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Conocerse

Conocerse. Encuentra docenas de conocerse con fotos para copiar y compartir.


Conocerse a sí mismo es el mayor saber.


Galileo Galilei


La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.


Galileo Galilei




A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.


Heráclito


Solo los superficiales llegan a conocerse a sí mismos.


Oscar Wilde


Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.


San Agustín


Para mí, el escribir era vivirse, conocerse, ser arqueólogo de uno mismo. Escarbar y, si se escarba, hay de todo dentro de nosotros: el criminal y el santo, el héroe y el cobarde.


José Luis Sampedro




Hay quienes lamentan su necedad, éste ya no es necio; más necio es aquel que sin conocerse a si mismo, dice ser inteligente.


Buda


No sé para qué vine al mundo, ni cómo, ni qué hay en él, ni quién soy yo. Y si corro a investigarlo, vuelvo confundido por una ignorancia aún más espantosa. No sé qué es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma; y esta parte de mí, que piensa lo que escribo y reflexiona sobre todo y sobre sí misma, no puede conocerse jamás.


Ugo Foscolo


Todo lo que vive tiende a realizarse en la plenitud de su ser. El hombre, ser vivo y pensante al mismo tiempo, para realizarse debe ante todo conocerse


Mijaíl Bakunin




El conocerse demasiado o demasiado poco, constituye un estorbo para el acercamiento de dos personas.


León Tolstoi


La verdadera maestría trasciende cualquier arte particular. Parte de la maestría de uno mismo, la habilidad, desarrollada a través de la auto-disciplina, estar en calma, tranquilamente atento, y completamente en sintonía con uno mismo y lo que le rodea. Entonces, y solo entonces, una persona puede conocerse a sí mismo.


Bruce Lee


Conocerse a sí mismo es estudiarse a sí mismo en acción con otra persona.


Bruce Lee


Sí, el universo tuvo un principio. Sí, el universo continúa evolucionando. Y sí, cada uno los átomos de nuestro cuerpo salió de la gran explosión en esos hornos termo-nucleares de gran masa, llamados estrellas. No estamos simplemente en el universo, además somos parte de él. Se podría decir que somos la facultad que tiene el universo de conocerse a sí mismo. Y tan solo estamos empezando.


Neil DeGrasse Tyson




No es igual conocerse a sí mismo que juzgar de sí mismo.


Juan Luis Vives


Conocer a los otros es sabiduría. Conocerse a sí mismo es sabiduría superior. Imponer su voluntad a los otros es fuerza. Imponérsela a sí mismo es fuerza superior


Lao-Tse


Tranqui, si puede hacerse no hay que pararse, es conocerse, jamás rendirse, no limitarse, muchos para ganarse el respeto juegan a odiarse y a esconderse, y eso es engañarse.


Nach


En las grandes adversidades toda alma noble aprende a conocerse mejor.


Friedrich Schiller


Cuando dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial.


Erich Fromm


Una alianza es mas sólida si los aliados, mas bien que conocerse mutuamente, creen los unos en los otros: por ello, entre enamorados, la alianza es mas sólida antes que después de la unión matrimonial.


Friedrich Nietzsche


Algunos piensan que conocen a todos, cuando en realidad no se conocen a sí mismos.


Alberto Durero


Ni con la mejor voluntad y la más pura de las intenciones les resulta fácil conocerse a los hombres; y a ello viene a sumarse la mala voluntad, que todo lo tergiversa.


Johann Wolfgang Von Goethe


Estar trizte es parte de los sentimientos, se desarrolla a causa de una emocion y se practica para conocerse uno mismo..


rossie


ES POSIBLE ESTUDIAR EL SOL, LA LUNA, PERO EL HOMBRE TIENE TODO DENTRO DE SI.
YO TENGO DENTRO DE MI EL SOL, A LA LUNA, A DIOS.
YO SOY TODA LA VIDA EN SU TOTALIDAD.
PARA COMPRENDER, UNO DEBE CONOCERSE A SI MISMO.

