Frases de canciones de charly garcia ( 42 )
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Era inevitável: o cheiro das amêndoas amargas lhe lembrava sempre o destino dos amores contrariados."
"Era inevitable el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
"Era inevitable el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
Gabriel GarcÃa Márquez
Cuando dieron por fin con la casa, Abrenuncio se despidió en la puerta con una sentencia de Horacio.
«No sé latín», se excusó el marqués.
«Ni falta que hace», dijo Abrenuncio. Y lo hizo en latín, por supuesto.
«No sé latín», se excusó el marqués.
«Ni falta que hace», dijo Abrenuncio. Y lo hizo en latín, por supuesto.
Gabriel GarcÃa Márquez
Pues el milagro militar ha hecho muchos más ricos a muy pocos ricos, y ha hecho mucho más pobres al resto de los chilenos.
Gabriel GarcÃa Márquez
No me hables de política"-le decía el coronel-"Nuestro asunto es vender pescaditos
Gabriel GarcÃa Márquez
Se había cansado de esperar al hombre que se quedó, a los hombres que se fueron, a los incontables hombres que erraron el camino de su casa confundidos por la incertidumbre de las barajas.
Gabriel GarcÃa Márquez
Le atrajeron con engaños,
que el creyó, por su desdicha,
y se acercó, satisfecho,
con sus buques, a la orilla.
¡Malhaya el corazón noble
que de los malos se fía!,
que al poner el pie en la arena,
le prendieron los realistas.
que el creyó, por su desdicha,
y se acercó, satisfecho,
con sus buques, a la orilla.
¡Malhaya el corazón noble
que de los malos se fía!,
que al poner el pie en la arena,
le prendieron los realistas.
Federico GarcÃa Lorca
También de allí puede venir mi convicción de que son ellas las que sostienen el mundo, mientras los hombres lo desordenamos con nuestra brutalidad histórica.
Gabriel GarcÃa Márquez
La ciudad estaba sumergida en su marasmo de siglos, pero no faltó quien vislumbrara el rostro macilento, los ojos fugaces del caballero incierto con sus tafetanes de luto, cuya carroza abandonó el recinto amurallado y se dirigió a campo traviesa hacia el cerro de San Lázaro.
Gabriel GarcÃa Márquez
Y sólo encontró el recuerdo de Bernada enaltecido por la soledad.
Y cuanto más quería envilecerla más se la idealizaban los recuerdos
Y cuanto más quería envilecerla más se la idealizaban los recuerdos
Gabriel GarcÃa Márquez
Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita.
Gabriel GarcÃa Márquez
Son perfectas -le oía decir con frecuencia-. Cualquier hombre será feliz con ellas, porque han sido criadas para sufrir.
Gabriel GarcÃa Márquez
pregunté al portero si estaban permitidas las visitas de amigas de medianoche, y él me dio su respuesta sabia: ?Está prohibido, señor, pero yo no veo lo que no debo.
Gabriel GarcÃa Márquez
No sentía sed ni hambre. No sentía nada, aparte de una indeferencia general por la vida y la muerte. Pensé que me estaba muriendo. Y esa idea me llenó de una extraña y oscura esperanza.
Gabriel GarcÃa Márquez
El hambre de tierra, el cloc cloc de los huesos de sus padres, la impaciencia de su sangre frente a la pasividad de Pietro Crespi estaban relegados al desván de la memoria.
Gabriel GarcÃa Márquez
No era comprensible que una mujer con aquel espíritu hubiera regresado a un pueblo muerto, deprimido por el polvo y el calor
Gabriel GarcÃa Márquez
No se le había ocurrido pensar hasta entonces que la literatura fuera el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente (...)
Gabriel GarcÃa Márquez
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Federico GarcÃa Lorca
Tus hijas están y viven como metidas en alacenas. Pero ni tú ni nadie puede vigilar por el interior de los pechos. BERNARDA.
Federico GarcÃa Lorca
Pero hacia las siete de la noche las ventanas se abrian de golpe para convocar el aire fresco que empezaba a moverse, y una muchedumbre jubilosa se echaba a las calles sin ningun otro proposito distinto que vivir.
Gabriel GarcÃa Márquez
Siempre había escogido al azar las novias de una noche más por el precio que por los encantos, y hacíamos amores sin amor, medio vestidos las más de las veces y siempre en la oscuridad para imaginarnos mejores.
Gabriel GarcÃa Márquez
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas
Federico GarcÃa Lorca
Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí
Gabriel GarcÃa Márquez
Desde la escuela primaria le había picado la ventolera de ser cubano, y terminó por serlo más y mejor que si lo hubiera sido. Hablaba, comía, pintaba, se vestía, se enamoraba, bailaba y vivía su vida como un cubano, y cubano se murió sin conocer Cuba.
Gabriel GarcÃa Márquez
El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Gabriel GarcÃa Márquez
Esa es una gran enfermedad de las dumas. No sois capaces de ver que el amor es capaz de grandes cosas. Algo dentro de ti llora desconsoladamente, urbanita.
Laura Gallego GarcÃa
La fama es una señora muy gorda que no duerme con uno, pero cuando uno despierta está siempre mirándonos frente a la cama.
Gabriel GarcÃa Márquez
Meme recordaba los detalles sin arrepentimiento y hablaba de las cosas más extravagantes con un irreprimible deseo de vivirlas de nuevo o con el dolor que le proporcionaba la evidencia de que no las volvería a vivir.
Gabriel GarcÃa Márquez