Huida
Huida. Encuentra docenas de huida con fotos para copiar y compartir.
La huída es señal  , es luz que puede convertirse en una hermosa realidad para el que huye y para quien sufre la  huída.
	            
								dochanlu
Cuando el alma de un hombre nace en este país, se encuentra con unas redes arrojadas para retenerla, para impedirle la huida. Me estás hablando de nacionalidad, de lengua, de religión. Estas son las redes de las que yo he de procurar escaparme
	            
								James Joyce
La realidad es lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos y la creencia en Dios es simplemente una huida de nuestra vida monotona, estupida y cruel
	            
								Jiddu Krishnamurti
Luchar resueltamente contra el enemigo, establecer el Poder en el sector central de la cordillera Luosiao y combatir la tendencia a la huida.
	            
								Mao Zedong
Los relojes de arena no solo nos recuerdan la veloz huida del tiempo, sino también el polvo en el que alguna vez nos convertiremos
	            
								Georg Christoph Lichtenberg
(Los libros) le brindaban la posibilidad de una huida imaginaria de una vida que no la satisfacía, pero también tenían importancia para ella en tanto que objetos: le gustaba pasear por la calle llevándolos bajo el brazo. Tenían para ella el mismo significado que un bastón elegante para un dandy del siglo pasado. La diferenciaban de los demás.
	            
								Milan Kundera
Son Diurno
Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,
como el órgano que se rodea de un fuego
húmedo y redondo hasta el amanecer
y hasta un ancho volumen de fuego respetado.
Ahora que tu voz no es la importuna caricia
que presume o desordena la fijeza de un estío
reclinado en la hoja breve y difícil
o en un sueño que la memoria feliz
combaba exactamente en sus recuerdos,
en sus últimas, playas desoídas.
¿Dónde está lo que tu mano prevenía
y tu respiración aconsejaba?
Huida en sus desdenes calcinados
son ya otra concha,
otra palabra de difícil sombra.
Una oscuridad suave pervierte
aquella luna prolongada en sesgo
de la gaviota y de la línea errante.
Ya en tus oídos y en sus golpes duros
golpea de nuevo una larga playa
que va a sus recuerdos y a la feliz
cita de Apolo y la memoria mustia.
Una memoria que enconaba el fuego
y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas
el discurso del fuego acariciado.
	            
								Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,
como el órgano que se rodea de un fuego
húmedo y redondo hasta el amanecer
y hasta un ancho volumen de fuego respetado.
Ahora que tu voz no es la importuna caricia
que presume o desordena la fijeza de un estío
reclinado en la hoja breve y difícil
o en un sueño que la memoria feliz
combaba exactamente en sus recuerdos,
en sus últimas, playas desoídas.
¿Dónde está lo que tu mano prevenía
y tu respiración aconsejaba?
Huida en sus desdenes calcinados
son ya otra concha,
otra palabra de difícil sombra.
Una oscuridad suave pervierte
aquella luna prolongada en sesgo
de la gaviota y de la línea errante.
Ya en tus oídos y en sus golpes duros
golpea de nuevo una larga playa
que va a sus recuerdos y a la feliz
cita de Apolo y la memoria mustia.
Una memoria que enconaba el fuego
y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas
el discurso del fuego acariciado.
José Lezama Lima
El dolor, la amargura, las sombras el aliento en huida, la muerte luego la luz que de repente vino y tú fuiste marcando sus aristas celestes ante el asombro alegre de mis ojos.
	            
								MarÃa Elvira Lacaci
La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad, es creación y osadía.
	            
