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Carta de desilucion de amor ( 28 )

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El Retorno

Fue tan grande y amargo mi despecho,
y fue tu angustia en el adiós tan poca,
que al recordar la herida de tu boca
soñé con otra igual para mi pecho.

Mas hoy depongo mi rencor. Sospecho
que acaso loco yo, tú también loca,
el mal que así nuestro dolor provoca
uno al otro, a la vez, nos lo hemos hecho.

Prueba la copa y el dorado vino
ofréceme en tus labios. Adivino
que idéntica a esa flor presa en tu broche,

sumisa al ruego del amor serás.
Cómo eres tú, lo comprendí esta noche.
Cómo soy yo, tú nunca lo sabrás.


Alberto Angel Montoya


Adoración

Una flor no ha traído jamás la primavera
dígna de la enlbrujada noche de tu cabello
y que en blanda agonía, cercana de tu cuello
bajo el tibio perfume de tu aliento muriera.

Ni seda se ha tejido por mágica hilandera,
ni tul, ni encaje dignos de velar el destello
de tus brazos, tus hombros, tu flanco donde el sello
de su gracia dejaron la diosa y la quimera.

Aún no fue tallada la copa diamantina
que de la vid colmada con la sangre divina
merezca de tus labios la sapiente dulzura.

No hay plumas ni vellones, damascos ni tapices
dignos de que en su felpa desnuda te deslices;
ni sé qué amor exista digno de tu hermosura.


Carlos López Narváez




Normas

I
Norma de ayer encontrada
sobre mi noche presente;
resplandor adolescente
que se opone a la nevada.
No pueden darte posada
mis dos niñas de sigilo,
morenas de luna en vilo
con el corazón abierto;
pero mi amor busca el huerto
donde no muere tu estilo.


II
Norma de seno y cadera
baja la rama tendida;
antigua y muy bien nacida
virtud de la primavera.
Ya mi desnudo quisiera
ser dalia de tu destino,
abeja, rumor o vino
de tu número y locura;
pero mi amor busca pura
locura de brisa y trino.


Federico García Lorca


El Vivir de La Amada

Yo sé que de tu pecho los latidos
están contados. Corazón, haz lento
tu misericordioso movimiento
y leves tus quejidos doloridos

por ese cuerpo, donde mis sentidos
ponen todo su amor, donde me siento
morir a cada golpe ceniciento
de tus redobles graves y oprimidos.

Y tú, ventana de mi amor, aldea
mía de paz, caricia que sestea,
umbral del mundo, amor de cada día.

Dame tu fe, tu claridad, mi estrella,
dime que existe lo que yo sabía
cuando era niño en la ciudad aquella...


Carlos Bousoño


Aún

Mil veces me engañó; más de mil veces
abrió en mi corazón sangrienta herida;
de los celos la copa desabrida
me hizo beber hasta agotar las heces.

Fue en mi vida, con todas sus dobleces,
la causa de mi angustia -no extinguida-
aunque, ¡pobre de mí! toda la vida
su mentiroso amor... pagué con creces.

Los tiempos han pasado; ya su boca
no me da sus caricias, ni me abrasa
el fuego de sus ósculos de loca;

¡y sin embargo mi pasión persiste...
pues, cuando a veces por mi senda pasa,
me alejo mudo... y cabizbajo... y triste!


Julio Florez


Primer Amor

¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado, sin que nunca
un ligero esperar prometiera la dicha.
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
que te empuja de espaldas,
te derriba a un abismo
que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte!

¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días,
y tiemblan y se cierran en torno de tu cuerpo.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
de cosas que tú ignoras,
de mundos que lo mueven...
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
que un vaho lo pone turbio
y un beso lo traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,
que toda cuanta eres cayeras como lumbre
en un grito sin cifra,
desde una cordillera gritada por la aurora?

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
para quemar el cielo subiéndole la tierra.


Carmen Conde




Dama

Esta dama sin cara ni camisa,
alta de cuello, suave de cintura,
tiene todo el temblor de la hermosura
que el tiempo oculta y el amor desliza.
Esta dama que viene de la brisa
y el rango lleva de su propia altura,
tiene ese no sé qué de la ternura
de una dama sin fin, bella y precisa.
Aunque esta dama nunca duerma en cama
parece dama sin que sea dama
y domina desnuda el mundo entero.
Esta dama perdona y no perdona.
Y para eso luce una corona
esta dama que reina en el tablero.


