Dictados
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La ética no consiste en formular preceptos caÃdos o dictados desde el cielo, sino que es consecuencia de tomar consciencia de lo que somos.
Albert Jacquard
Y el papel de la polÃtica y de las contradicciones sociales ha reaparecido dominando los puros dictados de la técnica.
Santiago Carrillo
En ningún momento de la historia del mundo, la mentira organizada se ha practicado con menos vergüenza, o por lo menos, gracias a la tecnologÃa moderna, más eficientemente o en una escala tan amplia, que por los dictados polÃticos y económicos de este siglo.
Aldous Huxley
¿Por qué ha sido instituido el gobierno? Porque las pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados de la razón y la justicia sin una fuerza coercitiva.
Alexander Hamilton
«Todos estamos obligados a [in] formarnos: meditar, deducir y tomar decisiones conforme a los dictados de la [Ilustración] Razón»
Alberto Jiménez Ure
La esencia profunda de ese Estado, según el resumen del profesor Burdeau, es la colonización del Estado por la técnica, el despotismo de la técnica, que le dicta sus objetivos y saca los problemas del terreno de la polÃtica y de la lucha social para colocarlos únicamente en el aséptico, aclasista y funcional de los dictados del desarrollo tecnológico.
Santiago Carrillo
Uno no puede violar los dictados de la naturaleza de uno sin tener que retroceder la naturaleza en sà misma.
Jack London
El hombre es un animal racional que siempre pierde los estribos cuando es llamado a actuar de acuerdo con los dictados de la razón.
Oscar Wilde
¿Por qué el gobierno ha instituido en absoluto? Debido a las pasiones del hombre no se ajustarán a los dictados de la razón y la justicia sin restricciones.
Alexander Hamilton
He leÃdo tanto la poesÃa como el tiempo lo permite y dictados circunstancia: No dolor puede pasar sin un poco de Dorothy Parker, hay tormenta sin WH Auden, hay noche sin dormir y sin WB Yeats.
J. Courtney Sullivan
La respuesta de cualquier persona interesada en la libertad es que todos tenemos algo que decir y la capacidad de tener un argumento es exactamente lo que la libertad es, a pesar de que no se puede resolver. En cualquier sociedad autoritaria el poseedor de los dictados de poder, y si tratas de paso fuera de él vendrá a por ti.
Salman Rushdie
El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año. Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno. Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un cÃrculo alrededor de este eje: el dolor. La paralizadora inmovilidad de una vida regulada, hasta en sus más Ãnfimos detalles, por una rutina inmutable, de suerte que conforme, bebemos, nos paseamos, dormimos y rezamos ? o por lo menos, nos arrodillamos para rezar ? conforme a los inflexibles dictados de un reglamento de hierro; esa inmovilidad que hace que cada dÃa sea, con todos sus horrores, y hasta en sus más pequeños detalles, idéntico a sus hermanos, parece comunicarse a aquellas fuerzas exteriores, cuya existencia es una perpetua variación. Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas o de los vendimiadores deslizándose entre las vides; de la hierba del jardÃn, ornada con el blanco manto de las flores caÃdas, sobre la cual se hallan esparcidos los frutos maduros. Nada sabemos, nada podemos saber.
Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el dÃa con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mÃsera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.
Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el dÃa con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mÃsera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.
Oscar Wilde