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Flor de mano selva

Flor de mano selva. Encuentra docenas de flor de mano selva con fotos para copiar y compartir.


... a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas...


Julio Cortázar


Ahora tengo treinta años, y mis sienes jaspea
la ceniza precoz de la muerte. En mis días,
como la lluvia eterna de los polos, gotea
la amargura con lágrimas lentas, salobre y fría.

Mientras arde la llama del pino, sosegada,
mirando a mis entrañas pienso qué hubiera sido
un hijo mío, infante con mi boca cansada,
mi amargo corazón y mi voz de vencido.

Y con tu corazón, el fruto de veneno,
y tus labios que hubieran otra vez renegado.
Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,
que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.

Y en qué huertas en flor, junto a qué aguas corrientes
lavara, en primavera, su sangre de mi pena,
si fui triste en las landas y en las tierras clementes,
y en toda tarde mística hablaría en sus venas.

Y el horror de que un día, con la boca quemante
de rencor, me dijera lo que dije a mi padre:
«¿Por qué ha sido fecunda tu carne sollozante
y se henchieron de néctar los pechos de mi madre?»

Siento el amargo goce de que duermas abajo
en tu lecho de tierra, y un hijo no meciera
mi mano, por dormir yo también sin trabajos
y sin remordimientos, bajo una zarza fiera.

Porque yo no cerrara los párpados, y loca
escuchase a través de la muerte, y me hincara,
deshechas las rodillas, retorcida la boca,
si lo viera pasar con mi fiebre en su cara.

Y la tregua de Dios a mí no descendiera:
en la carne inocente me hirieran los malvados,
y por la eternidad mis venas exprimieran
sobre mis hijos de ojos y de frente extasiados.

¡Bendito pecho mío en que a mis gentes hundo
y bendito mi vientre en que mi raza muere!
¡La cara de mi madre ya no irá por el mundo
ni su voz sobre el viento, trocada en miserere!

La selva hecha cenizas retoñará cien veces
y caerá cien veces, bajo el hacha, madura.
Caeré para no alzarme en el mes de las mieses;
conmigo entran los míos a la noche que dura.

Y como si pagara la deuda de una raza,
taladran los dolores mi pecho cual colmena.
Vivo una vida entera en cada hora que pasa;
como el río hacia el mar, van amargas mis venas.

Mis pobres muertos miran el sol y los ponientes
con un ansia tremenda, porque ya en mí se ciegan.
Se me cansan los labios de las preces fervientes
que antes que yo enmudezca por mi canción entregan.

No sembré por mi troje, no enseñé para hacerme
un brazo con amor para la hora postrera,
cuando mi cuello roto no pueda sostenerme
y mi mano tantee la sábana ligera.

Apacenté los hijos ajenos, colmé el troje
con los trigos divinos, y sólo a Ti espero,
¡Padre nuestro que estás en los cielos!, recoge
mi cabeza mendiga, si en esta noche muero.


Gabriela Mistral




Una flor en la mano muere, apagando una estrella.


Antonio Porchia


Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más


Gabriela Mistral


¿Qué me has traído? ?me preguntó, emocionada.
Sonreí.
?¿Y tú? ¿Qué me has traído? ?bromeé.
Auri sonrió y alargó la mano. Vi brillar algo en su palma a la luz de la luna.
?Una llave ?contestó con orgullo, y me la puso en la mano.
La cogí y noté su agradable peso.
?Es muy bonita ?dije?. ¿Qué abre?
?La luna ?respondió ella, muy seria.
?Ah, podría serme muy útil ?dije examinándola.
?Eso mismo pensé yo. Así, si hay una puerta en la luna, podrás abrirla. ?Se sentó en el tejado con las piernas cruzadas y me miró con una amplia sonrisa en los labios?. Aunque yo no fomentaría esa clase de comportamiento insensato.
[... ]
?Te he traído un poco de pan. [... ]. Y una botella de agua.
?Eso también es muy bonito ?dijo ella con gentileza. [... ]?. ¿Qué hay en el agua? [... ].
?Flores ?respondí?. Y el trozo de luna que no está en el cielo esta noche. Lo he metido también.
[... ]
?Yo ya mencioné la luna ?dijo con un deje de reproche.
?Entonces, solo flores. Y el brillo del cuerpo de una libélula. Yo quería un trozo de luna, pero solo conseguí el brillo azul de una libélula.
Auri inclinó la botella y dio un sorbo de agua.
?Es maravillosa.


