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Historia de la piedra ( 2 )

Historia de la piedra. Encuentra docenas de historia de la piedra con fotos para copiar y compartir.


Me maravillo a menudo de que la historia resulte tan pesada, porque gran parte de ella debe ser pura invención.


Jane Austen


Una sola cosa nos explica bien la historia y es en qué consisten los malos gobiernos.


Thomas Jefferson




La historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda.


José Ortega y Gasset


Verdad es lo que la mayoría ve como verdad, pero la mayoría también puede cambiar de opinión a lo largo de la historia.


Salman Rushdie


La historia es un proceso sin sujeto ni fines.


Louis Althusser


Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan.


C. Sée




El descubrimiento de América y el paso hacia las Indias Orientales por el Cabo de Buena Esperanza son los dos mayores acontecimientos registrados en la historia de la humanidad.


Adam Smith


Cada partido es una historia.


Helenio Herrera


Los tiempos felices en la humanidad son las páginas vacías de la historia.


Leonardo Sciascia




La dicha está constituida por esos huecos cerebrales sin historia.


Manuel Gutiérrez Aragón


La historia es una filosofía en ejemplos.


Dionisio de Halicarnaso


Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?.


Facundo Cabral


Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera.


Eduardo Mignogna




Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.


Eduardo Galeano


Hacer el retrato de una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente, porque la ciudad está cambiando siempre. Todo lo que hay en la ciudad es parte de su historia: su cuerpo físico de ladrillo, piedra, acero, vidrio, madera, como su sangre vital de hombres y mujeres que viven y respiran. Las calles, los paisajes, la tragedia, la comedia, la pobreza, la riqueza.


Berenice Abbott


Megalítico

Esa enorme piedra torturada
sostiene el techo de la Noche.
Esta enfebrecida carne penetra la oquedad de los siglos.
En torno un vacío que deshace o sustenta
la soledad del mundo, una luz que ilumina
las heridas producidas en el acero.
Gira la masa enorme de la piedra entre astros.
Es de carne y de piedra el cigüeñal que mueve
desgastado el motor de nuestra Historia.
Libros, cosas y horas amadas, seres
tiernos y dulces como la música del sueño,
frágiles brazos, labios enamorados,
nada podéis contra esta atroz mecánica,
contra esta complicada maquinaria celeste.
Árbol de carne y piedra, huso de sangre,
gira la masa ciega en este espacio
de demenciales constelaciones,
de infinitos silencios.
Solo en la piedra enorme hay firmeza.
20 Solo en la piedra hay eternidad.
Un cuerpo está abrazando en otro cuerpo
una hoguera extinta.
La carne solo horada ceniza en otra carne.


Antonio Colinas


En la historia se habla,
hombres tan sabios,
Manejaron al mundo por muchos años,
crearon guerras, tomaron el mando,
descubrieron su fuerza
desde la edad de piedra.

Hombres tan sabios, que conquistaron al mundo
pero son tan tontos para que ella,
permanezca a su lado…
dan todo por sentado, ya no le dices te quiero,
ya no le dices te amo…

Es lógico, gran guerrero,
que la mujer de tus sueños, se deje atrapar
por quien ofrece amor del bueno.
deja de ser un neandertal,
Sé aquel sabio,
que la vuelva a conquistar.
cada mañana al despertar...

Hombre tan fuerte, que construiste
tantos monumentos, y no sabes admirar
aquel que muere por tus besos.
lógico, arquitecto, no te has dado cuenta
que a un lado tuyo esta el monumento perfecto.

Y tu poeta, incansable buscador de lo bello,
escribes tus canciones, poemas y versos
a la musa que te quita el sueño, pero no vez
que por las noches hay alguien,
que en secreto escucha tus versos
y sueña con ser la musa de tu inspiración.

Aun así, después de tantas guerras
después de tantas victorias,
de dominar la tierra, no comprenden aun
que una mujer, no quiere halagos
solo la primera vez...

Hombre de mil guerras,
aprende a librar la mas difícil de todas ellas.
mantener a tu lado a la musa y sus encantos.
recuerda que una mujer, no es una guerra.
Es una victoria, si se descuida...
Será la peor de tus derrotas.