								Eugène Ionesco
Madrigales
III
La mano que besé ayer
ya libre del fino guante,
leve, transida y fragante,
comenzaba a florecer.
Yo buscaba en su color
algo que nieve no fuera,
mientras abrió primavera
cinco pétalos de amor.
Que por verla florecer,
leve, transida y fragante,
yo misma libré del guante
la mano que besé ayer.
VI
Para el trigo de tu voz,
trémula espiga en sonido,
tienes el labio teñido
en curva como una hoz.
Yo he escuchado ese teñir
gemir de amor, y he mirado
tu grito en él desmayado
que es igual mirar que oír,
si en curva como una hoz
tu rojo labio teñido
siega la espiga en gemido
que es el trigo de tu voz.
VII
Cubre de nuevo el carmín
tu boca en alba de huida
y ya de pieles ceñida
pones a la noche fin.
Ah, que asombrada visión
mirarte otra vez desnuda.
Del raso que el cuerpo escuda
va surgiendo la visión.
La luz te sorprende al fin
toda desnuda y transida,
y solo queda vestida
tu boca bajo el carmín.
IX
Dicen mis labios "jamás",
y "siempre" dice tu boca.
Yo orgullo de enhiesta boca,
tú espuma y brisa no más.
Qué extraña y fugaz pasión
la que soñamos eterna:
curva del seno y la pierna
en moldes de corazón.
Mañana otro amor tendrás
y hoy otro amor mi ansia invoca,
pero mi nombre tu boca
pintó de siempre y jamás.
	            
								III
La mano que besé ayer
ya libre del fino guante,
leve, transida y fragante,
comenzaba a florecer.
Yo buscaba en su color
algo que nieve no fuera,
mientras abrió primavera
cinco pétalos de amor.
Que por verla florecer,
leve, transida y fragante,
yo misma libré del guante
la mano que besé ayer.
VI
Para el trigo de tu voz,
trémula espiga en sonido,
tienes el labio teñido
en curva como una hoz.
Yo he escuchado ese teñir
gemir de amor, y he mirado
tu grito en él desmayado
que es igual mirar que oír,
si en curva como una hoz
tu rojo labio teñido
siega la espiga en gemido
que es el trigo de tu voz.
VII
Cubre de nuevo el carmín
tu boca en alba de huida
y ya de pieles ceñida
pones a la noche fin.
Ah, que asombrada visión
mirarte otra vez desnuda.
Del raso que el cuerpo escuda
va surgiendo la visión.
La luz te sorprende al fin
toda desnuda y transida,
y solo queda vestida
tu boca bajo el carmín.
IX
Dicen mis labios "jamás",
y "siempre" dice tu boca.
Yo orgullo de enhiesta boca,
tú espuma y brisa no más.
Qué extraña y fugaz pasión
la que soñamos eterna:
curva del seno y la pierna
en moldes de corazón.
Mañana otro amor tendrás
y hoy otro amor mi ansia invoca,
pero mi nombre tu boca
pintó de siempre y jamás.
Alberto Angel Montoya
Otra Vez
Otra vez a soñar desde el oscuro
imposible por qué, mano tendida,
intentando apresar amor y vida,
fijarle a lo inseguro lo seguro.
Otras veces cabalgando hacia tu muro,
soledad que me tiras de la brida,
seguidora incansable de mi huida,
vencedora en la lucha en que perduro.
Otra vez a mirar arena y cielo
en tu playa sin fin siempre desnuda,
bebiéndome el silencio que te nombra.
Otra vez como ayer perdido el vuelo
por el salto hacia atrás de miedo y duda,
seguida y seguidora de tu sombra.
	            
								Otra vez a soñar desde el oscuro
imposible por qué, mano tendida,
intentando apresar amor y vida,
fijarle a lo inseguro lo seguro.
Otras veces cabalgando hacia tu muro,
soledad que me tiras de la brida,
seguidora incansable de mi huida,
vencedora en la lucha en que perduro.
Otra vez a mirar arena y cielo
en tu playa sin fin siempre desnuda,
bebiéndome el silencio que te nombra.
Otra vez como ayer perdido el vuelo
por el salto hacia atrás de miedo y duda,
seguida y seguidora de tu sombra.
Concha Lagos
Y es inútil, inútil toda huida (ni por abajo ni por arriba). Se vuelve siempre. Siempre.
	            
