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Castro

Castro. Encuentra docenas de castro con fotos para copiar y compartir.


Es feliz el que soñando, muere. Desgraciado el que muera sin soñar.


Rosalia De Castro


Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma.


Rosalía De Castro




Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo.


Rosalía De Castro


La miseria seca el alma y los ojos además.


Rosalia De Castro


Pañuelos

En un golpe de aire los papeles
han salido volando, y esparcen por el suelo
su forma de blancura.
Campo seco, sembrado
de rectángulos tersos,
limpias lenguas de sombra.

-Mis pañuelos son otros. De batista y de lino,
descansan sobre el pasto -sus vainicas aladas-
y a mis manos reciben
su perfección de agua.

Escritura caída.
Pañuelos
y pañuelos,
vida mía, palabra.

De Del color de los ríos, Esquío, El Ferrol 2000


Juana Castro


Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba.


Rosalía De Castro




La que ayer fue capullo, es rosa ya, y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.


Rosalía De Castro


No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar.


Rosalía De Castro


Aunque Se rían de Los Versos Que Te Escribo...

Aunque se rían de los versos que te escribo
y que dejo escondidos en las mantas del catre,
pedaleo.
Y Vegadeo es de lejos un fósforo encendido,
llevo alas en las ruedas,
voy en llanta,
pero conozco el paisaje y tengo alma
porque hago amistades
con recuas de perros de varios pueblos
y diversa índole.

Me ladran porque te amo.
Se arrojan a mis zapatos como fanecas salvajes.

De "Ballenas" 1988


Luisa Castro




Angustia

Yo me lleno de angustia mirándote la frente
porque estás más lejana cuando estás más presente.

Para que yo no pueda llegar hasta tu alma
tú me miras a veces con esa misma calma

con que miran los lagos una noche estrellada:
la miran hasta el alba y no le dicen nada.

Espadas de silencio guardan tu pensamiento
y yo me estoy muriendo de sentir lo que siento:

angustia de no verte los labios apretados
cuando nombro la historia de los besos robados,

angustia de mirarte las pestañas caídas
indiferentemente, como flores vencidas,

cuando me entrego y hablo de la virtud del trigo
y te pido amoroso que te vengas conmigo.

Nada te transparenta, hasta tu misma risa
relieva tus perfiles de mujer imprecisa.

Todos tus actos tienen profundidad de arcano,
hasta el acto sencillo de levantar la mano.

Me nombras y te salen despacio los sonidos,
como si no quisieran llegar a mis oídos.

En ti misma te escondes, yo te busco y el llanto
muchas veces me inunda y es de buscarte tanto.

Te fugas hacia adentro de ti misma obstinada
y yo sufro mirándote con la boca cerrada.

Tus dos labios sin música de palabras ardidas
se me antojan dos flautas por ti misma vencidas.

Vives en mi tan honda, desde hace tantos meses,
que si ahora muriera moriría dos veces.

Angustia de mis manos buscando en el vacío
tu corazón que ignora la soledad del mío.

Angustia de tus trenzas, que recortaste un día
y que tenían la forma de la tristeza mía.


Carlos Castro Saavedra


Soneto Del Amor Elemental

Te quiero así, mujer: sencillamente,
como quiere el pastor a sus ovejas,
el caminante a las encinas viejas
y el río matinal a su corriente.

Te amo como las casas a la gente
y como la colmena a las abejas,
y los ojos dormidos a las cejas
que vuelan en el cielo de la frente.

Voy a tu corazón como las olas
a los buques cargados de amapolas
y de maderas claras y sencillas.

Doy con tu beso al fin, con tu ternura,
como el río con toda la llanura
y la sed con el agua sin orillas.


Carlos Castro Saavedra


Hierve la sangre juvenil, se exalta lleno de aliento el corazón, y audaz el loco pensamiento sueña y cree que el hombre es, cual los dioses, inmortal.


Rosalía De Castro


La vida cada día nos llena de barreras solo tenemos que superarlas y seguir adelante, jamás caerse.


Nathacha Castro




Vamos a darle un empujoncito a Fidel Castro para que se vaya a la tumba, ya tiene suficiente edad.


Vicente Fox


En la primera cita me llevó al Mc Donald's, y le hable mas de anti-imperialismo que Fidel Castro a Maradona


Pablo Hasél


Si alguna fidelidad le ha tenido Fidel Castro a alguien, es a Fidel Castro.


Reinaldo Arenas


Gracias, compañero y amigo, comandante de la esperanza latinoamericana, Fidel Castro


Salvador Allende


Invito a Chile a Fidel Castro porque me da la gana. Porque soy el dueño de casa e invito a quien quiero


Salvador Allende


Corres y te vas.(La pronunciaba imitando la voz del expresidente mexicano Vicente Fox aludiendo el comes y te vás que éste le dijo a Fidel Castro previo a una cumbre internacional.


