De la independencia de el salvador ( 3 )
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[Ya] estoy todos los dÃas en peligro de dar mi vida por mi paÃs y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América.
José MartÃÂ
MIRANDA: No quiero el amarillo de España. Quiero la independencia de mi tierra. A nadie traiciono. Quiero la independencia de mi tierra. Tengo que salir. Tengo que vivir. Me llaman muchos.
Arturo Uslar Pietri
Einstein consideraba que la lealtad a un partido implicaba renunciar a cierta independencia de pensamiento, y aquella conformidad le confundÃa. «Para mà es un completo misterio cómo un hombre inteligente puede afiliarse a un partido»
Walter Isaacson
El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción.
Walter Riso
Cuando todos los dÃas admito qué tan necesitado estoy, todos los dÃas medito en la gracia del Señor Jesucristo y todos los dÃas me alimento de la sabidurÃa restauradora de Su Palabra, estoy motivado para compartir con los demás la gracia que todos los dÃas estoy recibiendo de las manos de mi Salvador.
Paul David Tripp
Hoy he leÃdo en el journal du commerce del 21 de febrero la muerte de BolÃvar, acaecida cerca de Santa Marta el 17 de diciembre de 1830. Pérdida para la independencia.
Francisco de Paula Santander
Estilicón era el salvador de la ciudad y del imperio. «Aquà está la verdadera fuerza de Roma, su auténtico lÃder, Marte en forma humana»
Stephen Dando-Collins
Considero que el psicoanálisis postula algo equivocado y peligroso: eso que yo denominarÃa ?pandeterminismo?. Con esta expresión me refiero a la visión del hombre que niega su capacidad para asumir posturas personales frente a las circunstancias, con independencia de cuáles sean. El hombre no está absolutamente condicionado y determinado; al contrario, es él quien decide si cede ante determinadas circunstancias o si resiste frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sà mismo.
Viktor Frankl
El Salvador Jesús nos ofreció el ejemplo de la vida activa, cuando durante el dÃa se dedicaba a ofrecer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración.
Isidoro de Sevilla
Enséñale sobre privilegios y desigualdades y la importancia de respetar la dignidad de todo aquel que no le quiera mal: enséñale que el servicio es igual de humano que ella, enséñale a saludar siempre al chófer. Relaciona estas expectativas con su identidad; dile, por ejemplo: «En nuestra familia, cuando eres pequeño, saludas a los mayores con independencia del trabajo que desempeñen».
ChiÂÂmaÂÂmanÂÂda NgoÂÂzi AdiÂÂchie
La Revolución de Octubre es la primera revolución del mundo que ha servido de vivo ejemplo salvador para los obreros y soldados del Occidente...
Iósif Stalin
Los extranjeros podrán establecerse en Vizcaya (Bizkaia) bajo la tutela de sus respectivos cónsules; pero no podrán naturalizarse en la misma. Respecto de los españoles, las Juntas Generales acordarán si habrÃan de ser expulsados, no autorizándoseles en los primeros años de independencia la entrada en territorio vizcaÃno, a fin de borrar más fácilmente toda huella que en el carácter, en las costumbres y en el idioma hubiera dejado su dominación.
Sabino Arana
El periodo de tiempo desde nuestra independencia, ha sido el primero en muchos, muchos siglos, en que las palabras "refugiado judÃo" no han sido pronunciadas. Esto es, por que el Estado judÃo está dispuesto a recibir a cualquier judÃo: competente o no, viejo o no, enfermo o no. Nos da exactamente igual
Golda Meir
Que yo sea yo y no otra persona, es para mà uno de mis más preciados bienes. Las heridas incurables que recibe el corazón son la contraprestación natural que las personas tienen que pagar al mundo por su independencia.
Haruki Murakami
La independencia absoluta es nuestro primer derecho y el fundamento de los demás.
José Cecilio del Valle
Aprovecha tus abriles y ama al hombre que te quiera, mira que el invierno es largo y corta la primavera.