Patrick Rothfuss


Las bellas mujeres aprestan coronas de flores, y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa; y la más hermosa sonríe al más fiero de los vencedores. ¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera; honor al herido y honor a los fieles soldados que muerte encontraron por mano extranjera!


Rubén Darío




¡he perdido mi gotita de rocío!, dijo la flor al cielo del amanecer, que había perdido todas sus estrellas.


Rabindranath Tagore


Lluvia

¡Te quiero!, -me dijiste,
y la flor de tu mano
puso un arpegio triste
sobre el viejo piano.

( En al ventana oscura
la lluvia sonreía...
Tamboril de dulzura.
Gong de melancolía.)

-¿Me querrías tú lo mismo?-
Y en tu voz apagada
hubo un dulce lirismo
de magnolia tronchada.

( La lluvia proseguía
llorando en los cristales...
Cortina de agonía.
Guadaña de rosales.)

-¡Para toda la vida!-,
te dije sonriente.
Y una estrella encendida
te iluminó la frente.

( La lluvia proseguía
llamando en la ventana
con una melodía
antigua de pavana.)

Después, casi llorando,
yo te dije: -¡Te quiero!-
Y me quedé mirando
tus pupilas de acero.

-¡Para toda la vida!-
dijiste sonriente,
y una duda escondida
me atravesó la frente.

( En la ventana oscura
la lluvia proseguía
rimando su amargura
con la amargura mía.)


Rafael de León


No Puedo

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas:
he de salir al camino
donde el mundo gira y clama,
he de salir al camino
a ver la muerte que pasa.

He de salir a mirar
cómo crece y se derrama
sobre el planeta encogido
la desatinada raza
que quiebra su fuente y luego
llora la ausencia del agua.

He de salir a esperar
el turbión de las palabras
que sobre la tierra cruza
y en flor los cantos arrasa,
he de salir a escuchar
el fuego entre nieve y zarza.

No puedo cerrar las puertas
ni clausurar las ventanas,
el laúd en las rodillas
y de esfinges rodeada,
puliendo azules respuestas
a sus preguntas en llamas.

Mucha sangre está corriendo
de las heridas cerradas,
mucha sangre está corriendo
por el ayer y el mañana,
y un gran ruido de torrente
viene a golpear en el alba.

Salgo al camino y escucho,
salgo a ver la luz turbada;
un cruel resuello de ahogado
sobre las bocas estalla,
y contra el cielo impasible
se pierde en nubes de escarcha.

Ni en el fondo de la noche
se detiene la ola amarga,
llena de niños que suben
con la sonrisa cortada,
ni en el fondo de la noche
queda una paloma en calma.

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas.
A mi diestra mano el sueño
mueve una iracunda espada
y echa rodando a mis pies
una rosa mutilada.

Tengo los brazos caídos
convicta de sombra y nada;
un olvidado perfume
muerde mis manos extrañas,
pero no puedo cerrar
las puertas y las ventanas,
y he de salir al camino
a ver la muerte que pasa.


Sara de Ibáñez




Noviembre

A mi padre

Me acodé en el balcón:
las estrellas giraban,
musicales y suaves, como los crisantemos
de las huertas perdidas.
Toda la noche tiene manos inmaculadas
que pasar por las sienes que el cansancio golpea,
húmedos labios trémulos para tantas mejillas,
corazones acordes al par de sus silencios.

Me acordaba de ti,
del que no fueras nunca,
casi flor, casi germen, casi voz, casi todo
lo que nombra un deseo.
Aquél que hundió en la tierra su planta generosa,
los olivos que ceden su fruto a las escarchas;
el que alzaba su mano como si fuera un grito
poderoso y maduro sobre el marchito júbilo.

