Autores

Populares

Recientes

Temáticas


Frases para Facebook

frases de amor

frases romanticas

frases cortas de amor

frases de desamor

te extraño

frases de despedida

poemas de desamor

frases para enamorar

frases tristes

frases de reflexion

frases de agradecimiento

frases lindas

frases de amistad

frases de aliento

frases para pensar

Diente

Diente. Encuentra docenas de diente con fotos para copiar y compartir.


Ojo por ojo, diente por diente.


Refrán


Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía que dio a cascar al diente de la sabiduría.


Antonio Machado




De pronto me sentí a mí mismo, y a mi propio yo. Todos aquellos que se dan cuenta de Sí Mismos, son conscientes de su individualidad, pero solamente el ojo inflamado, el dedo lastimado, el diente enfermo se evidencian; pues el ojo sano, el dedo indemne, y el diente intacto no parecen existir. De modo que, sin duda alguna y con absoluta certeza, uno está enfermo cuando siente su propia personalidad.


Yevgueni Zamiatin


¿Qué cosas desea hacer antes de morir? -Ninguna en especial. Bueno, preferiría no morirme, claro. Pero tarde o temprano la distinguida dama llega, el problema es que a veces no es una dama ni mucho menos es distinguida, sino más bien, como dice Nicanor Parra en un poema, es una puta caliente, que es algo que hace dar diente con diente al más pintado.


Roberto Bolaño


Si me fuera a reencarnar, quisiera volver al mundo como un buitre: nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo desea, ni lo necesita; jamás lo molestan y nunca está en peligro; además, le mete el diente a cualquier cosa.


William Faulkner


Juez era diputado provincial y renunció porque se habían aumentado las dietas, y no podia aceptarlo. Por radio dijo: Sacarle un mango a los diputados es más difícil que sacarle un diente a un dogo.


Luis Juez




A carne de lobo diente de perro.


Refrán


Si le ves los dientes al león, no vayas a creer que te esta sonriendo.


Proverbio árabe


Nuestro amor

Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos: todo nuestro amor guárdase con pálpito bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor, esperan que la muerte se robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de las Òrbitas, más bien como dos astros, como uno.


Carlos Germán Belli




La ciencia era algo que realmente me llamó la atención. Era algo que realmente podía hincarle el diente.


Michael P. Anderson


La amistad es como un diente, que cuando se va, deja un hueco para siempre.




Valientes por el diente, conozco yo más de veinte.




Tengo muchas ganas de jugar el papel más sustanciosos que recibe en sus 30 años. Los 20 años de edad puede ser un momento difícil para una actriz - que siempre es explosiva o romántico plomo. Las cosas buenas que realmente puede hincar el diente viene después.


Jessica Marais




Tiempo, cuyo diente roe lejos todo lo demás, no puede hacer nada contra la verdad.


Thomas Huxley


La comedia de la clase, jugó tan recta, es algo maravilloso para un actor que hincar el diente.


Shirley MacLaine


En el caso de 'Radio News, 'Me encantaba ese programa. Me encantaron los actores y los productores, pero me estaba esperando mucho por algo más que hincarle el diente a mí. Creo que fue un espectáculo muy inteligente, pero me encontré en la periferia de una gran cantidad de ella.


Khandi Alexander


No hay que olvidar que hay muy pocas cosas que sobreviven de este período, los huesos pequeños, a menudo solo individuales, un diente, una astilla del cráneo. Categorización de estas piezas puede ser muy difícil.


Richard Leakey


He jugado con IVs antes, durante y después de los partidos. He jugado con una mano rota, un tobillo torcido, un hombro desgarrado, un diente fracturado, un labio cortado y una rodilla del tamaño de una pelota de béisbol. No echo de menos 15 juegos debido a una lesión en el pie que todo el mundo sabe que no fue tan grave en el primer lugar.


Kobe Bryant


Nunca me olvidaré de mi cumpleaños número 24, cuando el diente recibió un puñetazo a cabo. Y por un segundo pensé, que sería muy gracioso si lo vendí en eBay. Pero no puedo, eso es demasiado espeluznante. Yo no creo que pueda ir allí.


Evan Rachel Wood


Diez mil libras es el valor jurídico de una vida negligente tomado, de un hijo o un padre. Un cálculo frío y un tanto mezquina: lo haría mejor si se resbaló en una piedra de pavimentación y se rompió un diente.


Nina Bawden


Escribir una novela es como hacer el amor, pero también es como tener un diente. El placer y el dolor. A veces es como hacer el amor mientras extracción de un diente.


Dean Koontz


Tengo un diente dulce para la canción y la música. Esta es mi pecado polaco.


Juan Pablo II


A quien nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la sabiduría.