Alfonso Lanzagorta


AMOR INCANDESCENTE.

Quiero destrozar mi corazón
si no te puedo olvidar
te amo con toda mi razón
y….nunca te dejaré de amar.

Te quiero con la fuerza
de la sangre de mis venas
con la fuerza de mi alma
y con tus penas
con el fuego de la lumbre
de mi sangre tropical.

tus miradas son hogueras
que me incendian y calcinan
y tus labios son dos llamas
que al juntarse con los míos
me electrizan.


Son tus brazos dos tenazas
que al cerrarse tras mi cuerpo
me convierten en hierro derretido
e incandescente
porque mi alma, mi razón, y mis sentidos
serán tuyos para siempre.



Milagros Villegas Orozco.
7 de Febrero de 1951.


Ignacio Rivas Castro


AMOR INMORTAL.

Eres como esa infancia: ¡Inmortal!
Suave y apacible pero que despierta en mi alma
Tormentos desconocidos, es tu fantasma, el recuerdo tuyo que no me deja vivir en paz.

Es una lucha descomunal y a muerte entre tu recuerdo que es mi pasado y mi presente nuevo y maravilloso, pero que tu con tu sombra me ocultas.

No te podré olvidar nunca, ni aun después de muerta. Mi amor por ti, no muere, no cambia, es u será siempre igual.


Milagros Villegas Orozco.
Enero 25 1950.


Ignacio Rivas Castro


Alma que vas huyendo de ti misma, ¿qué buscas, insensata, en las demás?.


Rosalía De Castro


De La Lonja

No te amaré mañana. He aguardado
tantos días desnuda, con tu nombre
grabado entre las cejas, que olvidé
los inviernos, el azul y las rosas.
Ciertamente, habría de ser negra
la piel negra del perro que amordazó
mis piernas y fue lenta, hacia dentro
vistiendo de parálisis la gallarda
evidencia del hombro. Hoy he visto
que tan solo milímetros le restan
a los hilos del túnel. Pero existe el remedio:
Mañana, cuando tú te despiertes,
encontrarás el lecho bañado con mi sangre.
Un panal de uñas rotas, y tal vez
una pluma deshojada en la lucha.
No debes sorprenderte. Habré ganado
en el instante último mi guerra.
Con un ala perdida junto al cielo
y la llave morada de los labios, estaré,
torpe y triste, otra vez aprendiendo.
Mas debe ser así, pues que la libertad
hermana es gemela de la muerte.


Juana Castro


¡Cuán bella y caprichosa es la alegría!.


Rosalía De Castro


Los que ayer fueron bosques y selvas de agreste espesura, donde envueltas en dulce misterio al rayar el día flotaban las brumas, y brotaba la fuente serena entre flores y musgos oculta, hoy son áridas lomas que ostentan deformes y negras sus hondas cisuras.


Rosalía De Castro


No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso, ya del dolor y del placer el árbitro, quien seca el mar y hace habitar el polo.


Rosalía De Castro




No subas tan alto, pensamiento loco, que el que más alto sube más hondo cae.


Rosalía De Castro


Bajo el hacha implacable, ¡cuán presto en tierra cayeron encinas y robles!.


Rosalía De Castro


Hermosas son las estaciones todas para el mortal que en sí guarda la dicha.


Rosalía De Castro


Puro el aire, la luz sonrosada, ¡qué despertar tan dichoso!.


Rosalía De Castro


Destino

Por mi culpa , mujer, por mis inviernos,
muchas veces tu cara se humedece de lágrimas.
Pero también por culpa de Dios, frecuentemente,
el rostro de la tarde se humedece de lluvia.


Carlos Castro Saavedra


¡Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella!.


Rosalía De Castro


El Mundo Por Dentro

Siento correr los ríos por mis venas
y crecer las estrellas en mi frente.
Siento que soy el mundo y que la gente,
habita mis pulmones y colmenas.

De flores tengo las entrañas llenas
y de peces la sangre, la corriente
que caudalosa y permanentemente
inunda mis canciones y mis penas.

Llevo por dentro el fuego que por fuera
dora los panes, seca la madera
y produce el incendio del verano.

Las aves hacen nidos en mi pelo,
crece hierba en mi piel, como en el suelo,
y galopan caballos en mi mano.


Carlos Castro Saavedra


Amor

Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.

Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.

Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.

Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.


Carlos Castro Saavedra


Vestida Como El Campo

De verde te amo más, con el vestido
que se parece al campo cuando llueve,
y el campo se emociona y multiplica
su verdura por nueve.

Ataviada de selva, de árbol joven,
por mi casa mensual cantas, caminas,
y despreocupas las habitaciones
con tu aroma de encinas.

Pienso que te sembré, que soy labriego,
que tu seno es el fruto de mi arado,
y que te salen hojas de la vida,
y ramas del costado.

