Frases de hombres ( 3 )
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Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacÃficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oÃdos para toda palabra de humanidad.
Stefan Zweig
Los hombres sabios nos han enseñado que no solo hay que elegir entre los males el menor, sino también sacar de ellos todo el bien que puedan contener.
Cicerón
Es cosa admirable que todos los grandes hombres tengan siempre alguna ventolera, algún granito de locura mezclado con su ciencia.
Molière
Los hombres que se bastan a sà mismos son inservibles a la verdadera amistad.
Claude Adrien Helvétius
El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.
Arthur Schopenhauer
Si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me darÃa por satisfecho.
Johann Wolfgang Von Goethe
Algo más, algo menos, mi querido muchacho, las voces de los hombres son todas un engaño; solo somos honestos cuando niños, y ya después en el sepulcro.
Hermann Hesse
No extrañéis, dulces amigos,que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.
Antonio Machado
La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto.
George Bernard Shaw
El arte es la rebelión del hombre ante la malvada estupidez de los sucesos cotidianos.
Alejandro Dolina
La guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida, y vivir y militar es una misma cosa.
Francisco De Quevedo
Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bÃpedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.
Miguel de Cervantes
Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.
Francisco de La Rochefoucauld
No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.
Alexander Pope
Los cazadores atrapan las liebres con los perros; muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación.
Plutarco
Una religión -cualquier religión- es una forma de tranquilizarse y pensar que lo que es ahora siempre será: que todo está diseñado y controlado desde aquà hasta el fin de los tiempos, y que el poder-un dios, los dioses- ha sido y será el mismo. Si un fiel creyera que los poderes universales cambian ¿quién podrÃa prometerle una vida eterna? Y los poderosos -reyes, emperadores- se colgaron de esta idea: nuestro poder no debe cambiar porque está basado en el Gran Poder que nunca cambia: el derecho divino.
Una religión necesita lo inmutable; por eso, por ejemplo, las reacciones violentÃsimas de la Iglesia católica cuando ciertos fulanos de hace un par de siglos empezaron a hurgar rastros geológicos, cuevas, huesos, y demostraron que el mundo era mucho más viejo que lo que contaba la Biblia, y que no siempre habÃa sido como es: que habÃa habido animales extraños, que las vacas y las pulgas no habÃan sido creadas por el Señor sino por la evolución de las especies, que los hombres éramos monos bien tuneados. Nada podÃa ser más subversivo -y subvirtió.
Una religión necesita lo inmutable; por eso, por ejemplo, las reacciones violentÃsimas de la Iglesia católica cuando ciertos fulanos de hace un par de siglos empezaron a hurgar rastros geológicos, cuevas, huesos, y demostraron que el mundo era mucho más viejo que lo que contaba la Biblia, y que no siempre habÃa sido como es: que habÃa habido animales extraños, que las vacas y las pulgas no habÃan sido creadas por el Señor sino por la evolución de las especies, que los hombres éramos monos bien tuneados. Nada podÃa ser más subversivo -y subvirtió.
MartÃÂn Caparrós
Como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, asà el dedo acusador de un hombre apunta siempre a una mujer
Isabel Allende
Carmen siempre ha admirado a los hombres elegantes y convincentes en sus argumentaciones y a lo largo de más de cincuenta años de convivencia sólo he visto otro caso de impacto como el causado por Serrano Suñer y fue el conseguido por López Bravo, ministro de Industria en el gobierno del verano de 1962.
Francisco Franco
Hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto ábreme la jaula que quiero escapar. Hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más.
Alfonsina Storni
En aquellas horas de amargura en que su vida se quebraba comprendió el valor del amor de una mujer. ¡Una mujer! sólo ella puede querer a un hombre pisoteado por botas de hierro. Allà está él, cubierto de escupitajos, y ella le lava los pies, le desenreda el pelo, acaricia sus ojos que se han vuelto apáticos. Cuanto más le han destruido el alma, cuanto más repugnante se ha convertido y más despreciable para el mundo, más querido es para ella. [... ] No todas las mujeres con las que te acuestas pueden ser tu mujer.
Vasili Grossman
Cuando un hombre está muy triste porque se da cuenta de cómo es todo, entonces se parece un poco a un animal.
