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Frases de esperanza de amor

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El amor de tus hijos y hacia tus hijos, es eso que te hace despertar cada día,te da aliento esperanzas y fuerzas para afrontar todos los obstaculos y retos que se te presenten en la vida. Y al final agradecerás a Dios por ese amor que te acompaño cuando mas lo necesitabas.


Leinad


Bendito el día que llegaste a mi vida para llenarla de felicidad y amor, gracias por ser un gigante entre pequeños y gracias por ser fuerte en los momentos en que te sentias mal...nadie te va a amar como yo te amo a ti, "nadie" te va a cuidar como yo...eso ni dudarlo y sobre todo nadie pero nadie dedicara cada segundo a ...ser tu amigo, tu confidente y te dare alas para que puedas volar en tus sueños del mañana!!!


Paulo Bascuñan




El Amor Es Un Centro

Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre
cáliz y musgo/ cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales
un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía
es todo eso y mucho menos
y mucho más/ es una isla
una borrasca/ un lago quieto
sintetizando yo diría
que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita.


Mario Benedetti


Padres sin alma, son aquellos que niegan a sus hijos consejo, amor, ejemplo y esperanza.


Almafuerte


Tu Corazón, Una Naranja Helada...

Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.

Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.

¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!

Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.


Miguel Hernández


El amor es eso que te ase despertar cada día te da aliento, esperanzas y fuerzas para afrontar todos los obstáculos que se te presenten en la vida...
Y al final agradecerás a dios por ese amor que te acompaño cuando más lo necesitaste.


Jhean Paull Andrés De la hoz Rodríguez




¡con el amor renace la esperanza!.


José Martí


Triste soledad que amarga
tristeza que cada vez es mas larga
días oscuros sin sol brillante
noches alborotadas por el llanto de una estudiante

Hay sufrimiento en el ambiente
Incomprensión de una adolescente
mirada apagada por la vida
un rostro marchitado de una chica incomprendida

Gotas cristalinas le caen por la mejilla
una mirada lejana que no brilla
en su interior todo es sufrimiento
su exterior es solo lamento

Cabellos rizados que ya no son peinados
manos asperas,dedos agrietados
piernas que se mueven al son de su llanto
labios secos que murmuran un canto

Su cuerpo entero esta dañado
su alma,su corazón esta olvidado
suspiro por una vida mejor
esperanza arrancada por el dolor

Agotamiento de seguir luchando
dolor que no se va abandonando
olvido que no tiene lugar en su mente
recuerdos que en su interior los tiene presente

Poder ser feliz es su deseo
olvidar el pasado su anelo
obtener amor su propósito
acabar con el dolor es su intento.


larisa maria


Absoluto Amor

Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.

Gota de anís en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.

Te miro así
como mirarían las violetas una mañana
ahogada en un rocío de recuerdos.

Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.

Así lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.


Efraín Huerta




Amar significa comprometerse sin garantías, entregarse por completo con la esperanza de que nuestro amor va a producir amor en la persona amada. El amor es un acto de fe, y el que tiene poca fe también tiene poco amor.


Erich Fromm


Ayer todo era oscuridad tan oscuro como la noche;yo resistìa a ella "esperanza";hoy volvi a ver la luz y después de todo debo agradecerte...gracias noche porque eres mi complice en todas mis locuras...ooo noche no se que aria sin ti...mi amor aguarda la noche.


Hayde Vila


Solo por nuestro amor a los desesperados conservamos todavia la esperanza


Walter Benjamin


El amor se apolla sobre esperanzas para vivir. Cuando estas desaparecen el amor inevitablemente se derrumba. Pero hay amores tan puros que se sostienen aun sin esperanza alguna.


Facundo Franco




Tu amor es consuelo en la tristeza, serenidad en el tumulto, reposo en la fatiga, esperanza en la desesperación.


Mario Satz


Que es amor, sin esperanza?
sin esa ilucion que llena el alma

que será de mi en esta casa
que hoy pregunta por el eco de tu voz
sin saber que hacer me encierro en mi mundo
espero tu regreso, espero ese momento
ese instante en que repitas te quiero

quiero cerrar los ojos y soñar que no esta pasando
que sigues aqui a mi lado, que dices "cuanto te amo"

me perdi entre palabras, entre rimas sin sentido
entre letras sin calma...
me perdi en tu mirada.. en tus manos en tu cara
me perdi por ti en un mundo
donde mi alma cayo ante tus pies enamorada.


Tovléz


Canción Última

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.


Miguel Hernández


Mi gran esperanza es que reír tanto como llorar, para hacer mi trabajo y tratar de amar a alguien y tener el valor de aceptar el amor a cambio.


