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Frases de fuerza ( 3 )

Frases de fuerza. Encuentra docenas de frases de fuerza con fotos para copiar y compartir.


En cuanto las actividades se hacen habituales, comienzan a operar como procesos automáticos, los cuales consumen menos fuerza de voluntad.


Laura Vanderkam


bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino.


Benito Pérez Galdós




Lo que ocupa a todos los seres vivos y los mantiene en movimiento es el afán de existir. Con la existencia, sin embargo, cuando se tiene por segura, los hombres ya no saben qué hacer; por ello, la segunda cosa que los mantiene en movimiento estriba en el afán de librarse del peso de la existencia, hacer que no se note, «matar el tiempo», es decir, escapar al tedio. Y de acuerdo con ello, vemos que casi todos los hombres que se hallan a salvo de la miseria y las preocupaciones, ahora que se han librado por fin de todas las demás cargas, se vuelven una carga para sí mismos y toman por una ganancia cada hora pasada con alguna ocupación, es decir, cada pizca que se sustrae precisamente de esa vida, para la conservación de la cual hasta ese momento habían empleado todas las fuerzas disponibles.


Arthur Schopenhauer


Es culpa mía si las cosas me hieren con más fuerza que a otros


Julio Cortázar


En la audacia hay un genio, fuerza y magia.


Johann Wolfgang von Goethe


Por eso el guerrero jamás amenaza. Puede atacar, defenderse, o huir, cualquiera de estas actitudes forma parte del combate. Lo que no forma parte del combate es desperdiciar la fuerza de un golpe hablando sobre él.


Paulo Coelho




Don José es un hombre que, a fuerza de tener que aguantar a su mujer, había conseguido llegar a vivir horas enteras, a veces hasta días enteros, sin más que decir, de cuando en cuando, ¡hum!, y al cabo de otro rato, ¡hum!, y así siempre. Era una manera muy discreta de darle a entender a su mujer que era una imbécil, pero son decírselo claro.


Camilo José Cela


Asusta, corta la respiración, cada vez con más fuerza. El corazón se acelera para mantener el paso. El cerebro echa a correr, pero sin ir a ningún sitio. No es posible pensar de manera coherente. Los pensamientos se derraman como las cuentas de una sarta rota...


Joyce Carol Oates


La frase pertenecía a Winston Churchill y evidenciaba qué clase de hombre era Julián: «Estoy convencido de que en este día somos dueños de nuestro destino, que la tarea que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuerzas; que sus acometidas no están por encima de lo que soy capaz de soportar. Mientras tengamos fe en nuestra causa y una indeclinable voluntad de vencer, la victoria estará a nuestro alcance».


Robin S. Sharma




No es vergonzoso admitir que no se sabe todo. Es una muestra de sabiduría, que es un talento mucho mas preciado que la fuerza física, o la capacidad de influir en la fuerza


Alan Dean Foster


Hasta nuestro propio decoro como pueblo viril nos obliga a someter cuanto antes, por la razón o por la fuerza, a un puñado de salvajes que destruyen nuestra principal riqueza y nos impide ocupar definitivamente en nombre de la ley del progreso y de nuestra propia seguridad los territorios más ricos y fértiles de la República?.


Nicolás Avellaneda


Nat me ayudó a aceptar el hecho de que existen fuerzas más poderosas que mi voluntad, fuerzas incluso más poderosas que el amor.


Isabel Allende


La justicia sin la fuerza es irrisoria; la fuerza sin justicia es tiranía.


Blaise Pascal




Pronto supo Ti Noel que esto duraba ya desde hacía más de doce años y que toda la población del Norte había sido movilizada por la fuerza para trabajar en aquella obra inverosímil. Todos los intentos de protesta habían sido acallados en sangre. Andando, andando, de arriba abajo y de abajo arriba, el negro comenzó a pensar que las orquestas de cámara de Sans-Souci, el fausto de los uniformes y las estatuas de blancas desnudas que se calentaban al sol sobre sus zócalos de almocárabes entre los bojes tallados de los canteros, se debían a una esclavitud tan abominable como la que había conocido en la hacienda Monsieur Lenormand de Mezy. Peor aún, puesto que había una infinita miseria en lo de verse apaleado por un negro, tan negro como uno, tan belfudo y pelicrespo, tan narizñato como uno; tan igual, tan mal nacido, tan marcado a hierro, posiblemente, como uno. Era como si en una misma casa los hijos pegaran a los padres, el nieto a la abuela, las nueras a la madre que cocinaba.