Por:cancionXti


George Gurdjieff


EMOCION:
Cuando no se espera lo ansiado por mucho tiempo ,llega.
Eso ocurrió este siete de octubre del 2010, al conocerse del premio Nobel de Literatura otorgado al escritor arequipeño,peruano, ciudadano de Perú,España y del Mundo.
Es el premio y el reconocimiento a un largo trabajo y accionar en varios campos, especialmente la literatura.
Las felicitaciones al escritor, a la tierra que lo vio nacer, y a todos los que de una u otra manera lo ayudaron en su vida.
Candidato por muchos años a este Premio, se hace realidad el dicho popular:
Al Fin Parió Paula.


dochanlu


PARA ARISTÓTELES la amistad era "lo más necesario para la vida", y nosotros, cuando oímos decir que "un amigo es un tesoro" o que "donde está tu amigo está tu tesoro", nos damos cuenta de que esas palabras resuenan como un aldabonazo en nuestro interior. No nos dejan indiferentes, porque todos sabemos o intuimos qué clase de tesoro puede llegar a ser una amistad.

A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida, experiencias, tiempo, conversación... Nos gustan los amigos y nos parecen muy importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un valor muy especial. Junto con la família y el trabajo, es algo que nos parece que merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos en la vida: para no estar solos -a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente-, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad. Como escribió Aristóteles, "sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes".

Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o solo algo "satisfactorio". Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un modo de vivir.

LA AMISTAD COMO REGALO
Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: estas no van a ser solo para nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo: lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es solo lo que cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso "es tuyo", "eres tú".

Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante los momentos meramente descriptivos de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de lo que había ocurrido en el verano. Los momentos verdaderos son aquellos en las que los acontecimientos del lunes o del viernes se describen como cosas que me pasan y no solo como cosas que van pasando a mi lado. Lo interesante y lo que me hace disfrutar era ver cómo esas cosas se viven desde dentro de mis amigos.
El grado de amistad con los amigos puede distinguirse precisamente por eso. Por si los momentos estaban llenos de preguntas convencionales y frases que se repetían del mismo modo en todas los demás momentos o si e ellos te dejas llevar, trayendo a colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti mismo, pero bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos es descubrir el mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.

La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena.

La amistad es un don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe.

Esa comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese vivir y ser sin dar explicaciones porque estas no son necesarias para nuestro mutuo entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la calificaran como regalo de los dioses.

Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero, en el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a "merecer". Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene).

Pero no se puede decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo, todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si fueras tú quien lo hiciera; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.

MIRAR A LAS PERSONAS
Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y aportarse mutuo. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se ha creado.

Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico, a un "alma gemela"; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad y su alteridad. Y por eso hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo distinto siempre nos enriquece.

Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: "A través de él, los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan.

Se podría decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse" (Marias). La acción de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para que pueda surgir amistad entre dos personas para tener amigos hay que saber mirar.

En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que "había encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (...) era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas". En mi respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso: la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a lo más hondo de la realidad.

La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable, y es que exige por nuestra parte contemplación. Ante las cosas bellas no basta pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con detenimiento, con miramiento. Con ellas hay que andarse con contemplaciones. Y contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas tal como son, "dejando" que sean así.

La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que "el mundo está lleno de tesoros sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes". Yo he pensado muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.
Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí. Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.

A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona de acceso prohibido o de "reservado".

Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo cerrar un buen trato con este cliente...). Para mirar hay que perder el miedo a "pasar tiempo" sin haber sido ""eficaces"".

Todos hemos conocido a personas que provocan que los que están a su lado den lo mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran -parafraseando a Salinas- "sacar de sí su mejor yo". Es así porque son personas que saben mirar, y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las personas. Esa llave de la confianza que uno entrega solo cuando va a saberse visto, aceptado y querido por sí mismo.

LA MORADA DEL YO
Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o solo rozar su periferia, exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y activa, mirada abierta y receptiva. Solo cuando una persona percibe ese clima de confianza a su alrededor es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a través de esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda persona esconde. La intimidad, la interioridad, es siempre luminosa en el sentido de iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos y que hace que quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.

Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio indiferente o superficial.

Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones, miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal forma, que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de piruetas su salón, compuesto una melodía o garabateado un poema, historia o carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía más apoyos para ser sostenido, para ser vivido).

Sin embargo, no dejaban de ser nuestros: los demás solo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final y solo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello. Pero, de repente, hemos encontrado a alguien que ha provocado que primero quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra... Luego le hemos pasado al interior de la casa y -poco a poco- le hemos encendido todas las luces que había en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar o habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el rincón de los miedos, ese sí, está a oscuras porque nos parece que la luz acabará por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de pensamientos, de párrafos incluso, y hasta de alguna página escrita. Pero sobre todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur... Hay también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento, si es de noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.

Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es más: deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella. No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos; no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas porque . también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas.

Esas personas son los amigos, el amigo aquel con quien me atrevo a ser yo misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira, con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para arrancarme de mi lugar. Y sabiendo que -como escribió alguien- "comprende esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal". Eso es un amigo.


