Doble ( 2 )
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Pasión Y Muerte de La Luz
VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.
La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.
Tiendo la mano para recogerla
y el lento cáliz de una llaga fría
estanca el iris de tu simple perla.
Me ciño a su enlutada melodía
quemándome sin fin por retenerla
en el doble rumor de mi agonía.
X
El verano se agota en el racimo.
Ni avena, ni cigarra, ni amapola.
Ni el alga haciendo venas en la ola,
ni las tímidas ranas en el limo.
Ni la corteza que hasta el llanto oprimo
entre la tierna muchedumbre, sola,
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corroboro y me lastimo.
Ni la centella que la liebre rubia
mueve entre los primores del rocío,
ni la humilde fragancia de la alubia.
Ni el caballo de sal que adiestra el río;
ni la múltiple espada de la lluvia,
dirán tu arisca huella, idioma frío.
VIII
Mi entraña mereció, panal mestizo,
la incorruptible ley de tu voluta.
En cada nervio de clavel o fruta
un embozado arroyo de granizo.
La abeja por mi sangre se deshizo.
Vi las raíces de tu isla enjuta,
y el atisbo tenaz de la cicuta
mezcló a tu piel su aroma fronterizo.
Tiendo la mano para recogerla
y el lento cáliz de una llaga fría
estanca el iris de tu simple perla.
Me ciño a su enlutada melodía
quemándome sin fin por retenerla
en el doble rumor de mi agonía.
X
El verano se agota en el racimo.
Ni avena, ni cigarra, ni amapola.
Ni el alga haciendo venas en la ola,
ni las tímidas ranas en el limo.
Ni la corteza que hasta el llanto oprimo
entre la tierna muchedumbre, sola,
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corroboro y me lastimo.
Ni la centella que la liebre rubia
mueve entre los primores del rocío,
ni la humilde fragancia de la alubia.
Ni el caballo de sal que adiestra el río;
ni la múltiple espada de la lluvia,
dirán tu arisca huella, idioma frío.
Sara de Ibáñez
Doble Canción
I
Tengo una sed de vinos capitosos
-venusino furor, pugnas salaces,
ojos enloquecidos por el éxtasis,
bocas ebrias, frenéticos enlaces-.
Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,
tú, Melusina, vid de mis deseos:
¡dóname tu lagar tibio y recóndito!
quiero oprimir tus uvas!
Y tus vinos
exprimir!
-fulgurante filtro cálido
para mi sed de zumos citereos!
II
Tengo una sed de búdicos nirvanas
-xahareño no oír, callada acidia,
ojos enceguecidos por el éxtasis,
espiritual ardor, psíquica lidia-.
Tú, viaje azul, deliquio, noche intacta,
música..., oh tú, mi inasequible dueño:
¡llévame a tus refugios ataráxicos!
quiero tañer tus fibras!
y el prodigio
de tu entraña exprimir!
-don inefable
para mi sed de fugas y de ensueño.
I
Tengo una sed de vinos capitosos
-venusino furor, pugnas salaces,
ojos enloquecidos por el éxtasis,
bocas ebrias, frenéticos enlaces-.
Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,
tú, Melusina, vid de mis deseos:
¡dóname tu lagar tibio y recóndito!
quiero oprimir tus uvas!
Y tus vinos
exprimir!
-fulgurante filtro cálido
para mi sed de zumos citereos!
II
Tengo una sed de búdicos nirvanas
-xahareño no oír, callada acidia,
ojos enceguecidos por el éxtasis,
espiritual ardor, psíquica lidia-.
Tú, viaje azul, deliquio, noche intacta,
música..., oh tú, mi inasequible dueño:
¡llévame a tus refugios ataráxicos!
quiero tañer tus fibras!
y el prodigio
de tu entraña exprimir!
-don inefable
para mi sed de fugas y de ensueño.
León de Greiff
Todo el mundo cuenta como ganó sus primeras cien pesetas; nadie cuenta como ganó su último millón.
Noel Clarasó
En algunas ocasiones no es nada más que una puerta muy delgada lo que separa a los niños de lo que nosotros llamamos mundo real, y un poco de viento pude abrirla.
Stefan Zweig
El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin iulsiones. Y muere lo mismo, sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones.
Alejandro Dumas
Hay personas divertidas que no interesan y personas interesantes que no divierten.
Benjamin Disraeli
A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores.
Georg Christoph Lichtenberg
¡oh, insensatos afanes de los mortales! ¡qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la tierra!.
Dante Alighieri
El mundo nace en nosotros, como Descartes hizo reconocer, y dentro de nosotros adquiere su influencia habitual.
Edmund Husserl
Nunca se debe mirar a una persona que duerme. Es como sí abriéramos una carta que no ha sido dirigida a nosotros.
Sacha Guitry
El ser humano es el único animal capaz de hacer fuego. Esto le ha procurado su dominio sobre la Tierra.
Conde De Rivarol