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Como inventar un poema ( 4 )

Como inventar un poema. Encuentra docenas de como inventar un poema con fotos para copiar y compartir.


El Diamante

Hoy, en una mano burda instintiva, deforme, he visto el diamante más bello que pueda encender el Milagro... Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado... Vi fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por todos los bellos diamantes extraviados en manos deformes...


Delmira Agustini


Amor

El amor es fragante como un ramo de rosas.
Amando, se poseen todas las primaveras.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
de todas las umbrías y todas las praderas.

Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,
de salvajes corolas y tréboles jugosos.
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,
ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!

¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!
Perfume de floridas y agrestes primaveras
queda en mi piel morena de ardiente transparencia

perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
y unge mi piel de frescas esencias campesinas.


Juana de Ibarbourou




A La Orilla Del Sueño

A la orilla del sueño algo de mí despierta
Brasas que miran la otra parte que
como siempre
duerme

Hay una barca que se abre ante el mar como una espera
Hay una vertical sombra sin rostro que me invita a subir
A irme de viaje por estas aguas turbias
en estas horas que alzan su ramazón
su tallo oscuro
en el tiempo que crece antes del alba

Hora de gallos asustados
que concentran pavor bajo sus alas
Estancias tibias en donde irrumpe el frío
como un silbido de cristal

Alza su pecho gris la incertidumbre
Entra mi pie en la barca
Despierta la otra parte de mí
que siempre duerme
y unta un frío sudor sobre mi frente

Enciendo luz
Salto fuera del sueño

Tiemblo.

"Música solar" 1984


Efraín Bartolomé


Quise

A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.


Ángel González


Toda Tú

Toda tú eres santuario,
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz
generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego
y con tu carne pueblas el vacío.
Toda tu,
fervorosa,
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú,
niña,
blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda,
innumerable y grave
como un libro.

Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda
inmanchable altura,
toda tiempo,
inflamada de vida,
toda
río.


Manuel José Arce


Sensación En El Labio

Me da sorpresa bajar
por la ventura de mis emociones
porque para qué haber estado alta
si la fiebre la produce el recorrido.
Tengo un beso junto a la boca
y un tiempo para que dure
la sensación del beso que recibo
y la inscripción de la sinceridad.
Otro tiempo no lloraré sin saberlo
que es como ahora que por encima
de la conciencia está la voluntad
de sentir un beso junto a la boca.
Si ese beso se parte y va al labio
una senda del beso que se fue
se irá sin mí también
y no será simétrico.
Por eso es gran cosa.

1994


Concha García




Sueño

Imagen alta y tierna del consuelo,
aurora de mis mares de tristeza,
lis de paz con olores de pureza,
¡premio divino de mi largo duelo!

Igual que el tallo de la flor del cielo,
tu alteza se perdía en su belleza...
Cuando hacia mí volviste la cabeza,
creí que me elevaban de este suelo.

Ahora, en el alba casta de tus brazos,
acogido a tu pecho transparente,
¡cuán claras a mí toman mis prisiones!

¡Cómo mi corazón hecho pedazos
agradece el dolor, al beso ardiente
con que tú, sonriendo, lo compones!


Juan Ramón Jiménez


Lo Infinito

Tú vives en el alba.
Los pájaros te aclaman.
De túnicas de aves te viste la alegría.
¡Qué aurora la que exaltas!
¡Qué noble luz la tuya!
Te escuchan las mañanas y las noches
porque eres como un cirio,
porque eres como un corzo.
Sentirte a ti que pasas
rozándome las rosas y los ayes...
Doler en tus rodillas, estrujada
por riscos y malezas.

Y que un céfiro de alondras venga dulce,
que tú llegues aventando mis heridas...
Ser mujer y tuya, ¡qué inefable
fundirse la conciencia entre tus brazos!


Carmen Conde


Si Fuera Todo Mar...