Enaiiad Lebasí


Me siento aquí agarrando listas inútiles
y llaves de puertas que no existen
i crack mi teet de perlas
y lágrimas en la historia
solo muestrame lo que significo yo en este mundo
Porque yo soy un milagro por eso
Estoy esperando una señal
Voy a mirar directamente al sol
y no voy a cerrar los ojos
hasta que yo entienda o se quede ciego

Veo las piezas pero no el conjunto
santos estudio y académicos ambos
y no despliega plan perfecto
y confio en el corazon de solo mi mente
para escucharque es verdad y poder encontrar el para que de este mundo
sí en este mundo

Porque estoy en deuda por un milagro

Sé que hay un punto que he perdido
un santuario o una piedra que no he besado
una cicatriz que nunca honro mi muñeca
un espejo que no ha cumplido con el puño
pero no puedo evitar sentir que estoy
Por un milagro


Lobo


Y era un epitafio que mi historia tendría una corta lista para la mía. Yo he escrito de mí en mi piedra: Tuve una pelea de amantes con el mundo.


Robert Frost


A través de los años, una gran cantidad de raperos - Lil 'Wayne, Ice Cube - han usado mi nombre en sus canciones. Soy una verdadera piedra de toque de la historia.


Rodney King


Para mí, esta película es acerca de lo que es valioso. Para una persona que podría ser una piedra a otra persona, una historia en una revista, y á otro, es un niño. La yuxtaposición de un hombre obsesionado con encontrar un valioso diamante con otro hombre arriesgar su vida para encontrar a su hijo es el corazón de esta película.


Edward Zwick


Aunque la prefabricación tiene una larga historia - los antiguos romanos enviados columnas pre-cortadas de piedra, frontones y otros elementos arquitectónicos de sus colonias en el norte de África, donde las piezas numeradas se vuelven a montar en los templos - la idea adquirió un nuevo impulso a los avances tecnológicos de la Revolución Industrial.


Martin Filler


Es fácil olvidar la historia o darle un acantilado notas. El acantilado señala la historia. Pero sobre todo, mucho de lo que sucede en 'Eyes on the Prize 'ocurrió en Jackson, Mississippi. Jackson, Mississippi no es muy conocido por cualquier otra piedra de toque para el movimiento, aparte de Medgar Evers asesinados. Había sit-ins y los disturbios y las atrocidades.


Tate Taylor


Milly o la tierra natal

¿Por qué, pues, pronunciar ese nombre de patria?
En su exilio brillante se estremece mi pecho
y resuena de lejos en el alma afligida
como lo hacen los pasos o la voz de un amigo.

¡Oh montañas veladas por la niebla de otoño,
valles que entapizaban las escarchas del alba,
sauces cuya corona deshojaba la poda,
viejas torres doradas por el sol de la tarde,

muros negros del tiempo, lomas, cuestas abruptas,
manantial donde van a beber los pastores,
gota a gota esperando aguas raras y límpidas,
con sus urnas dispuestas mientras hablan del día!

Choza que hace brillar el fulgor de la lumbre
y que amaba el viajero por humear a lo lejos,
sólo objetos, ¿o acaso tenéis alma también
que se pega a nuestra alma y a la fuerza de amar?

Yo vi cielos azules cuya noche es sin brumas,
toda de oro hasta el alba bajo un brillo de estrellas
que en su curva infinita redondeaban la cúpula
de cristal que jamás ha empañado algún viento.