Maya Angelou


Dos....que bonito número, dos ojos valiosos desde donde puedo ver el hermoso cielo azul, dos oídos que me dejan escuchar el canto de las aves, dos manos que me permitieron abrazar a cada miembro importante de mi familia, dos piernas y dos pies que me ayudan a ir a paso firme y dos hijos que son el motor que aún no me deja desfallecer en esta vida....Gracias Dios Por Mis Dos Razones de Existir


María Suyapa Guadamuz


la navidad es recordar todo lo bueno y lo malo que hemos ello en la vida.

la navidad es celebrar el amor , la amistad y sobretodo la esperanza de un mundo mejor.

la navidad es vivir , es pensar que la felicidad llega con la llegada de la navidad... feliz navidad.


lirio12


Cuando encuentras el amor. Encuentras la razon de tu vida, la alegria, la tristeza, la fé, la esperanza y una razon para sonreir cada dia. Jay tu me das eso y mas.


Risito69


La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.


Francisco de La Rochefoucauld


Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.


Alfred Tennyson


El Juego En Que Andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.


Juan Gelman


Mientras hay vida, hay esperanza.


Teócrito


Eres, Amor...

Eres, amor, el brazo con heridas
y la pisada en falso sobre un cielo.
Eres el que se duerme, solitario,
en el pequeño bosque de mi pecho.
Eres, amor, la flor del falso nombre.

Eres el viejo llanto y la tristeza,
la soledad y el río de la virtud,
el brutal aletazo del insomnio
y el sacrificio de una noche ciega.
Eres, amor, la flor del falso nombre.

Eres un frágil nido, recinto de veneno,
despiadada piedad, ángel caído,
enlutado candor de adolescencia
que hubiese transcurrido como un sueño.
Eres, amor, la flor del falso nombre.

Eres lo que me mata, lo que ahoga
el pequeño ideal de ir viviendo.
Eres desesperanza, triste estatua
de polvo nada más, de envidia sorda.
Eres, amor, la flor del falso nombre.


Efraín Huerta


Despedida

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.

No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.


Jorge Luis Borges




Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Hasta de la esperanza ahora se siente hastiado
mi corazón, no quiere pedir nada al destino;
oh, tú, préstame sólo, valle de mi niñez,
el asilo de un día para esperar la muerte.


Ésta es la senda estrecha de mi valle sombrío:
llenan ambas laderas unos bosques espesos
que cruzando sus sombras curvas sobre mi frente
por entero me cubren de silencio y de paz.


Dos arroyos ocultos bajo puentes verdosos
serpenteando dibujan los contornos del valle;
un instante confunden su murmullo y sus aguas,
y no lejos de aquí ya se pierden sin nombre.


Se han perdido también de mi vida las aguas,
que se fueron sin ruido, sin retorno y sin nombre;
mas la fuente es muy límpida, y mi alma enturbiada
no ha podido espejear luz de días hermosos.


El frescor de sus cauces y su manto de sombra
me encadenan por siempre cerca de estos arroyos:
como un niño mecido por un canto monótono
se adormece mi espíritu al murmullo del agua.


Allí estoy entre muros de verdor, con un corto
horizonte ante mí que ya basta a mis ojos,
sin moverme y tan solo con la naturaleza,
sin oír más que el agua, sólo viendo los cielos.


Demasiado en mi vida he sentido y amado;
aunque vivo, ahora busco del Leteo la calma.
¡Oh lugares tan bellos, dad también el olvido!
Desde ahora el olvido ya es mi única dicha.


Corazón aquietado como el alma en silencio;
oigo apenas el ruido muy lejano del mundo
como un eco remoto que se ahogó en la distancia
y que traen los vientos al oído inseguro.


La existencia la veo como en medio de brumas
deshacerse en la sombra del pasado perdido.
Sólo queda el amor, como queda una imagen
que perdura en el alba cuando un sueño se borra.


Alma mía, reposa en este último asilo
como lo hace un viajero que camina con fe,
que se sienta a las puertas de la nueva ciudad
y respira un instante el perfume del véspero.


Sacudamos como él de los pies todo el polvo;
nunca más volveremos a andar este camino;
respiremos como él al final de la senda
esta calma que anuncia una paz que no acaba.


Tan oscuros y breves como días de otoño
son tus días que menguan como sombras del monte.
La amistad te traiciona, la piedad te abandona,
solitaria desciendes donde están los sepulcros.


Mas aquí está invitándote la natura que te ama;
piérdete en sus entrañas que ella siempre te ofrece:
aunque todo es mudanza, la natura es la misma,
como el sol es el mismo que da luz a tus días.


Ella sigue envolviéndote con sus luces y sombras,
sé insensible a los falsos bienes que ya has perdido,
ven y adora aquí el eco que adoraba Pitágoras,
presta oído con él al celeste concierto.


Con la luz sé tú el cielo, sé la sombra en la tierra;
en los llanos del aire sé aquilón volador;
con los pálidos rayos misteriosos de luna
sé cual alma del bosque en la sombra del valle.