Alejo Carpentier


Cuando sostenemos el cuerpo de un amigo que cuelga sobre el abismo y que amenaza con arrastrarnos con su caída, ¿es accidente o es traición el momento en que flaquea nuestra fuerza?


William Ospina


Usted sabe qué terrible fuerza de atracción tiene el suicidio, cuando la idea fija se ha enredado en una madeja de nervios enfermos.


Horacio Quiroga


Yo no creo en el destino y más bien me parece que todas las cosas pasan porque uno se empeña en que pasen, a veces un poco a la fuerza, es verdad, pero eso no le hace a uno menos responsable ni gilipollas.


Lorenzo Silva


El proletariado es único jefe de nuestra revolución; sólo él esta interesado en llevar tras de sí las fuerzas revolucionarias de Rusia al asalto de la autocracia zarista, y sólo él puede hacerlo. Sólo el proletariado agrupará en torno suyo a los elementos revolucionarios del país, sólo él llevará hasta el fin nuestra revolución. La misión de la socialdemocracia consiste en preparar lo mejor posible al proletariado para que desempeñe el papel de jefe de la revolución.


Iósif Stalin


Hasta ese momento Archimboldi nunca había pensado en la fama. Hitler era famoso. Goering era famoso. La gente que él amaba o que recordaba con nostalgia no era famosa, sino que cubría ciertas necesidades. Döblin era su consuelo. Ansky era su fuerza. Ingeborg era su alegría. El desaparecido Hugo Halder era la levedad de su vida. Su hermana, de la que no sabía nada, era su propia inocencia. Por supuesto, también eran otras cosas. Incluso, a veces, eran todas las cosas juntas, pero no la fama, que cuando no se cimentaba en el arribismo, lo hacía en el equívoco y en la mentira. Además, la fama era reductora. Todo lo que iba a parar en la fama y todo lo que procedía de la fama inevitablemente se reducía. Los mensajes de la fama eran primarios. La fama y la literatura eran enemigas irreconciliables.


Roberto Bolaño


¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida?
Pues no ser imbéciles. La palabra «imbécil» es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín baculus que
significa «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón para
caminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni los
ancianitos, porque el bastón al que nos referimos no es el que se
usa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad. El imbécil puede ser todo lo ágil que se quiera y dar brincos como una gacela olímpica, no se trata de eso. Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque su cuerpo pegue unas volteretas de órdago. Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:
a) El que cree que no quiere nada, elque dice que todo le da igual,
el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.
b) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y
lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez.
c) El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo.
Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí,
todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que
le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
d) El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos,
sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca
fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se
encuentra más entonado.
e) El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se
ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista
enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello
que va a hacerle polvo.
Todos estos tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Siento decirte que los
imbéciles suelen acabar bastante mal, crea lo que crea la opinión
vulgar. Cuando digo que «acaban mal» no me refiero a que
terminen en la cárcel o fulminados por un rayo (eso sólo suele pasar en las películas), sino que te aviso de que suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir la buena vida esa que tanto nos
apetece a ti y a mí. Y todavía siento más tener que informarte qué
síntomas de imbecilidad solemos tener casi todos; vamos, por lo
menos yo me los encuentro un día sí y otro también, ojalá a ti te
vaya mejor en el invento...
Conclusión: ¡alerta!, ¡en guardia!, ¡la
imbecilidad acecha y no perdona!


Fernando Savater


Solía decir que algunas personas no eran capaces de distinguir y encontrar las perlas entre la arena, o únicamente tenían la fuerza de carácter para quitar la arena de unas cuantas perlas y terminaban sólo con una gargantilla.


