Deseamos ( 2 )
Deseamos. Encuentra docenas de deseamos con fotos para copiar y compartir.
Una vez, un canario volo junto a un águila, a pesar de que el águila pudo haberse comido al canario, no lo hizo por que tenian un mismo propósito, el canario deseaba volar seguro y en águila queria volar con alguien pero el aleteo del águila lastimaba al pequeño canario, esto demuestra que siempre que tenemos a alguien a nuestro lado, les lastimamos aun si no deseamos hacerlo.
Estoy muriendo, no entendés?
Ella lo miro, cómo no comprendiendo a que venia el comentario.
Si, en 45 minutos voy a morir.
Más o menos, tampoco puedo darte precisiones. Dijo el.
Pero si puedo decirte, que es desgarrador.
Ya se, no me digas nada.
Usar la palabra desgarrador en este momento a mí también me suena demasiado melodramática.
Pero no se me ocurre otra, para expresar lo que siento.
Además de temor, por supuesto.
Parada desde un ángulo, observándolo sin comprender nada, ella lo observa.
Lo estudia, como a un animal extraño al que no se comprende y se trata de descifrar.
Por supuesto que tengo miedo. Aterrado estoy ante la sensación de vacío.
Porque lamentablemente, no creo en nada. Ni en la reencarnación, ni en un cielo idílico y un paraíso salvador, como refugio de almas perdidas, ni en nada de eso.
Nunca fui creyente.
Creo que ni siquiera al atravesar los más duros momentos, me aferre a alguna de esas posibilidades.
Quizás en esas situaciones criticas, durante enfermedades de seres queridos y al dudar de su supervivencia, intenté entregarme en manos de “algo”, por ellos.
Pero la verdad, es que ni yo mismo lo creía.
Supongo que era un buen método para dejar que el tiempo transcurriera, hasta que me diesen el próximo parte medico.
En fin. La cuestión es, que como no creo en ninguna salvación,
Ni siquiera en que el alma me sobreviva.
Tengo mucho miedo.
Hasta podría contarte y describir, como el miedo me invade en estos momentos.
Imaginá un montón de puntos verdes.
Pero de un verde horrible, como de un fluor oscuro y tenebroso.
Y esas manchas, que son pequeñas.
Se van uniendo a otras y van formando un solo y único lamparón, que avanza desde mis pies hacia mi cabeza.
Los dos están solos, en ese ambiente silencioso y blanco.
Casi pulcro e inmaculado.
El, sentado en una de esas sillas de metal y cuerina, de un estilo tan impersonal, que suelen habitar las recepciones de hospitales, consultorios y oficinas.
Ella continúa ahí parada en el rincón.
Justo en la unión de las dos paredes blancas.
Algo recostada sobre ellas.
No atina a reaccionar ante esta declaración que la sorprendió.
Realmente la dejo perpleja, si...perpleja.
Otra vez una palabra demasiado rebuscada para describir una situación, simple y dolorosa.
La muerte como algo voraz.
Deseosa de comerse los trazos de vida que recuerda.
Se le acerca sigilosamente y aunque se hace el distraído, no puede evadirla.
Como alguna vez le contara ese viejo europeo, hablando español en su media lengua.
Avanza como el elefante, le decía.
Y ante su mirada de interés continuaba.
Si, como el elefante, lentamente, pero siempre hacia adelante.
Una imagen terrible, agobiante.
La sensación de que por su cerebro desfilan ,una tras otra, las mas variadas y caprichosas fotos de su vida, a una velocidad vertiginosa, tratando de hacerle revivir momentos, a la velocidad de la luz.
Como si eso sirviera de algo.
Como si eso le permitiera disfrutarlos nuevamente.
Nada tan alejado de ello.
La inmensa tristeza que lo invade y agobia, no le permite regodearse en viejos y amarillentos recuerdos.
Es más.
No son los más felices, esos que florecen, por así decirlo en este momento.
Ella desaparece de esa vieja escenografia.
Y no es que se haya ido.
Simplemente se esfumo.
Es parte de la macabra película que el esta viviendo.
Parte del reparto que imaginó para su escena.
Quizás para no sentirse tan solo en este momento crucial y doloroso.
No se porque será, que uno supone que al atravesar circunstancias difíciles, estando acompañado nos resultara mas sencillo.
Aunque cuando llegamos a enfrentarnos a ellos.