Miguel Arteche


Lastres

Canta el mar a mis pies, canta y resuena,
y dice su mensaje apresurado
hasta escalar la soledad del prado
donde otra playa de verdor se estrena.

Se ve en la hondura el oro de la arena,
la sangre de la ola, en el tejado,
ya allá, el azul del cielo, traspasado
por la niebla que al monte se encadena.

Amor del que nací, vuelve y empieza
de nuevo donde surge la belleza
y hace jugoso todo cuanto toca.

Corazón enredado, sal si puedes,
o besa entre los hilos de estas redes
la misma sal de aquella antigua boca.


José García Nieto


Canción A La Cadena Del Blanco Amor

Ayer te volví a ver, barrio de mis once años
y encontré la mitad de mi nostalgia
apoyada en una clara cruz de malva,
custodiando una sal de blanca usanza,
sobre el delgado muro de tu casa.

Miré tu monasterio en la colina,
con tres siglos de paz en los aleros
y con palomas que abren en el cielo
su corazón de musical garbanzo.

Oí cantar los gallos, como entonces,
con sus sombreros de oro y hojas frescas;
miré la casa en que moría siempre
por hambre, por olvido y por decoro,
caballero macilento y solo.

Y vi un copo de lana que nevaba
en la biografía de la abuela.
El ángel de la rueca tenía sueño
y en sus alas de pana, la tristeza
había doblado en dos la antigua rueda.

Cómo te recordé dulce Lucía muerta,
con tu cesto de pan fuera de tiempo,
llorando de vacío en la vereda...
Desde entonces estás blanca de enero,
perdida en la salud azul del cielo
y para ya no despertarte... sueño.


César Dávila Andrade




Canción Satisfactoria

Qué bien tu amor aquí para que ladre
y asuste a los leones de la muerte!
Qué bien tu amor velando como un padre
este miedo que tengo de perderte!

Qué bien tu amor manando a mediodía
una savia fresquísima y amada!
Qué bien despedazando la agonía
y poniendo esperanzas en la almohada!

Qué bien que esté allá lejos, madurando
como un durazno blando de ternura!
Qué bien cuando está cerca, despuntando

como un trozo de Dios, de la amargura.
Qué bien en la mañana, despertando
como un Resucitado de ternura...!


Jorge Debravo


Mi Amor Es Como Un Río Caudaloso

Chorreándose en el cuerpo de mi hombre,
mi amor toca tambor y flauta
en las montañas de mi tierra,
dispara con ametralladora
su descarga de besos.
Es un amor de guerra
con «adiós» y «nos vemos»
un amor con señales de humo
-a lo lejos-
un amor para llevarse en mochilas
para andar clandestino
por ciudades y valles.
Es un amor para cantar victoria,
para llorar heridos
y aprender de derrotas.
Mi amor es bien contento
aunque -a veces- me haga brotar el llanto
es grande como la esperanza
y el valor de mi pueblo;
tiene olores de finca
huele a tierra mojada y campo.
Mi amor es fiero,
ardiente como la libertad,
no conoce de tiempo,
anda dentro de mí
desbocado y rebelde.
Me ha llenado de luz
y lo llevo cargado como un fusil al hombro
lloro y río por él
por este amor hermoso,
claro, como tus ojos.


Gioconda Belli


Séptimo

Tus nobles manos buenas.
Tus manos dulces sobre mi veneno.
Qué llamas tibias, compañera,
entre agujas de invierno.
Qué dos brasas serenas.
En ellas el milagro que solo mi alma y yo sabemos.
El cielo limpio en ellas.
Pósalas, compañera, como dos alas médicas
sobre el turbio hemisferio
de mi cabeza.
Sobre el dolor que tengo
de no ser Dios y sobre mis tormentas,
posa tus manos dulces de silencio,
quietas de amor, grávidas y eternas.
Siembra la fe en mi frente igual que un trigo bueno
con tus manos morenas.
Puerto de paz tus manos en mi pecho.
Como dos puertos son, como dos puertas
luminosas al cielo
que siempre están abiertas.