Barbara Delinsky


La huida en sí no me parece particularmente extraña. La mayoría de nosotros nos mantenemos en un lugar por una especie de fuerza centrífuga. Si por alguna razón esa fuerza se interrumpiera, podríamos salir disparados en todas las direcciones. Pero ¿qué pasa con lo de no volver? Mantenerse alejado da miedo y es muy doloroso.
Lo pienso bien. ¿Qué podría hacer que fuera la única opción posible?
Aquí están las cosas que se me han ocurrido:
(A) Desesperación (¿Por qué?)
(B) Miedo (¿de qué?)
(C) Enfado (¿por qué?)
(D) Todas las anteriores.


Meg Rosoff


El amor no es sólo un sentimiento; es una fuerza, una que, en el fondo, es más poderosa que cualquier tipo de violencia.


Marianne Williamson


«Debilidad o fuerza. No sabes a dónde vas ni por qué vas, entra en todas partes, responde a todo. Como si fueras un cadáver ya no te podrán matar.» A la mañana tenía una mirada tan extraviada y un aspecto tan muerto que aquellos que encontré quizá no me hayan visto.


Arthur Rimbaud


El orgullo es un feo pecado que está totalmente desprovisto de amor en todas sus formas, una posición sin amor que no tiene afecto por nadie. La humildad, por el contrario, ama. No es egoísta. No controla a los demás. Espera hasta que los demás sean atendidos primero. Tiene a los demás en una más alta estima que la propia. No toma ventajas. No es grosero ni arrogante. No es altanero. No se engrandece. No hacer alarde. Es hermoso, de voz suave, de carácter dulce, amoroso, cariñoso, como DIOS, como CRISTO, busca de DIOS. No domina a los demás ni impone por la fuerza su posición. Sólo se preocupa por las posiciones de los demás. Esa es la humildad, siempre en un segundo plano, nunca compitiendo por la primera silla. Esa es Mí Manera - paciente y flexible. La humildad es una forma de amor. No se impone sobre los demás. Espera su turno.


Susan Davis


Que una mirada pueda decir que el uso, que la prepotencia, que la violencia del poder, básicamente el uso de los pobres, aún constituida como simulacro, es invencible, no marca la fuerza del que ostenta ese poder, sino la profunda resignación histórica del que mira desde ese lugar".


Elisa Carrió




Los déspotas siempre juzgaron necesario complementar la fuerza con la propaganda política o religiosa. En este sentido, la pluma es más poderosa que la espada. Pero la píldora es más poderosa que la pluma o la espada.


Aldous Huxley


Ignoraba porque te quería. El deleite frente al misterio, el goce frente a los inesperado, son sensaciones que aveces las módicas fuerzas no soportan


Mario Benedetti


Estilicón era el salvador de la ciudad y del imperio. «Aquí está la verdadera fuerza de Roma, su auténtico líder, Marte en forma humana»


Stephen Dando-Collins


El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año. Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno. Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un círculo alrededor de este eje: el dolor. La paralizadora inmovilidad de una vida regulada, hasta en sus más ínfimos detalles, por una rutina inmutable, de suerte que conforme, bebemos, nos paseamos, dormimos y rezamos ? o por lo menos, nos arrodillamos para rezar ? conforme a los inflexibles dictados de un reglamento de hierro; esa inmovilidad que hace que cada día sea, con todos sus horrores, y hasta en sus más pequeños detalles, idéntico a sus hermanos, parece comunicarse a aquellas fuerzas exteriores, cuya existencia es una perpetua variación. Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas o de los vendimiadores deslizándose entre las vides; de la hierba del jardín, ornada con el blanco manto de las flores caídas, sobre la cual se hallan esparcidos los frutos maduros. Nada sabemos, nada podemos saber.

Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el día con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mísera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.


Oscar Wilde


Usted no quiere que piense. Cuando fuerza a un hombre a actuar contra su placer y a su juicio, es su pensamiento el que desea suprimir. Anhela convertirlo en un "robot". Pues bien, obraré de acuerdo con esto.