Y vi montes cargados de limones y olivas
reflejar en las aguas sus inquietos perfiles;
y en sus valles profundos al impulso del céfiro
balancearse la espiga y la cepa madura;

en los mares que apenas son un leve murmullo
vi del agua luciente la ondulante cintura
apretando y soltando en sus pliegues azules
de sus riscos mellados los contornos inciertos

extenderse en el golfo como mantos de luz,
y blanqueando el escollo con sus flores de espuma
llevar hasta lo lejos de un poniente rojizo
islas» que eran el lecho como de oro del sol;

allí abriéndose a mí me mostraban sin límite
todo un mar infinito donde habita el misterio;
vi las cumbres altivas, cual del aire pirámides,
donde estío fundía el abrigo invernal,

descendiendo en peldaños hasta el fondo de valles
con laderas pobladas por aldeas y frondas,
con picachos y rocas que se yerguen, bajando
en pendientes de hierba para huir deslizándose,

mientras curvas humeantes, con un ruido de trueno
sus torrentes de espuma y sus ríos en polvo,
en sus flancos que son ya de luz ya de sombra,
con oleadas oscuras y con islas radiantes,

se ven valles profundos caros al soñador,
ascendiendo, bajando y ascendiendo otra vez,
y allí desde la raíz de sus amplias murallas,
entre abetos y robles por la tierra esparcidos,

en los lagos o espejos que a su sombra dormitan
dar sus verdes reflejos o su imagen oscura,
y en el tibio azul claro de estas límpidas aguas
ser la nieve un temblor y algo fluido los cerros.

Visité esas orillas y ese albergue divino
que la sombra del vate eligió como tumba,
esos campos que pudo la Sibila-" mostrarle,
y el Elíseo y Cumas; y a pesar de todo eso
no está allí el corazón...

Pero existe también una estéril montaña
que no tiene ni bosques ni hontanares, con una
cumbre humilde minada por la acción de los años,
que por su propio peso día a día se inclina

y que pierde su tierra derramada en barrancos
conservando un boj seco de raíz descarnada,
con roquedos a punto de caer si los pisa
con su pata ligera algún chivo nervioso.

Con el tiempo esos restos al caer han formado
como un cerro que mengua y que va escalonándose
hasta muros que sirven de pared protectora
a unos campos avaros que ha regado el sudor;

unas cepas con brazos que no encuentran sus arces
por la tierra serpean o en la arena se arrastran,
y hay zarzales en donde el zagal de la aldea
coge un fruto olvidado que disputa a los pájaros;

allí ovejas escuálidas de las chozas vecinas
ramonean dejando entre espinos su lana.
Lugar donde la música de las aguas de estío
o el temblor del follaje que sacuden las brisas

o los himnos que entrega el ruiseñor a los aires,
no conmueven el pecho ni el oído seducen,
sino que bajo un cielo que es de bronce perpetuo
la cigarra ensordece con su grito escondido.

Hay en estos desiertos una rústica casa
que recibe tan sólo de este monte la sombra,
con paredes golpeadas por la lluvia y los vientos,
con los musgos antiguos ocultando su edad.

En su umbral pueden verse tres peldaños de piedra
y allí puso el azar de una yedra las raíces
que mezclando cien veces sus enredos de nudos
con sus brazos esconde las injurias del tiempo,

y curvando en un arco sus volutas agrestes
es el único adorno de aquel rústico porche.
Un jardín que desciende por el flanco de un cerro
muestra cara al poniente un sediento arenal.

No sujeta, la piedra que el invierno ha tiznado
es el triste jalón del recinto minúsculo.
Esa tierra que hieren las azadas exhibe
sus entrañas desnudas de la hierba y la sombra;

ni esmaltadas alfombras ni el verdor hecho bóveda,
ni un arroyo en los bosques, ni frescor ni murmullo;
solamente seis tilos que el arado olvidó,
con un poco de hierba extendida a sus pies

dan en tiempo de otoño sombra tibia y escasa,
que es más grata a la frente bajo un cielo tan duro;
árboles que en sus frondas, en mi infancia feliz,
albergaron los sueños más hermosos que tuve.

En aquellos lugares que suspiran por agua
hay un pozo en la roca que el frescor nos esconde,
y allí el viejo, después, de muy largos esfuerzos,
mientras gime descansa su urna sobre el brocal;

la era donde el mayal sobre tierra pisada
bate rítmicamente las dispersas gavillas,
y la blanca paloma y el humilde gorrión
se disputan la espiga que el rastrillo olvidó;

y esparcidas por tierra, herramientas del campo,
yugos rotos y carros que duermen bajo porches,
ejes ya sin los rayos que quebró la rodada,
y la reja inservible que embotaron los surcos.

