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Gloria fuertes noche ( 3 )

Gloria fuertes noche. Encuentra docenas de gloria fuertes noche con fotos para copiar y compartir.


En el mundo común de los hechos, los malos no son castigados y los buenos recompensados. El éxito se lo llevan los fuertes y el fracaso los débiles.


Oscar Wilde


Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario.


Ismael Serrano




Con Qué Dolor...

¡Con qué dolor, y válgame ser franco,
trazo los versos que a mi lado impetras!
Esta cuartilla de papel en blanco
me parece una lápida sin letras.

Tristísimo recuerdo me acongoja
y pienso, visionario como un zafio,
que escribo, no una endecha en una hoja,
sino sobre un sepulcro un epitafio.

No extrañes, no, que mi razón sucumba
a esta ilusión que envuelve algo de cierto
porque, ay, tu corazón es una tumba
desde el instante en que tu amor fue un muerto.

¡Tu amor! Ve el mío que cual ámbar de oro
paréceme que nunca se consume,
que ni siquiera sufre deterioro
aunque despida sin cesar perfume.

Mas ¿a dónde me lleva mi extravío?
Perdona a mi amargura ese reproche.
Por ti puedo decir como el judío:
¡un ángel ha pasado por mi noche!

Por ti en el molde general no cupe;
quise ovaciones, codicié oropeles
y en la tribuna y con la lira supe
ganar aplausos y obtener laureles.

Después... ¡mi gloria huyó con mi ventura
y, como nube tenebrosa, el duelo
ha cerrado en mi alma la abertura
que daba grande y esplendente al cielo!

Adiós. Dejo a tus plantas un gemido
y retorno a la sombra más espesa
pues vuelvo a la que reina en el olvido,
y no hay otra tan negra como ésa.


Salvador Díaz Mirón


Fue En Los Robles

Fue en Los Robles donde ella, que sabía,
Dijera la verdad. Aquella noche
Estaban dadas todas las estrellas.
Tiempo de suspirar juntas las bocas.
Parpadeaba una luz, alguien volvía
A hacer la hoguera frente a la caverna.
Marcharon entre armas a la gloria.
Nada en su cuerpo, suave como el agua,
Anunciaba los hijos de su cuerpo.
Era toda alma en la soñada cama,
Era un incendio, era una primavera,
Una muchacha azul bajo la lluvia,
Una bahía en quien entrar a gritos,
Una bandera ondeando en el combate,
Una batalla de azucenas cálidas.
Era ella.


Roberto Fernández Retamar


Apocalipsis

Ella no es Pomona. Ni, como las Danaides,
una daga dorada oculta entre los senos.
Ella no es Calíope, aunque sea la voz y la belleza.
Y aunque, como las Náyades, ame fuentes y bosques,
no es Estigia, ni Dafne,
ni es la bella Afrodita
ni el sueño de los héroes.
Pero Ella ha nacido.

Como ananás fragante, se levanta
ungida de romero,
como custodia viva, derramando
cuatro copas dulcísimas:
Abrazo de la tierra,
música del aire,
luz violenta del fuego
y el almíbar del agua.
Ya no habrá nunca noche, porque Ella
se ha manifestado
con sus cuatro trompetas y su gloria.
Y así es la gran nueva, la alegría:
Porque Ella ha nacido
y esta es la señal, aleluya.
Que su gracia
sea con todos vosotros, aleluya.

De Narcisia, Barcelona 1986


Juana Castro


La Amante

Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas,
celeste, submarina, subterránea,
ahijada de las nubes,
sobrina del oleaje,
madre de minerales
y vegetales de oro,
universal, florida,
jugosa como caña
y ligera de brisas
y cánticos de seda.

Desdichada penumbra al encontrarte
negándose tu cuerpo a mi deseo,
dándose al día siguiente,
circulando en el aire que respiro,
diseñando mi vida,
mi agonía
y mi muerte sencilla,
y mi futura muerte
entre los muertos.

Ah tu cordial miseria de caricias,
el gesto amargo de tus manos
y la rebelde fuga de tu piel,
cómo me decepcionan,
me castigan y ahogan,
hembra de plata líquida,
insobornable y mía.

Y tu noche de gritos y gemidos,
alimentando vida, creando luz,
provocando sudor, melancolía,
amor y más amor desfallecido,
tumultos de palabras,
mi desdichada niña,
olvidándote, sí, casi perdiéndote
en el ruido de torsos y sollozos.

Pero siendo destino, siendo gloria
tus cabellos castaños, tus miradas
y tus feas rodillas de suave juventud.


Efraín Huerta




Soneto Insistente

Cuando presiente el corazón la gloria
de ser libre por gracia del olvido,
me llegue entre la noche, como el ruido
del mar en la distancia, tu memoria.