Tomamos conciencia, rápidamente que, no tenemos deseos de compartirlos con nadie.
Que ni siquiera deseamos que nos digan una palabra y mucho menos darnos charla consoladora.
¿Quien sabe que será de el?
Quien sabe donde habitara su ser, ya, ahora, en este mismo momento.
Tampoco muchos se lo preguntan.
Sopla una pequeña brisa.......y el mundo continúa....
Ella lo miro, cómo no comprendiendo a que venia el comentario.
Si, en 45 minutos voy a morir.
Más o menos, tampoco puedo darte precisiones. Dijo el.
Pero si puedo decirte, que es desgarrador.
Ya se, no me digas nada.
Usar la palabra desgarrador en este momento a mí también me suena demasiado melodramática.
Pero no se me ocurre otra, para expresar lo que siento.
Además de temor, por supuesto.
Parada desde un ángulo, observándolo sin comprender nada, ella lo observa.
Lo estudia, como a un animal extraño al que no se comprende y se trata de descifrar.
Por supuesto que tengo miedo. Aterrado estoy ante la sensación de vacío.
Porque lamentablemente, no creo en nada. Ni en la reencarnación, ni en un cielo idílico y un paraíso salvador, como refugio de almas perdidas, ni en nada de eso.
Nunca fui creyente.
Creo que ni siquiera al atravesar los más duros momentos, me aferre a alguna de esas posibilidades.
Quizás en esas situaciones criticas, durante enfermedades de seres queridos y al dudar de su supervivencia, intenté entregarme en manos de “algo”, por ellos.
Pero la verdad, es que ni yo mismo lo creía.
Supongo que era un buen método para dejar que el tiempo transcurriera, hasta que me diesen el próximo parte medico.
En fin. La cuestión es, que como no creo en ninguna salvación,
Ni siquiera en que el alma me sobreviva.
Tengo mucho miedo.
Hasta podría contarte y describir, como el miedo me invade en estos momentos.
Imaginá un montón de puntos verdes.
Pero de un verde horrible, como de un fluor oscuro y tenebroso.
Y esas manchas, que son pequeñas.
Se van uniendo a otras y van formando un solo y único lamparón, que avanza desde mis pies hacia mi cabeza.
Los dos están solos, en ese ambiente silencioso y blanco.
Casi pulcro e inmaculado.
El, sentado en una de esas sillas de metal y cuerina, de un estilo tan impersonal, que suelen habitar las recepciones de hospitales, consultorios y oficinas.
Ella continúa ahí parada en el rincón.
Justo en la unión de las dos paredes blancas.
Algo recostada sobre ellas.
No atina a reaccionar ante esta declaración que la sorprendió.
Realmente la dejo perpleja, si...perpleja.
Otra vez una palabra demasiado rebuscada para describir una situación, simple y dolorosa.
La muerte como algo voraz.
Deseosa de comerse los trazos de vida que recuerda.
Se le acerca sigilosamente y aunque se hace el distraído, no puede evadirla.
Como alguna vez le contara ese viejo europeo, hablando español en su media lengua.
Avanza como el elefante, le decía.
Y ante su mirada de interés continuaba.
Si, como el elefante, lentamente, pero siempre hacia adelante.
Una imagen terrible, agobiante.
La sensación de que por su cerebro desfilan ,una tras otra, las mas variadas y caprichosas fotos de su vida, a una velocidad vertiginosa, tratando de hacerle revivir momentos, a la velocidad de la luz.
Como si eso sirviera de algo.
Como si eso le permitiera disfrutarlos nuevamente.
Nada tan alejado de ello.
La inmensa tristeza que lo invade y agobia, no le permite regodearse en viejos y amarillentos recuerdos.
Es más.
No son los más felices, esos que florecen, por así decirlo en este momento.
Ella desaparece de esa vieja escenografia.
Y no es que se haya ido.
Simplemente se esfumo.
Es parte de la macabra película que el esta viviendo.
Parte del reparto que imaginó para su escena.
Quizás para no sentirse tan solo en este momento crucial y doloroso.
No se porque será, que uno supone que al atravesar circunstancias difíciles, estando acompañado nos resultara mas sencillo.
Aunque cuando llegamos a enfrentarnos a ellos.
Tomamos conciencia, rápidamente que, no tenemos deseos de compartirlos con nadie.
