Dichoso ( 2 )
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A veces pensamos que todo en la vida es lujo, dinero y poder, pero eso no es cierto, lo mas grade, el poder más grande y el lujo más grande es Dios, el fue nuestro creador, es nuestro padre todo poderoso quien nos guía y nos protege, en algunos tiempos nos sentimos de mal humor, con tristeza, en esos momentos habla con Dios el te ayudará cien por ciento, nunca te fallara, Dios nos envió amigos en los cuales confiamos, a veces un abrazo o el apoyo de ellos nos ayuda a seguir adelante con nuestros problemas, si alguna vez estas feliz por algo que te pasó abraza y apoya a tu amigo tal vez este necesita de ti, en algunos casos tus amigos te comprenden más que tus mismos familiares porque de casualidad han pasado por lo mismo. Dichoso él cree sin poder ver, esos somos nosotros los que creemos sin poder ver, esos somos nosotros los que creemos sin tener que ver a Dios en frente de nuestros ojos, creemos en él y tenemos fe, así que por lo menos un minuto de nuestro tiempo debemos regarle a él, demostrándole que nos acordamos de él, porque Dios se merece eso y mucho más. Dios los ama y los perdona, ¿Por qué no lo amas tu también? Hazlo acuérdate de él, lo necesitas…
taly
He estado fuera durante una semana, y se me cayó mi BlackBerry en el mar mientras estaba jugando con los niños, así que nadie me puede alcanzar. Dichoso. Yo recomiendo de corazón.
Nick Clegg
Buenas noches mi amor gracias por hacerme sentir tan dichoso cada día. Espero que tengas dulces sueños y mañana te levantes con mucha energía y radiante como siempre.
Para ser dichoso y ser o con toda seguridad es necesario procurar que los demás lo sean también. Tus bienes y tus males dependen en gran medida de aquellos con quienes te hayas juntado. La confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume, el respeto la conserva.
Blaise Pascal
-Su virtud es la consecuencia de su dicha. Un hombre dichoso realizará necesariamente ciertos actos e instintivamente huirá de cometer otros, pues así lo exige el sentimiento del orden que él representa fisiológicamente.
Friedrich Nietzsche
?Señorita Cripslock, señorita Cripslock... esta mañana me he levantado sin otra idea en la cabeza que adelantar papeleo de la Oficina de Correos y a lo mejor resolver el problema del dichoso sello Especial Verde Col de veinticinco peniques. Ya sabe, el que da una col si se planta. ¿Cómo puede esperar que tenga ideada una nueva iniciativa fiscal para la hora de la merienda?
Terry Pratchett
La sabiduría es causa de felicidad, porque siendo una parte de la virtud total, hace al hombre dichoso por el solo hecho de poseerla.
Aristoteles
Esa es la sociedad; una reunión de víctimas y de verdugos. ¡Dichoso aquel que no es verdugo y víctima a un tiempo! ¡Pícaros, necios, inocentes! ¡Más dichoso aún, si hay excepciones, el que puede ser excepción!
Mariano José de Larra
La diferencia entre el hombre al que le gusta soñar continuamente que es Napoleón y al hombre que se cree Napoléon es la diferencia que hay entre el soñador dichoso y el esquizofrénico desdichado.
Orhan Pamuk
«Querer por ver querer envidia fuera si quien lo vio, sin ver amar, no amara, porque antes de amar, no amar pensara, después no amara, puesto que amar viera. Amor que lo que agrada considera en ajeno poder su amor declara, que como la color sale a la cara, sale a la lengua lo que al alma altera. No digo más, porque lo más ofendo desde lo menos, si es que desmerezco porque del ser dichoso me defiendo. Esto que entiendo solamente ofrezco, que lo que no merezco no lo entiendo por no dar a entender que lo merezco».
Félix Lope de Vega y Carpio
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Rubén DarÃo
En realidad nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras lo vive. Puede que haya quienes piensen o digan sinceramente (y a menudo) en ciertos momentos de entusiasmo que están viviendo «ahora» ese instante dorado de sus vidas, pero, a pesar de todo, con parte de su alma creen que más adelante vivirán momentos más hermosos y más felices. Porque, especialmente en la juventud, de la misma forma que nadie puede seguir viviendo si piensa en que a partir de ese momento todo va a ir a peor, si uno es tan dichoso como para imaginarse que vive el momento más feliz de su vida, es lo bastante optimista como para pensar que el futuro también será hermoso. Pero en los días en que sentimos que nuestra vida, como si fuera una novela, ha adquirido por fin su forma definitiva, podemos percibir y seleccionar, como hago yo ahora, cuál ha sido nuestro momento más feliz.
Orhan Pamuk
Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con su labio dulcemente
en el febril insomnio del amor.
Buscaba la mujer pálida y bella
que en sueño me visita desde niño,
para partir con ella mi cariño,
para partir con ella mi dolor.
Como en la sacra soledad del templo
sin ver a Dios se siente su presencia,
yo presentí en el mundo tu existencia,
y, como a Dios, sin verte, te adoré.