¡Si fuera todo mar,
para nunca salirme de tu senda!

¡Si Dios me hiciera viento,
para siempre encontrarme por tus velas!

¡Si el universo acelerara el paso,
para romper los ecos de esta ausencia!

Cuando regreses, rodará en mi rostro
la enternecida claridad que sueñas.
Para mirarte, amado,
en mis ojos hay público de estrellas.

Cuando me tomes, trémulo,
habrá lirios naciendo por mi tierra,
y algún niño dormido de caricia
en cada nido azul que te detenga.

Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
se tenderán al viento de la entrega,
y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

Recogeremos albas infinitas,
las que duermen al astro en la palmera,
las que prenden el trino en las alondras
y levantan el sueño de las selvas.

En cada alba desharemos juntos
este poema exaltado de la espera,
y detendremos de emoción al mundo
al regalo nupcial de auroras nuestras.


Julia de Burgos




Perdiéndome En Tu Cuerpo

Mi boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.


Orietta Lozano


Mitla

Señoras del presente y del olvido
las hormigas recorren
los espacios del silencio
arrastrando grumos de vida
hacia el mundo de las sombras

Como vampiros con las alas abiertas
en el horizonte borroso
los escuálidos señores de la muerte
sin proyectar sombra sobre el suelo arenoso
sin ser tocados por el viento o la hora

Entre peñascos rotos que un día acabarán
sobre el sabino antiguo que un día caerá
sin la memoria mínima de los dioses extintos
ni del Bigaña estricto que se volvió humedad
miro el sol que se muere

Bajan las sombras lentas
por los caminos ralos de Monte Albán
y dirigiéndose al otro mundo
atraviesan cuerpos y muros
con su temblor y frío

En el patio ruinosos al borde de una tumba
un sacerdote enjuto con camisas de grecas
arroja su espectro sobre el polvo
y traza con dedo descarnado
la forma de las constelaciones deshechas


Homero Aridjis


Amor, Como Los Ríos

Oculta fuerza de agua soterrada,
nos sorprendió el amor tan de repente,
que al mirarse a los ojos hondamente
se desbordó el amor en la mirada.

Y brotó aquella fuente enamorada,
con fuerza tan vital y jubilosa,
que fue en verdad y amor la más gozosa
en que jamás me viera arrebatada.

Fue aquel amor, pasión tan verdadera,
-¿era tierna o sensual, dulce o ardiente?-
¡ya nunca más sabremos cómo era!

Que tus labios juraron en los míos:
vivirá nuestro amor eternamente,
y nuestro amor pasó como los ríos.


Dora Castellanos


Lunas de Ayer

La luna, esta noche, la que nunca ha vuelto
vendrá para nosotros.

Porque hemos mentido, como en las lunas de ayer.
No habrá segunda parte esta vez.

Nuestro amor ha de ser como nunca fue,
un insensato amor, amor de dos
que nada necesitan ni nada desean
más que amarse.

Nuestro amor será así
o no será.


Harold Alvarado Tenorio




Alguien Pasa

Alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.

Y yo guardo silencio.

Las palabras no acuden
en mi ayuda, se esconden
en el fondo del pecho, por no subir vestidas
de luto hasta mi boca,
y derramarse luego
en un río de lágrimas.

No sé si tú recuerdas
los días aún tempranos
en que ibas como un ángel
por el jardín, y dabas
a los lirios y rosas
su regalo de agua,
y las hojas marchitas
recogías en esa
tu manera tan suave
de tratar a las plantas
y a los que se acercaban
a tu amistad perfecta.

Yo sí recuerdo, madre,
tu oficio de ser tierna
y fina como el aire.

Una tarde un poeta
recibió de tus manos
un jazmín que cortaste
para él. Con asombro
te miró largamente
y se llevó a los labios,
reverente, la flor.

Se me quedó en la frente
aquel momento, digo
la frente cuando debo
decir el corazón.

