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Frases de aliento después de una muerte

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La reflexión es el camino hacia la inmortalidad (nirvana); la falta de reflexión, el camino hacia la muerte.


Buda


El dolor, la amargura, las sombras el aliento en huida, la muerte luego la luz que de repente vino y tú fuiste marcando sus aristas celestes ante el asombro alegre de mis ojos.


María Elvira Lacaci




Sentaos y prestad atención, pues voy a cantar
una historia en tiempos remotos forjada
y ya olvidada. La historia de un hombre.
El orgulloso Lanre, fuerte como la primavera,
como el acero de la espada que empuñaba.
Os contaré cómo luchó, cayó y se levantó,
para caer de nuevo. Esta vez en las sombras.
Lo abatió el amor: el amor a su tierra natal
y a su esposa Lyra, cuya llamada dicen algunos que atendió,
traspasando las puertas de la muerte
para pronunciar su nombre con renacido aliento.


Patrick Rothfuss


Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.


Julio Cortázar


Últimas palabras del doctor Juvenal Urbino, quien deja a la muerte aguardando, hasta ver al motivo de su último aliento y le dice:...Solo Dios sabe cuánto te quise.


Gabriel García Márquez


¿Cómo te amo? Déjame contar las maneras.

Te amo hasta la profundidad y la anchura y la altura

Mi alma puede alcanzar, cuando se siente fuera de la vista

Para los finales de ser y gracia ideal.

Te amo hasta el nivel de todos los días de

Más tranquilo que necesite; por el sol y la luz de las velas.

Te amo libremente, como los hombres se esfuerzan para la derecha;

Te amo puramente, pues dan vuelta de alabanza.

Te amo con la pasión puesta en uso

En mis viejas penas, y con la fe de mi infancia

Te amo con un amor que parecía perder

Con mis santos perdidos, - Te amo con el aliento.

Sonrisas, lágrimas, de toda mi vida - y, si Dios elige,

Voy a amarte, pero mejor después de la muerte.


Elizabeth Barrett Browning




Si la fama solo llega después de la muerte, no tengo prisa en conseguirla.


Marco Aurelio


Yo sé que la muerte no resuelve nada, que todos los problemas hay que resolverlos de pie.


Alejandro Casona


Siempre ha sido desde siempre, y siempre será, hasta la hora de perder el aliento, que el amor es un estado de ánimo - no más - para el hombre, y, en cambio, el amor en una mujer, es la vida o la muerte.


Ella Wheeler Wilcox




El amor humano... Es la creación adicional al que se ha herido y desconcertado en el lugar de la muerte. Ser humano, queriendo niños y la luz del sol y el aliento para seguir adelante, para siempre.


Christopher Leach


Que si ha de dar un desengaño muerte, mejor es un engaño que da vida.


Lope de Vega


Los opresores, falsamente generosos, tienen necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin de que su generosidad continúe teniendo la posibilidad de realizarse. El orden social injusto es la fuente generadora, permanente, de esta generosidad que se nutre de la muerte, del desaliento y de la miseria.


Paulo Freire


Hora Ciega

Quisiera abrir mis venas bajos los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.

Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.

Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
sólo ahora mis ojos desheredados se abren.

Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana.

Ahora estoy despierto. Nacen al fin mis ojos
pisados por el humo, agujereando arañas,
duros estratos de algas con muertos veladores
que sin cesar devoran sus raicillas heladas.

Y te cruzo despierto, fiero túnel de ortigas,
remolino de espadas, vómito de la muerte.
Voy asido a las crines de un caballo espinoso
que vuela con ciudades quemadas en el vientre.

Voy despierto, despierto y obediente a mis manos,
con un río de pólvora cuajado en el aliento,
ahora que estoy solo y enemigo del aire,
seco, desarraigado, desnudo, combatiendo.


Sara de Ibáñez




Me das tu amor cual flor de amanecer,con mis manos los tomo delicadamente y con mi aliento lo conservo hasta mi muerte.


Miguel Visurraga Sosa


RIMAS.

I.
Tus labios no tienen el calor
de aquellos labios
tus ojos no tienen el mirar
de aquellos ojos
tus besos no tienen el sabor
de aquellos besos.

II.
Tu me besaste, y me besaste con locura
yo te bese, y te bese con frialdad.
porque sabia que tu alma era de otra
porque sabia que tu no eras para mi.