Me acordaba de ti,
como en noches pasadas,
tanto amor que se logra pero no se consuma
por no sé qué misterio,
y el corazón, tan lleno de flor y flor perenne,
de estrella y lunas fijas, de campo y campo abierto,
abría sus balcones hacia un paisaje oscuro
de paciencia y de adiós, de clemencia y de olvido.


Antonio Carvajal


Ver un mundo en un grano de arena y un cielo en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de la mano y la Eternidad en una hora.


William Blake


de Agua Dulce

Nunca hubiera adivinado que un amor
fuera la corriente más subterránea
sin escaparse
que va del tibio heno a un pozo
y de ahí empedrada a los huertos
sin dividirse
pero yo sí ante tu acecho
y este poema
que no acierta a explicarse mejor.

Corriente de agua dulce
en las tardes de agosto
no vayas por el agua
al pozo...
Se escribe así en el viento
una cultura detrás del amor
nacida en los campanarios
empujando suertes, ventanas
de la aldea interior
que es una mirada a la boca
trenzados frente a frente.

En el pozo andamos.
Mi saya tirando a selva
Tu camisa a juego oscura
Mi pie todavía calzado
Tu cuello abierto de mil troncos
Esta mano qué sorpresa sin anillo.
Las tuyas ayudando a sacar agua.

Del pozo me quiero ir
sin escaparme.
El busto atardecer
desconocía si esto era amor
o dulce trampa
que tira su moneda
sin dividirme
al fondo de las aguas.
Ay, la saya nueva
y camisa a rayas
flotan abrazando
el cielo, el limo puro
que del heno a un pozo
ya no saben regresar
a casa.
Y Dios arriba, abajo
empapado también
en dulce trampa
hace de una mujer aldea
este poema
que no acierta a explicartse mejor.

De: Pasión inédita


Pureza Canelo


Manos de Amor

¡Qué cercanas, qué lejanas,
tu mano y mi mano juntas!
Me enloquezco cuando siento
que entre el amor de sus palmas
una mano taladrada
les separa los dos pulsos.

-Ya se acercan, ya están juntas,
como una flor con su tallo,
tu mano y mi mano juntas!
Quiero sentirles la sangre
junta;
¡las vivas raíces juntas!

¡Ay! Todavía las separa
el resplandor de una rosa
con su ser, que es, como el tuyo,
terrible, tierno, traslúcido!

Toda la noche tu mano,
convertida en una rosa,
fue sangre de sueño y flor
sobre el sueño de mi mano
silenciosa.


Esther de Cáceres




Rosa Marchita

Rosa marchita que el amante guarda
entre viejos y pálidos papeles
que a ese recuerdo vagamente fieles
siente pasar bajo su mano tarda.

Quizá recuerda un algo de la vida
de aquel amor, tras tantos desengaños,
y por eso parece que, a los años,
no está muerta la flor, sino dormida.


Leopoldo Lugones


El Alba Inútil

A los labios del hombre taciturno, la aurora
trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares.
El alba en las pupilas noctámbulas había
sorprendido la angustia de las viejas saudades.
En los círculos hondos de las mustias ojeras
se azulaba un exceso de veladas sensuales.
Vertió el vino de Francia
en la copa vibrante.
-La noche prolongaban
los grises cortinajes-.
Miró la flor marchita
de su frac un instante,
y evocó vagamente:
Casi estaba desnuda
en la fiebre del baile.
El breve seno apenas
velaban los encajes.
Oprimía la espalda
la caricia insinuante
que vagaba furtiva
de deseos. El talle
cedía entre su brazo
como un junco ondulante.
Después... aun más desnuda
la tuvo que en el vals,
y pensó vagamente:
Flor y mujer, vosotras
sólo duráis un baile.
-En la mano brillaba la heráldica sortija
herencia antigua y noble de un tiempo inmemorable.
Trémula entre los dedos fatigados, la copa
despertó una añoranza de mujeres fugaces-.