Soy el marino loco, ebrio de viento.
Vengo del mar oscuro, compañera.
a sal me sabe el sueño.
Traigo las manos viejas.
Soy tu marino amargo que vuelvo de los mares de los muertos
con la proa encendida y encendidas las velas
tras apagar los fuegos de San Telmo.
Vengo a tus manos plenas,
a tu profundo pecho
terrestre y generosa, compañera.
Vengo
al puerto de tus manos que es la tierra
firme en que tengo
hijo y cosecha,
amor, fuego
de hogar, semilla plena,
jubiloso arado, pecho tranquilo y fuerte, raíz, suelo,
agua clara y noble sal para mi mesa.
Y limpio, casto don para mi lecho.

¡Qué llamas tibias, qué brasas serenas,
qué dulces alas de sereno vuelo
tus manos en mi alma, compañera!

Queda mi arboladura en este suelo.
Mi ancla en esta tierra.


Manuel José Arce


Amor

Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.

Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.

Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.

Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.


Carlos Castro Saavedra




La Flor Blanca

Entraban en silencio el invitado,
la mujer de su amigo y la flor blanca.
Estaban en silencio. Y el espacio
de su amor era blanco y silencioso,
como la flor que lo representaba.
Y aquel silencio era deseo y culpa,
traición amarga, dulce desafío,
y había en él angustia y esperanza,
y era la plenitud, y el desengaño.

"El hacha y la rosa" 1993


Luis Alberto de Cuenca


Cuando Al Caer La Tarde Reconozca Tus Huellas

en un rastro lejano de añiles putrefactos,
sabré que me has amado
y te has muerto en mis brazos
al final de la ruta de las aves del mundo.
Allí, al final del agua,

donde se pierde el aire y mi pecho sin nubes,
allí donde termina tu amor y mi horizonte.

1993


Elsa López


Canción de La Noche Sola

Fue mía una noche. Llegó de repente,
y huyó como el viento, repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió el placer,
fue mía una noche. No la he vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola estrella.
Si miro las nubes, después pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor no la llama;
la flor desprendida no vuelve a la rama,
y las ilusiones son como un espejo
que cuando se empaña pierde su reflejo.

Fue mía una noche, locamente mía:
me quema los labios su sed todavía.
Bella como pocas, nunca fue más bella
que soñando el sueño de la noche aquella.
Su amor de una noche sigue siendo mío:
la corriente pasa, pero queda el río;
y si ella es la estrella de una noche sola,
yo he sido en su playa la primera ola.

Amor de una noche que ignoró el hastío.
Somos las distantes orillas de un río,
entre las que cruza la corriente clara,
y el agua las une, pero las separa.
Amor de una noche: si vuelves un día,
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más que la tortura de una herida abierta,
mi amor ama el viento que cierra una puerta.

El amor florece tierra movediza,
y es ley de la llama trocarse en cenizas.
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así como un ciego que tiende la mano.
Amor de una noche sin amanecer:
¡acaso prefiero no volverte a ver!


José Angel Buesa


Amor

¿Serás, amor, un largo adiós que
no se acaba?
Pedro Salinas

Extenso mar, o renovado velo;
cuna del sueño, en la que el ser madura;
alondra vertical ganando altura
en la flotante música del vuelo.

Si látigo, te ciñes con anhelo.
Si beso, resplandece tu blancura
y la tierra redime su clausura
en la pradera extática del cielo.

De la raíz del hombre te alimentas,
de sus juegos más nobles, y le dejas
como una negra tierra fecundada.

¡Mírame ciego, Amor, buscando a tientas,
en un mundo de adioses y de rejas,
la salvadora luz de tu mirada!


Victoriano Crémer


Miradme Aquí

Miradme aquí,
clavada en una silla,
escribiendo una carta a las palomas.
Miradme aquí,
s que ahora podéis mirarme.
Clarividencias me rodean
y sapos hurgan en los rincones,
los amigos huyen porque yo no hago ruido
y saben que en mi piel hay un fantasma.
Me alimento de cosas que no como,
echo al correo cartas que no escribo
y dispongo de siglos venideros.
Es sobrenatural que ame las rosas.
Es peligroso el mar si no sé nada,
peligroso el amor si no sé nada.
Me preguntan los hombres con sus ojos,
las madres me preguntan con sus hijos,
los árboles me insisten con sus hojas
y el grito es torrencial
y el trueno es hilo de voz
y me coso las carnes con mi hilo de voz:
¡Si no sé nada!


