Hay diez centimetros de silencio ( 2 )
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Me aparto de la gente que considera a la insolencia valor, y cobardía a la ternura. Y también me aparto de aquellos que consideran charlatanería a la sabiduría e ignorancia al silencio.
Khalil Gibran
No hay necesidad de que se extenúen buscando a Dios. El está ahí. El no proviene de un lugar ni va a otro. El se encuentra aquí, allá, en todas partes. Desde el átomo al cosmos, desde el microcosmo al macrocosmo. El es todo.
La política sin principios, la educación sin carácter, la ciencia sin humanidad y el comercio sin ética no solamente son inútiles, sino abiertamente peligrosos. Es mucho más necesario buscar el carácter que el intelecto.
La Madre es el pilar del hogar, de la sociedad, de la nación y, por lo tanto, de la humanidad misma. Las madres deben conocer el secreto de la paz mental, del silencio interior, del valor espiritual, del contento que es la mayor riqueza y de la disciplina espiritual que otorga la alegría duradera.
Cultiven el amor... planten la semilla del amor en todos los corazones. Derramen amor en todos los corazones. Derramen amor sobre las arenas del desierto y hagan que los verdes vástagos, las bellas flores, los apetitosos frutos y toda esta dulce cosecha de néctar sea ganancia de la humanidad. Este es mi deseo, Mi misión y Mi voto.
Recuerden que con cada paso se acercan más a Dios. Y que cuando dan un paso hacia El, Dios da diez pasos hacia ustedes.
Si hubiera venido como un hombre cualquiera, ¿quién me habría escuchado? De modo que tuve que venir en esta forma humana, pero con mucho más poder y sabiduría que los meramente humanos.
Mi enseñanza es Amor. Mi mensaje es Amor. Mi actividad es Amor. Mi forma de vivir es Amor. No hay nada más precioso que el Amor dentro de la capacidad del entendimiento humano.
¿Cómo se expresa este Principio del Yo en el hombre? Como Amor. El Amor es la naturaleza básica del hombre, la que lo sustenta y la que fortalece su resolución para seguir adelante. Sin amor, el hombre es ciego y para él, el mundo será una jungla oscura y terrorífica. El Amor es la luz que guía los pasos del hombre en el desierto.
Promuevan el amor, vivan en amor, esparzan el amor; este es el ejercicio espiritual que rendirá los mayores beneficios.
Dedíquenle el corazón a Dios y Dios será uno con ustedes. Dios no está lejos de ustedes, ni se encuentra en algún lugar distante. Está dentro de ustedes, en el altar interior. El hombre sufre porque es incapaz de descubrirlo allí y alcanzar la paz y la alegría con este descubrimiento.
Amen a todos los seres, eso basta. Amor sin esperar reciprocidad; amor por el amor; amor porque la naturaleza misma de ustedes es amor; amor porque es la forma de devoción que conocen y prefieren. Cuando otros están felices, siéntanse felices también. Cuando otros se sienten infelices, traten de aliviar su problema lo mejor que puedan. Practiquen el amor a través del servicio. Por este medio, llegarán a tomar conciencia de la Unidad y eliminarán el ego perjudicial.
La felicidad que dan, el amor que comparten, solo ellos serán sus posesiones duraderas.
La política sin principios, la educación sin carácter, la ciencia sin humanidad y el comercio sin ética no solamente son inútiles, sino abiertamente peligrosos. Es mucho más necesario buscar el carácter que el intelecto.
La Madre es el pilar del hogar, de la sociedad, de la nación y, por lo tanto, de la humanidad misma. Las madres deben conocer el secreto de la paz mental, del silencio interior, del valor espiritual, del contento que es la mayor riqueza y de la disciplina espiritual que otorga la alegría duradera.
Cultiven el amor... planten la semilla del amor en todos los corazones. Derramen amor en todos los corazones. Derramen amor sobre las arenas del desierto y hagan que los verdes vástagos, las bellas flores, los apetitosos frutos y toda esta dulce cosecha de néctar sea ganancia de la humanidad. Este es mi deseo, Mi misión y Mi voto.
