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Comprendi ( 2 )

Comprendi. Encuentra docenas de comprendi con fotos para copiar y compartir.


Esta cosa de belleza conjunto es algo que nunca comprendí.


Pam Grier


Cuando era joven tuve un momento de creer en la doctrina comunista. Quería salvar el mundo a través de comunismo. Muy pronto comprendí que no funciona, pero yo nunca he pretendido que no sucedió a mí.


Wislawa Szymborska




Anoche cuando me desperté, mis ojos se humedecieron y entonces comprendí lo mucho que te quiero.




No puedo expresar la alegría que sentí cuándo comprendí las ideas correspondientes a estos sonidos y pude pronunciarlos. Distinguía otras palabras, que ni entendía ni podía emplear, tales como bueno, querido, triste.


Mary Shelley


RECUERDO DE MI COLEGIO

Pasé, gran parte de mi vida en mi gran colegio
Junto a mis compañeros.
Aún recuerdo que cada vez que pasaban los años
Mi estudio ascendía
Y cada vez más la comprendía.

Quizá pueden decir
Que recordar es volver a vivir;
Pero yo digo que recordar
Es renacer mis vivencias reales
En mi gran colegio.

Hice cosas que no debí hacerlos,
Hice cosas más de lo que me pidieron,
Hice cosas buenas y malas,
Pero siempre supe que mi colegio
Es más que mi segunda casa.
Y que mis compañeros
Son más que mis amigos.

Ahora puedo decir con abundante seguridad
Que en mi gran colegio
Tuve más que amigos,
Tuve más que una familia.

Aún recuerdo todo mi pasado
Cuando me enseñaban todos mis maestros.
Y mis compañeros de mi gran colegio
Estuvieron conmigo en cada examen.

Cada dificultad que se me presentaba
Ahí siempre estaba
Mi profesor y mis compañeros
Para salir del problema juntos.

Algunas veces ellos
Algunas veces yo.
Pero siempre juntos y unidos;
Cada trabajo lo realizamos.

Algunas veces ellos
Algunas veces yo.
Pero siempre con amor recordaremos
Nuestro gran colegio.


Lo digo y lo repito
Es mi gran colegio…
Donde comprendí y aprendí
Lo que es estudiar,
Y lo que es “ser” después de estudiar.


Victor Alfredo Ticlla Calla


En el comienzo de mi vida creativa me encantó la humanidad. Yo quería hacer algo bueno por la humanidad. Pronto comprendí que no se puede salvar a la humanidad.


Wislawa Szymborska




Comprendí que mi família era rica en amor, pero probablemente nunca poseer la tierra de mi padre, John, soñaba con ser dueño. Mi madre, Willie Mays Ella Clarke, era una lavandera para los blancos pobres de la zona de Columbus, Georgia, donde una vez vivió la escritora Carson McCullers.


John Henrik Clarke


La respiración de tu cuerpo me ahuyentó, pero cuando te besé el cuerpo me flotaba y me declare a ti y en mi corazón sentí la armonía y comprendí que mi media naranja estaba jugosa.




Comprendí, a través de la rehabilitación, cosas sobre crear personajes. Entendí que representar a la mayoría de la gente es saber de dónde venimos, cómo podemos cometer un error y cómo podemos superar las cosas para hacernos más fuertes.


Samuel L. Jackson




Comprendí que la luz del sol es despiadada, son las sombras las que nos protegen


Antonio Santa Ana


Era una mañana clara cuando en el mirar del día, comprendí que mi amor era ese cielo y mi alma era su nido, sin querer. Y no entiendo así porque razón los barcos vienen y se van. Y a pesar de aquel vacío donde voy está tu cuerpo y nos ven como las rosas en los jardines entre espinas y perfumes nos amamos bajo el sol. Y así yo penetré tan lleno el misterio de tu amor. Y agarro mis libros y quemo todas mis palabras falsas.


Luis Alberto Spinetta


De pronto comprendí en lo más profundo de su ser a esas criaturas misteriosas que viven a mi alrededor: Se mueven sin voluntad por su existencia, agitadas por una corriente magnética invisible igual que hace un momento flotaba el ramo de novia, arrastrado por el arroyo de mugre.


Gustav Meyrink


Baje a la orilla y me senté en la arena, donde años atrás había esparcido las cenizas de Marina. La misma luz de aquel día encendió el cielo y sentí su presencia, intensa. Comprendí que ya no podía ni quería huir más. Había vuelto a casa.


Carlos Ruiz Zafón




Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra ?Hispanic?. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere.
Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces.


Marcela Serrano


Yo, cuando era pequeña, quería ser Dios. El dios de los cristianos, con D mayúscula. Hacia los cinco años, comprendí que mi ambición era irrealizable. Así que rebajé un poco mis pretensiones y decidí convertirme en Cristo. Imaginaba mi muerte sobre la cruz, ante toda la humanidad. A los siete años, tomé conciencia de que aquello no ocurriría. Decidí, más modestamente, convertirme en mártir. Durante años mantuve aquella decisión. Pero tampoco funcionó.
-¿Y después?
-Ya lo sabe: me hice contable en la empresa Yumimoto. Y creo que no podía caer más bajo.
-¿De verdad lo cree? -preguntó con una extraña sonrisa


Amélie Nothomb