Que ni siquiera deseamos que nos digan una palabra y mucho menos darnos charla consoladora.
¿Quien sabe que será de el?
Quien sabe donde habitara su ser, ya, ahora, en este mismo momento.
Tampoco muchos se lo preguntan.
Sopla una pequeña brisa.......y el mundo continúa....
little john
aveses deseamos amar tanto a kien cremos amar q no nos damos cuenta q kien nos ama desea amarnos....
vicky
si no confiamos en quien amamos,realmente no es a quien deseamos,un amor verdadero no tiene fallas solo defectos,,,
GaloMonroy
PARA ARISTÓTELES la amistad era "lo más necesario para la vida", y nosotros, cuando oímos decir que "un amigo es un tesoro" o que "donde está tu amigo está tu tesoro", nos damos cuenta de que esas palabras resuenan como un aldabonazo en nuestro interior. No nos dejan indiferentes, porque todos sabemos o intuimos qué clase de tesoro puede llegar a ser una amistad.
A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida, experiencias, tiempo, conversación... Nos gustan los amigos y nos parecen muy importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un valor muy especial. Junto con la família y el trabajo, es algo que nos parece que merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos en la vida: para no estar solos -a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente-, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad. Como escribió Aristóteles, "sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes".
Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o solo algo "satisfactorio". Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un modo de vivir.
LA AMISTAD COMO REGALO
Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: estas no van a ser solo para nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo: lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es solo lo que cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso "es tuyo", "eres tú".
Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante los momentos meramente descriptivos de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de lo que había ocurrido en el verano. Los momentos verdaderos son aquellos en las que los acontecimientos del lunes o del viernes se describen como cosas que me pasan y no solo como cosas que van pasando a mi lado. Lo interesante y lo que me hace disfrutar era ver cómo esas cosas se viven desde dentro de mis amigos.
El grado de amistad con los amigos puede distinguirse precisamente por eso. Por si los momentos estaban llenos de preguntas convencionales y frases que se repetían del mismo modo en todas los demás momentos o si e ellos te dejas llevar, trayendo a colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti mismo, pero bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos es descubrir el mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.
La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena.
La amistad es un don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe.
Esa comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese vivir y ser sin dar explicaciones porque estas no son necesarias para nuestro mutuo entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la calificaran como regalo de los dioses.
Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero, en el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a "merecer". Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene).
Pero no se puede decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo, todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si fueras tú quien lo hiciera; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.
MIRAR A LAS PERSONAS
Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y aportarse mutuo. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se ha creado.
Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico, a un "alma gemela"; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad y su alteridad. Y por eso hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo distinto siempre nos enriquece.
Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: "A través de él, los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan.
Se podría decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse" (Marias). La acción de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para que pueda surgir amistad entre dos personas para tener amigos hay que saber mirar.
En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que "había encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (...) era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas". En mi respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso: la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a lo más hondo de la realidad.
La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable, y es que exige por nuestra parte contemplación. Ante las cosas bellas no basta pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con detenimiento, con miramiento. Con ellas hay que andarse con contemplaciones. Y contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas tal como son, "dejando" que sean así.
La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que "el mundo está lleno de tesoros sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes". Yo he pensado muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.
Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí. Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.
A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona de acceso prohibido o de "reservado".
Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo cerrar un buen trato con este cliente...). Para mirar hay que perder el miedo a "pasar tiempo" sin haber sido ""eficaces"".
Todos hemos conocido a personas que provocan que los que están a su lado den lo mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran -parafraseando a Salinas- "sacar de sí su mejor yo". Es así porque son personas que saben mirar, y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las personas. Esa llave de la confianza que uno entrega solo cuando va a saberse visto, aceptado y querido por sí mismo.
LA MORADA DEL YO
Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o solo rozar su periferia, exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y activa, mirada abierta y receptiva. Solo cuando una persona percibe ese clima de confianza a su alrededor es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a través de esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda persona esconde. La intimidad, la interioridad, es siempre luminosa en el sentido de iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos y que hace que quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.
Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio indiferente o superficial.
Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones, miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal forma, que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de piruetas su salón, compuesto una melodía o garabateado un poema, historia o carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía más apoyos para ser sostenido, para ser vivido).
