Flor del alba ignacio manuel altamirano ( 2 )
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Los fatuos son los que menos gozan de las mujeres, pero son los que más las perjudican
Ignacio Manuel Altamirano
Decid a los hombres las verdades como dais purgas a los niños. De otro modo lograreis irritarlos sin corregirlos
Ignacio Manuel Altamirano
Un buen consejo a los solteros: No hay que casarse sino con una mujer que sea bastante hermosa para no necesitar dote, o bastante rica para no necesitar belleza
Ignacio Manuel Altamirano
Hay naturalezas nerviosas que se estremecen cuando estalla un cohete y nada sienten cuando truena el cañón. Hay almas que se escandalizan de una falta y no se alarman ante un crimen
Ignacio Manuel Altamirano
¿Queréis hablar estando poseído de ira? Adoptad el acento de los grandes trágicos y no gritéis. La voz apagada es más terrible y más elegante, si esto último puede decirse
Ignacio Manuel Altamirano
La religión es el hada buena de la infancia, ese crepúsculo matinal de la vida. Ella encanta el cerebro y el corazón de los niños y puebla de dulces y tiernos recuerdos el espacio azul de los primeros días.
Ignacio Manuel Altamirano
El valor es como la desnudez de la mujer; para que cause atractivo es preciso que no se muestre, sino de cuando en cuando. Si sale a la luz a cada rato, pierde su mérito
Ignacio Manuel Altamirano
El envidioso, a los hombres irritables causa cólera; a los reflexivos tan solo inspira lástima
Ignacio Manuel Altamirano
La envidia como la ictericia se conoce en el color de los ojos y en el de la piel
Ignacio Manuel Altamirano
Las buenas maneras son los signos masónicos de la decencia en todo el mundo
Ignacio Manuel Altamirano
La buena educación es como el perfume de las rosas, se percibe desde lejos. 1987.
Ignacio Manuel Altamirano
Para profesar odio a una persona, es preciso, como para amarla, tenerle estimación. A los que no se estima se les desprecia simplemente
Ignacio Manuel Altamirano
Dominar la cólera, tiene más mérito que batirse en duelo por no haberla dominado
Ignacio Manuel Altamirano
Si la culebra pudiese hablar, sería el mayor calumniador del león. Los hombres reptiles por eso persiguen con su lengua a las almas superiores
Ignacio Manuel Altamirano
Los guerreros más valientes han sido siempre los hombres más llenos de cortesanía, y aún cuando hayan sido insultados, se han mostrado afables
Ignacio Manuel Altamirano
En chanza se prueba la buena educación. El hombre culto la emplea con amenidad, ligereza y gracia. El majadero no usa en ella sino groserías que se graban el corazón como injurias
Ignacio Manuel Altamirano
La envidia es una sombra que oscurece el semblante y entristece el espíritu
Ignacio Manuel Altamirano
La fidelidad y la gratitud son dos flores raras que se encuentran difícilmente. Solo Dios se encarga de su cultivo; los jardineros no logran generalmente producir más que una falsificación de ellas. A veces se les confunde, por lo cual es preciso conocerlas bien. En esto se lleva el peligro que con las setas, cuando no se distingue cuales son las buenas y cuales las venenosas
Ignacio Manuel Altamirano
Para trepar sobre una roca, el reptil se arrastra; el león da un salto. Para llegar al poder, el hombre reptil comienza por humillarse; el hombre león comienza por ser altivo
Ignacio Manuel Altamirano
El valor no consiste en la bilis, ni en la sangre; consiste en la dignidad
Ignacio Manuel Altamirano
Los hombres que a todo sacan su valentía son como esa gente que tiene mala voz y que anda siempre cantando
Ignacio Manuel Altamirano
El que comete un exceso, ebrio de vino, tiene el recurso de disculparse con el vino; pero quien lo comete ebrio de cólera, no tiene más recurso que la humillación
Ignacio Manuel Altamirano
La coquetería no excluye la virtud, así como el exterior grave y solemne no excluye el vicio
Ignacio Manuel Altamirano
Las mujeres son como los niños; solo lloran por sus caídas, cuando las ven
Ignacio Manuel Altamirano
El corazón que despierta tarde cree que despierta a tiempo, y por eso las mujeres que aman de viejas, aman como jóvenes
Ignacio Manuel Altamirano