Y demandando sin cesar al cielo
la dulce compañera de mi suerte,
muy lejos yo de ti, sin conocerte
en la ara de mi amor te levanté.
No preguntaba ni sabía tu nombre,
¿en dónde iba a encontrarte? lo ignoraba;
pero tu imagen dentro el alma estaba,
más bien presentimiento que ilusión.
Y apenas te miré... tú eras ángel
compañero ideal de mi desvelo,
la casta virgen de mirar de cielo
y de la frente pálida de amor.
Y a la primera vez que nuestros ojos
sus miradas magnéticas cruzaron,
sin buscarse, las manos se encontraron
y nos dijimos «te amo» sin hablar
Un sonrojo purísimo en tu frente,
algo de palidez sobre la mía,
y una sonrisa que hasta Dios subía...
así nos comprendimos... nada más.
¡Amémonos, mi bien! En este mundo
donde lágrimas tantas se derraman,
las que vierten quizá los que se aman
tienen yo no sé que de bendición,
dos corazones en dichoso vuelo;
¡Amémonos, mi bien! Tiendan sus alas
amar es ver el entreabierto cielo
y levantar el alma en asunción.
Amar es empapar el pensamiento
en la fragancia del Edén perdido;
amar es... amar es llevar herido
con un dardo celeste el corazón.
Es tocar los dinteles de la gloria,
es ver tus ojos, escuchar tu acento,
en el alma sentir el firmamento
y morir a tus pies de adoración.
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con su labio dulcemente
en el febril insomnio del amor.
Buscaba la mujer pálida y bella
que en sueño me visita desde niño,
para partir con ella mi cariño,
para partir con ella mi dolor.
Como en la sacra soledad del templo
sin ver a Dios se siente su presencia,
yo presentí en el mundo tu existencia,
y, como a Dios, sin verte, te adoré.
Y demandando sin cesar al cielo
la dulce compañera de mi suerte,
muy lejos yo de ti, sin conocerte
en la ara de mi amor te levanté.
No preguntaba ni sabía tu nombre,
¿en dónde iba a encontrarte? lo ignoraba;
pero tu imagen dentro el alma estaba,
más bien presentimiento que ilusión.
Y apenas te miré... tú eras ángel
compañero ideal de mi desvelo,
la casta virgen de mirar de cielo
y de la frente pálida de amor.
Y a la primera vez que nuestros ojos
sus miradas magnéticas cruzaron,
sin buscarse, las manos se encontraron
y nos dijimos «te amo» sin hablar
Un sonrojo purísimo en tu frente,
algo de palidez sobre la mía,
y una sonrisa que hasta Dios subía...
así nos comprendimos... nada más.
¡Amémonos, mi bien! En este mundo
donde lágrimas tantas se derraman,
las que vierten quizá los que se aman
tienen yo no sé que de bendición,
dos corazones en dichoso vuelo;
¡Amémonos, mi bien! Tiendan sus alas
amar es ver el entreabierto cielo
y levantar el alma en asunción.
Amar es empapar el pensamiento
en la fragancia del Edén perdido;
amar es... amar es llevar herido
con un dardo celeste el corazón.
Es tocar los dinteles de la gloria,
es ver tus ojos, escuchar tu acento,
en el alma sentir el firmamento
y morir a tus pies de adoración.
Manuel MarÃa Flores
¡Oh Juárez!, tu nombre glorioso
vive siempre por la eternidad,
y tu suelo se siente dichoso
recordando tu grandiosidad.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!
Es por eso que México entero
te consagra respeto y honor,
y coloca en tu tumba sagrada
la magnífica ofrenda de amor.
Tus ideales hiciéronse fuertes
a tus plantas rodó el invasor,
y retando sin miedo a la muerte
demostraste tu inmenso valor.
Hoy tu nombre será nuestro lema
y el baluarte de la redención,
de tu indígena raza el orgullo
y la gloria de nuestra Nación.
La Reforma le dio a nuestra Patria
el principio de emancipación,
y afianzaste con ella el derecho
bajo el lema de: ¡Paz y Unión!
Con tu gesto viril y sereno
diste fin a la torpe invasión,
y la Francia, miró desplomarse
la figura del gran Napoleón.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!
vive siempre por la eternidad,
y tu suelo se siente dichoso
recordando tu grandiosidad.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!
Es por eso que México entero
te consagra respeto y honor,
y coloca en tu tumba sagrada
la magnífica ofrenda de amor.
Tus ideales hiciéronse fuertes
a tus plantas rodó el invasor,
y retando sin miedo a la muerte
demostraste tu inmenso valor.
Hoy tu nombre será nuestro lema
y el baluarte de la redención,
de tu indígena raza el orgullo
y la gloria de nuestra Nación.
La Reforma le dio a nuestra Patria
el principio de emancipación,
y afianzaste con ella el derecho
bajo el lema de: ¡Paz y Unión!
Con tu gesto viril y sereno
diste fin a la torpe invasión,
y la Francia, miró desplomarse
la figura del gran Napoleón.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!
Benito Juarez