Sin embargo, no dejaban de ser nuestros: los demás solo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final y solo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello. Pero, de repente, hemos encontrado a alguien que ha provocado que primero quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra... Luego le hemos pasado al interior de la casa y -poco a poco- le hemos encendido todas las luces que había en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar o habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el rincón de los miedos, ese sí, está a oscuras porque nos parece que la luz acabará por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de pensamientos, de párrafos incluso, y hasta de alguna página escrita. Pero sobre todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur... Hay también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento, si es de noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.
Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es más: deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella. No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos; no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas porque . también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas.
Esas personas son los amigos, el amigo aquel con quien me atrevo a ser yo misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira, con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para arrancarme de mi lugar. Y sabiendo que -como escribió alguien- "comprende esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal". Eso es un amigo.
A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida, experiencias, tiempo, conversación... Nos gustan los amigos y nos parecen muy importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un valor muy especial. Junto con la família y el trabajo, es algo que nos parece que merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos en la vida: para no estar solos -a veces se siente la soledad incluso estando rodeados de gente-, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad. Como escribió Aristóteles, "sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes".
Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o solo algo "satisfactorio". Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un modo de vivir.
LA AMISTAD COMO REGALO
Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: estas no van a ser solo para nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo: lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es solo lo que cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso "es tuyo", "eres tú".
Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante los momentos meramente descriptivos de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de lo que había ocurrido en el verano. Los momentos verdaderos son aquellos en las que los acontecimientos del lunes o del viernes se describen como cosas que me pasan y no solo como cosas que van pasando a mi lado. Lo interesante y lo que me hace disfrutar era ver cómo esas cosas se viven desde dentro de mis amigos.
El grado de amistad con los amigos puede distinguirse precisamente por eso. Por si los momentos estaban llenos de preguntas convencionales y frases que se repetían del mismo modo en todas los demás momentos o si e ellos te dejas llevar, trayendo a colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti mismo, pero bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos es descubrir el mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.
La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena.
La amistad es un don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe.
Esa comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese vivir y ser sin dar explicaciones porque estas no son necesarias para nuestro mutuo entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la calificaran como regalo de los dioses.
Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero, en el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a "merecer". Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene).
Pero no se puede decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo, todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si fueras tú quien lo hiciera; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.
MIRAR A LAS PERSONAS
Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y aportarse mutuo. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se ha creado.
Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico, a un "alma gemela"; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad y su alteridad. Y por eso hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo distinto siempre nos enriquece.
Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: "A través de él, los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan.
Se podría decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse" (Marias). La acción de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para que pueda surgir amistad entre dos personas para tener amigos hay que saber mirar.
En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que "había encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (...) era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas". En mi respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso: la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a lo más hondo de la realidad.
La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable, y es que exige por nuestra parte contemplación. Ante las cosas bellas no basta pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con detenimiento, con miramiento. Con ellas hay que andarse con contemplaciones. Y contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas tal como son, "dejando" que sean así.
La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que "el mundo está lleno de tesoros sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes". Yo he pensado muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.
Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí. Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.
A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona de acceso prohibido o de "reservado".
Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo cerrar un buen trato con este cliente...). Para mirar hay que perder el miedo a "pasar tiempo" sin haber sido ""eficaces"".
Todos hemos conocido a personas que provocan que los que están a su lado den lo mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran -parafraseando a Salinas- "sacar de sí su mejor yo". Es así porque son personas que saben mirar, y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las personas. Esa llave de la confianza que uno entrega solo cuando va a saberse visto, aceptado y querido por sí mismo.
LA MORADA DEL YO
Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o solo rozar su periferia, exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y activa, mirada abierta y receptiva. Solo cuando una persona percibe ese clima de confianza a su alrededor es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a través de esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda persona esconde. La intimidad, la interioridad, es siempre luminosa en el sentido de iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos y que hace que quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.
Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio indiferente o superficial.
Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones, miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal forma, que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de piruetas su salón, compuesto una melodía o garabateado un poema, historia o carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía más apoyos para ser sostenido, para ser vivido).
Sin embargo, no dejaban de ser nuestros: los demás solo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final y solo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello. Pero, de repente, hemos encontrado a alguien que ha provocado que primero quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra... Luego le hemos pasado al interior de la casa y -poco a poco- le hemos encendido todas las luces que había en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar o habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el rincón de los miedos, ese sí, está a oscuras porque nos parece que la luz acabará por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de pensamientos, de párrafos incluso, y hasta de alguna página escrita. Pero sobre todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur... Hay también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento, si es de noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.
Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es más: deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella. No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos; no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas porque . también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas.
Esas personas son los amigos, el amigo aquel con quien me atrevo a ser yo misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira, con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para arrancarme de mi lugar. Y sabiendo que -como escribió alguien- "comprende esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal". Eso es un amigo.
Diego Torrente
Ocupamos parte de ese centro político. Venimos a ayudar en la política. Nuestros votantes son gente de todas las clases sociales. Somos críticos y deseamos regenerar la vida política española
Albert Rivera
Somos como escultores, constantemente tallando en los demás imágenes que anhelamos, necesitamos o deseamos, a menudo en contra de la realidad, contra su beneficio, y siempre, al final, un desengaño, porque no se ajusta a ellos.
Anaïs Nin
Los que deseamos acumular riqueza debemos recordar que los verdaderos líderes del mundo han sido siempre hombres que han sabido dominar, para su uso práctico, las fuerzas invisibles e intangibles de la oportunidad que está por surgir, y han convertido esas fuerzas (o impulsos de pensamiento) en rascacielos, fábricas, aviones, automóviles, y toda forma de recurso que hace la vida más placentera.
Napoleon Hill
Deseamos expresar, de forma singular, nuestro más afectuoso saludo a los supervivientes del largo y doloroso exilio que siguió a nuestra contienda civil
Juan Carlos de Borbón
Es ley psicológica que todo lo que deseamos lograr, debemos inculcar en la mente subjetiva o subconsciente.
Orison Swett Marden
Si deseamos creer que las estrellas salen y se ponen para nosotros, que somos la razón de que es un universo, ¿La ciencia nos hacen un flaco favor a desinflar nuestras presunciones?
Carl Sagan
Los sueños se hacen realidad, si solo deseamos lo suficiente, usted puede tener todo en la vida si se quiere sacrificar todo por ella.
James M. Barrie
Durante mucho tiempo he estado convencido de que mi ideal artístico se mantiene o cae con Alemania. Solo la Alemania que amamos y deseamos puede ayudarnos a alcanzar ese ideal.
Richard Wagner
Todos deseamos vivir. Todos buscamos un mundo en que los hombres se liberan de la carga de la ignorancia, la pobreza, el hambre y las enfermedades. Y todos hemos de estar en apuros para escapar de la lluvia mortal de polvillo radiactivo nuclear debe catástrofe nos alcance.
Haile Selassie
-De donde yo vengo, los huéspedes son tratados con respeto, no son insultados en la puerta. (Daenerys Targaryen)
-Entonces, tal vez debería volver de donde viene. Le deseamos lo mejor. (Comerciante de las Especies)
-Entonces, tal vez debería volver de donde viene. Le deseamos lo mejor. (Comerciante de las Especies)
Juego de Tronos
Tenemos un largo camino por recorrer antes de que podamos escuchar las voces de todos en la tierra, pero creo que la provisión de voces y construir puentes es esencial para la paz mundial que todos deseamos.
Joichi Ito
Podemos permitir que los satélites, planetas, soles, universo, sistemas enteros nay de universos, que se rigen por leyes, pero el insecto más pequeño, deseamos ser creados inmediatamente por acto especial.
Charles Darwin
Con la fotografía de un nuevo lenguaje ha sido creado. Ahora, por primera vez es posible expresar la realidad por la realidad. Podemos ver una impresión mientras lo deseamos, podemos ahondar en él y, por así decirlo, renovar las experiencias pasadas en la voluntad.
Ernst Haas
No veo nada malo con la característica humana de desear. De hecho, considero que es parte integral de nuestro mecanismo de éxito. Apegarse a lo que deseamos es lo que causa el problema. Si usted tiene que tener para ser feliz, entonces usted está negando la felicidad de aquí y ahora.
Peter McWilliams
Al igual que un solo paso no hace un camino en la tierra, un solo pensamiento no va a hacer una ruta en la mente. Para hacer un camino auténtico hay que caminar de nuevo una y otra vez. Para hacer un camino mental profundo, tenemos que pensar una y otra vez la clase de pensamientos que deseamos que dominen nuestras vidas.
Henry David Thoreau
La paz y la amistad con toda la humanidad es nuestra política más sabia, y yo les deseamos se nos permite para conseguirlo.