Y se me va llenando
de nostalgia la vida,
como un vaso colmado
de un lento vino pálido,
si alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.


Meira Delmar


Soneto de La Nieve Todavía

Mira cómo se quema el Guadarrama
en sus torres azules. Esa loma
tiene un poco de nieve, una paloma
que ha librado sus alas de la llama.

Qué desierta de pájaros la rama
donde a la luz mi corazón se asoma,
como un clavel de invierno sin aroma
como un campo segado de retama.

Crezco de amor bajo este sol tendido,
y crecen las montañas imitando
el hielo que mi ardor no te ha deshecho.

Bajo un ave de nieve estoy vencido
y están sus alas frías coronando
una sierra de sangre por mi pecho.


José García Nieto


Recordando Un Perfume

La vida me adelanta un mensajero
delgado. Pone cada
cosa viva en el aire su existencia
como invisibles alas.

A ciegas avanzamos
y el olor es un hilo
de Ariadna que nos lleva de la mano
fuera del laberinto.

Nuestros sabuesos van buscando rastros
y damos a un aroma
alcance y lentamente recreamos
el tiempo entre la sombra.


Leopoldo de Luis


Paisaje

Igual que las antenas de los televisores
tiendo a veces mis brazos para captar tu imagen.
Frío árbol de aluminio,
Y voy por la ciudad buscándote,
llamándote,
auscultando uno a uno los canales del viento.
Se me llenan los ojos de anuncios y señales,
de violencias ajenas, de misterios vulgares.
Pero tú no apareces.
Igual que las antenas de los televisores
tiendo mis fríos brazos de aluminio
en todas direcciones
para ver si te encuentro.
Abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen por mis brazos
al corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro. No capto
tu huella de luciérnagas.
Y me quedo en la noche
igual que las antenas de los televisores,
con mis rígidos brazos como árbol de aluminio.


Manuel José Arce


Antes...

Antes,
nunca hubo el silencio necesario entre abrazo y abrazo
para advertir el parpadeo de esta guillotina
que hoy,
al rozar por sorpresa mi nuca con sus manos de lejía
me ha puesto los ojos amargos.

Yo misma no me oigo cuando grito.
Querría huir. Pero ya es tarde:
las sábanas se han convertido en agua cenagosa mezclada
con pegamento.

Y dentro de poco,
como esa cosa horrible siga detrás de mí
y usted continúe dormido,
me moriré de risa ante el retrato de Leonardo que tengo
enfrente de mi cadáver.


Almudena Guzmán


Una Pobre Conciencia

A Bernardo Ortiz de Montellano

Un anciano consume su tabaco
en la vieja cachimba de nogal.
La tarde es solamente un cielo opaco
y el recuerdo amarillo de un rosal.

El anciano dormita...
Es tan triste la tarde para ver
un reloj descompuesto, y la infinita
crueldad de un calendario con la fecha de ayer.

Y silencio, un silencio propicio
para rememorar cómo canta una boca la lectura
de la antigua conseja familiar.

En el fino paisaje se depura
una tristeza del atardecer,
y el reloj descompuesto parece una dolida
conciencia de caoba en la pared.

Una pobre conciencia, cuya charla
con la vieja cachimba de nogal
es el agrio murmullo de un postigo
y el recuerdo amarillo del rosal.


José Gorostiza


Fatiga

Marcho día y noche
como un parque desolado.
Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos;
miro el cielo y su hierba que aprende a cantar;
miro el campo herido a grandes gritos,
y el sol en medio del viento.

Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;
paso la mano sobre el lomo del viento;
los vientos, que pasan como las semanas;
los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;
las luces, que pasan como los meses;
cuando la noche se apoya sobre las casas,
y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.

Tomo asiento, como el canto de los pájaros;
es la fatiga lejana y la neblina;
caigo como el viento sobre la luz.

