Frases-cortas-de-amor-lejano ( 16 )
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La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.
Ovidio
La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.
Maurice Maeterlinck
Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar, está, no en el placer, sino en el descanso del dolor.
John Dryden
La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.
Arthur Schopenhauer
La ciencia heredada de cien generaciones y el orgullo fruto de cuatro mil años de historia huyen como esclavos cogidos en falta ante la amenaza tempestuosa de un sentimiento.
Ippolito Nievo
Hay que atender no solo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo porque lo siente.
Cicerón
Contra los valores afectivos no valen razones, porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera verdad.
Miguel de Unamuno
La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.
Diógenes Laercio
Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.
Thomas Hobbes
Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.
Enrique Jardiel Poncela
Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz.
Gustavo Dorz
La envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objeto.
Jean de la Bruyere
Quien busca la felicidad fuera de sí es como un caracol que caminara en busca de su casa.
Constancio C. Vigil
El mejor servicio que podemos prestar a los afligidos no es quitarles la carga, sino infundirles la necesaria energía para sobrellevarla.
Phillips Brooks
Vivir para los demás no es solamente una ley de deber, sino también una ley de felicidad.
Auguste Comte
Amamos siempre a los que nos admiran, pero no siempre a los que admiramos.
Francisco de La Rochefoucauld