* * *


Las lámparas habían develado la alcoba.
El alba subrayaba de luz los ventanales.
Las severas efigies de los antepasados
miraban desde el fondo de remotas edades.
Con un grito argentado de dagas, la panoplia
al nieto recordaba las glorias ancestrales.
Dejó la copa exhausta
sobre la mesa grave.
Descorrió silencioso
los grises cortinajes,
y pensó vagamente:
¿Y de todo qué resta
tras el sensual alarde?
Solo una flor marchita
en la seda del traje.
-En las manos del hombre taciturno, la aurora
palideció una huella de victorias cobardes-.


Alberto Angel Montoya


El propósito de la vida es vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras.


Eleanor Roosevelt


A quien le dan el pie, se toma la mano.


Refrán


Aunque le arranques los pétalos, no privarás de su belleza a la flor.


Rabindranath Tagore


A enfermo, niño o anciano, hay que tenderles la mano.


Refrán


Cuando da muchos frutos el manzano, podrás agarrarlos con la mano.


Refrán


Que dulce queda la mano al que da.


Refrán


Mi amor, mi amor... en la palma de mi mano agraces bayas.


Masajo Suzuki


Cómo llevar a las palabras la sensación, el roce de tu mano por vez primera entre la mía.


Eliseo Diego


Solo la mano que borra puede escribir la verdad.


Eckhart de Hochheim


Consideremos los lirios del campo cuya fragancia es efímera; nosotros somos como ellos, la flor desaparece y se pierde el aroma.


Christina Rossetti


Si besan tu mano te puedes sentir muy bien, pero un brazalete de diamantes y zafiros es para siempre.


Anita Loos




El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio.


Stendhal


Estoy Aquí Sentada...

Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras
como con una cesta de fruta verde, intactas.

Los fragmentos
de mil dioses antiguos derribados
se buscan por mi sangre, se aprisionan, queriendo
recomponer su estatua.
De las bocas destruidas
quiere subir hasta mi boca un canto,
un olor de resinas quemadas, algún gesto
de misteriosa roca trabajada.
Pero soy el olvido, la traición,
el caracol que no guardó del mar
ni el eco de la más pequeña ola.
Y no miro los templos sumergidos;
sólo miro los árboles que encima de las ruinas
mueven su vasta sombra, muerden con dientes ácidos
el viento cuando pasa.
Y los signos se cierran bajo mis ojos como
la flor bajo los dedos torpísimos de un ciego.
Pero yo sé: detrás
de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa,
y alrededor de mí muchas respiraciones
cruzan furtivamente
como los animales nocturnos en la selva.
Yo sé, en algún lugar,
lo mismo
que en el desierto cactus,
un constelado corazón de espinas
está aguardando un hombre como el cactus la lluvia.
Pero yo no conozco más que ciertas palabras
en el idioma o lápida
bajo el que sepultaron vivo a mi antepasado.


Rosario Castellanos


La Compañera

A Cintio Vitier

A veces se la encuentra
en mitad del camino de la vida
y ya todo está bien. No importa nada.
No importa el ruido, ni la ciudad, ni la máquina.
No te importa. La llevas de la mano,
compañera tan fiel como la muerte,
y así va con el tren como el paisaje,
en el aire de abril como la primavera,
como la mar junto a los pinos,
junto a la loma como está la palma,
o el chopo junto al río,
o aquellos arrayanes junto al agua.
No importa. Como todo lo que une
y completa. Junto a la sed el agua,
y al dolor el olvido. El fuego con la fragua,
la flor y la hoja verde,
y el mar azul y la espuma blanca.
La niña pequeñita
con el brazo de amor que la llevaba,
y el ciego con su perro lazarillo,
y el Tormes junto a Salamanca.
Lo uno con lo otro tan cerrado
que se completa la mitad que falta.
Y el cielo con la tierra.
Y el cuerpo con el alma.
Y tú, por fin, para decirlo pronto,
mi soledad, en Dios transfigurada.


Eugenio Florit


La Rueda

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.