III.
Tuya en cuerpo y alma te dije una vez
tuya en cuerpo y alma, bésame otra vez..

IV.
Seré tuya el día que me digas: ¡Te quiero!
el día en que por primera vez
me beses en los labios
y me oprimas contra tu corazón
ese día……….seré tuya.

V.
Quiero un amor que fuego sea
que sea candente lumbre
que no tenga dulzura y pesadumbre.

Quiero que sea cual la candente lava
y nuestras almas en su fuego queme
y nuestras almas con su fuego ardan
como las hojas en invierno prenden.

VI.
Quisiera por las noches
volverme golondrina
volverme mariposa
y volar en tu pos.

atraparte y besarte
entregarte mi vida
y entregarte mi Amor.

VII.
Ansias de vivir
ansias de morir
ansias de beber tu aliento
ansias de mirar tus ojos
ansias de besar tu boca
ansias de ser tuya siempre.

VIII.
Que poco me queda
de mirar tus ojos
tus ojos azules
como dos violetas.
tu pelo tan negro
como ala de un cuervo
que poco me queda
de mirar tu cara
tu perfil de griego.

IX.
Vacío; ese vacío espantoso de la muerte
cuando no puedo verte
vacío en las cosas, en los objetos
y en mis labios tus besos, están tan muertos.

X.
Tus ojos me hacen pensar
en el azul de mi cielo
dime si me haz de querer
para darte mi consuelo.


Milagros Villegas Orozco.


Ignacio Rivas Castro


Unidad En Ella

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa larva rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala, es todavía unas manos,
un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar
de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.


Vicente Aleixandre


L muerte vigila los sueños , se acuesta con la soledad , se arropa con la agonia y coloca de almohada tus desaliento y pesares.


Maria Feliz


Realidad Y Sueño

Náufrago de mi propio sueño,
como si transportara en la flor de los labios
el silencio desnudo,
más que la sangre muda de hospital
muerta en el abandono;
con la tristeza del que viaja
por un aire sin viaje,
reducido al silencio
bajo un olor de rosa no pensada,
cuando el jardín no sabe
si la flor es un sueño
o la esperanza presentida;
fijo en mis latitudes
con el límite sueño entre las manos,
en su cauce la sangre detenida
y el temor de que llegue hasta mi tacto
la presión más efímera
o la más fina flor ya derribada;
límite y carne, sueño ilimitado
bajo la sábana, tan blanca,
por la que corre sangre
como la vena rota
en la piel de una virgen;
amigo de mí mismo
igual al hombre que presiente
la altura de su sombra
a la hora del último camino,
cara al ángel que viaja hacia mi encuentro
con la blancura íntima del niño aún no nacido,
me recuesto en mis venas
doloroso y sediento, sin mis nervios
ni el recuerdo inicial,
aquel primer encuentro con la muerte
tan clara, pura y sombra.
Siento que un mar lejano,
hundido como puerto bajo niebla,
hasta mí llega, cuando poso mi mano ávida
sobre el temor de mi sombría piel,
igual que un río inmóvil camina por los campos,
y de la sombra de mi aliento,
lento y desnudo, fiel a mi destino,
con mi sangre en el hielo,
más fría que la estatua bajo el agua,
con el frío en las manos
y la desnuda voz enmudecida,
hacia mi sombra vuelvo,
retorno a mi naufragio.


Alí Chumacero


La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida.


Mijail Bakunin


Nuestra naturaleza está en la acción. El reposo presagia la muerte.


Séneca


Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría.


Albert Camus


No hay soledad más alta, más cruel y más cercana que la de dos cuerpos que se aman, sus hiedras confundiendo, su saliva y sus sueños, su aliento anonadado, sus huesos y su muerte.


Luis Cardoza Y Aragón


¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad.


Jorge Luis Borges


El nacimiento de la ciencia fue la muerte de la superstición.


Thomas Henry Huxley


Hay Solo Dos Países

Hay solo dos países: el de los sanos y el de los enfermos
por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad
pero, a la larga, eso no tiene sentido
Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes
seguiremos unidos, hasta la muerte
separadamente unidos
Con los enfermos cabe una creciente complicidad
que en nada se parece a la amistad o el amor
(esas mitologías que dan sus últimos frutos a unos pasos del hacha)
Empezamos a enviar y recibir mensajes de nuestros verdaderos
conciudadanos
una palabra de aliento
un folleto sobre el cáncer


Enrique Lihn