Nada alivia la vista de su estéril prisión,
ni las cúpulas áureas de soberbias ciudades,
ni la senda de polvo, ni a lo lejos un no,
ni los blancos tejados a la luz de la aurora.

Solamente esparcidos de distancia en distancia
los refugios agrestes que los pobres habitan,
junto a sendas estrechas que dispuso el desorden,
con tejados de bálago y paredes ahumadas,

se ven donde el anciano que se sienta a la puerta,
en su cuna de juncos duerme al niño que llora.
¡Una tierra sin sombra, sin colores los cielos,
unos valles sin agua! ¡Y allí está el corazón!

Éstos son los lugares, los sagrados parajes
de los cuales el alma rememora la imagen,
y que forjan de noche mis ensueños más bellos
hechizando los ojos con antiguas visiones.

Allí cada momento, cada aspecto del monte,
cada ruido que se alza por la noche en los campos,
cada mes que retorna como un paso del tiempo,
y hace verdes o mustia esos bosques y prados,

y la luna que mengua o que crece en la sombra,
y la estrella que asciende por la oscura colina,
los rebaños del monte que la escarcha ha expulsado
y que vuelven al valle con su andar vacilante,

viento, espino florido, hierba verde o marchita,
y la reja en el surco y en los prados el agua,
todo me habla una lengua que resuena aquí dentro,
con palabras que entienden los sentidos y el alma:

resonancias, perfumes, tempestades y rayos,
y peñascos, torrentes, y esas dulces imágenes
y esos viejos recuerdos que en nosotros dormitan,
que un lugar nos conservan y devuelven más dulce.

Allí está el corazón que se vuelve a encontrar;
todo allí me recuerda, me conoce y me ama.
Allí abundan amigos en todo este horizonte,
en cada árbol releo una historia pasada

y también cada piedra tiene un nombre que es suyo;
«¿qué más da que este nombre, como Palmira o Tebas,»
no recuerde los fastos de un imperio grandioso
ni la sangre vertida a la voz de un tirano

o esos grandes que el hombre llama azotes de Dios?
El lugar cuya trama nos cautiva la mente,
que aún rebosa de fastos que no olvida nuestra alma,
me parece tan grande como el campo glorioso

que fue cuna o sepulcro de un imperio inseguro.
¡Nada es vil! ¡Nada es grande! Todo el alma lo mide.
Al nombrar una choza puede un pecho agitarse,
y sobre monumentos de los héroes y dioses
el pastor pasa y silba y desvía los ojos.

He aquí el banco rústico que servía a mi padre,
y la sala que oyó su voz fuerte y severa,
cuando aquí los pastores, en sus rejas sentados,
le contaban los surcos hechos en cada hora;

o tal vez palpitante de sus días de gloria
nos contaba la historia de los regios cadalsos;
y aún viviendo el combate en que había luchado,
al contarnos su vida la virtud enseñaba.

Y el vacío lugar en que siempre mi madre,
al suspiro más leve de su casa salía
para hacernos llevar o la lana o el pan,
y vestir la indigencia o dar vida al hambriento;

y aquí están las cabañas donde su mano amante
las heridas curaba con aceite y con miel,
y muy cerca del lecho del anciano expirante
no dejaba de abrir ese libro que da

todavía esperanza al que deja la vida,
recogiendo suspiros que eran casi estertores
y llevando hacia Dios su postrera ansiedad,
y cogiendo la mano del menor de nosotros,

a la viuda y al niño, de rodillas ante ella,
les decía enjugando de sus ojos las lágrimas:
«Os doy un poco de oro, devolvedlo en plegarias.»
Y el umbral a la sombra donde nos acunaba,

y la rama de higuera que curvaba su mano,
y el estrecho sendero que cuando las campanas
en el templo lejano atronaban el alba,
tras sus pasos subíamos al altar del Señor

con el fin de ofrecerle dos inciensos muy puros
que eran nuestra inocencia junto con nuestra dicha.
Y su voz aquí mismo, muy piadosa y solemne,
nos hablaba de un Dios que en la madre sentíamos,