Juan Gelman


Realidad Y Sueño

Náufrago de mi propio sueño,
como si transportara en la flor de los labios
el silencio desnudo,
más que la sangre muda de hospital
muerta en el abandono;
con la tristeza del que viaja
por un aire sin viaje,
reducido al silencio
bajo un olor de rosa no pensada,
cuando el jardín no sabe
si la flor es un sueño
o la esperanza presentida;
fijo en mis latitudes
con el límite sueño entre las manos,
en su cauce la sangre detenida
y el temor de que llegue hasta mi tacto
la presión más efímera
o la más fina flor ya derribada;
límite y carne, sueño ilimitado
bajo la sábana, tan blanca,
por la que corre sangre
como la vena rota
en la piel de una virgen;
amigo de mí mismo
igual al hombre que presiente
la altura de su sombra
a la hora del último camino,
cara al ángel que viaja hacia mi encuentro
con la blancura íntima del niño aún no nacido,
me recuesto en mis venas
doloroso y sediento, sin mis nervios
ni el recuerdo inicial,
aquel primer encuentro con la muerte
tan clara, pura y sombra.
Siento que un mar lejano,
hundido como puerto bajo niebla,
hasta mí llega, cuando poso mi mano ávida
sobre el temor de mi sombría piel,
igual que un río inmóvil camina por los campos,
y de la sombra de mi aliento,
lento y desnudo, fiel a mi destino,
con mi sangre en el hielo,
más fría que la estatua bajo el agua,
con el frío en las manos
y la desnuda voz enmudecida,
hacia mi sombra vuelvo,
retorno a mi naufragio.


Alí Chumacero


Canción de La Noche Sola

Fue mía una noche. Llegó de repente,
y huyó como el viento, repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió el placer,
fue mía una noche. No la he vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola estrella.
Si miro las nubes, después pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor no la llama;
la flor desprendida no vuelve a la rama,
y las ilusiones son como un espejo
que cuando se empaña pierde su reflejo.

Fue mía una noche, locamente mía:
me quema los labios su sed todavía.
Bella como pocas, nunca fue más bella
que soñando el sueño de la noche aquella.
Su amor de una noche sigue siendo mío:
la corriente pasa, pero queda el río;
y si ella es la estrella de una noche sola,
yo he sido en su playa la primera ola.

Amor de una noche que ignoró el hastío.
Somos las distantes orillas de un río,
entre las que cruza la corriente clara,
y el agua las une, pero las separa.
Amor de una noche: si vuelves un día,
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más que la tortura de una herida abierta,
mi amor ama el viento que cierra una puerta.

El amor florece tierra movediza,
y es ley de la llama trocarse en cenizas.
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así como un ciego que tiende la mano.
Amor de una noche sin amanecer:
¡acaso prefiero no volverte a ver!


José Angel Buesa


Canción A Una Muchacha Muerta

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos
se bañan con espuma.

Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva solo un pájaro o mano.

Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.

Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.

Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde solo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes.

¡Oh tú, cielo riente que pasas como nube;
oh pájaro feliz que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!


Vicente Aleixandre


¿en Qué Piensas?

Dime: cuando en la noche taciturna,
la frente escondes en tu mano blanca,
y oyes la triste voz de la nocturna
brisa que el polen de la flor arranca;

cuando se fijan tus brillantes ojos
en la plomiza clámide del cielo...
y mustia asoma entre tus labios rojos
una sonrisa fría como el hielo;

cuando en el marco gris de tu ventana
lánguida apoyas tu cabeza rubia...
y miras con tristeza en la cercana
calle, rodar las gotas de la lluvia;

dime: cuando en la noche te despiertas
y hundes el codo en la almohada y lloras...
y abres entre las sombras las inciertas
pupilas como el sol abrasadoras;

¿en qué piensas? ¿en qué? ¡pobre ángel mío!
Piensas en nuestro amor despedazado
ya, como el junco al ímpetu bravío
del torrente que salta desbordado?

¿Piensas tal vez en las azules tardes
en que a la luz de tu mirada ardiente,
mis ojos indecisos y cobardes
posáronse en el mármol de tu frente?

