Autores

Populares

Recientes

Temáticas


Frases para Facebook

frases de amor

frases romanticas

frases cortas de amor

frases de desamor

te extraño

frases de despedida

poemas de desamor

frases para enamorar

frases tristes

frases de reflexion

frases de agradecimiento

frases lindas

frases de amistad

frases de aliento

frases para pensar

Cuales eran los pensamientos de duarte

Cuales eran los pensamientos de duarte. Encuentra docenas de cuales eran los pensamientos de duarte con fotos para copiar y compartir.


Cuando empezamos a ganar campeonatos, existía un acuerdo entre los doce jugadores. Todos sabíamos cuáles eran los roles a desempeñar. Conocíamos nuestras responsabilidades y capacidades


Michael Jordan


Los sufrimientos de mis hermanos me eran sumamente sensibles, pero más dolorosa me era ver que el fruto de tantos sacrificios, tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia de esa Patria.


Juan Pablo Duarte




Para ser bueno basta practicar tres cosas y todo te resultará a pedir de boca. ¿cuáles son estas tres cosas?: alegría, estudio y piedad.


Don Bosco


No sé con qué armas se luchara en la tercera Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la cuarta Guerra Mundial: Palos y mazas.


Albert Einstein


Una de las desgracias de nuestra época es que, al querer deshacernos de los sentimientos de culpa injustificados, también hemos relegado al olvido muchos que eran justificados.


Louis de Bonald


Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.


Juan Pablo Duarte




Por la Cruz, por la Patria y su gloria denodados al campo marchemos: si nos niega el laurel la victoria, del martirio la palma alcancemos.


Juan Pablo Duarte


Los atenienses aconsejaban a Diógenes que tomase orden de sacerdote y se consagrase, diciendo que los que así eran ordenados tenían después señorío en el cielo. A esto respondió Diógenes: Ciertamente ésta es cosa de reír si pensamos que Argesilao y Epaminondas están en el infierno y Patecio ladrón y otros tales como él están en el cielo, y esto porque tomaron orden sacerdotal. Gravemente reprendió la mala costumbre de los sacerdotes de aquel tiempo, los cuales por sus intereses persuadían a los hombres ignorantes y supersticiosos que si tomaban aquella orden o seña sacerdotal serían bienaventurados después de esta vida. Siendo cierto que la bienaventuranza está aparejada con aquellos que con buenas obras la merecen, tengan órdenes o no.


Erasmo De Rotterdam


Ella se fue.

Ella se fue en una tarde,
se despojo de mi vida y de mí ser,
se alejo de las riquezas que le podía ofrecer,
las cuales eran. tiempo y lucha entre nuestro amor.

Ella se fue,
¿Cómo?, no lo sé,
¿Cuándo?, el día de ayer,
¿Por qué?, sola mente ella lo puede saber.

Ella se fue, dejando algo más que amor,
más que esperanzas
más que recuerdos,
más que una ilusión.

Se marcho sin previo aviso
Se marcho con una lágrima
Se marcho un día sin querer.

Ella se fue, no sé si regrese y si lo hace
yo le compensaré.
Con una sonrisa,
con todo mi amor,
con toda mi vida
y con un te quiero.
Ella se fue…

ç©Todos los Derechos Reservados®
Bajo el nombre de
(Ryeder Fanton)
Mexico, /11/02/ 2015


Ryeder Fanton Poete




Yo soy la mujer que llegó a ser parte, a pesar de mi madre, y en parte por el extraordinario amor de sus mejores amigas, y las madres mis mejores amigos, y de sustitutos, muchos de los cuales no eran las mujeres a todos, pero los hombres gay . Yo los he amado toda mi vida, incluso después de su fallecimiento.


Anne Lamott


Ya no hay artistas como los de antaño, de aquellos cuya vida y alma eran el instrumento ciego del apetito de belleza, órganos de Dios mediante los cuales se probaba a sí mismo su existencia. Para ellos el mundo no importaba. Nadie supo nada de sus dolores. Se acostaban tristes todas las noches y contemplaban la vida humana con una mirada de asombro, igual que nosotros contemplamos un hormiguero.


Gustave Flaubert


La vida es tan corta, y los libros posibles de escribir tantos, que es bueno para funcionar de noche y de día, pero que a nadie a ser un escritor si se dieron cuenta desde el principio cuáles eran las horas de trabajo?


Hilary Mantel


He cumplido con mi deber por las leyes de mi pueblo y yo siento mi pueblo fueron dirigidos esta vez por hombres que no eran soldados y que los crímenes fueron cometidos de los cuales no tenía conocimiento.


Ernst Kaltenbrunner




Las mujeres siempre se quejan de la fascinación de los hombres con los pechos. Pero ¿y si los hombres eran absolutamente indiferentes a los pechos? ¿Cuáles serían las mujeres, pues, de estas cosas que sirven a una función de una o dos veces en la vida, y el resto del tiempo son solo en el camino?


Jonathan Carroll


Sobre el año 1700, la población de Gran Bretaña era de aproximadamente 5,5 millones; a mediados de 1700, la población era de 6,5 millones, unos 500.000 de los cuales eran simplemente indigentes. Todo el sistema económico había producido un ?excedente? de población.


Ludwig von Mises


Colecciono retratos antiguos. Son todas las imágenes solo de interés de la gente, y solo un poco preguntan quiénes eran y cuáles eran. Hay un tipo - No sé quién es, pero él está vestido con un traje. Tiene los brazos cruzados, y que parece que vendía seguros o algo así. Me pregunto por qué alguien lo pintó.