Dios nos dio inteligencia para así concebirlo:
la natura descubre en sí misma a su autor.
Una voz en silencio al espíritu ha hablado:
¿Quién no ha oído esta voz resonar en su pecho?


Alphonse de Lamartine


Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego de luces, campana solitaria,
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra canta!

En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas.

En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla
y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú con tus brazos de piedra transparente
donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.

Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo!
Así en horas profundas sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.


Pablo Neruda


Deja que inquieten al hombre que loco al mundo se lanza; mentiras de la esperanza, recuerdos del bien que huyó; mentiras son sus amores, mentiras son sus victorias, y son mentiras sus glorias, y mentira su ilusión.


José de Espronceda


¿cuál es el propósito de la posesión? ?preguntó Karras con el ceño fruncido?. ¿Qué sentido tiene? ?¿Quién lo sabe? ?respondió Merrin?. ¿Quién puede tener la esperanza de saber? ?Pensó un momento. Después continuó sondeando?: Pero yo creo que el objetivo del demonio no es el poseso, sino nosotros... los observadores... cada persona de esta casa. Y creo... creo que lo que quiere es que nos desesperemos, que rechacemos nuestra propia humanidad, Damien, que nos veamos, a la larga, como bestias, como esencialmente viles e inmundos, sin nobleza, horribles, indignos. Y tal vez ahí esté el centro de todo: en la indignidad. Porque yo pienso que el creer en Dios no tiene nada que ver con la razón, sino que, en última instancia, es una cuestión de amor, de aceptar la posibilidad de que Dios puede amarnos... Merrin


William Peter Blatty


Si tú con tal ardor has buscado soledad, retiro, abstracción de criaturas, y si no has soñado más que desiertos, créelo, esta vocación procedía y procede de que tu pobrecita alma conoce, entiende, toca y palpa la necesidad que tiene de vivir unida a Dios, no de cualquier modo sino de la forma que Dios exige y quiere de ella... Adoremos los designios de Dios y de su providencia y respetémoslos... En la oración encontrarás la fe, la esperanza y el amor... tomando aliento en ese castillo interior combate tus tristezas y sus causas... Vive unida con Dios y cuida que nada, ni el hambre ni la sed, ni la espada, ni la adversidad, ni la fortuna, nada turbe tu corazón. Vive unida con Dios y todo lo demás es vapor y humo y sombras que se desvanecen.


Francisco Palau y Quer


La esperanza es un sentimiento positivo, o al menos eso decía la gente. Pero Bipa sabía la amarga verdad: la esperanza podía llegar a ser cruel, oh sí, terriblemente cruel... Podía convertir una muchacha enamorada en una mujer triste y débil, perdida en sus ensoñaciones y en un tiempo que no volvería. La esperanza podía trastornar a una persona hasta hacerle rozar la locura.


Laura Gallego García


No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.


Luis Cernuda


piensa que el hecho de que no existan luchas, odio ni deseos significa que tampoco existen las cosas opuestas. Es decir, la alegría, la paz de espíritu, el amor. Porque es de la desesperanza, del desengaño y de la tristeza de donde nace la alegría y, sin ellas, ésta no podría existir. Es imposible encontrar una paz de espíritu sin desesperación


Haruki Murakami


Fue en aquel momento, a pesar de lo extravagante de la situación, cuando mi amor por Pablo dejó de ser una cosa vaga y cómoda, fue entonces cuando comencé a tener esperanzas, y a sufrir. Sus palabras?eres una niña especial, casi perfecta? retumbarían en mis oídos durante años, viviría años, a partir de aquel momento, aferrada a sus palabras como a una tabla de salvación.


Almudena Grandes


Consideremos nuevamente este punto. Eso es aquí, Es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él están todos los que amamos, todo los que conoces, todos de quiénes haz oído hablar, y todos los seres humanos, quiens fueran que han vivido sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja de enamorados, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada ?superestrella?, cada ?líder supremo?, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de Sol.

La Tierra es un muy pequeño escalón en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueles visitas que los habitantes de una esquina de ese pixel hicieron contra los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; la frecuencia de sus malentendidos, la impaciencia por matarse unos a otros, la generación de fervientes odios. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la falsa ilusión de tener una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este pálido punto de luz.

Nuestro planeta es una mota solitaria en la inmensa oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro cercano, al cual nuestra especie pudiera migrar. ¿Visitar?, Sí. Establecerse, ¿aún no?. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de la soberbia humana que ésta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar y cuidar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido


Carl Sagan


Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13.




Cuando pones fe, esperanza y amor, juntos puedes criar niños positivos en un mundo negativo.


Zenón de Citio


Por Cristo, el más grande socialista de la historia, por todos los dolores, por todos los amores, por todas las esperanzas, que haré cumplir con los mandatos supremos de esta maravillosa Constitución, aún a costa de mi propia vida. Patria, socialismo o muerte


Hugo Chávez