								León Felipe
Iba Blanca Y Tierna...
Iba, blanca y tierna, entre
los brotes rubios y verdes...
A donde daba su frente,
oriente era. Lo fuerte,
a su mudo pasar leve,
se caía, vano y débil.
Estaba encima y ausente
de todo, y todo, envolviéndole
el corazón transparente,
la hacía una y perenne,
como la vida a la muerte.
-Como a la vida. Su nieve
era inmortal y celeste.
Nevaba del suelo al cenit.
Pasó, sin irse. Indeleble
y absorto, quedó el presente
mirando su huida, siempre...
	            
								Iba, blanca y tierna, entre
los brotes rubios y verdes...
A donde daba su frente,
oriente era. Lo fuerte,
a su mudo pasar leve,
se caía, vano y débil.
Estaba encima y ausente
de todo, y todo, envolviéndole
el corazón transparente,
la hacía una y perenne,
como la vida a la muerte.
-Como a la vida. Su nieve
era inmortal y celeste.
Nevaba del suelo al cenit.
Pasó, sin irse. Indeleble
y absorto, quedó el presente
mirando su huida, siempre...
Juan Ramón Jiménez
Y Pienso Que La Vida
Y pienso que la vida se me va con huida
inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso
en mis horas lejanas, y me asalta un inmenso
afán de ser el de antes y desandar la vida.
¡Oh los pasos sin rumbo por la senda perdida,
los anhelos inútiles, el batallar intenso!
¿Cómo flotáis ahora, blancas nubes de incienso
quemado en los altares de una deidad mentida?
Páginas tersas, páginas de los libros, lecturas
de espejismos enfermos, de cuestiones oscuras...
¡Ay, lo que yo he leído! ¡Ay, lo que yo he soñado!...
Tristes noches de estéril meditación, quimera
que ofuscaste mi espíritu sin dejarme siquiera
mirar que iba la vida sonriendo a mi lado...
	            
								Y pienso que la vida se me va con huida
inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso
en mis horas lejanas, y me asalta un inmenso
afán de ser el de antes y desandar la vida.
¡Oh los pasos sin rumbo por la senda perdida,
los anhelos inútiles, el batallar intenso!
¿Cómo flotáis ahora, blancas nubes de incienso
quemado en los altares de una deidad mentida?
Páginas tersas, páginas de los libros, lecturas
de espejismos enfermos, de cuestiones oscuras...
¡Ay, lo que yo he leído! ¡Ay, lo que yo he soñado!...
Tristes noches de estéril meditación, quimera
que ofuscaste mi espíritu sin dejarme siquiera
mirar que iba la vida sonriendo a mi lado...
Enrique González MartÃnez
Puerto
SOL:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba rosa:
vivas,
intactas,
desnudas,
con anhelos de manos,
como espejos de mástiles.
SOMBRA:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba turbia:
calladas,
llanas,
duras,
sin afanes de presencia,
sin afanes de huida.
SIEMPRE:
Cinco ventanas: sólo.
De "Mar ao norde" 1932
Tr. Vicente Araguas
	            
								SOL:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba rosa:
vivas,
intactas,
desnudas,
con anhelos de manos,
como espejos de mástiles.
SOMBRA:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba turbia:
calladas,
llanas,
duras,
sin afanes de presencia,
sin afanes de huida.
SIEMPRE:
Cinco ventanas: sólo.
De "Mar ao norde" 1932
Tr. Vicente Araguas
Ãlvaro Cunqueiro
Ofrenda
Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.
Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.
Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.
	            
								Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.
Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.
Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.
José Lupiáñez
EL ser y el espíritu(cuestión filosófica)
Rocío matinal que destroza la vida,
el ser que va en huída
al ocaso del medio día,
espíritu aquietado en sinfonía
queriendo existir todavía
...el cerebro yace moribundo.
Mediodía trágico que lleva sello de muerte
la sangre parece no discurrir por el cuerpo
la vida se va extinguiendo.
Atardecer contradictorio
es existencia y fin.
Nebulosa noche lleva a soñar despiero
el ser se explaya al fin,más allá del mar tormentoso,
espíritu en fin y comienzo sale presuroso
como ave libre de prisión
volando en amplia extensión,
perdiéndose en majestuosa visión
...visión desconocida
ahora,libre del ser,conocida
	            
								Rocío matinal que destroza la vida,
el ser que va en huída
al ocaso del medio día,
espíritu aquietado en sinfonía
queriendo existir todavía
...el cerebro yace moribundo.
Mediodía trágico que lleva sello de muerte
la sangre parece no discurrir por el cuerpo
la vida se va extinguiendo.
Atardecer contradictorio
es existencia y fin.
Nebulosa noche lleva a soñar despiero
el ser se explaya al fin,más allá del mar tormentoso,
espíritu en fin y comienzo sale presuroso
como ave libre de prisión
volando en amplia extensión,
perdiéndose en majestuosa visión
...visión desconocida
ahora,libre del ser,conocida
Miguel Visurraga Sosa
INSOMNIO
Ya habían pasado dos horas desde que decidí acostarme en mi angosta cama de plaza y media y aún no podía conciliar el sueño. Solo daba vueltas sobre ella sin poder pegar un solo ojo, las piernas me hormigueaban por la desesperación, estaba inquieto pensando en el momento en que me quedaría dormido; pero nada de nada, seguía con los ojos abiertos y sin lograr el ansiado placer del dormir.
No sé a qué hora me dormí, pero en algún momento lo pude hacer. Eran ya casi las tres de la mañana cuando me volví a levantar pegando un grito que estremeció la habitación en la que me había instalado. Mi cuerpo estaba temblando, sudoroso, agitado y desesperadamente temeroso. Las cosas que me habían sucedido en el anhelado sueño que perseguía fueron desastrosas, en él me vi observando la persecución de una bella mujer a la que acusaban las mujeres del pueblo de haberse metido con sus esposos, ella corría despavorida intentando no ser atrapada por la enardecida turba y así lograr escapar de una paliza segura.
_ ¡Maldita mujerzuela!_ le gritaban desaforadamente.
Mientras que ella solo atinaba a temblar y a pedir perdón: _ ¡Por favor, perdónenme!, lo siento mucho.
Sin embargo la turba descontrolada no escuchaba las súplicas de Fiorela, ese era el nombre de la infortunada, y en ese momento empecé a recordarla; con razón su cara se me hacía conocida, ella era la hermana de mi compañera del colegio, Sofía. Esta chica, unos años mayor que yo, se había ido del pueblo a trabajar a la provincia, ya hace un buen tiempo que no la veía, pero supe que se había vuelto un poco creída y arrogante porque estaba ganando una buena plata.
Volviendo al tema, yo estaba atónito por lo que sucedía, ella me miraba fijamente a los ojos como interrogándome por no ayudarla a salir de ese problema en el que se había metido…de pronto la mujer de los cabellos rubios logra subir por los techos de las casas y en su intento por seguir su huida, cae pesadamente sobre el pavimento, pero en su descenso pude ver que su mirada seguía clavada mí; esa mirada quedó grabada en mi mente como una pintura imborrable. En ese instante me retiré haca mi casa y sin saber cómo aparecí caminando por el lomo de una pared de adobes, ésta era lo suficientemente ancha como para poder caminar, sin darme cuenta ella apareció detrás de mí. Venía volando hacia donde estaba yo, era su alma, sí su alma tétrica y fantasmal que se reía emitiendo grandes carcajadas; luego pude divisar que en su mano derecha llevaba un filoso cuchillo de grandes proporciones. Me empezó a insultar y a lanzarme amenazas:
_ Te voy a matar infeliz, tú dejaste que me pasara esto, por tu culpa yo ahora estoy muerta._
Las palabras ahogadas por la desesperación quedaron atrapadas en mi garganta y por más que intentaba gritar, pedirle perdón o clamar por ayuda no lograba hacerlo, sin embargo ella se acercaba más y más, sus ojos echaban chispas, sus labios exageradamente pintados parecían los de un pobre payaso; ya estaba muy cerca y seguía vociferando:
_ Maldito, eres un maldito. Te voy a clavar este cuchillo en el centro de tu corazón y te voy a ver morir desgraciado… ¡Muérete…!
_ ¡Noooooooooooooooooooo!_
Fue un grito profundo y horroroso, sentí el filo del brillante cuchillo, introducirse en mi pecho frágil y agitado. Aún temblando por esa indeseable experiencia, me senté en el borde de la cama, mis latidos acelerados galopaban desbocados en mi cuerpo. Luego me levanté, fui al baño, lavé mi cara, miré alrededor y regresé a la cama; solo había sido un mal sueño convertido en una malísima escena de terror.
	            