Ellen DeGeneres


¿Qué respondía el oráculo de Delfos cuando se le preguntaba cuáles eran los ritos o cultos más aceptables para los dioses? Aquellos que están legalmente establecidos en cada ciudad.


David Hume


Estaba atravesando el invierno de mi vida, y los hombres que conocí durante el trayecto, fueron mi único verano... ocasionalmente tenía visiones; bailando, riendo y llorando con ellos. Tres años en una interminable gira mundial, y mis recuerdos sobre ellos, eran lo único que me motivaba, mis únicos momentos felices. Era una cantante, no muy popular, una vez soñé con convertirme en una hermosa poeta, pero gracias a una serie de desafortunados eventos, vi esos sueños frustrarse y dividirse como un millar de estrellas en el firmamento, las cuales seguía deseando, una y otra vez, brillando en fragmentos, pero en el fondo no me importó, por que sabía que, toma conseguir todo lo que siempre has deseado, y luego perderlo, para saber lo que es la verdadera libertad. Y la gente que solía conocer, descubrieron lo que hacía, como vivía, y preguntaban ¿porqué?, pero no hay razón para explicarle a aquellos que tienen un hogar, no tienen idea de lo que es resguardarse en los demás, que tu hogar sea dondequiera que tiendas tu cabeza. Siempre fui una chica inusual, mi madre decía que tenía una alma de camaleón, sin ninguna brújula de moral apuntando hacia el norte, o una personalidad organizada... solamente un espíritu indeciso, tan grande e indómito, como el océano, y... si digo que no planeé que todo resultará de ésto modo, miento, porque nací para ser "la otra mujer"; pertenezco al nadie, que pertenece a todos; quién nunca tuvo nada... que lo quería todo; hay un anhelo por cada experiencia, y una obsesión por la libertad, que me aterrorizaba, hasta el punto en el que no podía ni siquiera hablar... y el cual me empujo a un punto de demencia nómada, que me cautivaba y me incomodaba. Cada noche solía orar para encontrar a mi gente, y finalmente, lo hice... en el camino libre, no teníamos nada que perder, nada que ganar, nada más que desear... excepto volver nuestras vidas una obra de arte; vive rápido, muere joven, sé aventurero... y diviértete. Creo en el país que Estados Unidos fué, creo en la persona que quiero ser, creo en la libertad del camino libre y mi moto sigue siendo la misma, creo en la bondad de los desconocidos; y cuando estoy en guerra conmigo misma... me voy lejos, sólo me voy... ¿quién eres? ¿estás unido a tus fantasías más profundas? ¿alguna vez haz creado una vida, sólo para ti, donde puedes experimentarlas?... yo lo hice, tuve que hacerlo... estoy totalmente loca... pero soy libre.


Lana del Rey


Luego preguntó que cuáles eran los animales que comían de todo, y yo respondí que los que comían de todo eran los ricos


Roberto Gómez Bolaños


Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


De pequeño quise tener un perro, pero mis padres eran pobres y solo pudieron comprarme una hormiga.


Woody Allen


Mucha gente no puede ni emanciparse, es decir, no puede ni darse cuenta de la esclavitud en que le mantiene las ideas en medio de las cuales se ha educado.


Samuel Butler


Cada vida tiene sus horas tristes o alegres. La felicidad proviene de elegir cuáles recordar.




Dime cuáles son para ti las 10 palabras más bellas de la lengua castellana y te diré quién eres


Nicanor Parra


Cuando estudias cualquier materia o consideras cualquier filosofía, pregúntese solamente: cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos corroboran


Bertrand Russell


Embellece tu vida con pensamientos y con palabras. Trata tú mismo de descubrir cuáles han de ser los pensamientos que te embellezcan la vista y que, al convertirse en palabras, ofrezcan esta belleza a otros


Noel Clarasó




La acción política es una lucha de voluntades. ¿Cuáles obedecen a nuestra voluntad y cuáles a la voluntad contraria a la nuestra?


Juan Domingo Perón


Mientras el hombre se tortura pensando cuáles serán las reacciones de la mujer amada, ella se tortura pensando cómo es que él tarda tanto en manifestarse


André Maurois


... pero que triste la gente sin otra finalidad en la vida que la de hacer hijos sin saber por qué ni para qué. Para continuar la especie, dicen aquellos que creen en un objetivo final, en un razón última, aunque no tengan ni idea de cuáles son y nunca se hayan preguntado en nombre de qué tiene que perpetuarse la especie, como si fuese ella la única y última esperanza del universo.


José Saramago


Cuando visito un país, me preocupa menos conocer cuáles son sus leyes que saber si se aplican


Montesquieu


..., la enseñanza de que el matrimonio es un sacramento, da al clero la capacidad de juzgar acerca e la legalidad de los matrimonios y, consecuentemente, la de decidir cuáles saon los hijos legitimos; y, de ahí, la de decidir también sobre el derecho de sucesión en las monarquías hereditarias.


Thomas Hobbes


Cuando confías profundamente, esta confianza transforma tu vida, no importa cuáles sean las circunstancias.




No es fácil encontrar muchos hombres que sepan lo que quieren. Por eso lo primero que ha de surgir de una apreciación es: ¿Qué Quiero hacer? Ese es el objetivo. Esa es la finalidad para la cual uno trabaja. Se coloca el objetivo y entonces se extraen todas las conclusiones mirando el objetivo y cuáles son las que han de servir a ese objetivo.


Juan Domingo Perón


Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.


Juan Pablo Duarte


Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.


Juan Pablo Duarte


Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.


Juan Pablo Duarte


La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen.


Juan Pablo Duarte


El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico...o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional.


Juan Pablo Duarte


Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.


Juan Pablo Duarte


Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante.


Juan Pablo Duarte