Ayn Rand


Siempre le había parecido evidente que su emigración había sido una desgracia. Pero en aquel instante se preguntó si no sería más bien la ilusión de una desgracia, una ilusión sugerida por la manera en que todo el mundo percibía a un emigrado. ¿Acaso no veía su propia vida según el manual de instrucciones que otros le habían puesto entre las manos? Y se dijo que su emigración, aunque impuesta desde el exterior, contra su voluntad, era tal vez, sin que ella lo supiera, la mejor salida a su vida. Las implacables fuerzas de la Historia que habían atentado contra su libertad, habían acabado haciéndola libre.


Milan Kundera


Nadie se atreve ya a parecer lo que es; y en esta coacción perpetua, los hombres que conforman el rebaño llamado sociedad, situados en las mismas circunstancias, harán todos lo mismo si no se lo impiden motivos de fuerza mayor. Por lo tanto, nunca sabremos muy bien con quién nos enfrentamos; para conocer a un amigo será necesario esperar las grandes ocasiones, es decir, esperar el momento en que ya sea tarde, puesto que para esas mismas ocasiones habría sido esencial conocerlo.


Jean-Jacques Rousseau


El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, y con gente así, esa Ley de Memoria Histórica es ponerle una pistola en la mano. (...) El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza.


Arturo Pérez-Reverte


La edad es una ladrona implacable. Justo cuando empiezas a tomar el pulso a la vida te arranca la fuerza de las piernas y te encorva la espalda. Produce dolores y enturbia la cabeza y silenciosamente infesta a tu mujer de cáncer.


Sara Gruen


las herejías ?de cualquier clase, no sólo religiosas?son tan ciertas como las ortodoxias y que, además, nunca intentaron imponerse por la fuerza o vencer por el miedo.


Matilde Asensi


Estoy harta del tiempo, dijo, lo que trae se lo lleva sin misericordia. Trae el amor, lo gasta y se lo lleva. Se lleva la memoria, los recuerdos, se va con tus fuerzas. También trae el dolor y, si se aguanta, queda una herida con la que toca vivir hasta que el maldito tiempo decida llevárselo a uno. Y no por las buenas, sino que nos deja alguna enfermedad para que conozcamos la eternidad antes de irnos.


Jorge Franco


Presupone la imaginación popular que los seres espirituales deben ser completamente independientes de la gravedad, mientras que conservan las formas y proporciones que la gravitación haya fijado inicialmente...
Cuando los seres espirituales se hacen visibles ya sea a los ojos del cuerpo o de nuestra visión interna, su objeto se vería frustrado si no aparecieran en una forma reconocible, de modo que su apariencia tomaría la forma del cuerpo y la ropa a los que nos hemos acostumbrado. Materialidad, forma y espacio, me veo obligado a creer, son condiciones temporales de nuestra existencia actual. Es difícil concebir la idea de un ser espiritual que tenga un cuerpo como el nuestro, condicionado por la exacta fuerza gravitatoria ejercida por la tierra, y con los órganos que presuponen la necesidad de alimentos y la necesidad de la eliminación de los productos de desecho. Es igualmente difícil, encerrados y atados como estamos por las ideas materialistas, el pensar en la inteligencia, el pensamiento, y la voluntad existiendo sin forma ni materia y sin el obstáculo de la gravitación o el espacio.


William Crookes


Sucede con frecuencia que las tragedias reales de la vida ocurren de una manera tan poco artística que nos hieren por lo crudo de su violencia, por su absoluta incoherencia, su absurda ausencia de significado, su completa falta de estilo. Nos afectan como lo hace la vulgaridad. Solo nos producen una impresión de fuerza bruta, y nos rebelamos contra eso. A veces, sin embargo, cruza nuestras vidas una tragedia que posee elementos de belleza artística. Si esos elementos de belleza son reales, todo el conjunto apela a nuestro sentido del efecto dramático. De pronto descubrimos que ya no somos los actores, sino los espectadores de la obra. O que somos más bien las dos cosas. Nos observamos, y el mero asombro del espectáculo nos seduce.


Oscar Wilde


Ésta es la hora de la reparación nacional a la que todos tenemos que aportar, es la hora de la gran revolución democrática, la única que el pueblo quiere y espera y que restaurará las fuerzas morales de la nacionalidad.


Arturo Umberto Illia