señalando la espiga encerrada en su germen,
el racimo que daba su brebaje aromático,
la ternera" trocando plantas verdes en leche,
y la peña agrietada por manar de las fuentes,

y la lana de oveja que a las zarzas se roba
para así tapizar dulces nidos de pájaros,
y aquel sol siempre exacto en sus doce mansiones
repartiendo en su entorno estaciones y horas,

y esos astros nocturnos salvo a Dios incontables,
mundos que el pensamiento casi no osa escalar,
enseñaba la fe hija de agradecidos,
y hacía admirar a nuestra simple infancia

que el insecto invisible a los ojos y el astro
en los cielos tenían padre igual que nosotros.
Esos brezos y campos, esos prados y viñas
tienen muchos recuerdos y sus sombras amadas.

Aquí mismo jugaban mis hermanas, y el viento
las seguía jugando con sus rubios cabellos;
allí con los pastores en la cumbre del cerro
encendía fogatas con ramaje y espinos,

y mis ojos, pendientes de las llamas del fuego
las veían ondear horas y horas enteras.
Allí contra el furor del temible aquilón
este sauce vacío nos prestaba su tronco,

y yo oía silbar en su fronda ya muerta
brisas que aún rememora como música el alma.
Y aquí el álamo está, inclinado al abismo,
que en el tiempo de nidos nos mecía en su copa,

y el arroyo en los prados cuyas aguas dormidas
lentamente inundaban nuestras barcas de caña,
y la encina, la peña, el molino monótono,
y aquel muro que al sol, en los días de otoño,

me veía sentado, cerca de los ancianos,
contemplando el crepúsculo con atenta mirada.
Todo aún sigue en pie y en su sitio renace;
aún seguimos las huellas de mi andar por la arena;

sólo un corazón falta que lo pueda gozar.
¡Ay de mí! Que la luz disminuye y se pierde.
Como espigas en la era, dispersó la existencia
lejos de la paterna heredad a los hijos,

y a la madre también, y ese hogar tan amado
se parece a los nidos de los cuales ha huido
la veloz golondrina en los largos inviernos.
Ya la hierba que crece en las losas antiguas

borra en torno a los muros los senderos domésticos,
y la hiedra, flotando como un manto de luto,
cubre a medias la puerta y hasta invade el umbral.
Tal vez pronto... ¡Oh Dios mío, oh presagio funesto!,

tal vez pronto un extraño al que nadie conoce,
con el oro en la mano del lugar se hará dueño,
oh lugares que habitan, según nuestra memoria,
tantas sombras queridas, familiares, y entonces

todos nuestros recuerdos de las cunas y tumbas,
huirán a su voz igual que las palomas
echarán a volar de su nido en el árbol
de los bosques que el hacha abatió para siempre,

y que ya no sabrán donde van a posarse.
¡No permitas, Señor, tanto llanto y ofensa!
No toleres, Dios mío, que nuestra humilde herencia
pase de mano en mano a vil precio comprada,

como el techo de gentes que vivieron del vicio,
arruinados, o el campo que fue de unos proscritos.
Que un extraño avariento venga con paso altivo
y que pise el humilde surco que años atrás

fue también nuestra cuna sobre un campo de hierba,
a expoliar a los huérfanos, a contar sus monedas
donde sólo tenía la pobreza un tesoro,
blasfemando tu nombre aquí bajo estos pórticos

donde antaño mi madre enseñaba a la voz
de sus hijos los cánticos que exaltaban tu gloria.
Ah, prefiero cien veces que entregada a los vientos
penda roto el tejado sobre el muro decrépito;

que las flores mortuorias, los espinos, las malvas,
broten entre las ruinas de los atrios deshechos.
Que el lagarto dormido allí al sol se caliente,
que en las horas del sueño Filomela allí cante,

que el humilde gorrión y las fieles palomas
allí junten en paz bajo el ala a sus crías,
y que el ave del cielo tenga allí su nidada
donde antaño durmió la inocencia en su lecho.