Gloria Fuertes


Hotel Lucero

Finito todo y también estos brazos
que se me tienden en la semipenumbra
y un hilo -el de la voz- soplo que apenas brota

pero incisivamente de una fuente: la duda
El bello aparecer de este lucero
¿El del amanecer? ¿El de la tarde?
¿Abre el día o lo cierra?

Bajo la ducha una estrella se apaga
que, absurdamente, la comparte contigo
Las estrellas que viste nacer, a mediodía
estaban muertas desde hace cien años
sólo hiciste el amor con una luz
olfateaste «la ausente de todos los ramos».

Resuena un timbre en el Hotel Lucero
traga y escupe esta boca de sombra
para el caso es lo mismo: apariciones
y desapariciones instantáneas.

No sé en qué sentido hemos hablado de todo
¿Era la duda el tema que nos hizo vestirnos
justo en la hora convenida
salir de allí en distintas direcciones
y la que me detuvo
para ver, y fue inútil, si volvías la cara?


Enrique Lihn


Desde Donde Me Ciego de Vivir

Era una blanda emanación, casi
una terca oquedad de ternura,
un tibio vaho humedecido
con no sé qué tentáculos.
Abrí
los ojos, vi de cerca el peligro.
¡No, no te acerques, adorable
inmundicia, no podría vivir!
Pero se apresuraba hacia mi infancia,
me tendía su furia entre los lienzos
de la noche enemiga. Y escuché
la señal, cegué mi vida junta,
anduve a tientas hasta el cuerpo
temible y deseado.
Madre
mía, ¿me oyes, me has oído
caer, has visto mi triunfante
rendición, tú me perdonas?
La mano
balbucía allí dentro, rebuscaba
entre las telas jadeantes, iba
desprendiendo el delirio, calcinando
la desnuda razón.
Agrio desván
limítrofe, gimientes muebles
lapidarios bajo el candor malévolo
del miedo, ¿qué hacer si la memoria
se saciaba allí mismo, si no había
otra locura más para vivir?
Dulce
naufragio, dulce naufragio,
nupcial ponzoña pura del amor,
crédulo azar maldito, ¿dónde
me hundo, dónde
me salvo desde aquella noche?


José Manuel Caballero Bonald


Tacto Y Aire Fino...

Toda la noche comenzaba todo,
toda la noche amor.
Toda la noche claridad y vehemencia,
toda la noche amor.
Toda la noche llama contra llama,
toda la noche amor.
Toda la noche fiesta en el espejo,
toda la noche amor.
Toda la noche amándose a sí misma
toda la noche amor.
Toda la noche tacto y aire fino,
toda la noche amor.


José Agustín Goytisolo


Saudade

Quisiera creer
que te veré otra vez
que nuestro amor
florecerá de nuevo
quizá seas un átomo de luz
quizá apenas existan tus cenizas
quizá vuelvas
y yo seré cenizas
un átomo de luz
o estaré lejana.
No volverá a repetirse
nuestro amor.


Claribel Alegría


Luz de Tarde

Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo
este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver
a encontrarme.

Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...

Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar
estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver
otra vez a soñarse.


José Hierro


El Cuerpo Es Ser, Estar En Su Arte...

El cuerpo es ser, estar en su arte... en el misterio
de los ojos
donde perfectos bosques, aguas, aves,
hierven la luz dulce del atardecer,
viejas maderas se pudren de brillo lunar
o de extraña pureza, bálsamo de sombra,
salvaje forma vegetal o verde serpiente en fuego
acariciando el fondo -¡qué transmigración
de exquisita dulzura de veinticinco años!-,
tarro oculto de miel tras los sueños,
toda una flor terrible pensativa
hasta un fulgor, un relámpago, una pasión,
en los ojos
viven doradamente mariposas brillantes
y ternuras de llama de rojo crepúsculo,
en el hervor de sedas de violenta caricia,
algo malva y constante, un incendio imprevisto
roza el ala de un sueño en tus ojos tan súbitos
de alegría florida, de fuente estrellada,
de almendro o ave,
en tus ojos poblados
por la antigua belleza de un abismo nocturno,
entre destellos, látigos, un delicado almíbar de melocotones de luna,
entre ardientes espadas, un anisar claro, un lobo enternecido,
estrellas con gemido en tus profundos ojos
donde las palabras hierven hasta el amor amado.

De Memorial de brancura, 1985


Miguel Anxo Fernán_Vello


El Amor Ascendía

El amor ascendía entre nosotros
como la luna entre las dos palmeras
que nunca se abrazaron.