Con ella viene la tenaz historia
de lo que pudo ser y nunca ha sido.
Arduo amor ni ganado ni perdido,
batalla sin derrota y sin victoria.

Cada vez que en mi mano reverdece
la rama del olvido y aparece
después de la tormenta la alegría,

algo tuyo regresa de la nada
y de nuevo destruye la dorada
esperanza fugaz de un claro día.


Meira Delmar


Estrofas En Torno de Un Amor Menguante

Luna impoluta que miré de niño
rodar entre el verdor de la arboleda;
verso primero escrito sin aliño
amor primero del que nada queda.

Sueños de gloria y esperanza incierta,
viajes absurdos de la fantasía
y penetrar al cielo por la puerta
estrecha del dolor, sin alegría.

Confín violáceo del venusto monte,
fogata temblorosa que agoniza,
neblina que confiere al horizonte,
grises de perla o grises de ceniza.

Turbia serenidad que otrora tuve,
perdida ya para fortuna mía.
Desgarradora condición de nube
ardida al rojo blanco, pero fría.

Marino afán de corregir el rumbo
que Dios imprime a la perdida barca,
y quedar a merced de viento y tumbo
sobre la inmensa superficie zarca.

Cándida confesión que no hice nunca,
amor buscado y nunca conseguido,
poema nunca escrito, vida trunca,
vuelo en el acto de arrancar, fallido.

Discreta como usted, como usted blonda,
la media luz de los atardeceres.
Menguante amor prendido de la honda
noche con diamantinos almeres.

Todo el candor que nos quitó la vida,
toda la fuerza que nos dio el dolor,
todo es ahora luz desvanecida,
tibieza, soledad, último amor...

De "Algunos poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en cierto modo innecesario" 1933


Renato Leduc


MARIPOSAS
Ora blancas cual copos de nieve,
ora negras, azules o rojas,
en miríadas esmaltan el aire
y en los pétalos frescos retozan.
Leves saltan del cáliz abierto,
como prófugas almas de rosas
y con gracia gentil se columpian
en sus verdes hamacas de hojas.
Una chispa de luz les da vida
y una gota al caer las ahoga;
aparecen al claro del día,
y ya muertas las halla la sombra.

¿Quién conoce sus nidos ocultos?
¿En qué sitio de noche reposan?
¡Las coquetas no tienen morada!...
¡Las volubles no tienen alcoba!...
Nacen, aman, y brillan y mueren,
En el aire, al morir se transforman,
y se van sin dejarnos su huella,
cual de tenue llovizna las gotas.
Tal vez unas en flores se truecan,
y llamadas al cielo las otras,
con millones de alitas compactas
el arco iris espléndido forman.
Vagabundas, ¿en dónde está el nido?
Sulanita, ¿qué harén te aprisiona?
¿A qué amante prefieres, coqueta?
¿En qué tumbas dormís, mariposas?

¡Así vuelan y pasan y expiran
las quimeras de amor y de gloria,
esas alas brillantesdel alma,
ora blancas, azules o rojas!
¿Quién conoce en qué sitio os perdisteis,
ilusiones que sois mariposas?
¡Cuán ligero voló vuestro enjambre
al caer en el alma la sombra!
Tú, la blanca, ¿por qué ya no vienes?
¿No eres fresco azahar de mi novia?
te formé con un grumo del cirio
que de niño llevé a la parroquia;
eres casta, creyente, sencilla,
y al posarte temblando en mi boca
murmurabas, heraldo de goces,
"¡Ya está cerca tu noche de bodas!"

¡Ya no viene la blanca la buena!
¡Ya no viene tampoco la roja,
la que en sangre teñí, beso vivo,
al morder unos labios de rosa!
Ni la azul que me dijo: ¡poeta!
¡Ni la de oro, promesa de gloria!
¡Es de noche... ya no hay mariposas!
¡Ha caído la tarde en el alma!
Encended ese cirio amarillo...
¡Las que tienen las alas muy negras
Ya vendrán en tumulto las otras,
y se acercan en fúnebre ronda!
¡Compañeras, la pieza está sola!
Si por mi alma os habéis enlutado,
¡Venid pronto, venid mariposas!