Ah, si el número escrito por los altos destinos
alcanzara la edad de los blancos cabellos,
ojalá, feliz viejo, allí mengüen mis días
entre tales recuerdos de mis simples amores.

Y ojalá cuando sean los benditos tejados
y estos tristes escombros para mí solamente
todo un pueblo de sombras, ojalá pueda entonces
reencontrar en los nombres, en los mismos lugares,

tantos seres amados que los ojos no ven.
Y vosotros que acaso viviréis cuando yo
sea helada ceniza, si queréis dedicarme
algo grato al recuerdo, elevadme algún día...

Pero no, no elevéis nada que me recuerde;
sólo cerca del sitio donde duerme la humilde
esperanza de aquellos que llamamos cristianos,
en los campos cavadme ese lecho que quiero,

como el último surco donde va a germinar
otra vida. Extended sobre mí un lecho herboso
que el cordero del pueblo ramonee en primavera,
donde todos los pájaros que años ha mis hermanas

consiguieron que fueran del lugar habitantes,
aquí acudan a amar y también a cantar
en mis noches tranquilas. Y para señalar
mi lugar de reposo, que despeñen rodando

de las altas montañas un fragmento de roca;
sobre todo que no haya un cincel que lo talle
ni que borre ese musgo de los días antiguos
que oscurece su cara, y que al paso de inviernos,

incrustado en la piedra, dé en sus letras vivientes
una fecha a sus años; y que no haya ni cifras
ni mi nombre grabado en tal página agreste.
Ante la eternidad toda edad se confunde,

y Aquel que con su voz a los muertos despierta,
aunque falte mi nombre sé que no va a olvidarme.
Allí bajo mis cielos, al pie de las colinas
que cubrieron antaño con sus sombras mi cuna,

junto al suelo natal, junto al aire y al sol,
con un sueño muy leve esperaré el despertar.
Mi ceniza mezclada con la tierra que me ama
volverá a tener vida incluso antes que el alma,

será verde en los prados y color en las flores,
en las noches de estío beberá los perfumes
y los llantos del aire; y al llegar de aquel día
que no tiene crepúsculo la primera centella

que podrá despertarme a la aurora sin fin,
cuando se abran los ojos volveré a ver lugares
que en mi vida adoré y que vi tantas veces,
nuestra aldea y sus piedras con el fiel campanario,

la montaña y el cauce seco de este torrente,
y los campos resecos; y juntando ante mí
con la nueva mirada tantos seres queridos,
cuya sombra dormía aquí cerca entre escombros,

mis hermanas, un padre y una madre que es alma,
no dejando cenizas que conserve la tierra,
igual que el viajero desembarca y dirige
al navío miradas en las que hay gratitud,

nuestras voces dirán al unísono entonces
a todo este lugar que rebosa delicias
nuestro único adiós ya sin mezcla de lágrimas.


Alphonse de Lamartine


Tu eres solo una coma en las paginas de esta historia.


Terry Pratchett


Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino.


Gabriela Mistral




El hombre y la mujer han nacido para amarse, pero no para vivir juntos. Los amantes célebres de la historia vivieron siempre separados.


Noel Clarasó


Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen.


Camilo José Cela


La historia la escriben los vencedores.




La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia.


Charles Robert Darwin


La Historia es el mejor maestro con los pupilos distraídos.


Indira Gandhi


"La Historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será"


Eduardo Galeano


Si sumas todas las estrellas del cielo, todos los granitos de arena en los océanos, todas las rosas en el mundo y todas las sonrisas que haya habido en la historia del mundo, empezarás a tener una idea de cuánto te quiero.


Rafael dominguez


Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado.


Karl Marx


La historia no es ni hace nada. Quien es y hace es el hombre.


Karl Marx


El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización.


Sigmund Freud


La historia parece propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.


Rodolfo Walsh


A la piedra arrojada, no le importa caer ni subir.


Marco Aurelio


Un genio es alguien que descubre que la piedra que cae y la luna que no cae representan un solo y mismo fenómeno.


Ernesto Sábato


La historia es una pesadilla de la cual estamos intentando despertarnos.


James Joyce