Dichosos
Dichosos. Encuentra docenas de dichosos con fotos para copiar y compartir.
La religión cristiana, que parece no tiene por objeto más que la felicidad de la otra vida, nos hace también dichosos en ésta.
Montesquieu
Se exageran de igual modo la desgracia y la felicidad; nunca somos tan desgraciados ni tan dichosos como se dice
Honoré de Balzac
Para que los pueblos sean felices y dichosos, no basta que el interés material ponga en contacto a los unos con los otros; es necesario además que la benevolencia y el verdadero afecto estreche sus corazones.
Jerónimo Usera
El mundo, día de un año, cuantos amantes se dan la mano sin ver distancias ni cercas, ni mares, ni largos años frente a los prejuicios se ven hermosos y dicen que al fin nunca llegan tarde para que un amor los haga dichosos y así dan cuenta de un buen amor
Silvio RodrÃguez
Pocos son los que se tienen por desgraciados, si no es comparándose con los más dichosos.
Santa Teresa de Jesús
El amor tiene mil maneras de hacernos dichosos, pero tiene muchas más de robarnos el sosiego
John Dryden
Los pueblos serán felices y dichosos si la benevolencia y el verdadero afecto estrechan sus corazones.
Jerónimo Usera
Dichosos aquellos antepasados nuestros que perdieron su vida por mantener incólume la independencia de Vizcaya (Bizkaia).
Sabino Arana
Cuando hemos renunciado a nuestra dicha y nos contentamos con ver dichosos a los que nos rodean, es quizá cuando empezamos a serlo
Jacinto Benavente
La caricia adormece, y a una región conduce más cercana a la tierra, a su silencio y sueño, bien tendidos, dichosos.
Jorge Guillén
Hoy el sol brilla para la humanidad; pero puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un solo minuto la llegada del venturoso día en que aquél alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones.
Samuel Fielden
Coral
El sacrificio ha sido favorable
Aristófanes
La gloria conquistada por los adolescentes
Píndaro
El otro día, hojeando un viejo álbum
de fotografías,
apareciste. En una playa
que ciega el sol (seguramente,
Le Lavandou), orgullosa y alegre
sobre las brasas
de aquel Verano.
Como un pinchazo
esa imagen me trae
algo de la pasión que sacudió esos días.
Contemplé largo rato la fotografía:
tus ojos dichosos, tu boca, esa
mano que
desenfocada
parece querer tapar el objetivo.
¿Te das cuenta? No has envejecido.
Dios sabe dónde
estarás, ni siquiera si aún vives. Pero ahí,
ah cómo brilla
intacta
tu sonrisa,
los crepitantes ojos del deseo.
Te había olvidado. Pero ahora
que esa fotografía te devuelve,
me doy cuenta de cómo la memoria
generosa
te había guardado sin decírmelo
para darme algún día
este regalo. Poder casi tocar
un instante de felicidad.
Tanto se ha ido...
y entonces apareces
tú,
en esa playa de la juventud,
y me haces este regalo,
la posibilidad
de que viva en alguien el que fui,
la imagen deseada de quien era,
esa que hasta yo mismo ya he olvidado.
Porque igual que la otra tarde tú viniste
puede que alguna vez, si tu recuerdas esos días,
de ellos emerja un joven mediterráneo y sonriendo
y recuerdes el placer de esas horas
y algo de la pasión que entonces
abrasó nuestros cuerpos
aún te toque.
Gracias.
El sacrificio ha sido favorable
Aristófanes
La gloria conquistada por los adolescentes
Píndaro
El otro día, hojeando un viejo álbum
de fotografías,
apareciste. En una playa
que ciega el sol (seguramente,
Le Lavandou), orgullosa y alegre
sobre las brasas
de aquel Verano.
Como un pinchazo
esa imagen me trae
algo de la pasión que sacudió esos días.