Diego Torrente


Una persona sin amigos corre el riesgo de no llegar jamás a conocerse.


Julio Ramón Ribeyro




Preguntaron a Tales qué era más difícil al hombre, y contestó: «Conocerse a sí mismo».


Diógenes Laercio


Uno debe conocerse a sí mismo. Si esto no sirve para descubrir la verdad, por lo menos sirve como una regla de vida y no hay nada mejor.


Blaise Pascal


El hombre debe sentir la tierra para conocerse a sí mismo y reconocer sus valores... Dios hizo la vida sencilla. Es el hombre quien lo complica.


Charles Lindbergh


A los 30 un hombre debe conocerse a sí mismo como la palma de su mano, conocer el número exacto de sus defectos y cualidades, saber hasta dónde puede ir, predecir sus fracasos -saber quién es. Y, sobre todo, aceptar estas cosas.


Albert Camus


Siempre me he arrojado a los diferentes tipos de experiencias, a veces las cosas realmente malas. Sin embargo, uno crece. Usted se convierte en más de una mujer y te conoces a ti mismo. Creo que conocerse a sí mismo es una cosa maravillosa, especialmente cuando estás en tus 40 años y eres un poco en su piel. La vida no es tan confuso ya.


Lisa Edelstein


Un ser humano tiene muchas pieles en el interior, cubriendo el fondo del corazón. Sabemos muchas cosas, pero no nos conocemos a nosotros mismos! ¿Por qué, treinta o cuarenta pieles o cueros, tan gruesas y duras como un buey o de oso, cubren el alma. Entrar en su propio terreno y aprender a conocerse a sí mismo allí.


Meister Eckhart


La regla de oro para cualquier artista es que deben conocerse a si mismos antes de ser el centro de atención, y yo no lo hice. Yo solo era Neil e hice lo que tenía que hacer. Se suponía que debía casarme, así que me casé. Se suponía que debía conseguir un trabajo, así que busqué trabajo.


Neil Diamond


En verdad, conocerse a sí mismo parece ser la más difícil de todas las cosas. No solo nuestro ojo, que observa los objetos externos, no utiliza el sentido de la vista en sí misma, sino también nuestra mente, que contempla con atención el pecado de otro, es lento en el reconocimiento de sus propios defectos.


Saint Basil


Para conocerse, uno debe afirmarse.


Albert Camus


Entonces, ¿por qué le permiten a un tipo con grandes y poderosas manos subir a un avión? Les diré: saben que él no es una amenaza, porque el está por ahí respondiendo las tres grandes preguntas. Pregunta número 1: '¿Empacó usted mismo su maleta?' No, Carrot Top lo hizo, él y Martha Stewart y Florence Henderson fueron a mi casa anoche, me prepararon una adorable langosta Newberg, me dieron un masaje en todo el cuerpo con aceites sagrados de la India, hicieron un Tour-way Around-The-World, y después hicieron mi maleta. Siguiente pregunta '¿Han estado sus maletas en su posesión todo el tiempo?' No, por lo normal la noche antes de viajar, justo cuando hay luna creciente, saco mis maletas a la esquina de la calle y las dejo ahí, desatendidas por varias horas. Solo para tener buena suerte. Siguiente pregunta. '¿Algún desconocido le ha ofrecido algo en el avión?' Hmmm, bueno, ¿que es exactamente un 'desconocido'? De seguro todos son conocidos por alguien. De hecho, justo esta mañana, Kareem y Yusef Ali Ben Gabba parecían conocerse uno al otro muy bien. Seguían bromeando sobre cual de mis maletas era la más pesada.


George Carlin


La historia de la medicina prueba que mientras el hombre busque conocerse a sí mismo y se encuentra cara a cara con su naturaleza, se libera de sus temores infundados por la confusión, sus vergüenzas pesimistas y su hipocresía arrogante. Así, mientras el sexo sea tratado con la actual confusión, ignorancia y sofisticación, negación e indulgencia, supresión y estimulación, castigo y explotación, misterio y propuesta, será asociado con la duplicidad e indecencia en vez de honestidad intelectual o dignidad humana.


Alfred Charles Kinsey


A la hora de la verdad, que es la de buscarse a sí mismo en lo objetivo, uno olvida todo y se dispone a no ser fiel más que a su propia sinceridad.


Gerardo Diego


Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada.


Johann Wolfgang Von Goethe


Conócete, acéptate, supérate.


San Agustín