El íntimo rumor de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo,
pero la ronca voz fue atenazada.
Fueron pétreos los labios.

El ansia de ceñir movió la carne,
esclareció los huesos inflamados,
pero los brazos al querer tenderse
murieron en los brazos.

Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios.
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.


Miguel Hernández


OLVIDA

Olvida lo que te dije, por el amor de Dios,

Que lo que veo no existe, ni soy Yo ni es mi voz.

Soy el sueño de un dormido, que va sin pena ni gloria,

Peleando contra molinos, viviendo su propia historia.

Olvida lo que haz oído, no razones mi decir,

Que mientras esté dormido, mentiras habrás de oír.

Ama sin juicio mi alma, solo te pido mi amor,

Que mi pesadilla calma y quizá despierte hoy.


Gustavo Estrada Luque




Un Cuerpo Está Esperando

Detrás de la cortina un cuerpo espera.
Nada es verdad si no es su encarnizada
inminencia, esa insaciable culpa
que a mí mismo me absuelvo aborreciéndome.
Nada es verdad. Un cuerpo está esperando
tras el mudo estertor de la cortina.

En la oquedad propicia del instante
que mientras más deseo más maldigo,
quiero amar este cuerpo, que él no muera
hasta que su orfandad esté cumplida.

Paredes resignadas, tinto el suelo
de mercenaria obstinación, allí
nos conducimos mutuamente
al voraz simulacro de la vida.
(La amarra del amor nos hace libres.)
Solo yo estoy suspenso del engaño:
movible fuego oscuro,
mi memoria consume sus fronteras
entre las turbias órdenes del tiempo.
De todo cuanto amé, nada logró
sobrevivir a las abdicaciones.
(La noche se agazapa entre las telas
que un falaz movimiento hace carnales.)

Una mentira solo está esperando
detrás de la cortina. Soy
mi enemigo: consisto en mi deseo,
busco a ciegas la luz, me reconozco
después de extraviarme, despedazo
ese espejo de muerte en que el placer
se asoma, expío
con mi turno de amor mi propia vida.
De un hilo funeral pendiente el cuerpo,
ya no es posible reducir su lastre.


José Manuel Caballero Bonald


El Parto

Mujer, toda mi sangre está presente
contigo en esa lucha que sostienes.
Contigo está mi amor incandescente
y en tu llanto y tu duelo me contienes.

Nunca en la vida estuve tan de prisa
tan lleno de relámpagos y ruegos,
como ahora que ha muerto tu sonrisa
y están con tu dolor todos los fuegos.

Nunca estuvo mi amor tan a tu lado,
nunca como esta noche de tortura
cuando sufre mi amor crucificado
en el mismo tablón de tu amargura.


Jorge Debravo


Alma Solitaria

Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
La cima es alta. Escaso, el aparejo.

Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir con retenido esfuerzo.
Hoy llega el sol donde hasta ayer la luna.
Llega la luna donde ayer el cierzo.

Al fin la vida con la luz se aclara.
Al fin la muerte con la luz ya se muerto.
¡Cantan las cumbres y los valles! ¡Cantan
los siempre vivos a los nunca muertos!

Cara con cara junto a Dios, escuchas
vibrar los aires y vivir los sueños.
Vida con vida, luz con luz amada,
y cielo, humano, en el amor, con Cielo.

Bajar la luz de amor, la luz de vida
lenta en los aires minuciosos siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma.
Qué claridad de pronto. Qué silencio.


Carlos Bousoño


Bárbara

Vuelvo a leer tus cartas de hace un siglo,
de cuando estaba en el cuartel, ¿recuerdas?,
o en la trena, mi amor, no exactamente
en la Cárcel de Amor, o en las terribles

provincias que he olvidado. Amarillean
los sobres de hilo, corazón. Los sellos
habrán cobrado algún valor. No en vano
oro es el tiempo de la filatelia.

Me hablas de tu fractura de escafoides,
de tu dolor de muelas, de tu perro,
de lo mal que lo pasas en agosto,

de una excursión a Andorra... Poco a poco,
me has vuelto desabrida la nostalgia:
mi dulce bien, no me quisiste nunca.