¿O piensas en la hojosa enredadera
bajo la cual un tiempo te veía
peinar tu ensortijada cabellera,
al abrirse los párpados del día?

¡Quién sabe!... no lo sé, pero imagino
que en esas horas de aparente calma,
percibes mucha sombra en tu camino,
¡sientes muchas tristezas en el alma!

Mas... otro amante extinguirá tu frío,
yo sé que tu pesar no será eterno;
mañana vivirás en pleno estío...
y yo, con mi dolor... ¡en pleno invierno!


Julio Florez


Versos

Como no sabes lo que pasa
te parece la noche más oscura
dentro del vaso de cristal
y ya no tienes miedo
a que salgan los sueños a morderte,
que están seguros en su puesto.

Como no sabes lo que pasa
no quieres ver lo que te ronda
sobre el giro del día
y ya no temes ni la flecha,
ni el color, ni la llaga
de la luz que nos pesa.

Y como pues no sabes
ni lo que pasa ni lo que se queda
no te angustia la flor
que allí en su rama temblorosa
lejos de ti, puesto que no la miras,
se está quedando de ti sola.

No sabes lo que pasa
porque de ti no sabe nada nada.

Como no se sabe qué color tiene Dios
-¿será blanco y azul como este libro,
o rojo y púrpura como el ocaso,
o amarillo y rosado de la aurora,
verde tal vez como este mar,
como la cinta, como son las hojas?-
Ay, que Dios sin color se me desliza
y se me queda gris como ceniza.

Ceniza gris, Dios gris me gusta:
gris de pensar lo permanente,
gris de llover, de transitar palabras,
gris de pasar la rueda,
gris de torcer el hilo de las tardes
y de mirar lo que nos queda.

Y como no se saben los colores
que aquí y allí nos dejan en la mano
temblorosos de fines los adioses.

Pero es que ni tú, ni yo, ni aquél,
ni nadie, ni cualquiera
sabemos lo que pasa o lo que queda.


Eugenio Florit


En La Ebriedad Le Rodeaban Mujeres, Sombra, Policía, Viento.

Ponía venas en las urces cárdenas, vértigo en la pureza; la flor
furiosa de la escarcha era azul en su oído.

Rosas, serpientes y cucharas eran bellas mientras permanecían
en sus manos.



* * *


Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza
y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto
entre las sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía
entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.



* * *


Vigilaba la serenidad adherida a las sombras, los círculos donde se
depositan flores abrasadas, la inclinación de los sarmientos.
Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin
nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas.

Cada mañana ponía en los arroyos acero y lágrimas y adiestraba a los
pájaros en la canción de la ira: el arroyo claro para la hija
dulcemente imbécil; el agua azul para la mujer sin esperanza, la que
olía a vértigo y a luz, sola en el albañal entre banderas blancas,
fría bajo la sarga y los párpados ya amarillos de amor.

Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y
sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las
sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía entrar las sombras
en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda


Antonio Gamoneda


Exhortación

Oyes, en medio de la selva, un trino,
ves en la noche cintilar tu estrella,
un alma de mujer cándida y bella
refulge a trechos en tu gris camino.

Tú sientes la emoción, el repentino
embrujamiento, la indeleble huella,
pero el éxtasis lírico te sella
en los labios el verso peregrino.

No importa. Tus momentos de Absoluto
hierven en ti, como la kiel en cubas,
y a cada germen corresponde un fruto:

a nubes de pasión, lluvias de llanto,
a viñedos en flor, cosecha de uvas,
y a siembras de emoción, siegas de canto.


Juan Lozano y Lozano


Juntos

Por cauce horizontal y paralelo,
mi mano, cabalgando en tu figura,
baja de la cadera a la cintura,
ronda los senos y ensortija el pelo.

Tu intimidad sensual levanta el vuelo
descubriendo vibrante una estructura
con ansiedad de entrega y de aventura
y la agresión de una leona en celo.

He de hacer de tu cuerpo una mordaza,
y formarán tus labios un camino
de humedad, arrastrándose en mi piel.

Verás mi círculo de amor que abraza
tu temblor en furioso torbellino,
y plantaré mi flor en tu vergel.