Antonio Machado


Cuando regresó, el hijo del posadero le entregó las ropas del guerrero, limpias y dobladas. Mikhon Tiq las subió al sobrado y las colocó en orden junto a sus armas. Eran ropas de estilo Ainari, aunque mezclado con algunos detalles bárbaros del Norte. Las botas, que el propio rapaz había encerado, estaban arrugadas en los tobillos, casi cuarteadas; botas de espadachín acostumbrado a doblar las piernas y girar los pies en la danza del combate. Las mangas de la casaca eran amplias. Sin duda su dueño las utilizaba para guardar en ellas las manos y ocultar así las emociones, según la costumbre de Áinar. Pero tenían corchetes de latón para que, llegado el momento de la pelea, pudieran ceñirse a las muñecas y no estorbar los movimientos. El talabarte, ya descolorido, tenía una pequeña vaina a la derecha para el colmillo de diente de sable que sólo los Tahedoranes podían llevar. A la izquierda había dos trabillas de piel con sendas hebillas para colgar la funda de la espada. Éste era otro detalle que lo delataba. Los guerreros normales llevan una sola hebilla, de forma que la espada cuelgue junto al muslo. Los maestros de la espada, sean Ibtahanes o Tahedoranes, necesitan dos para que la espada se mantenga horizontal; de esta manera pueden sujetar la vaina con la mano izquierda y extraer el arma a una velocidad fulgurante, en el movimiento letal conocido como Yagartéi que es en sí mismo un arte marcial. Pero lo que más llamaba la atención de Mikhon Tiq era la propia espada. Hacía años que no veía una auténtica arma de Tahedorán. La funda era de cuero repujado, reforzada con guarnición y punta de metal, y con dos pequeños bolsillos a ambos lados. Uno de ellos contenía una navaja con un pequeño gavilán en forma de gancho; de este modo servía de arma y a la vez de herramienta para desmontar la empuñadura de su hermana mayor. En la otra abertura había papel de esmeril para sacar filo a la hoja; aunque un Tahedorán sólo haría esto en una emergencia, pues los aceros dignos de tal nombre deben ser bruñidos y afilados por maestros pulidores. En torno a la empuñadura de la espada corría una fina tira de piel, enrollada y apretada con fuerza para evitar que la mano resbalara al aferrarla. Mikhon Tiq miró de reojo a Linar. Tenía el ojo cerrado; o dormía o estaba encerrado en su mundo interior. En cuanto al guerrero, su respiración bajo la manta era profunda y pausada. Mikhon Tiq sintió la tentación de desenvainar la espada para examinar la hoja. Pero aquello habría sido una afrenta, como desnudar a una doncella dormida, así que apartó las manos del arma y procuró pensar en otras cosas.


Javier Negrete


Grace apretó los dientes al ver el rechazo en los ojos de Julian. No obstante, ¿quién podría culparlo?
Lo habían herido en incontables ocasiones. Sin embargo, de algún modo, de alguna forma, lograría demostrarle lo mucho que significaba para ella.
Tenía que hacerlo. Porque perderlo significaría la muerte para ella.


Sherrilyn Kenyon


¡Te voy a pegar un guantazo que te van a quedar menos dientes que a una pava!


José Mota




»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.
»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.
»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.
»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar ?¡ángel mío!?, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.
¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad ?¡acaso no simulada!? destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. ?Vaya ?dice éste?, no hay que comérselo todo en un día?; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.


Charles Baudelaire


Rolando observó cuidadosamente a Eddie, y a pesar de que en el momento que quisiera podía haberlo matado seis veces, eligió mantenerse quieto y callado y dejar que Eddie elaborara por sí mismo la situación. Eddie era muchas cosas, y muchas de ellas no eran agradables (como alguien que conscientemente ha dejado que un niño cayera hacia su muerte, el pistolero conocía la diferencia entre agradable y no del todo bien), pero había una cosa que Eddie no era: no era estúpido.
Era un chico listo. Lo iba a entender. Lo entendió.
Miró a Roland a su vez, sonrió sin mostrar los dientes, hizo girar una vez en su dedo el revólver del pistolero, torpemente, como la parodia de la coda de fantasía de un tirador en un espectáculo, y luego se lo alcanzó a Roland, la culata primero.


Stephen King


Las primeras palabras que escribió Sara en aquel cuaderno de tapas duras que le había dado su padre fueron río, luna y libertad, además de otras más raras que le salían por casualidad, a modo de trabalenguas, mezclando vocales y consonantes a la buena de Dios. Estas palabras que nacían sin quererlo ella misma, como flores silvestres que no hay que regar, eran las que más le gustaban, las que le daban más felicidad, porque sólo las entendía ella. Las repetía muchas veces, entre dientes, para ver cómo sonaban, y las llamaba "farfanías". Casi siempre le hacían reír.


Carmen Martín Gaite


No leía la prensa, no escuchaba música, ni siquiera tenía apetito sexual. Lo que ocurriera en el mundo no le importaba lo más mínimo. Si se cansaba de estar encerrado en su apartamento, salía y paseaba sin rumbo fijo por el barrio. O iba hasta la estación y, sentado en un banco, pasaba horas contemplando el ir y venir de los trenes. Todas las mañanas se duchaba y se lavaba cuidadosamente el pelo, y dos veces por semana hacía la colada. La limpieza era uno de los pilares a los que se aferraba. Colada, baño y cepillado de dientes.


Haruki Murakami


Cuando me miro en el espejo veo a la niña que era cuando yo era pequeña, con los tirantes, los dientes torcidos, una cara infantil y un cuerpo delgado.


Heather Locklear


¿Quién iba a dar el golpe? ¿Y contra quién? No: en la sociedad moderna hay que luchar en los medios de comunicación y en la calle, apelar al pueblo y, si se pierde, resistirse con uñas y dientes. En última instancia, el levantamiento popular. Lo ultimísimo, los militares.


Federico Jiménez Losantos