Te quiero más así, toda de verde
olorosa a madera, esperanzada,
como recién salida de la tierra
con la cara mojada.

Déjame recostar sobre tu falda,
soñar que me he perdido en tu follaje,
y que un hijo me busca como loco
debajo de tu traje.


Carlos Castro Saavedra


Dejé de Transmitir Sus Señales E Interpreté Las Mías

Cuando las gaviotas se lo coman todo
y en los esqueletos de los barcos proliferen
los insectos,
seguirás preguntándote qué hice contigo
después de recordarte.

Porque después del recuerdo vienen otras cosas
que no conociste,
que tampoco conocí porque desaparecían
al ritmo ligero de lo no deseado.
Pequeñas rozaduras que envejecían el instinto
de retenerte
y que no hacían daño, como ahora las gaviotas.

Todavía no, pero las veo gordas
sobre sus patas tiesas de aferrarse a los ahogados
y comerles los ojos
sin movimiento.

Porque no opone resistencia la carroña
engordarán tranquilas.

Pero todavía no,
aunque las vea.

De "Los hábitos del artillero" 1990


Luisa Castro


Apocalipsis

Ella no es Pomona. Ni, como las Danaides,
una daga dorada oculta entre los senos.
Ella no es Calíope, aunque sea la voz y la belleza.
Y aunque, como las Náyades, ame fuentes y bosques,
no es Estigia, ni Dafne,
ni es la bella Afrodita
ni el sueño de los héroes.
Pero Ella ha nacido.

Como ananás fragante, se levanta
ungida de romero,
como custodia viva, derramando
cuatro copas dulcísimas:
Abrazo de la tierra,
música del aire,
luz violenta del fuego
y el almíbar del agua.
Ya no habrá nunca noche, porque Ella
se ha manifestado
con sus cuatro trompetas y su gloria.
Y así es la gran nueva, la alegría:
Porque Ella ha nacido
y esta es la señal, aleluya.
Que su gracia
sea con todos vosotros, aleluya.

De Narcisia, Barcelona 1986


Juana Castro


de La Captura Nocturna de Halcones

POR DESLUMBRAMIENTO

La muerte es una alondra descubierta en la noche.
Ahora sé que, transida, con su brazo
fervoroso de arándanos me acecha.
De mi alcoba, tan lejos maduraba,
tan secreta y tan dulce, certera de mi olvido,
que solo tras el mar, en otra orilla,
su manto desplegaba de ternura.
Fue preciso el camino. Andar
por otras tierras, absorber
otra luz, otra lengua, sigilosa
y terrible su huella por las piedras.
Con mis ojos la he visto.
Estuvimos tan cerca, que el fulgor
de su música, como nieve bajaba,
ciega al mar, por mi cuerpo.
Fue un instante de amor. Solo el tacto
luminoso y atroz de la distancia.
Mas vivo, desde entonces,
develada, viviendo por morir.
Por bajar, o ascender, y en el infierno
de su efímera mano, venturosa,
sucumbir finalmente
de hermosura o maldad.

De Arte de cetrería, Col. Juan Ramón Jiménez, Huelva 1989


Juana Castro


Cae Impenitente Una Lluvia de Palos Una Virgen Se Lamenta

De noche cuando el eunuco
duerme
soñando con mi tercera muerte y mi corazón
divide el oro de la sangre
un pequeño temblor me habita por la boca.

Pulsar útiles arpas
entonces,
templar cálido hierro, cerrar
sobre algún sxo las manos aún gritando
sólo puedo morir, solo puedo morir,
quizás signifique
estar cerca
de mi soledad con un nudo.
Quizás signifique verter fotografías en una zona
a menudo extranjera
golpeando una arena cimentada.

Pero cuando duerme o se empeña en la venta de
mis bienes,
en mi rostro sobre el palo, solo queda
morir, sólo
queda morir, lo doloroso
es la mañana con himno y camareras,
lo doloroso
es mi cuerpo con andamiaje de ola como edificio
de
aire.

A las cinco se llena de mujeres como
un parque.

A las seis un viento que oscurece
lo recorre como un
sable.

De "Los versos del Eunuco" 1986


Luisa Castro


Penélope

Kabul

Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos
y tengo una cuadrícula
calcada sobre el mundo.
Ni mi propio sudor me pertenece.
Espera en la antesala, me dicen, y entrelazo
mis manos mientras cubro de envidia
las cabras que en el monte ramonean.
Ciega de historia y lino
me pierdo entre las sombras
y a tientas voy contando
la luz del mediodía.
Noche mía del fardo
que sin luces me arroja
la esperanza del tiempo
engastado en la letra. Noche mía, mi luz
cuadriculada en negro, cómo pesa
mi manto y su bordado, cuánto tarda
la paz negra del cielo, cuánto tarda.

De El extranjero, Rialp, Madrid 2000


Juana Castro