Hermann Hesse
E l guerrero de la luz se concentra en los pequeños milagros de la vida diaria.  Si es capaz de ver lo bello, es porque trae la belleza dentro de sÃ, ya que el mundo es un espejo y devuelve a cada hombre el reflejo de su propio rostro. Aun conociendo sus defectos y limitaciones, el guerrero hace lo posible por mantener el buen humor en los momentos de crisis.
Paulo Coelho
El verdadero artista es el que tiene el poder de crear. Ese poder de hacer algo nuevo, algo jamás oÃdo ni visto, eso es lo más enigmático y misterioso que existe. Ese hombre capaz de crear algo nuevo y grande y verdaderamente original es para mà un "pequeño dios." Y digo hombres "verdaderamente originales y grandes", porque de esos hombres hay pocos. Niño Ricardo fue uno de esos grandes hombres-creadores.
Niño Ricardo
No soy hombre que recuse elogios. Les amo; ellos hacen bien al alma y hasta al cuerpo. Las mejores digestiones de mi vida son las de las cenas en los que soy brindado.
Machado de Assis
Hombres de mucha importancia te pretenden.
+ Ya te digo que ninguno es para mÃ.
- Pues, ¿has de vivir ans�
+ ¿Tan mal estaré conmigo?
+ Ya te digo que ninguno es para mÃ.
- Pues, ¿has de vivir ans�
+ ¿Tan mal estaré conmigo?
Félix Lope de Vega y Carpio
El hombre filosófico tiene el presentimiento de que bajo esta realidad en la que vivimos y somos yace una segunda realidad muy distinta, es decir, que ella es una apariencia.
Friedrich Nietzsche
Yo no soy entendida en polÃtica ni economista. Soy simplemente una mujer que padeció, que perdió a su marido, a sus padres, a sus hijos y a sus amigos. Yo sé que el mundo tendrá que compartir colectivamente la responsabilidad. Los alemanes pecaron criminalmente, pero lo mismo hicieron las demás naciones aunque sólo sea por negarse a creer y a afanarse dÃa y noche en salvar a los desventurados y desposeÃdos, por cuantos medios estuviesen a su alcance. Sé que si la gente de todo el mundo se propone que de ahora en adelante reine una justicia indivisible y que no haya más Hitlers, algos se conseguirá. Indudablemente, todos aquellos cuyas manos se hayan manchado con sangre nuestra, bien sea directa bien indirectamente, tienen que pagar por los crÃmenes que han cometido, lo mismo si son hombres que si son mujeres.
Olga Lengyel
EL MAL
Mientras que los gargajos rojos de la metralla
silban surcando el cielo azul, dÃa tras dÃa,
y que, escarlata o verdes, cerca del rey que rÃe
se hunden batallones que el fuego incendia en masa;
mientras que una locura desenfrenada aplasta
y convierte en mantillo humeante a mil hombres;
¡pobres muertos! sumidos en estÃo, en la yerba,
en tu gozo, Natura, que santa los creaste,
existe un Dios que rÃe en los adamascados
del altar, al incienso, a los cálices de oro,
que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.
Pero se sobresalta, cuando madres uncidas
a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras
le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.
Mientras que los gargajos rojos de la metralla
silban surcando el cielo azul, dÃa tras dÃa,
y que, escarlata o verdes, cerca del rey que rÃe
se hunden batallones que el fuego incendia en masa;
mientras que una locura desenfrenada aplasta
y convierte en mantillo humeante a mil hombres;
¡pobres muertos! sumidos en estÃo, en la yerba,
en tu gozo, Natura, que santa los creaste,
existe un Dios que rÃe en los adamascados
del altar, al incienso, a los cálices de oro,
que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.
Pero se sobresalta, cuando madres uncidas
a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras
le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.
Arthur Rimbaud
si Dios puede poner a prueba a los hombres, ¿por qué los hombres no pueden poner a prueba a Dios?".
Haruki Murakami
No podemos exigir que un hombre alocado sea siempre precavido y prudente. A menudo es nuestra propia vanidad lo que nos engaña. La imaginación de las mujeres hace que concibamos demasiadas ilusiones respecto de los hombres.
Jane Austen