Muscat




La vida es corta, por eso pienso que hay que vivirla al máximo... no sabes cuando puede acabar, nadie puede decírtelo, entonces, es imposible programar los días.
Los problemas vienen solos (la mayoría de las veces) pero la felicidad, el amor, la amistad... eso hay que buscarlo y luchar por ello.Por eso, día a día tenemos que luchar por lo que queremos. Luchar por nosotros, por las personas a las que queremos.. pero sobre todo por uno mismo y todo esto para conseguir nuestros objetivos.
En esta etapa, la adolescencia, no te entiende nadie o por lo menos eso es lo que pensamos... no somos del todo maduros.. por cualquier tontería ya nos venimos abajo... pero NO!!! esto no debería de ser así.
La mejor forma de darte cuenta de que ese "problemón"es una tontería es mirando alrededor... pensando en que muchas personas desearían tener ahora nuestros problemas en vez de tener los que ellos tienen, desearían volver atrás para no tener que pasar por los problemas que tienen ahora... Nos preocupamos por cosas que de verdad no vale la pena derramar una lágrima, ni una cara triste (aunque sé que es dificil, aunque penséis que no llevo razón). No vale la penaestancarse en un problema y no tener fuerzas para seguir adelante, esa fuerza hay que sacarla de donde sea para volvernos fuertes.
Un problema por el cuál nos preocupamos mucho es cuando nos deja un novio con el cuál solo hemos compartido unos meses de nuestra vida... sé que algunos diréis que no es una tontería y no lo és pero no vale la pena estancarse ahí... Hay que pensar que nos quedan un montón de cosas por vivir, un montón de personas a las que conocer y un montón de niños por los que sentir algo. Pero no va a ser el único detrás vendrán un montón de más... algunos que abrirán los ojos, otros que te destrozen, otros de los que piensas que es el amor de tu vida, otros de una sola noche... errores, experiencia... LA GENTE SUELE LLAMAR EXPERIENCIA A LO QUE SUELE SER UN ERROR!


Pequeña


Y en Gabaón se le apareció Yavé en sueños durante la noche, y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Salomón respondió: "Tú has tenido gran amor a David, mi padre, ya que él te servía fielmente, como es debido y con sinceridad. También le has hecho un favor muy grande permitiendo que un hijo suyo le sucediera en el trono. Ahora bien, Yavé, mi Dios, me has hecho rey en lugar de David, pero no sé todavía conducirme; soy muy joven para estar al frente del pueblo que has elegido, pueblo tan numeroso que no se puede contar. Dame, pues, a mí, tu servidor, un espíritu atento, para gobernar bien a tu pueblo y para decidir entre lo bueno y lo malo, porque si no, ¿cómo podría gobernar este pueblo tan grande?"
A Yavé le gustó que Salomón le pidiese una cosa así. Y le dijo: "No has pedido para ti una larga vida, ni has pedido riquezas, ni la muerte para tus enemigos, sino que has pedido inteligencia para gobernar con rectitud. Por eso te concedo lo que pides; te doy sabiduría e inteligencia como nadie la tuvo antes de ti ni la tendrá después. Además te doy lo que no has pedido, riquezas y gloria tales que mientras vivas no habrá rey alguno como tú. Si sigues mis caminos, cumpliendo mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, tu padre, te daré larga vida."


Sagradas Escrituras


Desde donde se posan...

Desde donde se posan las águilas,
desde donde se yerguen los jaguares,
el Sol es invocado.

Como un escudo que baja,
así se va poniendo el sol.
En México está cayendo la noche,
la guerra merodea por todas partes,
¡Oh Dador de la vida!,
se acerca la guerra.

Orgullosa de sí misma
se levanta la cuidad de México-Tenochtitlan.
Aquí nadie teme la muerte en la guerra.
Ésta es nuestra gloria.
Éste es tu mandato.
¡Oh Dador de la vida!
Ténedlo presente, oh príncipes,
no lo olvidéis.
¿Quién podrá sitiar a Tenochtitlan?
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo...?

Con nuestras flechas,
Con nuestros escudos,
está existiendo la ciudad
¡México-Tenochtitlan subsiste!.


Poesía azteca


creo que el tiempo a llegado...hoy partire antes que el lo haga por mi, estoy asustado y no asimilo el perderte, pero si el dejarte ser feliz,estas palabras pueden sonar muy fuertes pero es lo que mi corazon siente en cada latido,la ilucion a muerto, la tristesa se apodera de mi acompañada de la soledad de la noche, el tiempo se ha detenido el momento a llegado a su fin te amo y te amare por siempre.....


maclas




Día del niño día de amor y cariño a los angelitos del hogar que son la alegría y el canto que llega a nuestros corazones por ser dulces y tiernos su amor en nuestra pasión su alegría la sentimos de noche y de día su ternura nos lleva a la luna son un jardín de flores y festín su felicidad no tiene fin

Son la ternura de una primavera que nos envuelve en armonía cuando los miramos llegar de la escuela corriendo con su picardía los miro y hacen sentir un amor en toda el arma mía son la poesía del tiempo viendo el varonsito crecer para nuevo amanecer y aquella niña que llena el hogar con su carisma impregnada de dulzura con su carita de ángel de ser una niña linda por su ternura y su bella hermosura