Contemplé largo rato la fotografía:
tus ojos dichosos, tu boca, esa
mano que
desenfocada
parece querer tapar el objetivo.
¿Te das cuenta? No has envejecido.
Dios sabe dónde
estarás, ni siquiera si aún vives. Pero ahí,
ah cómo brilla
intacta
tu sonrisa,
los crepitantes ojos del deseo.
Te había olvidado. Pero ahora
que esa fotografía te devuelve,
me doy cuenta de cómo la memoria
generosa
te había guardado sin decírmelo
para darme algún día
este regalo. Poder casi tocar
un instante de felicidad.
Tanto se ha ido...
y entonces apareces
tú,
en esa playa de la juventud,
y me haces este regalo,
la posibilidad
de que viva en alguien el que fui,
la imagen deseada de quien era,
esa que hasta yo mismo ya he olvidado.
Porque igual que la otra tarde tú viniste
puede que alguna vez, si tu recuerdas esos días,
de ellos emerja un joven mediterráneo y sonriendo
y recuerdes el placer de esas horas
y algo de la pasión que entonces
abrasó nuestros cuerpos
aún te toque.
Gracias.
José MarÃa Ãlvarez
Le traían todos los enfermos, los aquejados por males y dolencias diversas, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y a todos los sanaba. Lo seguía un gentío inmenso de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán. Jesús al ver a toda esa muchedumbre, subió al monte. Allí se sentó y sus discípulos se le acercaron. Comenzó a hablar, y les enseñaba así: "Felices los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el Cielo. Pues bien saben que así trataron a los profetas que hubo antes.
Sagradas Escrituras
Dichosos tú y yo,nos encontramos en el punto medio del amor,candor y rubor en ti,alegría infinita en mi.
Miguel Visurraga Sosa
Solo eres tu, continua, graciosa, quien se entrga, quien hoy me llam.Toma,toma el calor, la dicha,la cerraron de bocas selladas.Dulcemente vivimos.Muere,rindete.Solos los los besos reinan:sol tibio y amarillo, riente,delicado,que aqui muere, en las bocas felices,entre nubes rompientes,entre azueles dichosos,donde brillan los besos,las delicias de la tarde,la cima de este poniente loco,quietisimo, que vibra y muere.-Muere,sorbe la vida-Besa-Beso.¡Oh mundo asi dorado!
PARA M-
No me aflige que mi cuota de mundo
Tenga poco de terrenal en ella;
Ni que años de amor, en un minuto
De rencor, se esfumen sin dejar huella.
No lamento que los desvalidos
Sean, querida, más dichosos que yo,
Pero sí que sufras por mi destino,
Siendo un pasajero como soy.
No es que mis fuentes de dicha
Sean extrañas, llorosas-
O que la emoción de un simple beso
Haya paralizado tantos años.
Tampoco que las flores de veinte primaveras
Que se marchitaban al nacer
Yazgan inertes en las cuerdas de mi corazón
Con el peso de una era glacial.
Ni que la hierba ansiosa
Haya crecido sobre mi tumba,
Sino que, mientras esté muerto en vida,
Nunca estaré, mi adorada, en soledad.
No me aflige que mi cuota de mundo
Tenga poco de terrenal en ella;
Ni que años de amor, en un minuto
De rencor, se esfumen sin dejar huella.
No lamento que los desvalidos
Sean, querida, más dichosos que yo,
Pero sí que sufras por mi destino,
Siendo un pasajero como soy.
No es que mis fuentes de dicha
Sean extrañas, llorosas-
O que la emoción de un simple beso
Haya paralizado tantos años.
Tampoco que las flores de veinte primaveras
Que se marchitaban al nacer
Yazgan inertes en las cuerdas de mi corazón
Con el peso de una era glacial.
Ni que la hierba ansiosa
Haya crecido sobre mi tumba,
Sino que, mientras esté muerto en vida,
Nunca estaré, mi adorada, en soledad.
Edgar Allan Poe