Francisco Alvarez


Viento En La Alcoba

La misma alcoba de ese amor, es ésta.
Una flor seca y una copa rota.
Soledad del orgullo y voz ignota
del viento intruso, es todo lo que resta.

¿Y dónde, oh viento, el nombre y la floresta
ceceantes al par en tu remota
complicidad? Y al pregunta flota
vanamente en el viento sin respuesta.

La ventana que abrí, cerrada ha tanto
tiempo al viento y al nombre, parecía
tener cuajado en su cristal el llanto.

Ella y su nombre. El viento y su porfía.
Y sobre el libro del amor y el canto,
el retrato inocente todavía.

II

Tiendo la mano hacia el misterio mudo
de las cosas, y al largo movimiento
palpo apenas el tránsito del viento
que no vistió de aroma y va desnudo.

Ya solo el viento. Y lo que fue y no pudo
sobrevivir al plácido momento.
Altivo trance del renunciamiento.
Y algo invádame, lóbrego y sañudo.

No es el dolor que añora en la lejana
tarde del bosque el nombre descendido,
al ábrego de octubre, hoja temprana.

Ni la hoja marchita, ni el sonido
que hizo tal vez la hoja en la ventana
Es el viento que en mí se ha detenido.


Alberto Angel Montoya


Siento un gran vacío en mi, pues me hace falta el aire para respirar, me haces falta tu, como le hace falta el agua a los peces para vivir, como le hace falta tierra y agua a la flor para crecer, como le hace falta la luna y las estrellas a la noche para existir, como le hace falta un árbol a un pájaro para posar, como le hace falta el sol a cada día que transcurre y en donde dejo atrás todos esos bellos recuerdos que quedarán por siempre grabados en mi alma! Esta alma destrozada, que necesita consuelo y que solo tus caricias, tu ternura y tus besos la pueden sanar!
A veces me pregunto por qué se atravesaron nuestros destinos, si cada quien tiene marcado su propio camino, un rumbo completamente diferente, erróneo tal vez pero destino al fin. Solo Dios sabe por qué suceden estas cosas, me pregunto, a caso es una señal para recordar que aun sigo estando vivo?, que siento que puedo llorar, reír, gritar y cantar y que la vida es tan corta como para malgastarla o tal vez para valorar lo que aun me queda!
De lo que si estoy seguro es de que en todo momento estas en mi pensamiento……, cuando veo la imagen de un niño que llora por su juguete favorito, cuando escucho una canción que habla de amor, cuando veo una rosa en mi jardín, cuando una abeja posa en una flor, cuando veo el atardecer desde mi balcón, cuando cierro mis ojos , ahí estas tu, con esa sonrisa cautivadora, con esos labios tan deseados, pero inalcanzables, como cuando se quiere atrapar una estrella en una noche iluminada y guardarla en el buro, como cuando se quiere atrapar una nube desde el cielo y tenerla como almohada en esa noche tibia, como cuando se quiere atrapar el más hermoso arcoíris en un día de lluvia y sol, como cuando sientes ganas de cobijarte con la noche.
¿Qué hago para dejar de pensar en ti? Te necesito tanto que con solo escuchar tu voz, mirar tu foto, estrechar tu mano, contemplarte a lo lejos, borraría de mi por un momento este sufrimiento y dejaría liberar una lagrima, solo una, conmovido por la felicidad!
Estas líneas sirven para desahogar mis penas, estos pensamientos necios que se aferran y se doblegan ante el corazón, que aunque se les ordene lo contario no se detienen y me traicionan haciéndome vibrar cuando recuerdo el sabor a ti y me hacen percibir tu aroma, que recorre todas mis venas, y este amor que siento por ti es tan fuerte que este corazón, fuente interminable de sensaciones, poco apoco y pesadamente deja de latir por no tenerte, se niega a dar más, resignado a querer ser solo un órgano mas, necesario para existir!

Porque cada suspiro en ti, es un latido en mi………..

Atentamente!
Un ser que anhela tus besos. IMZ


Israel Marin