"Suma de varia intención" 1987


Jon Juaristi


Aqui estoy.
Esas dos palabras son las que más pronuncias, las mias son yo te amo. El tiempo ha pasado y mis ojos no veían y mis oidos eran sordos a tu grito desgarrador de soledad, hoy que se lo que es, me siento miserable y todo yo, esta sufriendo por dentro, mi cuerpo abatido y mi mente sin paz necesitan buscar el refugio de tus brazos para sentir alivio, Amor es buscar día a día la felicidad, se que le dí prioridad a otras cosas, sabía que podía perderte, y al final perdí todo, mi prestigio que alguna vez admiraste, ahora lo ves que no soy lo que pensaste que era, que nunca estuve a la altura de tus espectativas, que tenias que ser responsable de todo, y yo donde estuve tantos años atras, ser leal era tu cuestionamiento hace mucho tiempo, el pasado no lo puedo arreglar, lo se porque he tratado de arreglar el pasado salvando el prestigio de mucha gente y al final solo el mío fue sacrificado, es mucho tiempo el que decidiste alejarte de mi, Estoy aqui, son palabras que me alientan a seguir, pero que son frias, la luz de la luna me acompaño en la noche, y mi la cama estaba vacía, solo Estoy aqui.


Rozeti


Rostro

Cómo se trenza el amor en las tardes,
mientras todo sucede sin vértigo y el sueño
cumple asilo de formas y de imágenes.
Cómo se trenza y cómo no desvía su ser:
el sueño pende. Los labios se han dormido,
la flor cae de su rizo; sueña la frente y cunde.
Mas hacia adentro, pasa el amor,
pasa el amor sin nombres;
el amor, un sonido.


José Lupiáñez


Hoy estas cerca de él, los sentimientos renacen cuando el amor no termino, cuando la ilusión seguia a pesar de tu esfuerzo de quererme. Fuiste clara, siempre sigues a tus sentimientos, debes definirlos y terminar de sentirlos. Se que hoy te puedo perder para siempre, se que hoy tus sentimientos se aclaran... ni siquiera un hola he recibido, en fín no puedo hacer nada, solo esperar el desenlace de tu viaje.

Todos me preguntan si ya te fuiste a vivir con él, todos me comparan con otros amigos, no puedo negarlo, no puedo ocultarlo, simplemente solo me rio, y dijo sigo en ella.

Te preparaste para este viaje, desde el día que regresaste de Dublin, desde ese beso, que solo fue uno, te prepaste fisicamente, luces hermosa, luces sexy, luces espectacular, hace tiempo que para mi no te arreglas, ni te cuidas.

No se si vas a leer esto, pero aqui se queda, y tengo que guardar silencio... estas ahi, y ni siquiera hola...


Rozeti


Dibujo Corporal

Cuando me llegas con tu luz y ordeno la gran copa caliente,
tus cabellos, tu novia mano de lebrel.
Y acuesto la carne junto a ti,
dejado el ventanal con sol, todo el silencio en sombra.
Y se deslumbra el aposento de un túnel sin color.
O bien tus dedos, arando mis mejillas con su lento
peregrinar -mirándome por dentro como al olor-
van a pastar sus ciervos en el pómulo,
alertan nómadas del corazón.
Sí, oculto, llega el sueño a sazonarse con el lugar y,
hondero, hace oficio del párpado con gesto de tórtola.
Y te duermes, y un almendro florece en ti.
Si luego, ya
despiertos,
te miro y nace el aire, abre un espejo de mocedad,
se sana el rostro enfermo de la sábana.
Y, dócil, quema el trébol del labio su poder,
se entrega al fuego la juventud.
Y si, después, volvemos, tal un jardín,
a contemplar el cielo con pájaros. Y cantas.
Y en el cuello sopla el alisio su esplendor, el cierzo
mueve la alcoba, anida así un jilguero, otra vez en tu mano.
Y ve el estruendo devastarse ciudades de piel, pueblos del tacto, sitios nobles y, a lo lejos, arde un pinar,
entonces se que cuerpo aventajado es mi vivienda,
el centro del amor. Y te amo.
Y sé del reino donde tengo mi exilio. Y mi alimento.


Ángel García López


EL CANTO DEL COLIBRÍ

Tomando el sol de la tarde,

sentado junto al jardín,

escuché el hermoso canto

de un singular colibrí.



Con una pertinaz prisa,

volaba de flor en flor,

oliendo sus aromas

y probando su sabor.



De pronto en un parpadeo,

detuvo su veloz vuelo

y prendiéndose de una rama,

me dirigió su mirada.