								Ya habían pasado dos horas desde que decidí acostarme en mi angosta cama de plaza y media y aún no podía conciliar el sueño. Solo daba vueltas sobre ella sin poder pegar un solo ojo, las piernas me hormigueaban por la desesperación, estaba inquieto pensando en el momento en que me quedaría dormido; pero nada de nada, seguía con los ojos abiertos y sin lograr el ansiado placer del dormir.
No sé a qué hora me dormí, pero en algún momento lo pude hacer. Eran ya casi las tres de la mañana cuando me volví a levantar pegando un grito que estremeció la habitación en la que me había instalado. Mi cuerpo estaba temblando, sudoroso, agitado y desesperadamente temeroso. Las cosas que me habían sucedido en el anhelado sueño que perseguía fueron desastrosas, en él me vi observando la persecución de una bella mujer a la que acusaban las mujeres del pueblo de haberse metido con sus esposos, ella corría despavorida intentando no ser atrapada por la enardecida turba y así lograr escapar de una paliza segura.
_ ¡Maldita mujerzuela!_ le gritaban desaforadamente.
Mientras que ella solo atinaba a temblar y a pedir perdón: _ ¡Por favor, perdónenme!, lo siento mucho.
Sin embargo la turba descontrolada no escuchaba las súplicas de Fiorela, ese era el nombre de la infortunada, y en ese momento empecé a recordarla; con razón su cara se me hacía conocida, ella era la hermana de mi compañera del colegio, Sofía. Esta chica, unos años mayor que yo, se había ido del pueblo a trabajar a la provincia, ya hace un buen tiempo que no la veía, pero supe que se había vuelto un poco creída y arrogante porque estaba ganando una buena plata.
Volviendo al tema, yo estaba atónito por lo que sucedía, ella me miraba fijamente a los ojos como interrogándome por no ayudarla a salir de ese problema en el que se había metido…de pronto la mujer de los cabellos rubios logra subir por los techos de las casas y en su intento por seguir su huida, cae pesadamente sobre el pavimento, pero en su descenso pude ver que su mirada seguía clavada mí; esa mirada quedó grabada en mi mente como una pintura imborrable. En ese instante me retiré haca mi casa y sin saber cómo aparecí caminando por el lomo de una pared de adobes, ésta era lo suficientemente ancha como para poder caminar, sin darme cuenta ella apareció detrás de mí. Venía volando hacia donde estaba yo, era su alma, sí su alma tétrica y fantasmal que se reía emitiendo grandes carcajadas; luego pude divisar que en su mano derecha llevaba un filoso cuchillo de grandes proporciones. Me empezó a insultar y a lanzarme amenazas:
_ Te voy a matar infeliz, tú dejaste que me pasara esto, por tu culpa yo ahora estoy muerta._
Las palabras ahogadas por la desesperación quedaron atrapadas en mi garganta y por más que intentaba gritar, pedirle perdón o clamar por ayuda no lograba hacerlo, sin embargo ella se acercaba más y más, sus ojos echaban chispas, sus labios exageradamente pintados parecían los de un pobre payaso; ya estaba muy cerca y seguía vociferando:
_ Maldito, eres un maldito. Te voy a clavar este cuchillo en el centro de tu corazón y te voy a ver morir desgraciado… ¡Muérete…!
_ ¡Noooooooooooooooooooo!_
Fue un grito profundo y horroroso, sentí el filo del brillante cuchillo, introducirse en mi pecho frágil y agitado. Aún temblando por esa indeseable experiencia, me senté en el borde de la cama, mis latidos acelerados galopaban desbocados en mi cuerpo. Luego me levanté, fui al baño, lavé mi cara, miré alrededor y regresé a la cama; solo había sido un mal sueño convertido en una malísima escena de terror.
Juancho
Otoño en su fin
El otoño camina raudo creciendo como el deseo
y se reboza de nostalgia en su huída,
deseo de no ser más frío como el invierno
nostalgia de su recuerdo frío soportable
para dar paso a otro frío insoportable: el invierno.
	            