Caigo sobre mi alma.
He ahí el pájaro de los milagros;
he ahí los tatuajes de mi castillo;
he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.

Caigo de mi alma.
Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno;
caigo del viento sobre la luz;
caigo de la paloma sobre el viento.


Vicente Huidobro


Soneto Sediento

Mi tú. Mi sed. Mi víspera. Mi te-amo.
El puñal y la herida que lo encierra.
La respuesta que espero cuando llamo.
Mi manzana del cielo y de la tierra.

Mi por -siempre jamás. Mi agua delgada,
gemidora y azul. Mi amor y seña.
La piel sin fin. La rosa enajenada.
El jardín ojeroso que me sueña.

El insomnio estelar. Lo que me queda.
La manzana otra vez. La sed. La seda.
Mi corazón sin uso de razón:

me faltas tanto en esta lejanía,
en la tarde, a la noche, por el día,
como me faltaría el corazón.


Eduardo Carranza


Misal de La Virgen

-Usted nunca tuvo hijos.
-No. Aunque, un día, cuando era chica, surgieron de mí, de mi pelvis, tres
lagartos. En cartílago grueso y anillado. Tres.
-Eh.
-Sí. Iban por la hierba. Al parecer tenían ojos, pero no pude saberlo. Se
hundieron en el piso.
-Oh.
-Pero antes oí un alarido, como si dijesen: ¡Mamá! ¡Ay, madre! ¡Ay!
-Oh.
-No volvieron nunca. En el momento de la parición, salían de mis pechos (del
izquierdo y del derecho), una gotita de sangre y una gotita de leche.
-...!
Y ella quedó impasible. Y aunque era completamente blanca, pareció lo que
siempre había parecido:
Una princesa india, abajo de su anacahuita.

De "Obra completa " 2005


Marosa di Giorgio


El Fruto Redondo

Sí, también yo quisiera ser palabra desnuda.
Ser un ala sin plumas en un cielo sin aire.
Ser un oro sin peso, un soñar sin raíces,
un sonido sin nadie...
Pero mis versos nacen redondos como frutos,
envueltos en la pulpa caliente de mi carne.


Ángela Figuera Aymerich


Perfume

Vuelvo a tenerte, amor,
como si nunca
te me hubieras ido.

Tus manos me recorren
el rostro suavemente,
y te oigo la voz en un
susurro
que me roza el oído.

Vuelvo a tenerte
y pienso en el perfume
que de nuevo me hiere
aunque el jazmín no exista.


Meira Delmar


Eterna Huella

Quedarás como huella sobre mi brazo,
como marca sobre mi corazón.
Cantar de los cantares

No pasarás en vano por mi vida,
ni encontrarnos fue obra del acaso;
que por tu abrazo quedará en mi brazo
la fuerte huella que el amor no olvida.

La llama que de ti quedó encendida
arde sin consumirse en mi regazo.
Amor que más juntaste con el lazo
terrible de la sangre y de la herida.

En mí no fuiste gozo pasajero
sino la esencia de la tierra pura
floreciendo en el árbol verdadero.

Y para siempre brillará tu estrella,
porque de amor dejaste en hermosura
sobre mi corazón eterna huella.


Dora Castellanos


Te Nombraré Veces Y Veces

Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar yo
te voy a matar.


Juan Gelman




Onírica Última Función

Por Tosca, a Margarita

Terminó la función
y me he soñado arcángel
cuando soy solo un violinista dormido ante su atril.
Vacía la taberna
vacío el corazón como una plaza pública
me encuentro frente a ti
frente a mí misma.
También yo fui una niña y luego fui un traidor
y luego un marinero naufragando
en el agua podrida de su charca.
Y quise desnudarme
echarme sobre ti como sobre el abismo
y después no ser yo sino tu piel
el insalvable pozo de tus ojos
o un violinista dormido ante su atril
soñando que despierta y que te ama.