Sin ellos no hay felicidad se detendría el mundo y nos agoviaria la soledad son el futuro de un nuevo mundo conduciéndolos por el camino seguro nuestro Señor Jesus dijo dejad a los niños venir a mi y no se lo impidáis porque de los tales es el reino de Dios niños tan solo hay dos la hembra y el varón quien los tiene es un campion porque sin saberlo esta abrazando la gloria de Dios

Niño fue mi Cristo niño fui yo quien nos daba un cariño o un regalo de honor hoy mis niños son mi dulce pasión mi regalo para ellos hoy en su día es esta hermosa poesía que nace del arma mía no hay mirada mas tierna que viendo unos rostro de inocencias lleno de felicidad viendo su luz creciendo atravez de la naturaleza formándose con saviduria y fortaleza felicidades a la ternura del hogar


jonathan alexander silveira


Mira hacia el universo y contemplar la gloria de Dios. Observar las estrellas, millones de ellas, brillando en el cielo de la noche, todos con un mensaje de unidad, que forma parte de la naturaleza misma de Dios.


Sathya Sai Baba


Eres lo que más pienso de día y de noche, porque mis sentimientos más fuertes ya llevan tu nombre.




Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


¡Oh Juárez!, tu nombre glorioso
vive siempre por la eternidad,
y tu suelo se siente dichoso
recordando tu grandiosidad.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!
Es por eso que México entero
te consagra respeto y honor,
y coloca en tu tumba sagrada
la magnífica ofrenda de amor.
Tus ideales hiciéronse fuertes
a tus plantas rodó el invasor,
y retando sin miedo a la muerte
demostraste tu inmenso valor.
Hoy tu nombre será nuestro lema
y el baluarte de la redención,
de tu indígena raza el orgullo
y la gloria de nuestra Nación.
La Reforma le dio a nuestra Patria
el principio de emancipación,
y afianzaste con ella el derecho
bajo el lema de: ¡Paz y Unión!
Con tu gesto viril y sereno
diste fin a la torpe invasión,
y la Francia, miró desplomarse
la figura del gran Napoleón.
En tus manos llevaste el derecho
en tu mente la límpida paz,
expusiste sin miedo tu pecho
¡En defensa de la libertad!


Benito Juarez


Fuera de mí, en el espacio, errante, la música doliente de un vals; en mí, profundamente en mi ser, la música doliente de tu cuerpo; y en todo, viviendo el instante de todas las cosas, la música de la noche iluminada.


Vinicius De Moraes


En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco -honor, gloria, riqueza, cultura- y apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad.


Aristóteles


Ni la política ha de ser arte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de confianza de su país el que mira más a parecer bien a sus adversarios -por sus seguridad y gloria de hombre hábil-que a intentar y realizar todas las mejoras que crea beneficiosas a su pueblo.


José Martí


La unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión.


Esopo


Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan solo de noche.


Edgar Allan Poe


Sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre.


José Martí


La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla.


Subcomandante Marcos


He tenido una noche absolutamente maravillosa. Pero no ha sido ésta.


Groucho Marx




Las mujeres son muy útiles, sobre todo por la noche y, con frecuencia, durante el día.


Groucho Marx


No te niego,que aveces al despertar...
ambiciono tu amor,como gloria...!!


Jackselins Arteaga


La realidad es que los éxitos se los llevan los fuertes y el fracaso los débiles, y eso es todo.


Oscar Wilde


Ningún camino de flores conduce a la gloria.


Jean De La Fontaine


Gloria no es sinónimo de fama.


Jaime Balmes


La jarra quebrada por el hielo de la noche. ¡Me levanto a saltos!.


Matsuo Basho


No me niegues que a veces, al despertar, quisieras refugiarte nuevamente debajo de mis manos, quedarte quietecita, apenas respirando, convertida en la misma huella de la noche.


Roberto Obregón


Como mi corazón de llama, agitado en la noche, brillante y sin sosiego…


Rafael Lasso de la Vega


En noche cerrada, más vale vela aferrada.


Refrán


Los espíritus melancólicos reposan al reunirse con otros espíritus afines. Se unen afectuosamente, como un extranjero al ver a un compatriota suyo en tierras lejanas. Los corazones que se unen por la tristeza no serán separados por la gloria de la felicidad.


Khalil Gibran


Noche de primavera, corre la muchachita con las estrellas.


Takako Hashimoto


La ambición embriaga más que la gloria.


Marcel Proust


El crimen en plena gloria consolida la autoridad por el miedo sagrado que inspira.


Emil Michel Cioran


Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.


Victor Hugo