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Frases de odio ( 2 )

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Siempre fue mi destino recibir de la vida y de mis amigos mucho más de lo que yo podía darles.


Hermann Hesse


Baje a la orilla y me senté en la arena, donde años atrás había esparcido las cenizas de Marina. La misma luz de aquel día encendió el cielo y sentí su presencia, intensa. Comprendí que ya no podía ni quería huir más. Había vuelto a casa.


Carlos Ruiz Zafón




Cada uno de nosotros ha venido a la tierra con varias piezas de un puzle tan grande como el universo. Cada vez que conocemos a alguien, se las enseñamos de manera inconsciente para ver si las de esa persona encajan con las nuestras. Si no encajan, cada uno sigue su camino y no hay nada que hacer. Ay, pero si encajan... Ahí es donde empiezan la atracción, el odio, los celos, el amor, el dolor y el
aprendizaje.


Rani Manicka


Estaba completamente encerrada en sí misma y en su sufrimiento. ¿Podía sacarla de su cerrazón al menos la visión del sufrimiento de otors? No. Porque el sufrimiento de los otros ocurría en un mundo que se le había ido de las manos, que ya no era suyo.


Milan Kundera


Haber rozado la muerte no quebrantaba mi convicción no formulada de ser una divinidad. ¿Por qué los dioses iban a ser inmortales? ¿En qué medida podía acaso la inmortalidad convertir a alguien en menos divino? ¿Acaso es menos sublime la peonía por el hecho de marchitarse?


Amélie Nothomb


Quien ama verdaderamente no puede amar lo contrario y lo opuesto de aquello que ama, y ésta es la razón por la cual aquellos que fueron, en un determinado momento de la vida, los más grandes enemigos de Cristo, conviértense, tocados por la Gracia Divina, en sus más ardientes y fogosos defensores. El Amor y el odio están estrechamente unidos entre sí y quien quiera suprimir la cólera suprima al mismo tiempo la caridad. Quienes son incapaces de enardecerse por la ira también lo serán respecto del amor: son los eternos tibios que la boca de Dios, conforme está escrito en el Apocalipsis, vomitará.


Giovanni Papini




Que los refugiados palestinos son víctimas pobres, no hay duda. Pero son de estados árabes, no de Israel. En cuanto a sus derechos sobre las casas de los padres, no tienen ninguno porque sus padres no tenían hogar. El techo pertenecía solo a una pequeña categoría de jeques, que lo vendían alegremente y de su propia elección. Hoy, ebrio por una propaganda racista y nacionalsocialista, los infelices fedain descargan en Israel el odio de volverse contra aquellos que lo enviaron a la fuga. Y su caso lamentable, de una manera u otra, también tendrá que ser resuelto. Pero no vengas a decir que los responsables de su miserable condición son los "usurpadores" judíos. Esto es histórico, político y jurídicamente falso.


Indro Montanelli


Nobue confundía las cosas: la inteligencia no podía medirse por las notas que uno consiguiera en la escuela. Que una persona sacara buenas notas no lo describía como un ser humano decente.


Miyuki Miyabe


El saber no era bueno para las gentes vulgares y quizá podía descontentarles con la suerte de Dios les había señalado en este mundo, y Dios no tolera que nadie esté descontento de sus planes. Teníamos


Mark Twain




No quería hablar de eso y, cuando salía el tema, decía que se trataba de un absceso y fingía sentirse bien. ?Y, usted, tío, ¿cree que eso no era? normal? ?preguntó Stefan en voz baja sin presentir la ira que iban a provocar sus palabras. ?¡Normal! ¡Anormal! ¡Pero qué estás diciendo, pedazo de idiota! ¡Qué sabrás tú! Un moribundo normal, mira qué cosa? ¡normal! Como no podía arrancarse el cáncer del cuerpo, se lo arrancó de su memoria. Se mentía a sí mismo, se obligó a creer su propia verdad, obligó a los demás a creer, ¡yo qué sé qué era verdad y qué no! Que se encontraba mejor lo decía cada vez con voz más baja y cada vez lloraba más a menudo.


Stanislaw Jerzy Lec


¡Oh odio, alégrame siquiera tú Hazme ver a la muerte royéndolos a todos


Fernando Pessoa


Por esas fechas los misioneros cristianos acostumbraban a situarse en una esquina próxima al instituto predicando su religión e insultando a los hindúes y a sus dioses. Yo no podía soportarlo. También por ese tiempo supe que un hindú muy conocido se había convertido al cristianismo, y oí decir que el nuevo converso ya había comenzado a mofarse de la religión de sus padres, de sus costumbres y hasta de su país. Todas esas cosas desarrollaron en mí una antipatía hacia el cristianismo.