Sentí su vibrante presencia

y percibí que la mía sintió.

De momento paró mi existencia

y creí escuchar a Dios;



¿Oyes el canto del pájaro?

¿Sientes el calor del sol?

¿Que más tu necesitas,

para sentir mi amor?



No supe que contestar,

pero enseguida entendí,

que para estar feliz,

solo basta Dios.



¡Cuanto me afano en tener!

¡Cuanto me esfuerzo en saber!

Si lo que realmente existe,

es el placer de SER.



Gracias te doy Colibrí,

por la paz que me has traído,

espero como tu algún día,

cantar mientras camino.



Llevar calor donde vaya,

disfrutar de mi alrededor,

poner pasión en lo que haga

y encender mi luz de amor.


Gustavo Estrada Luque


Canción Para Billie Holiday

Y la muerte
nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono

Con careta antigás daba un beso a los niños

Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las
mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos
jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios
irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra un
sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
recién despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
poema
Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué
desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra
juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.

"Extraña fruta y otros poemas" 1968 - 1969


Pere Gimferrer


Los Gigantes de Hielo

Han vuelto los Gigantes de Hielo a visitarme.
No en sueños. A la luz del día. Con los yelmos
relucientes y el rostro selvático y maligno.
Tenía tanto miedo que no supe decirles
que te habías marchado. Lo registraron todo,
maldiciendo la hora en que Dios creó el mundo,
jurando por los dientes del Lobo y por las fauces
del Dragón, escupiendo terribles amenazas,
blasfemando y rompiendo los libros y los discos.
Al ver que tú no estabas se fueron, no sin antes
anunciar que darían con tu nuevo escondite
y serías su esclava hasta el fin de los tiempos.
Donde estés, amor mío, no les abras la puerta.
Aunque se hagan pasar por hombres de mi guardia
y afirmen que soy yo quien los envía.

De El otro sueño


Luis Alberto de Cuenca


Tránsito

Como la música del tiempo
suena tu paso próximo. Resbala
tu sombra cual los días en fluyente
transitar por mis surcos, como un agua.

Flotamos en el tiempo, en el continuo
ir del río. Nos lleva. Nos desgasta
lentamente. Nos suena honda en el pecho
la rota frialdad de su cascada.

Fuimos de abril. Teníamos
una luz inefable, como un ala.
Flor o pájaro o nombre
del amor, en el sueño y en la rama.

Fuimos también de mayo. Dulcemente
el mirar como un fruto se doraba
de presagios. Madura y entreabierta
la fresca pulpa en que el besar se abrasa.

El estío nos hizo arena ardiente,
carne encendida de besada playa
donde blancos caballos como espuma
por la sangre de agosto se avalanzan.

Como cuerpos de otoño nos amamos
bajo la luz dulcísima y dorada
y sentimos el cobre de noviembre
de hermosura sonar en nuestras almas.

Cuánto diciembre acude, cuánto enero
cerca del amor, la vida, la esperanza.
Por la nieve tus pasos cómo suenan
a rosas deshojadas.

Somos de tiempo, Soledad y tiempo
nos vuelven sombra y nada.


Leopoldo de Luis


Soneto

Sigo, Amor, con mi júbilo sin bridas
por senderos de mieles tu carrera,
viajando con tu llama y tus heridas
desde el justo contorno de tu esfera.

El pulso tengo de innombrables vidas
en tu perfil sesgado a tu manera
como tu fortaleza tiene asidas
las campanas al sol de mi bandera.

Por una eterna acariciada
llega desnuda y limpia tu figura
al filo de mi luz enamorada,

y en la ventana azul de mi ventura
tu beso, Amor, tu voz y tu mirada
velando mi desvelo de ternura.


Ángel Augier


Besarte No Es Amor

Besarte no es amor, es irte oliendo
igual que huele el macho a su collera;
es saberte paloma mensajera
al gavilán las alas abatiendo.

Besarte no es amor, es ir pidiendo
besana donde hundir mi sementera;
es ser igual que el toro en la pradera
huyendo de la hembra y embistiendo.

Igual que el ciervo oculta el baluarte
donde el celo resiste y le reclama,
así mi boca llega hasta tu boca.

Porque besarte entonces, no es besarte.
Es dejar en los labios la proclama
donde la sangre asusta de tan loca.


Ángel García López