Odette Alonso


Septiembre 2

Es ahora la vida
esta extraña y frecuente sensación
de sopor y distancia,
y es también una luz que vela el mundo:
salir del caserón tras la comida,
recorrer bajo el sol la carretera
con los ojos ardientes de un verano
y sentarme en la roca frente al mar.
Abandonarme entonces
al sonido sin pausa de la tierra
mientras me vence el sueño algún instante
y me moja las sienes con su agua bendita.
Descubrir con asombro renovado
al pescador que vuelve cada tarde,
como vuelven las olas,
como vendrá la brisa con la noche.
y esperar otra vez sobre la roca,
abrumado en el centro de la vida,
a que la sombra inunde
lentamente mi sombra.

De "La luz, de otra manera"


Vicente Gallego


Muchacha

Esa boca después, esa burbuja
de una sangre que hoy hierve alborotada...
Esos ojos después, esa mirada
que ha incendiado al clavel, y lo dibuja...

Y el corazón después, que hoy late y puja...
La mariposa de su vida... Nada...
Después la muerte, digo, despiadada,
la clavará a la nada con su aguja.

Esa boca, esa voz... Aquel invento
de clavar mariposas al olvido,
es así de feroz como lo cuento.

Y contaré lo hermosa que hayas sido,
que parecías tú, que fue un momento,
muchacha fría ya y sin parecido.


Javier de Bengoechea


Veo A Diario Tu Casa

Veo a diario tu casa que, encendida
con ese sol, ya casi en primavera,
es la rosa del día más primera
por donde tú apareces a la vida.

Así mi corazón, casa dormida,
tiembla bajo tu sol, y no quisiera
más ventanas de amor, ni más espera
que la de hallarse en tu estación florida.

Veo a tu casa en la alta noche ahora,
la nieve de la luna con las hiedras
de la sombra escalando el muro frío,

como mi corazón, también, que añora
tantos días sin sol sobre sus piedras,
tantas noches sin ti en el pecho mío.


José García Nieto


El Día Se Ha Ido

Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
-ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.

(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría, y
se bebió la última taza.)

Sí;
definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.

Pero no será igual. Será otro día.

Será otro perro de la misma raza.


Ángel González


El Oficio Del Poeta

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.


José Agustín Goytisolo


Reproches

Como el cansancio se abandona al sueño
así mi vida a ti se confiaba...
Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño,
te quería dejar ....y no acababa...

Y no acababa.....¡Y tú te desasiste,
sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo,
y me dejaste desolado y triste,
cual un campo sin flores y sin cielo!

¿Por qué huiste de mi? ¡Ay quién supiera
componer una rosa deshojada;
ver de nuevo, en la aurora verdadera,
la realidad de la ilusión soñada!

¿Adonde te llevaste, negro viento,
entre las hojas secas de la vida,
aquel nido de paz y sentimiento
que gorjeaba al alba estremecida?

¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde
rosalearán aquellas manos bellas?
¿Cuál es la mano pérfida que esconde
los senos de celindas y de estrellas?

¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese
la vida!, ¡Que esta vida fría y vana
que me anega de sombra, fuera ese
sueño que desbarata mi mañana!


Juan Ramón Jiménez


Mujer Dormida

¿Dormida? ¿Hecha cuajado río o luna?
¿Fuera de ti, pálida voz de la tierra?
¿Labio de mármol que oscuro anhelo calla?
No oso acercar manos que tiemblan
a la desnuda y yerma saudade de tu cuerpo.
Bajo las pestañas no sé qué cabalgadas;
qué perfecci6n de bosques y senderos;
qué bueyes con cuernos de laurel adornados
con pardas muchachas en los lomos florecidas.
O nada, o solo el negro sueño, olvido;
dos profundos pozos sin eco y sin llegada,
tu frente sin huella un mar de nieve,
el corazón como una estrella acostumbrada.
Y el blanco amor que te cubre, nube,
granizo es ya, que te conserva, nítida,
como una paloma posada más allá del arrullo.
Lejos de ti; amarte, verte de lejos;
la cabellera, mortaja de tu sueño.
En soledad, sin hombres y sin dioses.
Grises peñascos; mazorcas huecas; hiedra.