								El otoño camina raudo creciendo como el deseo
y se reboza de nostalgia en su huída,
deseo de no ser más frío como el invierno
nostalgia de su recuerdo frío soportable
para dar paso a otro frío insoportable: el invierno.
Miguel Visurraga Sosa
ADIOS ROCÍO FRÍO DE INVIERNO
Adios con manos de desencantos
a este rocío de invierno frío,
mis ojos recorridos
por caminos prohibidos
se esfumarán con tu huída,
se cerrarán
no te acompañarán
en tu declive.
Mi ser revive
con el rocío tibio de primavera
caminando por jardines de encantos:
con besos tiernos
con amores sin desvaríos,
en tardes quietas,
junto a letras vivas
de armonía
de miel en labios
de oraciones de fidelidad
de recojo en noches de entrega.
Amor de primavera tibia
estabilidad sedentaria,
visibilidad de fantasía
tornándose realidad,
alma en tranquilidad.
	            
								Adios con manos de desencantos
a este rocío de invierno frío,
mis ojos recorridos
por caminos prohibidos
se esfumarán con tu huída,
se cerrarán
no te acompañarán
en tu declive.
Mi ser revive
con el rocío tibio de primavera
caminando por jardines de encantos:
con besos tiernos
con amores sin desvaríos,
en tardes quietas,
junto a letras vivas
de armonía
de miel en labios
de oraciones de fidelidad
de recojo en noches de entrega.
Amor de primavera tibia
estabilidad sedentaria,
visibilidad de fantasía
tornándose realidad,
alma en tranquilidad.
Miguel Visurraga Sosa
Los hombres hacen cosas raras cuando experimentan miedo. Es como una cosa de lucha o huida.
	            
								Rashida Jones
El miedo a error el que todo recuerda a mí en cada momento de la huida de mis ideas, esta manía de control, hace que los hombres prefieren la imaginación de la razón a la imaginación de los sentidos. Y, sin embargo, es siempre la imaginación sola, que es en el trabajo.
	            
								Louis Aragon
La huida en sí no me parece particularmente extraña. La mayoría de nosotros nos mantenemos en un lugar por una especie de fuerza centrífuga. Si por alguna razón esa fuerza se interrumpiera, podríamos salir disparados en todas las direcciones. Pero ¿qué pasa con lo de no volver? Mantenerse alejado da miedo y es muy doloroso.
Lo pienso bien. ¿Qué podría hacer que fuera la única opción posible?
Aquí están las cosas que se me han ocurrido:
(A) Desesperación (¿Por qué?)
(B) Miedo (¿de qué?)
(C) Enfado (¿por qué?)
(D) Todas las anteriores.
	            
								Lo pienso bien. ¿Qué podría hacer que fuera la única opción posible?
Aquí están las cosas que se me han ocurrido:
(A) Desesperación (¿Por qué?)
(B) Miedo (¿de qué?)
(C) Enfado (¿por qué?)
(D) Todas las anteriores.
Meg Rosoff