Recuerden que con cada paso se acercan más a Dios. Y que cuando dan un paso hacia El, Dios da diez pasos hacia ustedes.
Si hubiera venido como un hombre cualquiera, ¿quién me habría escuchado? De modo que tuve que venir en esta forma humana, pero con mucho más poder y sabiduría que los meramente humanos.
Mi enseñanza es Amor. Mi mensaje es Amor. Mi actividad es Amor. Mi forma de vivir es Amor. No hay nada más precioso que el Amor dentro de la capacidad del entendimiento humano.
¿Cómo se expresa este Principio del Yo en el hombre? Como Amor. El Amor es la naturaleza básica del hombre, la que lo sustenta y la que fortalece su resolución para seguir adelante. Sin amor, el hombre es ciego y para él, el mundo será una jungla oscura y terrorífica. El Amor es la luz que guía los pasos del hombre en el desierto.
Promuevan el amor, vivan en amor, esparzan el amor; este es el ejercicio espiritual que rendirá los mayores beneficios.
Dedíquenle el corazón a Dios y Dios será uno con ustedes. Dios no está lejos de ustedes, ni se encuentra en algún lugar distante. Está dentro de ustedes, en el altar interior. El hombre sufre porque es incapaz de descubrirlo allí y alcanzar la paz y la alegría con este descubrimiento.
Amen a todos los seres, eso basta. Amor sin esperar reciprocidad; amor por el amor; amor porque la naturaleza misma de ustedes es amor; amor porque es la forma de devoción que conocen y prefieren. Cuando otros están felices, siéntanse felices también. Cuando otros se sienten infelices, traten de aliviar su problema lo mejor que puedan. Practiquen el amor a través del servicio. Por este medio, llegarán a tomar conciencia de la Unidad y eliminarán el ego perjudicial.
La felicidad que dan, el amor que comparten, solo ellos serán sus posesiones duraderas.
Sathya Sai Baba
Cuando crezca, le haré leer Harry Potter a mi primer hijo y le convenceré de que es un mago y que recibirá la carta de Hogwarts cuando cumpla once años. El día de su once cumpleaños, comprobará el correo y encontrará una carta (obviamente, escrita por mí). Le llevaré a King's Cross, le señalaré el espacio entre las plataformas nueve y diez y observaré en silencio como se choca contra la columna.
Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos?
Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.
No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como?
Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.
Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.
La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa?
Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.
Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.
No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como?
Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.
Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.
La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa?
Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.
Patrick Rothfuss
Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.
Robert Louis Stevenson
Si los españoles habláramos solo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar.
Manuel Azaña
En virtud de la palabra, el hombre es superior al animal; por el silencio se supera a sí mismo.
Paul Masson
La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio.
Proverbio Persa
Ay señor! ser honesto, tal como va el mundo es ser un hombre escogido entre diez mil.
William Shakespeare
El mercado para los ordenadores personales está muerto. La innovación ha cesado, virtualmente. Microsoft domina con muy poca innovación. Se acabó. Apple perdió. Ese mercado ha entrado en la edad oscura, y va a estar en esa edad oscura durante los próximos diez años.
Steve Jobs
Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio. Tú haces de mi vida esta ceremonia demasiado pura.
Alejandra Pizarnik
Me duele tanto el silencio por lo mucho que perdí. Que no se quede callado el que quiera ser feliz...
Atahualpa Yupanqui
Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas.
Jacinto Benavente
Por ejemplo. . . , a veces, estando conmigo a solas, con tus manos entre las mías. . . , como ahora. . . , hemos pasado horas enteras en silencio. Sin decirnos una sola palabra, pero sin sentir el vacío entre nosotros. Y a eso llamo yo cariño, ¿comprendes? a esa plenitud tranquila, que solo siente uno. . . Entre los suyos.
Alejandro Casona
No abras los labios si no estás seguro de lo que vas a decir, es más hermoso el silencio.
Proverbio árabe