Thomas Jefferson
Esto no está en nuestro poder para amar u odiar,
Por voluntad en nosotros es demasiado rulde por el destino.
Cuando dos están dentro de poco despojado el curso comience,
Deseamos que se debe perder, otra victoria.
Y un especial doo nos afectan,
De dos lingotes de oro como en cada sentido,
La razón ningún hombre Knowes, déjalo suffise,
Lo que contemplamos es censurado por nuestros ojos.
Cuando ambos deliberat, el amor es leve,
¿Quién ama, que no eme a primera vista?
Por voluntad en nosotros es demasiado rulde por el destino.
Cuando dos están dentro de poco despojado el curso comience,
Deseamos que se debe perder, otra victoria.
Y un especial doo nos afectan,
De dos lingotes de oro como en cada sentido,
La razón ningún hombre Knowes, déjalo suffise,
Lo que contemplamos es censurado por nuestros ojos.
Cuando ambos deliberat, el amor es leve,
¿Quién ama, que no eme a primera vista?
Christopher Marlowe
Las palabras no pueden expresar toda la felicidad que te deseamos en este maravilloso día. Feliz Cumpleaños.
Deseamos que todos los países de todo el mundo honran a nuestros deseos y nuestra Yihad, y no interferir en sus negocios.
Ahmed Yassin
El producto de la artista se ha vuelto menos importante que el hecho de que el artista. Queremos absorber este usuario. Deseamos devorar a alguien que ha experimentado la tragedia. En nuestra sociedad esta persona es mucho más importante que cualquier cosa que podría crear.
David Mamet
Si deseamos evitar el insulto, hay que ser capaz de rechazarlo, si queremos garantizar la paz, uno de los más poderosos instrumentos de nuestra creciente prosperidad, que debe ser conocida, que nos encontramos en todo momento listos para la guerra.
George Washington
Todavía quiero un ex como persona, sin importar si la ruptura era malo. Nunca desearía nada negativo sobre ellos. Se necesita más energía para odiar a ellos que les deseamos lo mejor.
Ashley Greene
Todo cuanto deseamos honestamente se reduce a estos tres objetos principales, a saber, entender las cosas por sus primeras causas, dominar las pasiones o adquirir el hábito de la virtud y, finalmente, vivir en seguridad y con un cuepo sano.
Baruch Spinoza
Deseamos ejercer nuestros derechos políticos. Después de 10 años de trabajo intenso para aplicar los acuerdos de paz, se ha hablado mucho de los derechos indígenas. ¿Estamos listos para ejecutarlos?
Rigoberta Menchú
Pero, proporcionando la imagen de fondo - el conocimiento de la situación universal que deseamos - mostrando las anomalías, el radar basada en el espacio va a cambiar la naturaleza de la forma en que hacemos nuestro análisis y nuestra inteligencia.
Stephen Cambone
La clave del éxito consiste en centrar nuestra mente consciente en las cosas que no deseamos cosas que tememos.
Brian Tracy
No deseamos sino el bien del mundo y la felicidad de las naciones...Que todas las naciones se unan en una Fe y todos los hombres sean como hermanos; que se fortalezcan los lazos de afecto y unidad entre los hijos del hombre; que cese la diversidad de religión y se anulen las diferencias de raza.
Bahá'u'lláh
Entre lo que deseamos vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida, se abre una cuña en el alma que separa al hombre de la felicidad como al exiliado de su tierra.
Ernesto Sabato
Estamos más cerca de amar a aquellos que nos odian a los que aman a nosotros más de lo que deseamos.
Francisco de La Rochefoucauld
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.
Erich Fromm
Sophie sintió por él ese anémico desprecio que despiertan las cosas que más deseamos sin saberlo.
Carlos Ruiz Zafón
Todo cuanto el sombrerero destilaba de afabilidad y entusiasmo, don Ricardo exhalaba en crueldad y fortaleza. Su sonrisa canina dejaba claro que era capaz de leer sus pensamientos y sus deseos y que se reía de ellos. Sophie sintió por él ese anémico desprecio que despiertan las cosas que más deseamos sin saberlo
Carlos Ruiz Zafón
¿No es lo mismo que suceda lo que deseamos, que desear lo que suceda? Lo que importa es que nuestra voluntad y los sucesos estén de acuerdo.
Adolfo Bioy Casares