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Datos de los ojos verdes gustavo ( 3 )

Datos de los ojos verdes gustavo. Encuentra docenas de datos de los ojos verdes gustavo con fotos para copiar y compartir.


ME HACES DAÑO.

Me hacen daño tus ojos, me hacen daño tus besos
me hacen daño tus labios, fruta de tentación
me hace daño tu aliento que emponzoña mi vida
que emponzoña mi alma con veneno de amor
me hacen daño tus manos, con su dulce calor.

Me hacen daño tus ojos, como dos verdes lagos
que me miran muy adentro, dentro del corazón.

Tus miradas se clavan cual punzantes saetas
y taladran mi alma; como dardos de lumbre
como dardos de lumbre, con filos de puñal.

Tengo miedo de amarte, tengo miedo quererte
tengo miedo besarte; como yo se besar
no quiero que me toques, porque si me tocaras
seria como un veneno que se infiltrara en ti.

Te quería con locura, te amaría con delirio
y entonces nunca, nunca, me separaría de ti..


Milagros Villegas Orozco.
14 de Septiembre de 1950.


Ignacio Rivas Castro


Y si sigo aquí, te juro no puedo mas… me entiendes? No puedo mas ! Es que ya no me importa mas nada….A veces pienso como te quise a veces pienso cuanto te odio, y ya no puedo dormir, comer, ha llegado mi fin amor, mi fin. Hace unos años era una niña pequeñita tan feliz, inventaba mi mundo de color rosa. Dime tu, porque me quitaste todo eso? Dime tu porque me robaste, porque me has herido….dime un porque y moriré en paz. No puedo mas…. Y con los ojos cerrados te seguí…y con una palabra me mataste.
Pero mi dolor será tu prisión, un día te darás cuenta que había un pobre corazón que te adoro con todos sus latidos, y ese día ya no estaré, porque se que mi Dios no me deja tirada aquí y me va llevar a un mundo mejor, donde no existen personas como tu … y ese mismo día seré muy feliz, dios ya no me acuerdo como es la felicidad:
Dime donde esta esa niña, que has hecho con ella, tu ? Esa niña con esos ojos verdes, profundos, esa sonrisa que alegraba a todo el mundo? Donde esta? Y mientras escribo estas palabras mis lagrimas caen al suelo, que ya últimamente solo se llorar y llorar…
Silencio .Soledad. Lluvia. Sangre. Lagrimas .Heridas y corazón roto, y una niña muerta.


katee




Dulce agonia....el depredador


nunca supe cual era su nombre, solo recuerdo el sabor de su sangre en mis labios exitados
la adrenalina corria por mis venas cuando veia su dolor y entre mas sufria mas gozaba, yo
no se que es lo que de ella me atrajo esa noche cuando la vi salir del baresucho ese en la equina
de la calle de las locas.
solo se que su escencia exitaba mis sentidos y la segui unas cuantas calles
antes de llamarla para con un truco estupido atraer su atención
_ oye disculpa.. chica ¿como llego al centro? pregunte
con una mirada extraña y desconfiada volteo a verme sin proliferar palabra
siguio su camino apresurando el paso..... toda ella llamaba mi atención
su forma de caminar, su vestimenta, la melena risada color rojo que llegaba hasta su hombros
la piel blanca y pecosa sus ojos verdes se notaba a leguas que una chica como ella
no pertenecia a ese lugar y me exitaba aun mas.
que hacia alguien asi en un barrio como ese? seguramente era una de esas mujeres doble vida
que aburrida de la monotonia salia a buscar aventura.
seguia detras de ella sin saber hasta donde me llevaria esa atraccion bestial que sentia
corri para tomarla por el brazo la jale hacia un callejon obscuro, tape su boca....ver sus ojos desorbitados
probocaron en mi una ereccion casi instantanea.
comenzo a llorar suplicando con sus ojos y sollozos entrecortados que no la lastimara
mi cuerpo vibraba ardiendo en el deceo, nunca en mi vida senti tantas ganas de poseer a alguna mujer como esa noche
y la tome la hice mia a la fuerza mientras ella lloraba mordi sus senos hasta que broto la tibia sangre que
inundo mis amigdalas llenandome de placer no podia contenerme aunque sabia que eso no estaba bien
mi hombria entraba y salia de su cuerpo haciendome vibrar de placer no se como no supe cuando
pero la tome del cuello y mientras yo alcanzaba el extasis ella perdia el aliento
cuando al fin mi cuerpo sacio su deceo de placer me quede ahí admirando su belleza que se ahora inherte se inundaba de pureza. y la deje ahí tirada me lleve su escencia en mi cuerpo desde entonces me persigue su belleza
y salgo a las calles noche a noche buscando el extasis que con ella sintiera es una dulce agonia soy un depredador de la noche, hasta que ella regrese o hasta que se me acabe la vida.


Nancy Vanessa Gonzalez Ortega


* En lo ojos negros me e perdido
* En los Celeste e visto el mar
* En los Rojos e visto la ira y el amor
* En los verdes e visto lo hermoso de la tierra
* Y en los de color blanco e visto Salvación.


KaraDark


Dos estrellas han caído del cielo y a tu cara han ido a parar, se ha convertido en dos ojos, tan verdes, que se confunden en el fondo del mar.


Antonio Flores


Es de muy poca importancia para mí que nací gay. Esto no me hace un mejor atleta, que no me hace una persona más fuerte, que en realidad no hace nada para mejorar mi vida. Es algo que nací, al igual que los ojos verdes.