De "Anillos de agua"


Ricardo Carballo Calero


Sobre El Diván

Sobre el diván dejé la mandolina
y fui a besar la boca purpurina,
la boca de mi hermosa Florentina.

Y es ella dulce y rosa y muerde y besa;
y es una boca rosa, fresa;
y Amor no ha visto boca como esa.

Sangre, rubí, coral, carmín, claveles,
hay en sus labios finos y crueles,
pimientas fuertes, aromadas mieles.

Los dientes blancos riman como versos,
y saben esos finos dientes tersos,
mordiscos caprichosos y perversos.


Rubén Darío


Sourinomo

Como rosadas flechas de aljabas de oro
vuelan los bambúes finos flamencos,
poblando de graznidos el bosque mudo,
rompiendo de la atmósfera los níveos velos.


El disco anaranjado del sol poniente
que sube tras la copa de arbusto seco,
finge un nimbo de oro que se desprende
del cráneo amarfilado de un bonzo yerto.

Y las ramas erguidas de los juncales
cabecean al borde de los riachuelos,
como el soplo del aura sobre la playa
los mástiles sin velas de esquifes viejos.


Julián del Casal


Manos de Amor

¡Qué cercanas, qué lejanas,
tu mano y mi mano juntas!
Me enloquezco cuando siento
que entre el amor de sus palmas
una mano taladrada
les separa los dos pulsos.

-Ya se acercan, ya están juntas,
como una flor con su tallo,
tu mano y mi mano juntas!
Quiero sentirles la sangre
junta;
¡las vivas raíces juntas!

¡Ay! Todavía las separa
el resplandor de una rosa
con su ser, que es, como el tuyo,
terrible, tierno, traslúcido!

Toda la noche tu mano,
convertida en una rosa,
fue sangre de sueño y flor
sobre el sueño de mi mano
silenciosa.


Esther de Cáceres


Plaza Del Mundo

Tantas veces canté tu profundo
Vacío de teatro,
Que hace del hombre gárgola indefensa
En la turbia plenitud de las auroras
Pero no dije dónde.
Fui estancado río y llegué junto a ti;
Fui feliz en las estaciones de la flor
Y buscaba tus noches.
Sabedor me sé de cierta inclinación
Que tengo hacia los largos ecos;
Ya cualquier campana recuerda la medida
De alguna berenguela que no hizo
El póstumo poema.
Ahora que ya tienes la longitud
De un sueño
Y podemos, a tientas, proseguir
Viejos andares que van a morir al día,
Cómo voy a evocarte por vez primera!
Donde quise encuentros
Me espera un abrazo nunca dado.

De Pensar no tempestade, 1986


Ramiro Fonte


El Vampiro

En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,

Bajaron... y callaste... y pareciste
Oír pasar la Muerte... Yo que abriera
Tu herida mordí en ella -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera !

Y exprimí más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita
Tendí á esa fuente abierta en tu quebranto.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¿ Por qué fui tu vampiro de amargura ?...
¿ Soy flor ó estirpe de una especie obscura
Que come llagas y que bebe el llanto ?


Delmira Agustini


Aunque Se rían de Los Versos Que Te Escribo...

Aunque se rían de los versos que te escribo
y que dejo escondidos en las mantas del catre,
pedaleo.
Y Vegadeo es de lejos un fósforo encendido,
llevo alas en las ruedas,
voy en llanta,
pero conozco el paisaje y tengo alma
porque hago amistades
con recuas de perros de varios pueblos
y diversa índole.

Me ladran porque te amo.
Se arrojan a mis zapatos como fanecas salvajes.

De "Ballenas" 1988


Luisa Castro