Mohandas Gandhi


se dirigió al extremo opuesto del salón, haica un rincón en penumbra donde colgaba un espejo, y se miró. ¡No! No iba bien. Y de inmediato la congoja que siempre intentaba ocultar, la profunda insatisfacción - la sensación que tenía, desde que era niña, de ser inferior a los demás -, se apoderó de ella, implacable, despiadada, con tal intensidad que no podía rechazarla


Virginia Woolf




Soy un hombre cerrado, taciturno, poco sociable, descontento, sin que todo ello constituya una infelicidad para mí, ya que es solamente el reflejo de mi meta. De mi modo de vivir en casa se puede sacar alguna deducción. Vivo en familia con personas bonísimas y afectuosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he cambiado en estos últimos años más de veinte palabras de promedio al día; con mi padre, nada más que el saludo. Con mis hermanas casadas y mis cuñados no hablo en absoluto, sin que esto signifique que esté enojado con ellos. El motivo es sencillamente éste: no tengo absolutamente nada que decirles. Todo cuanto no es literatura me hastía y provoca mi odio, porque me molesta o es un obstáculo para mí, por lo menos en mi opinión


Franz Kafka


El mejor antídoto para una ofensa es responder con un acto de benevolencia o generosidad hacia alguien más. Al hacerlo, estará eligiendo alquilar más espacio en su corazón al amor y no a la falta de perdón, al odio, la ira, la amargura o a otras emociones tóxicas. Niéguese a regalar su salud emocional y física. El ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, cuando se le preguntó cómo sobrevivió a los años en prisión sin volverse amargado, respondió: «La amargura solamente nos lastima a nosotros mismos. Si odias, estarás dándole a esa persona tu mente y tu corazón. No regales ni desperdicies esas cosas».


Don Colbert


Odio a las celebridades, de verdad las odio.


Billie Joe Armstrong


Supongo que en una mujer, hasta el odio es una forma del amor


Yasunari Kawabata


Se le ocurrió que nadie sino él miraría nunca desde sus ojos, que de entre todas las vidas en que podía haber vivido, más numerosas que lo imaginable, esta era la suya, clavada en este único punto del infinito; el resto siempre sería ajeno, él sería yo.


Mary Renault


Colocar en el mismo plano moral el comunismo ruso y el nazifascismo, en la medida en que ambos serían totalitarios, en el mejor de los casos es una superficialidad; en el peor es fascismo. Quien insiste en esta equiparación puede considerarse un demócrata, pero en verdad y en el fondo de su corazón es en realidad ya un fascista, y desde luego sólo combatirá el fascismo de manera aparente e hipócrita, mientras deja todo su odio para el comunismo.


Thomas Mann


Por aquellos años su padre comprendía que un pueblo podía cambiar su "modo de vida", su historia, su tecnología, su cultura, su arte y su literatura, pero no le concedía la menor posibilidad de que cambiara sus gestos.


Orhan Pamuk


El único sitio en la estación inter-nodal de la T4 (en el que) podía haber estado, porque es de la Comunidad de Madrid y porque son los elementos de la Comunidad de Madrid, es, o tumbada en las vías o colgada de la catenaria". (Sobre Esperanza Aguirre, el 10 de Mayo de 2007 en la Cámara Baja).


Magdalena Álvarez


Por entonces nadie podia imaginar que aquel encuentro fortuito seria el inicio de una historia que habria de trascender generaciones y geografias.


Federico Andahazi


El odio no se quita con el tormento, ni se expía por el martirio, ni se borra con sangre derramada.


Isidoro de Sevilla


El amor no lo podía todo. El amor no siempre aguantaba. Podían quitarte todo lo que tuvieras hasta que solo te quedara el amor, pero luego éste también desaparecía.


Cassandra Clare


Como no la adulaban ni a ella ni a sus niños, no podía creer que fueran de buen natural; y como eran aficionadas a la lectura, las imaginaba satíricas: quizá no sabía exactamente qué era ser satírico, pero eso carecía de importancia. En el lenguaje común implicaba una censura, y la aplicaba sin mayor cuidado.


Jane Austen


Cuando ya no quedaban amapolas, no podía recogerlas de los campos. No podía recogerlas y formar con ellas un ramillete. Cuando ya no había más amapolas en los campos de Villa Ramiro, no podía reunir unas cuantas en un ramillete. Un ramillete de amapolas al que unía un poco de verde para que hiciera más bonito. Pero en invierno ya no había amapolas en los campos de Villa Ramiro. Ya no había amapolas rojas sobre los campos amarillos de trigo o sobre las praderas verdes de hierba.


Fernando Arrabal




Que de esta plaza no salga un sólo gesto de rencor, sino de dignidad; que no salga un gesto de odio, pongamos la otra mejilla.


Néstor Kirchner


Yo me hice socialista en el seminario porque el género de disciplina que allí reinaba me ponía fuera de mí. Ese seminario era un nido de espionaje y de embrollos. A las nueve de la noche se nos reunía para el té y, cuando volvíamos a nuestros dormitorios, nos encontrábamos con que todos los armarios y todos nuestros objetos habían sido "visitados". Y lo mismo que todos los días registraban nuestros papeles, diariamente escrutaban nuestros espíritus. No podía soportar más aquello. Todo eso me irritaba.