Salvador Rueda
Tengo los ojos rendidos de tanto mirar tu cara, si los cierro, no es que duermen, es tan solo que descansan.
Salvador Rueda
Con Qué Dolor...
¡Con qué dolor, y válgame ser franco,
trazo los versos que a mi lado impetras!
Esta cuartilla de papel en blanco
me parece una lápida sin letras.
TristÃsimo recuerdo me acongoja
y pienso, visionario como un zafio,
que escribo, no una endecha en una hoja,
sino sobre un sepulcro un epitafio.
No extrañes, no, que mi razón sucumba
a esta ilusión que envuelve algo de cierto
porque, ay, tu corazón es una tumba
desde el instante en que tu amor fue un muerto.
¡Tu amor! Ve el mÃo que cual ámbar de oro
paréceme que nunca se consume,
que ni siquiera sufre deterioro
aunque despida sin cesar perfume.
Mas ¿a dónde me lleva mi extravÃo?
Perdona a mi amargura ese reproche.
Por ti puedo decir como el judÃo:
¡un ángel ha pasado por mi noche!
Por ti en el molde general no cupe;
quise ovaciones, codicié oropeles
y en la tribuna y con la lira supe
ganar aplausos y obtener laureles.
Después... ¡mi gloria huyó con mi ventura
y, como nube tenebrosa, el duelo
ha cerrado en mi alma la abertura
que daba grande y esplendente al cielo!
Adiós. Dejo a tus plantas un gemido
y retorno a la sombra más espesa
pues vuelvo a la que reina en el olvido,
y no hay otra tan negra como ésa.
¡Con qué dolor, y válgame ser franco,
trazo los versos que a mi lado impetras!
Esta cuartilla de papel en blanco
me parece una lápida sin letras.
TristÃsimo recuerdo me acongoja
y pienso, visionario como un zafio,
que escribo, no una endecha en una hoja,
sino sobre un sepulcro un epitafio.
No extrañes, no, que mi razón sucumba
a esta ilusión que envuelve algo de cierto
porque, ay, tu corazón es una tumba
desde el instante en que tu amor fue un muerto.
¡Tu amor! Ve el mÃo que cual ámbar de oro
paréceme que nunca se consume,
que ni siquiera sufre deterioro
aunque despida sin cesar perfume.
Mas ¿a dónde me lleva mi extravÃo?
Perdona a mi amargura ese reproche.
Por ti puedo decir como el judÃo:
¡un ángel ha pasado por mi noche!
Por ti en el molde general no cupe;
quise ovaciones, codicié oropeles
y en la tribuna y con la lira supe
ganar aplausos y obtener laureles.
Después... ¡mi gloria huyó con mi ventura
y, como nube tenebrosa, el duelo
ha cerrado en mi alma la abertura
que daba grande y esplendente al cielo!
Adiós. Dejo a tus plantas un gemido
y retorno a la sombra más espesa
pues vuelvo a la que reina en el olvido,
y no hay otra tan negra como ésa.
Salvador DÃÂaz Mirón
Antes de yo conocerte soñaba que me amarÃas; ¡quién presta oÃdo a los sueños, quién de los sueños se fÃa!.
Salvador Rueda
Cada vez que a verte voy en tu puerta me detengo, pues temo que la alegrÃa me trastorne el pensamiento.
Salvador Rueda
La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, si no por la curiosidad que almacena.
Salvador Paniker
Educar es cultivar a un tiempo el conocimiento de lo verdadero,la voluntad de lo bueno y la sensibilidad de lo bello.
Salvador Polo De Medina
En el altar de tu reja digo una misa de amor, tú eres la virgen divina y el sacerdote soy yo.
Salvador Rueda
Mis antecesores, en seis años, no nombraron nunca a un obrero en nada, y ahora quieren hacer creer a los trabajadores que las empresas deben ser de su propiedad. Les dicen que ellos deben ser dueños del cobre, del carbón, del salitre. ¡cómo andarÃa el paÃs!.
