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Corriente de la conciencia shakespeare cuento ( 2 )

Corriente de la conciencia shakespeare cuento. Encuentra docenas de corriente de la conciencia shakespeare cuento con fotos para copiar y compartir.


Creo que la conciencia de la pasión te hace actuar muy distinto.


Pedro Almodóvar


Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.


Francisco de Quevedo




La buena conciencia sirve de almohada.


John Ray


Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña chispa de fuego celeste, la conciencia.


George Washington


La conciencia no nos impide cometer pecados, pero desgraciadamente si disfrutar de ellos.


Salustio


El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca.


Juvenal




La conciencia vale por mil testigos.


Marco Aurelio


La mayoría de las personas adquiere la conciencia donde se acaban sus privilegios.


Haile Selassiel


La conciencia recta se rie de las mentiras de la fama.


Otto Von Bismarck




Para salir del laberinto del mundo solo hay una puerta, está dentro de tí, es tu conciencia.


Gustavo Estrada Luque


Cuentame como va cayendo el sol, mientras hablas pensaré: qué guapa estas! que suerte ser la mitad del cuento de un atardecer que observo al escucharte porque mis ojos son tu voz.


Alejandro Sanz


La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien.


José De San Martín


Sigue pues adelante
y deja de resistirte
que mintras mas lo intentes
la corriente del río
mas daño te hará
y cuando decees coooperar
pues muy tarde será
porque la corriente
con tigo arrasara.


Yasalin




Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida.


William Shakespeare


Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.


William Shakespeare


Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes.


William Shakespeare


El alcohol provoca el deseo pero frustra la ejecución.


William Shakespeare


La mente del hombre es de mármol; la de la mujer de cera.


William Shakespeare


En un minuto hay muchos días.


William Shakespeare


Mi corona está en el corazón, no en mi cabeza.


William Shakespeare


La mujer es un manjar digno de los dioses, cuando no lo guisa el diablo.


William Shakespeare


Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve no escaparás de la calumnia.


William Shakespeare


Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto.


William Shakespeare


El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.


William Shakespeare


Si el dinero va delante, todos los caminos se abren.


William Shakespeare


Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es insensato.


William Shakespeare




Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano.


William Shakespeare


Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.


William Shakespeare


El mal puede citar las sagradas escrituras para sus propósitos.


William Shakespeare


El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores.


William Shakespeare


El cansancio ronca sobre los guijarros; en tanto que la pereza halla dura la almohada de pluma.


William Shakespeare


Asume una virtud si no la tienes


William Shakespeare


Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien.


William Shakespeare


Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento.


William Shakespeare


Es excelente tener la fuerza de un gigante, pero es tiránico usarla como un gigante.


William Shakespeare


Todos aman la vida, pero el hombre valiente y honrado aprecia más el honor.


William Shakespeare


Las maldiciones no van nunca más allá de los labios que las profieren.


William Shakespeare


Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil.


William Shakespeare


El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza.


William Shakespeare


Apenas si me lograba incorporar, quizá conscientemente en mi ser, mientras mi frente yacía adolorida en el recodo del baño, una bandada de recuerdos vagos sacudía mi estancia al tiempo que mi perturbada cabeza no aguantaba ya la cefalea monstruosa que invadía la poca corriente sanguínea que recorría mi absorto cerebro; el tufo del anís aun circundaba mis aires y en el ambiente podía sentir los estragos ,asaces creo, de una noche pasada por bebidas regocijantes y sustancias extrañas que volaban en mi interior como gaviotas que revolotean a la mar, disfrutando de las corrientes aéreas, invisibles, intangibles, llevándome al máximo éxtasis de la conciencia jamás experimentado por algún otro ser material del universo. Por lo menos eso pensaba yo en mi placebo infinito de drogas alcoholizadas, que hasta el momento solo me llevaban a vivir sueños temporales de colores, de estrellas de cosas tal vez no imaginadas por ninguna otra conciencia humana o recorridas a la misma vez por miles…¿quién lo sabe?.
Seguido al eterno malestar de la resaca, una amplia gama de matices golpeaba mi visión matutina y la resaca era aún más intensa, mas eterna (redundando un poco).La vehemente luz que se infiltraba lentamente por la claraboya del baño me asesto el golpe final, la noche ya era era pasada, y, el inclemente día había llegado de nuevo con su rutina congoja, recordándome el basurero en que vivía, la miseria que me invadía y la soledad que me atormentaba diariamente con los mil demonios que acechaban mí no muy grata existencia. Mis papilas añoraban con loca ansia un poco de agua, que el grifo viejo del lavamanos me negaba, aun así insistía, como si el mismo grifo o tal vez la empresa de acueducto se apiadarían de mí, sin verme, sintieran lastima de una maldito ebrio sediento y miserable. Entre toda esa absurda red de pensamientos, cruzaba mi razón; busque en mis bolsillos algún indicio de dinero.
Salir a la calle en tal estado significaba exponer al mundo mi cara de idiota retraído, lo cual me importaba un bledo, al final no seré el único ser atrapado en una resaca insoportable que carcomía mi sistema nervioso hasta llevarlo casi al colapso. Caminé desde mi segundo piso, por las cortas escaleras de la vieja casa, tan recorridas ya, a lo largo de años incontables, ya olvidados por mente humana alguna, caminé los pasos de otros que ya no están, o quizá sí, ni idea, tal vez estén observándome desde algún sombrío lugar, advirtiéndome, pensando que tal vez me importe. Al salir a la calle una turba de palomas se posaba sobre la plaza de antaño, al lado de la estatua cobriza de una prócer que ya a nadie le importa, tan solo queda su mustia estatua en magnificencia de libertad. La observo, aves sobre ella, la libertad cagada por las palomas. Que irónico. Mientras me dirijo al cafetín al resquicio de la plaza, medite: sosegado por un extraño aire, él universo giraba a mi alrededor, me detuve un segundo para observar el mediocre paso de las almas perdidas, como autómatas del diablo. Encendí un cigarrillo e instantáneamente me sumergí en un mundo mágico de palabras intangibles, inconcebibles, creó que la locura me invadía lentamente....


Julián Giraldo