Iósif Stalin


Odio a los hombres que temen la fuerza de las mujeres. Probablemente Jean amaba su fuerza, su poder destructivo. Porque June es destrucción.


Anaïs Nin


El pasado y el futuro eran parte de la misma cosa y la realidad del presente era un caleidoscopio de espejos desordenados, donde todo podía ocurrir.


Isabel Allende


No sabía qué pensar de aquel hombre caballo con quien debía permanecer casada durante un año. Era obvio que me interesaba. Después de todo, no había conocido nunca a nadie como él. Admitamos que no hay muchos centauros corriendo por Oklahoma, al menos por Tulsa. Una no podía saber lo que pasaba en el interior del Estado.

P. C. Cast, En el lugar de la diosa


P.C. Cast


Yo había crecido en el convencimiento de que aquella lenta procesión de la posguerra, un mundo de quietud, miseria y rencores velados, era tan natural como el agua del grifo, y que aquella tristeza muda que sangraba por las paredes de la ciudad herida era el verdadero rostro de su alma. Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas. Aquella noche primeriza de verano, caminando por ese anochecer oscuro y traicionero de Barcelona, no conseguía borrar de mi pensamiento el relato de Clara en torno a la desaparición de su padre. En mimundo, la muerte era una mano anónima e incomprensible, un vendedor a domicilio que se llevaba madres, mendigos o vecinos nonagenarios como si se tratase de una lotería del infierno. La idea de que la muerte pudiera caminar a mi lado, con rostro humano y corazón envenenado de odio, luciendo uniforme o gabardina, que hiciese cola en el cine, riese en los bares o llevase a los niños de paseo al parque de la Ciudadela por la mañana y por la tarde hiciese desaparecer a alguien en las mazmorras del castillo de Montjuïc, o en una fosa común sin nombre ni ceremonial, no me cabía en la cabeza. Dándole vueltas, se me ocurrió que tal vez aquel universo de cartón piedra que yo daba porbueno no fuese más que un decorado. En aquellos años robados, el fin de la infancia, como la Renfe, llegaba cuando llegaba.


Carlos Ruiz Zafón


Con todo, no podía reprimir los vívidos recuerdos de aquella pasión, su cuerpo se ponía tenso y comenzaba a temblar. Por fin la tensión se aflojaba y una deliciosa sensación de plenitud recorría sus miembros. Su amor del pasado había vuelto a la vida.


Yasunari Kawabata


En realidad Jesús era un jovencito y es probable que no supier amucho de la vida. Es posible que todas sus enseñanzas puedan explicarse sólo a partir de su juventud y su inexperiencia. De su ingenuidad, si usted quiere. Y sin embargo decía la verdad.
?¿La verdad? ¿Quién ha demostrado que fuera verdad? ?preguntó belicosamente Jakub.
?Nadie ?dijo Bertlef?. Nadie lo demostró y nadie lo demostrará. Jesús amaba tanto a su padre que no podía admitir que su obra fuera mala. Lo impulsaba el amor y no la razón.


Milan Kundera


Eso de la lavada de las manos es una manía que me viene de la infancia, de la educación familiar. Cada que cogíamos una moneda, mi mamá nos decía: «Vaya lávese las manos m?hijo, que tocó plata». (Allá a los niños les hablan de «usted».) De unos niños educados así, ¿qué se podía esperar? Puros pobres. Me hubieran educado en la escuela del PRI, y hoy estaría millonario. ¡Pero qué iba a haber allá PRI! Medellín era una ciudad encerrada entre montañas, lejos del mundo y sus adelantos. Y mi mamá viendo microbios por todas partes como si fuera bacterióloga.


Fernando Vallejo


Y ¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recibidas?


Miguel de Cervantes


?¿Te importaría si toco para ti ahora?

?Sabes que amo escucharte tocar. ?Era verdad. Ella siempre amo escucharlo hablar de su violín, pensó que así entendía un poco mas de él. Ella podía escucharlo hablar apasionadamente por horas de breas, clavijas, desplazamientos, la posición de los dedos y de la tendencia de la cuerda La a romperse- sin sentirse aburrida.


Cassandra Clare


Empecé con terror a pensar si yo también seré inmortal y si será inmortal en mí mi odio.


Miguel de Unamuno


no podía imaginar el coraje que se requiere para envejecer sin asustarse demasiado;


Isabel Allende


Sin embargo, si hubiera podido volver atrás, me daba la sensación de que hubiera reproducido una vida idéntica a la que había llevado. Porque ésta -esta vida llena de pérdidas- era yo. Era el único camino que tenía yo de ser yo mismo. Por más personas que me hubiesen abandonado a mí, por más personas a las que hubiese abandonado yo, por más bellos sentimientos, magníficas cualidades y sueños que hubiese perdido, yo únicamente podía ser yo.


Haruki Murakami