabilizar a nadie, tenía que dar una orden inteligente o no. Respecto a los sargentos, siempre estaban seguros de sí mismos, sobre todo cuando no sabían nada de un asunto...
La humildad acarreaba grandes ventajas. No era necesario pensar, bastaba obedecer. El oficial sí que estaba obligado a pensar, ya que la mayoría de las veces no sabía en absoluto lo que era necesario hacer y, sin embargo, tenía que hacer algo o descargar su responsabilidad en el sargento mayor. El sargento mayor tampoco lo sabía, pero como no podía responsabilizar a nadie, tenía que dar una orden inteligente o no. Respecto a los sargentos, siempre estaban seguros de sí mismos, sobre todo cuando no sabían nada de un asunto...
Alexander Fleming
¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.
¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno?
Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monesterio!
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.
¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno?
Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monesterio!
Arthur Rimbaud