Salvador Allende
Quisiera tener un rizo de tu oscura cabellera, para gastarme los ojos en solo mirar sus hebras.
Salvador Rueda
Solo le pido al Eterno que al despuntar cada dÃa, las sombras de nuestros cuerpos sorprenda la luz unidas.
Salvador Rueda
Hay en tu mirada yo no sé qué cosa, que en mis fibras penetra y penetra como espada sorda.
Salvador Rueda
A la luz de tu mirada despido mis penas todas, como a la luz de los astros la hoja despide la sombra.
Salvador Rueda
El agua, como un tálamo amoroso, te ofrece sus cristales movedizos donde tiendes tu cuerpo luminoso.
Salvador Rueda
Fuera entre todas las cosas por abrazarte temblando, enredadera florida de tu cuerpo de alabastro.
Salvador Rueda
Los errores tienen casi siempre un carácter sagrado. Nunca intentéis corregirlos. Al contrario: lo que procede es racionalizarlos, compenetrarse con aquellos integralmente. Después, os será posible subliminarlos.
Salvador DalÃÂ
Tiene la mariposa cuatro alas; tú tienes cuatro versos voladores; ella, al girar, resbala por las flores; tú por los labios, al girar, resbalas.
Salvador Rueda
Confidencias
Una flor por el suelo,
un cielo de hojas empapado en lloro
y encima de ese cielo, el otro cielo
lleno de luna y de brillantes y oro...
Un arroyo que el aura acariciaba;
un banco... sobre el banco
asÃ, como quien flota, se sentaba;
y vestida de blanco,
bella como un arcángel, me esperaba.
Aún flotan en mis noches de desvelo
con la luz de una luna como aquélla,
el verde y el azul de cielo y cielo,
y aura y arroyo y flor y banco y ella.
¿No te acuerdas, mujer, cuántos delirios
yo me forjaba, junto a ti de hinojos,
al resplandor de los celestes cirios,
al resplandor de tus celestes ojos?
¿Te acuerdas, alma mÃa?
¡Entonces inocente
me jurabas amor y yo podÃa
besar tu corazón sobre tu frente!
¡Ayer, unos tras otros,
mil delirios asà pude fingirme;
hoy no puede haber nada entre nosotros,
hoy tú vas a casarte... y yo a morirme!
¡Y tanto sol y porvenir dorado,
tanto cielo soñado,
en una inmensa noche se derrumba!
¡Hoy me dijiste tú: no hay esperanza;
hoy te digo: en paz goza; y, en mi tumba,
mañana me dirás: en paz descansa!
Nueva York, 1876
Una flor por el suelo,
un cielo de hojas empapado en lloro
y encima de ese cielo, el otro cielo
lleno de luna y de brillantes y oro...
Un arroyo que el aura acariciaba;
un banco... sobre el banco
asÃ, como quien flota, se sentaba;
y vestida de blanco,
bella como un arcángel, me esperaba.
Aún flotan en mis noches de desvelo
con la luz de una luna como aquélla,
el verde y el azul de cielo y cielo,
y aura y arroyo y flor y banco y ella.
¿No te acuerdas, mujer, cuántos delirios
yo me forjaba, junto a ti de hinojos,
al resplandor de los celestes cirios,
al resplandor de tus celestes ojos?
¿Te acuerdas, alma mÃa?
¡Entonces inocente
me jurabas amor y yo podÃa
besar tu corazón sobre tu frente!
¡Ayer, unos tras otros,
mil delirios asà pude fingirme;
hoy no puede haber nada entre nosotros,
hoy tú vas a casarte... y yo a morirme!
¡Y tanto sol y porvenir dorado,
tanto cielo soñado,
en una inmensa noche se derrumba!
¡Hoy me dijiste tú: no hay esperanza;
hoy te digo: en paz goza; y, en mi tumba,
mañana me dirás: en paz descansa!
Nueva York, 1876
Salvador DÃÂaz Mirón
Yo no sé qué me sucede desde que te di mi alma, que cualquier senda que tomo me ha de llevar a tu casa.
Salvador Rueda