Johnny Weir




Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar, dime mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes a donde va?.


Gustavo Adolfo Bécquer


AMOR INFINITO

Cuan grande es tu conciencia Jesús,
Como infinito es tu amor en la cruz.
Cuando dices, mientras tu cuerpo yace;
"¡Perdonalos! No saben lo que hacen".

Inmensa es tu conciencia Señor,
Que puedes comprender al hombre,
Cegado por su propia mente,
y el corazón vacio de amor.

Como llegar a tu altura,
Donde mas alla del odio,
Solo encuentras ternura
y nos miras con perdón.

Como algún día poder ver,
Como tu lo haces Señor,
Sin juicios ni pretenciones,
Sino a traves del amor.

¿Como? es la pregunta necia.
La respuesta siempre es ¡Dios!
Dios que vive en nuestra esencia
Y que es infinito amor.

En el silencio de tu alma..
Olvida, perdona y ama.
Renaceras de tus cenizas
Y encontraras la paz.

¡Dios! te veo en mi y en todo.. ¡gritaras!


Gustavo Estrada Luque




Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo; / por un beso... yo no sé /qué te diera por un beso.


Gustavo Adolfo Bécquer


Para salir del laberinto del mundo solo hay una puerta, está dentro de tí, es tu conciencia.


Gustavo Estrada Luque


VER EL AMOR


Entre mas intento saber de mí, mas me doy cuenta que soy el gran desconocido de mi mismo.

Existe en mi tal mecanicidad que pareciera que mi conciencia solo existe por destellos y soy mas una máquina que un ser conciente.

La lucha entre mi Yo esencial y mi Yo programado parece interminable y creo que mas que luchar necesito aceptar que soy una máquina y que entre mas uso mi mente para razonar este dilema mas me alejo de mi propia conciencia.

La vida me ha insertado en un laberinto de conocimiento que al final soy un ser imaginario creado por las circunstancias y estoy ciego, sordo y loco. Esa locura que está en mi memoria y que es el gran obstaculo para saber quien soy en realidad.

He sido tan bien educado que el trabajo será arduo y requerirá de un gran esfuerzo.

¡Dios! sé que estas en mi esencia y que eres total amor en espera de ser liberado, ten paciencia que voy camino a ti.

Solo te pido que tu también emprendas el camino hacia mí para que ese encuentro sea pronto y pueda junto contigo ver la realidad, la verdad y el amor infinito que existe en la tierra y que es la antesala de tu reino.


Gustavo Estrada Luque


Cuando lo que haces te provoca dar lo mejor de ti sin esperar recompensa, haz encontrado tu vocación.


Gustavo Estrada Luque




tu ya no eres para mi,
tus mentiras, tus engaños,
tu me ahs hecho sufrir

ahora vienes aqui diciendo,
que me quieres, que me amas,
pero alejate de mi,
yo se que me engañas
asi que basta ya
de tus malditas palabras...

eh sido un idiota
al creer en tus mentiras,
pero ahs sido tu la mas idiota,
por no haber querido entrar a mi vida,
la vida que tanto querias.

ha sido un error conocerte,
talves lo vuelva a cometer,
pero sera distinto esta vez...


cesar gustavo benitez


La música debe hacer saltar fuego en el corazón del hombre, y lágrimas de los ojos de la mujer.


Ludwig Van Beethoven


El secreto de la dicha en el amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta.


Simone De Beauvoir


Nadie logra mentir, nadie logra ocultar nada cuando mira directo a los ojos.


Paulo Coelho


Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.


Antoine de Saint-Exupéry


¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?.


Groucho Marx


La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.


Enrique Jardiel Poncela


Cuando los ojos se encuentran, nace el amor.


Proverbio hindú


Si quieres que alguien te hable con el corazón, háblale con los ojos.


Pacoyo


No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.


Alexander Pope


¡Ah qué grande es el mundo a la luz de las lámparas! / ¡Y qué pequeño es a los ojos del recuerdo!


Charles Baudelaire


El amor y la afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento.


Miguel de Cervantes


Todo lo que vemos desfilar ante nuestros ojos, todo lo que imaginamos, no es sino un sueño dentro de otro sueño.


Edgar Allan Poe




No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven.


Bill Cosby


Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.


René Descartes


Si no levantas los ojos,creerás que eres el punto más alto.


Antonio Porchia


El horizonte está en los ojos y no en la realidad.


Angel Ganivet


Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Ví depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato. Tenía la carne floja, parecía como si le disgustara ser parte de mí.


Charles Bukowski


Los ojos no pueden ver bien a dios, sino a través de lágrimas.


Victor Hugo


En medio del clamor de los aplausos, el hombre inteligente cerrará los ojos, y con la mente pedirá a los que le aclaman: ¡Perdón por haber vencido!.


Gregorio Marañón


Te marchas tú; verdes son los sauces, largo el camino.


Yosa Buson


Ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante.


George Orwell


Cría cuervo y te sacaran los ojos.


Refrán


Apenas si me vino ella más que como un abrir y cerrar de ojos divinos, como instante.


Friedrich Nietzsche


Sí, son millones de estrellas. Y millones de estrellas son dos ojos que las miran.


Antonio Porchia


Ten más miedo del tiempo que de mis ojos.


Ezra Pound


Ojos que no ven, corazón que no siente.


Refrán